Literatura Hispanoamericana
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Item “Otra vez sales de mí, pequeño, mi sufriente”: la recuperación del cuerpo y discurso de la mater dolorosa en Lo que no tiene nombre, de Piedad Bonnett(Pontificia Universidad Católica del Perú, 2021-11-11) Saito Gutiérrez, Gabriela; Pollarolo Giglio, Giovanna RosaLa presente tesis buscar reconocer a Lo que no tiene nombre (2013), relato autobiográfico de Piedad Bonnett que narra el suicidio de su hijo menor, como producto estético que trasciende la catarsis doliente. Para ello, argumento que la coincidencia estructural entre la elaboración del duelo materno y el ejercicio literario refuerzan el carácter indivisible de los dos roles del yo narrativo, el de la madre y el de la artista. Esta dualidad se manifiesta mediante el uso de estrategias narrativas que convocan la experiencia íntima del dolor materno: repetición de citas intertextuales y paratextuales, empleo de metáforas y de tópicos recurrentes, y la autorreferencia poética. Así, una lectura detallada desde esta perspectiva me permite sostener que Bonnett emplea el motivo cultural de la mater dolorosa como estrategia de autoafirmación en beneficio de dos trabajos, el del duelo y el del lenguaje, ambos dirigidos hacia la reconfiguración de su subjetividad. Considerando, entonces, la propuesta teórica de Julia Kristeva sobre este arquetipo materno, demuestro que Bonnett lo resemantiza al apropiarse artísticamente de su corporalidad y discurso sufrientes. De este modo, concluyo que la mater dolorosa representada encuentra en su identidad artística un intento de rondar la “desgarradura” materna, símbolo central de Lo que no tiene nombre, sin cicatrizarla. Esta recurrencia se expresa en la repetición de tópicos corporales que aluden al carácter físico del duelo, sobre todo, de su “primer tiempo” (Bauab 2000), y de la experiencia vital. Demuestro, además, que Bonnett establece una “poética de la alteridad”, estructuralmente “política” (Rancière 1996), que se entreteje con la rememoración crítica de dos experiencias del dolor ajeno: el adjudicado a su hijo Daniel, siempre simbolizado como artista, enfermo y suicida, y aquel referido a un dolor social endémico, vinculado con la estigmatización del enfermo mental y del suicidio, y el rechazo del fracaso en una sociedad orientada hacia la autorrealización obligada.