dc.description.abstract | El tema de investigación de esta tesis es el salón Ayacucho un recinto de recepciones dentro del Palacio de Gobierno que hizo construir el presidente Augusto B. Leguía en 1924, en el contexto de las celebraciones por el centenario de la Batalla de Ayacucho. El diseño arquitectónico del salón estuvo cargo del arquitecto y escultor español, Manuel Piqueras Cotolí, mientras que el programa iconográfico estuvo bajo la responsabilidad de Daniel Hernández, Director de la ENBA. Las diecisiete obras, entre óleos y sargas, que componían el programa iconográfico fueron realizadas por el propio Daniel Hernández, por José Sabogal, profesor de pintura de la Escuela y, finalmente, por los alumnos más destacados de la primera promoción: Elena de Izcue, Camilo Blas, Wenceslao Hinostroza y Jorge Vinatea Reinoso. El salón es un espacio que no ha sido investigado de forma exhaustiva, existen varios motivos para explicar esto; de un lado, fue destruido cerca de 1935, por lo tanto, actualmente no quedan rastros de su estructura arquitectónica dentro del Palacio de Gobierno, de otro lado, el material gráfico y documental del salón es escaso y está disperso en distintos archivos y bibliotecas.
A pesar de su destrucción y del olvido en que permaneció, este fue un espacio importante. De un lado, fue un claro ejemplo de la política de mecenazgo artístico que desarrolló Leguía durante el Oncenio, a través de la cual promovió una idea de nación ajustada a los requerimientos del proyecto político de la “Patria Nueva”. De otro lado, porque el salón es un espacio que nos permite ver un momento de transición en la plástica peruana donde se asoman claramente las primeras muestras del estilo indigenista que será, posteriormente, el discurso predominante del arte peruano durante las décadas del treinta y del cuarenta. Sin duda, la generación de profesores y jóvenes artistas que participaron en el salón estarán, una década después, entre los indigenistas más renombrados.
En general, los estudios sobre la década del veinte plantean una especie de antagonismo entre el hispanismo y el indigenismo, sin embargo, el salón nos permite ver que, estos discursos convivieron en un mismo espacio, porque ambos fueron políticamente convenientes en el contexto del centenario.
En el primer capítulo se investiga el contexto político y cultural en el cual nace el salón, así se analizan los discursos del Estado sobre la significación del centenario de la batalla de Ayacucho, el contexto artístico local, así como un análisis de las primeras exposiciones de la ENBA, que tuvieron una clara relación con las obras que se expusieron en el salón Ayacucho. En el segundo capítulo nos enfocamos en el salón como espacio: se presenta primero el papel que jugó dentro de las celebraciones centenarias y, luego, se analiza, tanto el estilo en que fue construido –el neoperuano–, como su estructura arquitectónica enmarcada en el contexto de la arquitectura peruana de los años veinte. En el tercer capítulo se investiga el programa iconográfico del salón, cada una de las obras son analizadas bajo la retórica oficial de la Patria Nueva y también a partir del recorrido del propio artista. La investigación plantea, entre otras interpretaciones, que las sargas y los óleos del salón buscaron crear una historia “total” de la nación en donde cada etapa histórica retratada –incanato, colonia y república funciona como una alegoría de los valores nacionales que la Patria Nueva buscaba encarnar.
Finalmente, a partir de esta investigación se ha reproducido digitalmente y en tres dimensiones el programa iconográfico y la arquitectura neoperuana del salón. | es_ES |