dc.description.abstract | Utilizando una interrogante epistemológica que Claude Lévi-Strauss, en su lección inaugural de la cátedra de antropología social, impartida en el Collège de France, hacia 1960, tuvo la oportunidad de esbozar y responder, comencemos por preguntarnos, en tanto científicos sociales,
“¿Qué es, pues, la antropología social? Nadie, a mí parecer, ha estado más cerca de definirla – así sea por preterición – que Ferdinand de Saussure cuando, al presentar la lingüística como una parte de una ciencia todavía por nacer, reserva para esta el nombre de semeiología y le atribuye por objeto de estudio la vida de los signos en el seno de la vida social (…) Concebimos pues la antropología como el ocupante de buena fe de ese dominio de la semeiología que la lingüística no ha reivindicado como suyo. (…) es posible preguntarse si todos los fenómenos en que se interesa la antropología social exhiben de veras el carácter de signos (…) La objeción es válida hasta cierto punto y explica la repugnancia que inspira a algunos admitir en el campo de la antropología social fenómenos tocantes a otras ciencias (…) sobre todo en las sociedades de las que nos ocupamos, más también en las otras, estos dominios están como impregnados de significación (…) se comprende que un tipo determinado de piedra pueda ser un signo: en un contexto determinado ocupa un lugar – para el observador capaz de comprender su uso – del útil diferente que otra sociedad emplearía con los mismos fines. Con ello hasta las técnicas más simples de una sociedad primitiva cualquiera adquieren carácter de sistema, analizable en los términos de un sistema más general. El modo como ciertos elementos de tal sistema han sido conservados, excluidos otros, permite concebir el sistema local como un conjunto de elecciones significativas (…) Los hombres comunican por medio de símbolos y de signos; para la antropología, que es una conversación del hombre con el hombre, todo es símbolo y signo que se plantea como intermediario entre dos sujetos (…) [Entonces, podemos tener] la certeza de laborar sobre significaciones (…) las ciencias semeiológicas, de las que forma parte la antropología social, puesto que los símbolos y los signos sólo pueden desempeñar su papel en tanto pertenecen a sistemas regidos por leyes internas de implicación y de exclusión, y puesto que lo propio de un sistema de signos es ser transformable, dicho de otro modo, traducible al lenguaje de otro sistema con ayuda de sustituciones (…) no se trata aquí de hechos sino de significaciones. La cuestión que nos planteábamos era la del sentido de…” (Lévi-Strauss, 1973, p.14-16, 22-23).
Nuestro punto de partida es, por lo tanto, la preocupación semiológica por el sentido. Es, pues, necesario recordar que la semiología, fundada por Ferdinand de Saussure, fue formalizada en 1916 dentro del Curso de lingüística general como la ciencia de los signos que estudia el modo en que las personas dan sentido a las cosas. Pero como el sentido no se puede analizar de manera aislada, tenemos que hablar de la semiología como la ciencia general de los signos que estudia los modos en que las personas dan sentido a las cosas en el seno de la vida social. Nuestro punto de partida es, por lo tanto, la preocupación semiológica por el sentido. Por ello es necesario hacer explícito que es la preocupación por el sentido y la metodología de acercamiento al objeto de estudio lo que divulgamos compartir con la semiología en este estudio, no su método analítico, pues el análisis que se llevará acabo no es ni lingüístico ni mucho menos semiológico, sino social. No voy a discutir aquí los pormenores de la disciplina semiológica, aunque vale la pena recalcar que ya clásicos antropológicos como Edmund Leach (1976), Clifford Geertz (1973) y Claude Lévi-Strauss (1973) han reafirmado la importancia de la preocupación semiológica por el sentido para la constitución de una disciplina antropológica más rigurosa y contunde | es_ES |