PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ ESCUELA DE POSGRADO ESPACIALIDAD Y ORDENAMIENTO TERRITORIAL QUILLACINGA: CAMINOS Y ASENTAMIENTOS PREHISPÁNICOS EN EL SUROCCIDENTE COLOMBIANO, EL CASO DE GENOY Asesora: Dra. Francesca Giulietta Fernandini Parodi Lima, 2024 Tiepolo David Fierro Leyton Tesis para obtener el grado académico de Maestro en Arqueología con mención en Estudios Andinos que presenta: Informe de Similitud Yo, Fernandini Parodi, Francesca Giulietta, docente de la Escuela de Posgrado de la Pontificia Universidad Católica del Perú, asesora de la tesis titulada Espacialidad Y Ordenamiento Territorial Quillacinga: Caminos Y Asentamientos Prehispánicos En El Suroccidente Colombiano, El Caso De Genoy, de el autor Fierro Leyton, Tiepolo David, dejo constancia de lo siguiente: - El mencionado documento tiene un índice de puntuación de similitud de 7%. Así lo consigna el reporte de similitud emitido por el software Turnitin el 7/11/2024. - He revisado con detalle dicho reporte y la Tesis, y no se advierte indicios de plagio. - Las citas a otros autores y sus respectivas referencias cumplen con las pautas académicas. Lugar y fecha: Lima, 12 de Noviembre de 2024. Apellidos y nombres del asesor / de la asesora: Fernandini Parodi, Francesca Giulietta DNI: 41591317 Firma ORCID: 0000-0001-6530-8637 1 Dedicado a mi familia y a la comunidad indígena de Genoy. “…Cabá enduinÿnanán tempsca benachëng ndocná anteu anánac…” (“…Aún quedan los caminos de ayer sin los pasos antiguos…”) Hugo Jamioy Juagibioy -Poeta Kamëntsá- 2 Agradecimientos Una tesis de maestría puede entenderse como un proceso individual de escritura e investigación. Sin embargo muchas personas, colectividades e instituciones forman parte integral del desarrollo de todo proyecto académico, por más humilde o ambicioso que sea. En este sentido, quiero resaltar que la realización de este proyecto pudo hacerse gracias a la participación y vinculación de diferentes personas, a lo largo de las distintas etapas de su elaboración. Primeramente quiero agradecer a mi familia, a mis padres por su apoyo incondicional, a mis hermanos, a mis tías por su amor infinito; también agradezco a Daniela y al doctor Leoncio, sin su soporte anímico y gestión emocional, esta pequeña empresa hubiera carecido del espíritu necesario para poder finalizarse. En segunda instancia extiendo mis agradecimientos a la comunidad indígena de Genoy, a su gobernador José Henry Criollo y al conocimiento ancestral de sabedores como Porfirio Pachichaná, Onías Pianda, Benilda Yaqueno, Humelio Criollo, Medardo Luna y Marlene Paz. A todas las personas de la comunidad quillacinga de Genoy que ayudaron en las mingas y reconocimientos, en las labores de campo y logística, mis más sinceras gracias y mejores deseos de prosperidad en su lucha por la defensa de la cultura y el territorio. Quisiera también dar gracias a los investigadores y profesionales que me ayudaron de manera noble y desinteresada en la realización de esta tesis. A los integrantes del Proyecto Arqueológico Genoy, especialmente a César Obando Portilla, amigo entrañable y colega, cuya colaboración fue indispensable en el desarrollo de esta iniciativa. A mi amigo David Alejandro Llano, geólogo y docente, cuya orientación en temas de geología y geoarqueología ha sido siempre muy valiosa. También extiendo un especial agradecimiento a María Eugenia Ibarra, quien de manera admirable ha trabajado siempre de la mano de los indígenas en la defensa de sus derechos, y sin cuya gestión hubiera sido imposible el desarrollo de las actividades en campo y la ejecución de 3 las mingas de pensamiento con la comunidad de Genoy. Así mismo extiendo un especial agradecimiento a Leonardo Márquez y la fundación ERIGAIE por abrirme sus puertas para algunas de las labores de laboratorio que se hicieron en esta investigación. De manera realmente muy especial, quisiera manifestar mi más grande agradecimiento a la doctora Francesca Fernandini, por su asesoría y acompañamiento durante todo el proceso de campo y escritura de la tesis; sin su orientación, consejos y correcciones, esta investigación jamás hubiera podido terminarse a cabalidad. Su labor excelente como maestra, sin duda influenció mucho mi manera de ver la teoría arqueológica, valorando ante todo su enorme paciencia y comprensión brindadas a lo largo de un largo proceso de escritura y reescritura de esta tesis. Así también, quisiera resaltar los aportes brindados en la maestría por el profesor Rafael Vega-Centeno y la profesora Teresa Vergara Ormeño, igualmente al profesor Jalh Dulanto, cuyas enseñanzas siempre fueron importantes y valiosas para la construcción de este trabajo investigativo. Finalmente, mi último agradecimiento va dirigido a ese apu viviente que aún estremece las almas de quienes habitan en sus faldas, testigo del tiempo y cuya existencia es el aspecto más notorio de toda la región de Pasto. Al siempre imponente volcán Galeras, gracias por permitirme nacer bajo tus pies y descubrir los secretos que bajo la tierra tuya se encuentran. 4 Resumen El alto potencial arqueológico del suroccidente Colombiano se refleja en vestigios muebles de patrimonio cultural como cerámica, metalurgia y arte rupestre, pero también en elementos de infraestructura vial ancestral, usados actualmente por los descendientes de aquellos pueblos que habitaban esta región antes de la llegada de los españoles. Este trabajo busca visibilizar la relación espacial existente entre los asentamientos y los caminos prehispánicos, inscrita dentro de un ordenamiento del paisaje y del territorio por parte de grupos humanos que los españoles denominaron quillacingas. Para ello nos hemos centrado en estudiar el área correspondiente al actual corregimiento de Genoy, ubicado al noroccidente de la ciudad de Pasto, en el departamento de Nariño (Colombia). En este territorio al día de hoy, aún persiste la autoridad indígena, manifestada en la persona jurídica del Cabildo Indígena Quillacinga de Genoy, quien ha logrado preservar y recuperar mucha de la herencia cultural y la cultura material de sus antepasados. Con base en las experiencias de investigadores como Robert Drennan y Carl Langebaek en otras zonas de Colombia, se elaboró una metodología de reconocimiento regional que permitió la identificación de patrones de asentamiento y una vinculación espacial entre contextos domésticos, caminos y geoformas en este paisaje cultural construido por los ancestros del pueblo quillacinga. La información recolectada permitió establecer las modificaciones antrópicas del paisaje prehispánico, las transformaciones acaecidas durante el periodo Colonial, y la importancia de la verticalidad comprimida en las relaciones socioeconómicas y la cosmovisión de los habitantes originarios de esta zona de los Andes Septentrionales. Palabras clave: Genoy, Quillacinga, Caminos, Asentamientos, Paisaje, Arqueología Comunitaria. 5 Abstract The high archaeological potential of southwestern Colombia is reflected in movable vestiges of cultural heritage such as ceramics, metallurgy and rock art, but also in elements of ancestral road infrastructure, currently used by the descendants of those peoples who inhabited this region before the arrival of the Spanish. This work seeks to make visible the spatial relationship between settlements and pre-Hispanic roads, inscribed within an organization of the landscape and territory by human groups that the Spanish called quillacingas. To do this, we have focused on studying the area corresponding to the current township of Genoy, located northwest of the city of Pasto, in the department of Nariño (Colombia). In this territory today, indigenous authority still persists, manifested in the legal entity of the Quillacinga Indigenous Council of Genoy, who has managed to preserve and recover much of the cultural heritage and material culture of their ancestors. Based on the experiences of researchers such as Robert Drennan and Carl Langebaek in other areas of Colombia, a regional recognition methodology was developed that allowed the identification of settlement patterns and a spatial link between domestic contexts, roads and geoforms in this cultural landscape constructed by the ancestors of the quillacinga people. The information collected allowed us to establish the anthropic modifications of the pre-Hispanic landscape, the transformations that occurred during the Colonial period, and the importance of compressed verticality in the socioeconomic relations and worldview of the original inhabitants of this area of the Northern Andes. Keywords: Genoy, Quillacinga, Roads, Settlements, Landscape, Community Archeology. 6 Índice Agradecimientos .......................................................................................................................................... 2 Resumen ....................................................................................................................................................... 4 Abstract ........................................................................................................................................................ 5 Índice ............................................................................................................................................................ 6 Introducción ................................................................................................................................................ 8 Capítulo 1: Diseño de investigación y área de estudio ........................................................................... 13 1.1. Planteamiento y justificación ................................................................................................... 13 1.2. Objetivos .................................................................................................................................... 17 1.3. Área de estudio .......................................................................................................................... 18 1.4. Características ambientales ..................................................................................................... 20 1.5. Paisaje y relieve del área de estudio ............................................................................................. 22 1.6. Geomorfología ................................................................................................................................ 26 Capítulo 2: Antecedentes ...................................................................................................................... 30 2.1. El vocablo quillacinga .................................................................................................................... 33 2.2. La influencia quechua en el sur de Colombia .............................................................................. 41 2.3. Antecedentes arqueológicos .......................................................................................................... 49 2.3.1. Materiales ................................................................................................................................ 50 2.3.2. Cronologías y ocupaciones ..................................................................................................... 60 2.3.3 Arte Rupestre ........................................................................................................................... 64 Capítulo 3: Marco teórico ........................................................................................................................ 68 Capítulo 4: Metodología ........................................................................................................................... 84 4.1. Trabajo en Archivo ........................................................................................................................ 87 4.2. Trabajo de Campo ......................................................................................................................... 88 4.2.1. Reconocimiento Remoto ......................................................................................................... 88 4.2.2. Reconocimiento a Pie .............................................................................................................. 89 4.2.3. Prospección arqueológica ....................................................................................................... 90 4.2.3.1. Polígonos y proyección de sondeos ................................................................................. 91 4.2.3.2. Estrategias de remoción de suelo .................................................................................... 96 4.2.3.3. Recolección de información ............................................................................................. 98 4.2.4. Arqueología comunitaria ...................................................................................................... 100 4.3. Laboratorio ................................................................................................................................... 103 7 4.3.1. Tratamiento del material arqueológico ............................................................................... 103 4.3.2. Análisis Cerámico ................................................................................................................. 104 4.3.3. Análisis Lítico ........................................................................................................................ 106 Capítulo 5: Resultados ............................................................................................................................ 108 5.1. Resultados del Trabajo de Archivo ............................................................................................ 108 5.1.1. Genoy en el periodo colonial ............................................................................................... 108 5.1.2. Rutas y caminos en los siglos XVI y XVII ........................................................................... 116 5.1.3. Rutas y caminos en la época republicana (s.XIX) .............................................................. 130 5.2. Resultados del trabajo de Campo ............................................................................................... 135 5.2.1. Reconocimiento remoto ........................................................................................................ 135 5.2.2. Reconocimiento a Pie ............................................................................................................ 138 5.2.3. Prospección ........................................................................................................................... 144 5.2.3.1. Resultados de estratigrafía ............................................................................................ 144 5.2.3.2. Densidad y dispersión del material arqueológico ........................................................ 149 5.2.3.3. Material arqueológico recolectado ............................................................................... 156 5.3. Resultados de Laboratorio .......................................................................................................... 164 5.3.1. Análisis Cerámico ................................................................................................................. 164 5.3.2. Análisis lítico .......................................................................................................................... 183 Capítulo 6: Discusión: ............................................................................................................................. 191 6.1. Problemáticas del muestreo ........................................................................................................ 191 6.2. Material cerámico y cronología relativa .................................................................................... 198 6.3. Otros elementos arqueológicos y su relación espacial .............................................................. 209 6.4. Hacia un develamiento del ordenamiento espacial prehispánico ............................................ 213 Conclusiones ............................................................................................................................................ 240 Referencias............................................................................................................................................... 245 8 Introducción Una característica de todo camino es su capacidad de articular y unir puntos separados o distantes, pero además de ser un elemento de connotación espacial, es también esa vía temporal por donde circulan y se movilizan gentes e ideas. En lo que respecta al suroccidente colombiano, el estudio de los caminos es algo que ha venido cobrando interés en las últimas décadas, existiendo de trasfondo una necesidad de articular el conocimiento local con el conocimiento científico, dos puntos distantes que hemos buscado unir por medio del camino de la arqueología comunitaria. En principio partimos de una necesidad concreta, como lo es la carencia de reconocimientos arqueológicos en área del corregimiento de Genoy, proponiendo como objetivo central la identificación de ocupaciones humanas y entender la relación espacial de estas con los caminos presentes en la zona. Si bien en el área andina del departamento de Nariño existen bastantes estudios arqueológicos, la gran mayoría de ellos han abordado contextos funerarios, existiendo un conocimiento arqueológico muy consolidado en esta materia y que viene siendo la base de la cronología arqueológica en la región (cf. Cadavid, 1993; Lleras et al, 2007; Cárdenas, 2020). El estudio de los materiales arqueológicos, en especial la temporalidad de las tipologías cerámicas del área asociada a la etnia quillacinga está aún muy ligado a la información proveída por contextos funerarios, existiendo poca claridad al presente acerca de la temporalidad de la cerámica doméstica local, teniendo solamente como referencia clara algunos contextos arqueológicos en los municipios de Yacuanquer, Consacá y Pasto (cf. Langebaek y Piazzini, 2003; Bernal y Cárdenas, 2019; Cárdenas, 2020). Esta problemática y la carencia de contextos o materiales fechables durante la realización de la prospección arqueológica llevada a cabo hicieron que nos viéramos en la necesidad de plantear un modelo de datos como punto de partida 9 para investigaciones futuras en la zona, teniendo presente variables que dentro del análisis estadístico multivariable pueden ser muy importantes. En este sentido el estudio del grosor de los desgrasantes usados en cada tipo cerámico identificado, aunado a variables como la profundidad del material y la altitud pueden ofrecer una premisa inicial de cronología relativa para Genoy. Por su parte el abordaje de las distancias entre elementos arqueológicos y naturales como caminos, arte rupestre y fuentes de agua, representan un componente esencial del análisis espacial que nos hemos propuesto. Es claro que en lo concerniente a arqueología espacial, aún queda mucho trecho por recorrer dentro de la arqueología del suroccidente colombiano, por ello la investigación que hemos desarrollado en Genoy constituye un primer paso para entender mejor el objetivo que nos hemos planteado, entendiendo que en esta zona del municipio de Pasto no existen al presente reconocimientos arqueológicos formales que den cuenta de contextos arqueológicos distintos al arte rupestre o tumbas saqueadas. Además de identificar ocupaciones humanas prehispánicas, nos proponemos abordar la información arqueológica desde una perspectiva espacial del paisaje cultural de Genoy, el cual ha estado en continuo cambio hasta el presente. Hemos concatenado por ello a la arqueología la etnohistoria, la geoarquelogía y la etnografía, buscando tener un abordaje interdisciplinar de la información obtenida durante el desarrollo de este trabajo investigativo. Esta tesis de maestría nace de la articulación de saberes con la comunidad indígena quillacinga de Genoy, fruto de diferentes procesos de discusión y recuperación de la memoria histórica. Estos procesos comunitarios inicialmente se dieron en el marco de la creación del Plan de Vida1 2 1 Los Planes de vida se implementan en Colombia a raíz de la Constitución de 1991, como parte de los cambios legislativos en materia de política indígena del estado Colombiano. De acuerdo con Oscar Espinosa, “La intención 10 del cabildo indígena quillacinga de Genoy, llevado a cabo en los meses de octubre a diciembre de 2021; siendo además complementados con una serie de recorridos a pie y reconocimientos del territorio donde la participación de la comunidad fue esencial e indispensable para crear la cartografía que se presenta en esta propuesta, así como la identificación de caminos, rutas, terrazas, montículos, cimas aplanadas y varios sitios con presencia de arte rupestre. El reconocimiento del territorio llevado a cabo con la comunidad indígena sirvió a su vez como el insumo inicial para proponer los polígonos a prospectar en esta propuesta investigativa. Teniendo en cuenta además, información de tipo etnográfico recolectada durante las charlas y entrevistas que se llevó a cabo con la comunidad durante el proceso de realización del Plan de Vida, la cual apuntaba a la presencia de posibles asentamientos o sitios funerarios a lo largo de todo el corregimiento de Genoy. Posteriormente, con la colaboración del arqueólogo César Obando Portilla se formuló un proyecto de investigación arqueológica ante el ICANH3 llamado Proyecto Arqueológico Genoy, cuyo objetivo fue el de materializar las propuestas y necesidades investigativas manifestadas en el Plan de Vida de la comunidad indígena. De esta manera, se obtuvo la autorización de investigación arqueológica (AIA) No. 8789, mediante la cual se pudieron tener las condiciones legales y normativas necesarias para la implementación de un programa de investigación principal de los planes de vida es promover la planificación del desarrollo propio y la construcción de autonomía como pueblos cultural y étnicamente diferenciados” (2014, p. 89). 2 Jhon Jairo Monje apunta que un plan de vida “debe ser concebido como una reconstrucción de su vida en el territorio, en su cultura y en sus conocimientos, para fijar unas líneas estratégicas de fortalecimiento organizativo” (2015, p. 50). 3 El Instituto Colombiano de Antropología e Historia es la entidad estatal que vela por la gestión y protección del patrimonio arqueológico, así como dictaminar lineamientos y normas para la investigación arqueológica en Colombia. 11 arqueológica en la zona4. Este programa inicialmente consistió de un reconocimiento sistemático del corregimiento de Genoy, y es precisamente aquí donde se enmarca ésta tesis de grado, la cual también pretende sintetizar y exponer los resultados del Proyecto Arqueológico Genoy en su primera fase de prospección. Un motivante claro de esta investigación es el de brindar una herramienta científica que le sirva a la comunidad indígena para ratificar sus reclamos de tierras ancestrales, por medio de la realización de un reconocimiento arqueológico en una zona que poco ha sido estudiada arqueológicamente desde los reconocimientos regionales y las prospecciones arqueológicas, proveyendo así un aporte al estado del arte de la arqueología de caminos y asentamientos prehispánicos en esta parte de los andes septentrionales. Pero por otro lado, también se busca entender la relación existente entre los asentamientos prehispánicos que puedan ser identificados por medio de la metodología de reconocimiento sistemático que planteamos en esta propuesta, así como con los sitios arqueológicos ya identificados durante la realización del Plan de Vida de la comunidad indígena quillacinga de Genoy. El componente arqueológico del Plan de Vida de esta comunidad está encaminado a acciones concretas como la protección y visibilización de los sitios arqueológicos presentes en el corregimiento de Genoy, en la medida en que éstas sirvan como insumo para la protección y la generación de estrategias por parte de la comunidad para el fortalecimiento de la cultura y el libre ejercicio del derecho al territorio. Es evidente que en todo el corregimiento de Genoy, la memoria del territorio y de los sitios arqueológicos está muy arraigada en los miembros de la comunidad indígena, quienes se han mostrado como veedores y guardianes de los distintos sitios arqueológicos presentes en esta zona. Este conocimiento debe ser aplicado por la comunidad 4 AIA expedida por el ICANH el 26 de septiembre de 2023 en respuesta al radicado No. 2023184200079582 12 indígena no solamente para el fortalecimiento de su cultura e historia, sino también como reconocimiento del territorio por medio del saber ancestral, concatenado con las metodologías científicas, en este caso arqueológicas, que ayuden a la protección, preservación y conservación del patrimonio. Figura 1. Reunión para formulación de minga de reconocimiento arqueológico. Casa Mayor del Cabildo Indígena Quillacinga de Genoy, diciembre de 2021. Figura 2. Minga de pensamiento en torno a espiritualidad, medicina y conocimiento ancestral del territorio. Casa Mayor del Cabildo Indígena Quillacinga de Genoy, diciembre de 2021. 13 Capítulo 1: Diseño de investigación y área de estudio 1.1. Planteamiento y justificación Nos hemos enfocado en abordar un área que abarca principalmente el corregimiento de Genoy y pequeñas porciones de los corregimientos de Mapachico y La Caldera, a 14 km de la ciudad de San Juan Pasto en el suroccidente de Colombia. En la actualidad, en este territorio, el pueblo indígena Quillacinga ha logrado sobrevivir a los embates de la conquista y colonización española, las guerras de independencia y posteriores conflictos en la época republicana (especialmente duros en esta región), las reformas estatales de desintegración de los resguardos coloniales en la primera mitad del siglo XX y la expansión urbana de la ciudad de Pasto desde la década de 1950 (Perugache, 2020, pp. 108-134). El pueblo quillacinga de Genoy ha luchado siempre por la defensa de sus tierras. A las problemáticas históricas anteriores, se suman los procesos actuales que buscan reasentar todo el corregimiento, al encontrarse este en una zona de amenaza volcánica5, dentro de este trasfondo la importancia de identificar los asentamientos arqueológicos le ha servido al cabildo como herramienta ante la ley para el reconocimiento de su territorialidad en Genoy, además de ser estos un componente importante e indispensable de la cultura y cosmovisión de este pueblo indígena. Una muestra de resiliencia y resistencia de la comunidad quillacinga de Genoy ante los embates de la modernidad y el mundo contemporáneo, corresponde a la memoria viva de los tramos y rutas que interconectan diferentes caseríos, veredas y sitios arqueológicos en la actualidad. Estos 5 Proceso ZAVA-Galeras, programa creado a raíz de la emergencia volcánica en 1993 y gestionado actualmente por el SIGRD de la Presidencia de la República. (Caicedo, 2013) 14 caminos de a pie, muchas veces senderos o caminos labrados en la montaña, han sido transitados desde hace siglos, incluso mucho antes de la llegada de los españoles por los habitantes nativos de esta región, dando origen en buena parte a la configuración y disposición actual de poblados y caseríos del corregimiento de Genoy. Más allá de llenar un vacío o explicar los hiatos y meandros presentes en la cronología arqueológica del suroccidente colombiano y en específico de la región de Pasto, lo que pretende esta investigación de tesis de maestría es explicar el ordenamiento espacial del territorio por parte de las comunidades quillacinga, teniendo como sustento la evidencia arqueológica, etnohistórica y etnográfica. Autores como Patricia Fournier se han referido a los caminos como expresiones tangibles del pensamiento y el ordenamiento espacial de una sociedad (Fournier, 2006). Siguiendo esta lógica, el estudio de los caminos y rutas prehispánicas en nuestra área de estudio, está también ligado a la búsqueda de asentamientos y ocupaciones prehispánicas en este sector, que estén conectados entre sí por estas rutas y caminos. Teniendo en cuenta los antecedentes arqueológicos, etnohistóricos y etnográficos regionales, podemos decir qué hasta el presente, el estudio de caminos no ha sido abordado desde una mirada más localizada y sistemática; salvo notables excepciones que ahondan en temas concretos como la circulación de la sal en el norte de Nariño, la importancia de los caminos en la discusión sobre los límites septentrionales del Tahuantinsuyo, la caracterización arqueológica de tramos concretos pertenecientes al Sistema Vial Andino, la conexión con la Amazonía y la reflexión sobre el estudio de caminos reales y de herradura (cf. Zarama, 2001; Bernal, 2020; Correa, 2021; González,2023; Bernal, 2023). Por otro lado existen investigaciones que abordan los patrones de asentamiento arqueológico en el suroccidente de Colombia y el extremo norte de Ecuador, sin embargo estas no profundizan teórica o analíticamente la relación de los asentamientos humanos 15 con los caminos y rutas prehispánicas existentes, habiendo entonces una necesidad de ampliar los estudios de arqueología espacial y del paisaje en la región (cf. Uribe, 1977-1978; Groot y Hoykaas, 1991; Cárdenas, 1992; Langebaek y Piazzini, 2003; Vásquez, 2017). Esto nos lleva a otro punto muy importante de abordar, y es lo relativo al tramo del Sistema Vial Andino (coloquialmente nombrado Qhapac Ñan) presente en la región, algo que inicialmente ha sido definido desde la etnohistoria, el trabajo social y la noción moderna de patrimonio (cf. Cortés, 2014; Afanador et al, 2019). Esta iniciativa concordada por la UNESCO y los diferentes institutos que gestionan el patrimonio y la arqueología en los seis países que la integran, no ha estado exenta de críticas por parte de algunos sectores de la academia, las cuales van dirigidas a la totalización o imposición del “sello inca” en todos los elementos patrimoniales asociados a esta red de caminos y los caminos mismos, o bien a la idea de que las declaratorias patrimoniales en este caso pueden conllevar a la implementación de políticas neoliberales, primando el interés comercial o turístico por encima de la protección del patrimonio o los datos arrojados por la investigación científica (cf. Gnecco, 2019; Bernal, 2021). A pesar de la información presente en algunos cronistas españoles, es difícil constatar con factibilidad y fehaciencia la idea de una dominación inca consolidada más allá del norte ecuatoriano (cf. Gondard y López, 1983; Hyslop, 1984; Sistrunk, 2010). La premisa de la dominación inca se nutre de la alta influencia quechua existente en la región, que aunque se explica en los traslados de población quechua-hablante efectuados por los españoles en los siglos XVI y XVII especialmente, ha sido asumida tajantemente dentro del imaginario colectivo moderno como un proceso hecho por los incas. Lo cual implica una suerte de colonialismo postmoderno, ya que se siguen perpetuando ideas coloniales como lo es el tema de que la creación de infraestructura o tecnología era algo imposible para sociedades no estatales, en este 16 caso de índole vial como lo es un camino. Y es que en la región existen muchas muestras de que la gente de la época prehispánica sabía y conocía las técnicas necesarias para trazar y construir un camino, lo que se expresa además en que los españoles se valdrían de estas habilidades y conocimientos para afianzar su dominación. Pero en ningún momento por obra y gracia de los incas fue que los habitantes de esta zona de los Andes Septentrionales aprendieron a hacer caminos y sobre todo, a mantenerlos. Es por ello por lo que la integración del estudio de las fuentes coloniales tempranas resulta vital para comprender de primera mano que dicha influencia quechua en las provincias de Pastos y Quillacingas fue un proceso gestado en gran parte por españoles y algunos caciques por ejemplo. Bajo esta lógica, creemos que abordar el estudio de un sector cercano a uno de los tramos del “Sistema Vial Andino” ayudaría a esclarecer aspectos como este, el de una dominación inca existente solamente en el imaginario colectivo actual, pero que no se refleja en el registro arqueológico de caminos y asentamientos humanos en la región de Pasto. Por otro lado, se ha considerado de vital importancia estudiar una zona que reúne una serie de características que permite un abordamiento más holístico de la vida prehispánica. Por ello hemos tenido muy presente la variedad altitudinal y de pisos términos existentes en nuestra área de estudio. Aguapamba se ubica en la parte alta del corregimiento, por encima de los 2500 msnm y es la puerta de entrada al páramo y el camino real; Pullitopamba se encuentra en la ladera media del volcán Galeras, siendo un lugar ubicado entre los ambientes de tierra fría por encima de los 2400 msnm y la zona templada por debajo de los 2100 msnm, lo que nos da una idea de la pervivencia de la microverticalidad en el territorio. Por su parte, El Edén se ubica por debajo de los 1700 msnm hasta los 2000 msnm, siendo una zona caracterizada por una alta variación climática en función de la altitud, caracterizada por tener un clima más cálido que cualquier otra 17 zona del corregimiento y el acceso a recursos agrícolas complementarios con los cultivos de altura y la zona media de Pullitopamba. Delimitar el área de estudio en función de las características geomorfológicas y ambientales, se traduce en poder abordar una extensión considerable que permita la identificación de más de un asentamiento prehispánico, permitiría desarrollar nuestras inquietudes en torno a la organización espacial de los poblados prehispánicos Quillacingas. 1.2. Objetivos Objetivo General Por medio de metodologías de reconocimiento y prospección arqueológica así como etnografía y etnohistoria, identificar las diferentes ocupaciones, caminos y asentamientos que han habitado en nuestra área de estudio, desde el periodo temprano (S. I d.C. – s. VI d.C. aprox.) hasta el periodo tardío (S. XI d.C. – S. XVII d.C. aprox.). Objetivos Específicos • Identificar indicadores de contextos domésticos para la zona como dispersiones y acumulaciones de material arqueológico. • Visibilizar y cartografiar las distintas rutas, caminos y asentamientos prehispánicos presentes en Pullitopamba y El Edén. • Entender la relación y distribución de caminos y asentamientos prehispánicos en el área de estudio. • Proponer una política de patrimonio con un marco referencial científico y antropológico, que logre vincular a la comunidad indígena con la protección legal de los sitios arqueológicos. 18 1.3. Área de estudio El área de estudio de este proyecto abarca los corregimientos de Mapachico, Genoy y La Caldera, adscritos a la jurisdicción del municipio de Pasto, en el departamento de Nariño, ubicado en el suroccidente de Colombia. En total se reconocieron 6425 ha, pero principalmente nos hemos enfocado en analizar y estudiar principalmente las evidencias arqueológicas presentes en Genoy, haciendo especial énfasis en los sectores de Aguapamba, San Juan, Potreros, Pullitopamba y El Edén, pertenecientes al corregimiento de Genoy. El corregimiento de Genoy se encuentra ubicado a 14 km de la ciudad de San Juan de Pasto. La principal actividad económica de Genoy es la agricultura, aunque también hay bastante presencia de ganado vacuno; por otro lado la actividad minera y la industria están presente en el corregimiento, donde las canteras de arena y las cementeras últimamente han tenido un relativo auge. Actualmente el corregimiento de Genoy tiene una población aproximada de 6000 habitantes, de los cuales 2510 pertenecen al cabildo indígena de acuerdo con el último censo.6 Dentro del territorio de las veredas de Pullitopamba y El Edén tiene jurisdicción la autoridad del Cabildo Indígena Quillacinga de Genoy, la cual actúa como salvaguarda y vigía del patrimonio arqueológico presente en esta zona del sur del país, por ello la importancia de la conservación, protección y el estudio de la evidencia arqueológica es de vital importancia para la comunidad indígena. 6 Datos tomados de la Resolución 0050 del 20 de Octubre de 2009. (Ministerio del Interior, Dirección de Asuntos indígenas, 2009) 19 Figura 3. Ubicación de la ciudad de Pasto. (Elaboración propia). Figura 4. Área de Reconocimiento. (Elaboración propia). 20 Esta zona rural del municipio de Pasto se caracteriza por la presencia de varios sitios arqueológicos, la mayoría de los cuáles han sido poco estudiados hasta la actualidad. Entre ellos destaca un buen número de manifestaciones de arte rupestre, predominando los petroglifos, aunque también hay presencia de algunos pictogramas. Además de ello, la presencia de algunas piezas arqueológicas en poder de familias de la zona es notable; en las labores de reconocimiento se pudo apreciar piezas como metates y vasijas, hasta figurinas antropomorfas, cuando se habló con la comunidad. Las historias de las actividades de guaquería llevadas a cabo en décadas anteriores, es un tema común de conversación. Este tipo de aspectos demuestra el alto potencial arqueológico del corregimiento, y nos dio una idea preliminar al momento de estructurar el área de estudio. 1.4. Características ambientales Denominados también como Andes de Páramo, los Andes Septentrionales poseen características que los diferencian de otras zonas de la cordillera de los Andes, teniendo un régimen hidrológico activo y marcado por dos estaciones de lluvia al año. La precipitación en lo que hoy se conoce como el departamento de Nariño en Colombia, se ve influenciada por los regímenes climáticos de la Amazonía y la costa pacífica (Parsons, 1982; Torres et al., 1987; Bernal, 2020). El factor más importante que modula el clima en esta región obedece a la altitud y son los ríos precisamente los principales modificadores del paisaje andino, con presencia de cañones abruptos como el del río Carchi-Guaytara y el río Pasto, además de una alta incidencia volcánica y sísmica, lo que ha configurado una serie de accidentes geográficos como el denominado Nudo de Huaca o Nudo de Los Pastos, donde la cordillera de los Andes se bifurca en dos ramales, en medio de los cuales se ubican el altiplano de Carchi-Nariño con una altitud media de entre 3000 21 y 3500 msnm, y valles interandinos conocidos como la región de El Guaico, ubicada por debajo de los 2000 msnm (Bernal, 2020, pp.383-385). Esta serie de características geomorfológicas y ambientales ha permitido la proliferación de una gran variedad de nichos, ecosistemas y pisos térmicos, lo que posibilita un aprovechamiento microvertical para la agricultura, lo que ha configurado la producción agrícola especializada de zonas enteras ( cf. Uribe, 1986a; Groot y Hoykaas, 1991; Bernal y Cárdenas, 2019; Bernal, 2020). Así pues, la región del altiplano ha sido tradicionalmente asociada al cultivo de la papa y otros productos de altura como la quinua, ollocos, ocas y una importante producción ganadera que en la época prehispánica se tradujo en la cría de camélidos. (Bernal y Cárdenas, 2019, pp. 74-80). Figura 5. Perfil Altitudinal del departamento de Nariño. (Tomado de Bernal, 2020, p. 385) Por su parte, regiones como los cañones del río Carchi-Guaytara y del río Pasto, poseen las condiciones ambientales y climáticas para la proliferación de cultivos como el ají, la coca, fique (cabuya) y algodón; teniendo en cuenta el régimen altitudinal más bajo y la alta evaporación que ha generado unas condiciones más cálidas y secas que el húmedo y frío altiplano, con alturas que 22 van desde los 900 msnm a los 2000 msnm. Estos cañones hasta hoy en día complementan en materia agrícola y económica a las zonas altas de la cordillera. Para el caso del corregimiento de Genoy, el cañón del río Pasto corresponde a la zona de clima cálido más cercana y accesible, y veredas como El Edén se encuentran en ésta región climáticamente diferenciada por el factor de la altitud. 1.5. Paisaje y relieve del área de estudio El casco urbano del corregimiento de Genoy se encuentra sobre los 2500 msnm, con temperaturas que oscilan entre los 8°C y 18°C. Sin embargo, este corregimiento adscrito al municipio de Pasto abarca buena parte del Complejo Volcánico Galeras, lo que explica que en Genoy exista un rango de altitud muy amplio, que va desde los 4276 msnm (cima del volcán) hasta los 1738 msnm (confluencia de los ríos Pasto y Maragato). Esto hace que la configuración del paisaje y relieve natural de esta zona sea bastante diversa en cuanto a pisos térmicos, así como que sus suelos sean bastante fértiles y aptos para la agricultura. En el caso de las veredas de Genoy que hemos centrado nuestra atención, podemos decir que cada una de ellas se encuentra diferenciada climáticamente y adscrita a un piso térmico en particular. Figura 6. Panorámica del casco urbano del corregimiento de Genoy, Pasto. (Fotografía: Tiepolo Fierro) 23 Por una parte, Aguapamba es la vereda que ostenta el rango de altitud más alto, puesto que se extiende desde los 2600 msnm hasta la parte alta del volcán por encima de los 4000 msnm. En Aguapamba predomina el clima frío, con temperaturas mínimas cercanas a los 0°C en la parte alta del volcán y de 6°C en la zona habitada; la temperatura máxima en esta vereda es de aproximadamente 15°C. En cuanto a cobertura vegetal predomina el bosque altoandino, así como algunos pajonales, además cuenta con una importante porción de páramo. Aguapamba es vital para la subsistencia de la gente de Genoy, puesto que ahí se encuentran varios nacederos de agua e incluso la bocatoma del acueducto del corregimiento; además es la zona donde se cultivan productos esenciales para la economía local como la papa y hortalizas. Es la vereda con la inclinación más pronunciada, así como la más cercana al área de amenaza directa del Volcán Galeras, habiendo en su territorio vestigios notables de flujos de lavas volcánicas. Por otro lado encontramos las veredas de Castillo Loma y La Cocha, ubicadas al oriente del casco urbano del corregimiento y a una altitud media de entre 2400 y 2600 msnm, en estas veredas discurren varias quebradas y hay presencia de pequeñas ciénagas y fuentes de agua salobre, en este sector se encuentran pocos vestigios de la cobertura boscosa original, estando generalmente ubicados adyacentes a los cursos de agua. Hacia el oriente de estas veredas discurre el río Pasto y se encuentra el límite con el corregimiento de Mapachico. Como actividad económica de esta zona encontramos presencia de canteras, así como una concentración especial de minifundios dedicados a actividades agrícolas y de cría de ganado bovino. Es de resaltar que en el sector de Genoy Alto, de acuerdo con la tradición oral indígena, se encontraba ubicado el antiguo pueblo de Genoy, dado que el casco urbano actual es de origen republicano. Sin embargo en la zona existen varias modificaciones antrópicas y últimamente se ha venido dando un aumento de la construcción de viviendas en este sector. 24 Pullitopamba por su parte se encuentra en la parte media del corregimiento, entre los 2100 msnm y 2400 msnm, su clima es templado y tiene una temperatura media de entre 15°C y 20°C. Se caracteriza por ser la parte más plana y extensa del corregimiento, llamada también la llanada o llanura de Genoy. Su nombre de origen quechua se compone de los términos phullu (frazada), tiu (arena) y pamba (llanura), y albergó en tiempos de la colonia y la república a grandes haciendas dedicadas a la explotación agrícola y ganadera (1957, p. 43). Finalmente en la parte baja del corregimiento encontramos la vereda El Edén, ubicada al norte de Pullitopamba con una altitud que va de los 1700 msnm a los 2100 msnm, y temperaturas que oscilan entre los 18°C y los 24°C. Esta vereda tiene un clima templado y al igual que Aguapamba presenta una alta inclinación en su terreno, así como cimas aplanadas y denudacionales. Además aquí confluyen los ríos Pasto y Maragato, generando abruptos cañones que corresponden a una característica esencial del paisaje. Figura 7. Relieve del Área de estudio y algunos puntos de referencia del reconocimiento inicial: 1. Camino Real y páramo, Vereda Aguapamba; 2. Petroglifo Mantel de Vida, sector Tomates, Vereda Aguapamba; 3. Casco urbano de 25 Genoy; 4.Vereda Pullitopamba; 5. Sector San Juan, Vereda Castillo Loma; 6. Sector Genoy Alto, Vereda La Cocha; 7. Vereda El Edén. (Fuente): https://es-co.topographic-map.com/map-4cch1h/Genoy/?center=1.24887%2C- 77.29938&base=2&zoom=15 Esta alta variedad altitudinal hace posible la existencia de varios pisos térmicos, lo que permite el aprovechamiento de diversos microclimas, que haciendo que en Genoy haya una gran diversidad de cultivos. Dentro de las especies nativas cultivadas encontramos tubérculos de altura como la papa (Solanum tuberosum), la oca (Oxalis tuberosa) y el olloco (Ullucus tuberosus), que se aprovechan en los pisos más fríos; el maíz (Zea Mays) es cultivado en la parte media del corregimiento y en las zonas más templadas hay bastantes cultivos de ají (Capsicum baccatum, Capsicum pubescens), yuca (Manihot esculenta), piña (Ananas comosus) y zapallo (Cucurbita maxima). Figura 8. Volcán Galeras visto desde Pullitopamba. (Fotografía: Tiepolo Fierro) https://es-co.topographic-map.com/map-4cch1h/Genoy/?center=1.24887%2C-77.29938&base=2&zoom=15 https://es-co.topographic-map.com/map-4cch1h/Genoy/?center=1.24887%2C-77.29938&base=2&zoom=15 26 Figura 9. Paisaje de la vereda El Edén. (Fotografía: Tiepolo Fierro) 1.6. Geomorfología Los sitios que fueron estudiados se encuentran ubicados en la ladera norte del volcán Galeras, por lo que el área de influencia volcánica tiene una incidencia directa en la configuración de sus suelos, su geología y orografía. Estas zonas se encuentran asentadas sobre suelos de origen volcánico, y cada uno de estos sitios posee unas características geomorfológicas que son determinantes para entender su paisaje y por lo tanto las ocupaciones prehispánicas identificadas a partir de la disposición, densidad y dispersión del material arqueológico reportado en el reconocimiento sistemático llevado a cabo en el área de estudio. Como se puede apreciar en el primer mapa de geomorfología (Fig. 10), para el caso de Pullitopamba, el área de estudio se encuentra distribuida sobre escarpes de flujo piroclástico (Vfpe), flujos piroclásticos aterrazados (Vfpa) y montículos denudacionales (Dmd). Sobre estos montículos denudacionales se reportó la mayoría del material arqueológico en Pullitopamba y uno de los senderos de posible carácter prehispánico; por otro lado, el camino principal que une a Pullitopamba con El Edén, en el sector de Pullitopamba se encuentra sobre una zona de flujos volcánicos aterrazados y adyacente a este sobre la zona de escarpe se ubican los petroglifos de El Guarangal, en la ladera que conduce a la quebrada Genoy. 27 Vale la pena aclarar que la delimitación del área de estudio corresponde a la división hecha por los habitantes de la zona, siendo los linderos de fincas lo que divide a ambos sectores, sin embargo los petroglifos de Pullitopamba curiosamente se encuentran en el área de El Edén, pero en el pasado al parecer estuvieron ubicados en las tierras correspondientes a la Hacienda Pullitopamba, de origen colonial, la cual se extendía hasta El Edén (Perugache, 2020, p. 99). Por su parte, el sitio de El Edén presenta una geomorfología mucho más compleja, al haber diferentes unidades geomorfológicas en el área de estudio. Como se puede apreciar en el mapa siguiente (Fig. 11), la zona de El Edén se encuentra asentada sobre flujos piroclásticos aterrazados (Vfpa), terrazas volcánicas antiguas (Vta), lomeríos disectados (Dldi), lomeríos muy disectados (Dlmd), Lóbulos de flujos de detritos (Dlfd), laderas erosivas (Dle), glacis de acumulación (Dga) y cimas agudas planas (Dcap). El material arqueológico identificado en la prospección de El Edén se ubicó principalmente en lomeríos muy disectados, los cuales cuentan con la presencia de cimas aplanadas que corresponden al camino que une a El Edén con Pullitopamba. El nombre de “Cementerio de El Edén-Casabuy” es la denominación local del polígono prospectado en esta zona, que actualmente es una zona adscrita al cabildo indígena de Genoy. Finalmente el arte rupestre de esta zona se encuentra ubicado en lomeríos disectados, estos petroglifos se encuentran ubicados en una zona adyacente al camino que une a los sectores de El Edén y Pullitopamba. 28 Figura 10. Geomorfología presente en el polígono de Pullitopamba. (Elaborado por el geólogo David Alejandro Llano). 29 Figura 11. Geomorfología de El Edén. Elaborado por el geólogo David Alejandro Llano. 30 Capítulo 2: Antecedentes Diversos grupos étnicos han habitado desde la época prehispánica lo que hoy se conoce como el suroccidente colombiano. A la llegada de los conquistadores españoles Cuayqueres, Pastos, Quillacingas, Abades, Chapanchicas, Sindaguas, etc., poblaban las tierras que poco a poco los españoles irían incorporando a su sistema de dominación. Para el caso de Genoy, actualmente los descendientes de esos pueblos y naciones descritas por los europeos en el siglo XVI se siguen autodenominando como Quillacingas. Hemos traído a colación dos citas y un mapa, la primera cita nos habla de los testimonios presentes en la probanza de méritos del religioso y evangelizador Andrés Moreno de Zúñiga, donde se describen cuáles son algunos de los pueblos asociados a la etnia quillacinga en el siglo XVI, donde este religioso hizo presencia. Si bien en éstos no se menciona a Genoy, la cita nos da una idea clara de la extensión del territorio que los españoles definen como “quillacinga” a partir de la identificación de una unidad lingüística, un área que abarcaba prácticamente desde el río Guaitara hasta el Alto Putumayo y la cuenca del rio Mayo, ubicada entre los actuales departamentos de Cauca y Nariño en Colombia: que los yndios deste valle de Pasto y del rrepartimiento de Sigundoy y rrepartimientos de Jumanbu, Quiña y Buyzaco y Yaquanquer y Los Yngenios y Palaçino y Çacandonoy y otros muchos pueblos de yndios son pueblos de yndios Quillacingas, rrepartidos en esta çiudad de Pasto (1599 [1588], AGI//PATRONATO,103B,R.11, f.31.v-32.r.) Por otro lado, la descripción del cosmógrafo Juan López de Velasco elaborada entre 1571 y 1574, nos provee una imagen muy diciente del ambiente y las condiciones climáticas de la Provincia de Pasto en el siglo XVI; si bien las descripciones de los indígenas son breves y cargadas del imaginario despectivo español de la época respecto a las etnias indígenas de organización social no estatal, nos hace ver que el territorio en el que se desenvuelven los 31 quillacingas es perfectamente apto para la existencia de modelos andinos de economía y ordenamiento territorial como la microverticalidad y el manejo de las variaciones altitudinales, así como la complementariedad de ambientes: La ciudad de San Juan de Pasto, en 79° de longitud debajo de la línea equinoccial, cuarenta leguas de Popayán y cuarenta de Quito, tiene veinte y ocho vecinos encomenderos, en su comarca, en sesenta y seis pueblos o parcialidades, y en ellas veinte y tres o veinte y cuatro mil indios tributarios, repartidos en otros tantos repartimientos como encomenderos: es esta ciudad del distrito de la Audiencia y obispado del Quito (…) tiene su asiento en un valle y cabaña pequeño, cerrado de cerros; su jurisdicción parte términos con las de la ciudad de San Francisco del Quito por el sur, y con Almaguer y Popayán por la parte del norte. Es mejor tierra que toda la otra de esta gobernación, de buen temple y abundosa de maíz, coca, papas, yuca, algodón y otros mantenimientos y frutas de la tierra y de España, y algunas ovejas del Pirú, muchos venados y perdices de la tierra, y en muchas partes minas de oro: en un cerro de los que cercan el valle, hay un volcán que siempre echa fuego. Los indios de su jurisdicción se reparten en cuatro provincias; una que llaman de los Pastos, tierra fría y de gente mal vestida y miserable, en que hay abundancia de algodón y algunas ovejas del Pirú (…) Abades, de temple más caliente que frío, y de indios desnudos y caribes, abundosa de maíz y de frutas y de yuca, y de buenas minas de oro, que se sacan de ella: otra provincia que llaman los Quillacingas, tierra templada y muy doblada de cabaña y montaña, de indios caribes y de mala condición, abundante de maíz y de oro (…) la provincia de Sibundoy es fría y de gente vestida, y buena distinción; abundante de todo género de comidas y rica de minas de oro, que se saca por los indios della (…) Los 32 caminos de esta ciudad de Pasto a San Francisco del Quito, Popayán y Cali, son muy frecuentados, por donde se llevan en recuas muchas mercaderías de unas partes a otras, de España y del Pirú. (1894 [1571-1574], p. 423) Finalmente, la reconstrucción cartográfica elaborada por Cárdenas (2020, p. 19) basada en el trabajo de Encarnación Moreno Ruiz (1970), nos provee una perspectiva espacial de los asentamientos y pueblos indígenas reportados en el siglo XVI por los españoles, haciéndonos una idea más clara de las dimensiones geográficas del territorio asociado a la gente quillacinga: Figura 12. Poblaciones quillacingas, pastos y abades del siglo XVI (Tomado de Cárdenas, 2020, p. 19) 33 Inmersos dentro de un contexto multiétnico y de gran variabilidad ambiental y ecológica, las personas que vivieron aquí antes de la conquista española lograron manejar un territorio bastante extenso y con una gran variabilidad de ambientes y pisos térmicos. En este sentido, la importancia de rutas y caminos que interconectan los diversos asentamientos en la provincia de quillacinga, puede abordarse al entender el rol de la organización espacial del territorio, como expresión material de la cultura ancestral que resiste a la vez que es apropiada y reapropiada por grupos humanos distintos. Dicha expresión resalta por ejemplo en el hecho de que los españoles realmente no construirían ninguna ruta en la región, sino que solamente se limitarían a adecuar los caminos y senderos hechos para el tránsito a pie para sus recuas y ganados. Los españoles harían modificaciones en términos de forma, tránsito y mantenimiento a estas rutas, que habían estado ahí desde hacía siglos o quizá milenios, aún no lo sabemos a ciencia cierta (cf. Diaz del Castillo, 1995; Diaz del Castillo, 1999; Zarama, 2001; González, 2023; Bernal, 2023). 2.1. El vocablo quillacinga La primera denominación del territorio al norte de Quito empleada por los españoles corresponde al término quillacinga, de clara raigambre quechua. De acuerdo con las actas de la Villa de San Francisco de Quito que hemos citado textualmente, creemos a nuestro juicio que esta palabra fue usada en principio para referirse a las tierras o poblaciones aun no conquistadas y no a un grupo étnico en concreto. Este vocablo aparecería más adelante en distintos cronistas que abordan la región y sus habitantes, tales como Pedro Cieza de León (1553), Juan de Betanzos (1551-1557), Miguel Cabello de Balboa (1586) e Inca Garcilaso de La Vega (1609); estos autores le atañerían más significados a esta palabra, así como también proveerían información importante respecto al trasfondo de este término dentro del fenómeno de expansión del Tahuantinsuyo, algo que trataremos más adelante. 34 Para las décadas de 1530 y 1540, la temprana producción documental de los españoles no hace mucho énfasis en la diferenciación étnica o lingüística de los grupos humanos presentes en la región. Esta primera mención del término quillacinga corresponde a un acta del cabildo de Quito, fechada el 28 de junio de 1535. En ésta acta se definen los límites o términos de la jurisdicción de la Villa de San Francisco de Quito, siendo el límite septentrional de ésta el denominado Río Grande de Quillacinga; sin embargo no se ha podido constatar exactamente a que rio correspondería tal denominación, si al río Chota-Mira o al río Carchi-Guaytara, aunque probablemente podría ser este último, puesto que cuyo curso discurre expresamente hacia el norte: e luego el dicho señor capitán e tenyente suso dicho en nonbre de su magestad e del dicho señor gouernador don francisco piçarro en su rreal nonbre dixo que en aquella vya e forma que mas aya lugar de derecho -señalava e señalo por termynos juredisçion desta dicha villa de san francisco todos los pueblos e prouinçias quel señor capitán benalcaçar señalo en deposito e rrepartimyento a los vezinos desta dicha villa que se entienda y es por el camyno rreal que va hasya tumibanba hasta la prouinçia de pamallacta que se entienda la dicha prouinçia hasta el tanbo e pueblo que llamamos de los ovejeros ques donde se murió un español al tienpo que venya para estas prouinçias que esta en el dicho camyno rreal - y por el camino de chinbo que va a la mar hasta vn pueblo de yndyos que se dize en lengua de yndyos chilyntomo de ques cacique del guama/, que pusieron por nonbre los españoles que en el tomaron posesyon por esta dicha villa el pueblo de la cruz cuyos yndyos el dicho señor capitán deposvto en esteban sanchez moryllo vezino e rregidor desta dicha villa y por la vya de quillaçinga hasta el rrio grande de quillaçinga norte sur ques donde llego el dicho señor tenyente por mandado 35 del dicho señor capitán e dexo tomada la posesyon dello y aquello y lo demas quel dicho señor tenyente tomo posesyon e descubrió e dexo pacifico el señor capitán rrepartio a los vezinos desta dicha villa. (1934 [1534-1540], p. 107)7 Figura 13. Ríos aludidos en las actas de cabildo de la Villa de San Francisco de Quito en relación con el territorio de “Quillacinga-Condelumarca”, la ruta definida en las actas “por la vía del levante” corresponde a la vertiente oriental de los Andes Septentrionales. (Elaboración propia) Así mismo, resaltamos también una provisión de Francisco Pizarro presentada por Pedro de Puelles al cabildo de Quito, con fecha del 28 de mayo de 1536, en la que se le nombra capitán y teniente de la Villa de Quito en reemplazo de Sebastián de Belalcázar, quien había partido a la conquista de la provincia de Quillacinga y territorios que posteriormente formarían parte de la Audiencia de Santa Fe y la Gobernación de Popayán. Algo que llama la atención de este 7 Libro Primero de Cabildos de Quito, F. 33R. Transcripción de José Rumazo, resaltado nuestro. 36 documento, es la mención de Quillacinga-Condelumarca a guisa de una sola entidad geográfica o territorial ubicada al norte de Quito, que bien podría corresponder a toda la futura Audiencia de Santa Fe, pero que hace más referencia a las tierras aún no conquistadas por los españoles en esta parte del continente: Don Francisco Piçarro, adelantado capitan general e governador por su magestad en estos rreynos de la Nueva Castilla, etc. Por quanto en nombre de su magestad provey de mi theniente de la Villa de San Francisco de Quito al capitán Sebastian de Benalcaçar, e por se aver pasado como se paso a la conquista de Quyllaçinga Condelumarca, la dicha villa quedo sin capitan e ni theniente. (1534-1540, f. 47v)8 Con el paso del tiempo, la definición inicial de la extensión del territorio definido como Quillacinga-Condelumarca se irá reduciendo, suprimiéndose el Condelumarca de su denominación, hasta corresponder para la segunda mitad del siglo XVI al territorio habitado por los ancestros de los actuales pueblos quillacinga y kamëntšá: concretamente las cuencas de los ríos Pasto y Juanambú, el norte de la cuenca del río Guaytara y el Alto Putumayo. Los pueblos incluidos dentro de ésta área delimitada en gran medida por accidentes geográficos como ríos, cañones y sierras, configurarían para la década de 1550 la Provincia de Quillacinga, para entonces ya completamente diferenciada de la Provincia de Los Pastos y de la Provincia y Cordillera de Los Abades. Éstas denominaciones provinciales que aluden a una definición de etnia o pueblo, los españoles las logran distinguir en sus rutas de conquista, y si bien no son las únicas áreas culturales presentes en el siglo XVI en los Andes septentrionales, corresponderían a esas entidades 8 Libro Viejo de Cabildos de Quito. Transcripción y resaltado nuestros. 37 territoriales ligadas a la administración española local, cuyo centro de poder desde entonces hasta el siglo XIX sería la ciudad de San Juan de Pasto. Pero no por ello se puede pensar que Pastos, Quillacingas y Abades vivieron aislados o desconectados del mundo que les rodeaba, y en esta lógica la etnohistoria y la arqueología se han conjugado para darnos una idea de la contigüidad interétnica existente en el llamado callejón septentrional andino donde el concepto de frontera fluida es crucial para entender la disposición y área de influencia de las culturas y sociedades prehispánicas asentadas en esta región de Suramérica (cf. Uribe, 1986a; Groot y Hoykass, 1991; Bray, 2005; Bernal, 2020). 38 Figura 14. Áreas culturales del callejón septentrional andino y principales ríos. (Elaboración propia a partir de: Moreno, 1970; Bray, 2005; Cárdenas, 2020). En cuanto al significado de la palabra quillacinga, partimos del hecho de que tiene raigambre quechua y existen tres posibles acepciones de ella. La primera corresponde a la de “nariz de luna” y atañe al imaginario colectivo del presente más que una interpretación histórica. La segunda acepción se entiende por “nariz de hierro” y es brindada por Garcilaso de La Vega; mientras que la tercera acepción, cuyo significado de “hombre cruel/rebelde/indiferente” es aportada por Juan de Betanzos. La primera acepción es una lectura literal de los términos quilla (luna) y sinqa (nariz); la segunda descripción de Garcilaso de La Vega hace alusión a los 39 términos qhuya (mina) y sinqa (nariz), y asumiendo la deformación lingüística de los procesos de traducción en el siglo XVI, es posible que la palabra qhuya haya sido entendida fonéticamente por el cronista como quilla (luna) pero semánticamente como qhuya (mina), término que puede asociarse con el trabajo del metal, así pues los quillacingas serían también los “hombres de las narigueras”; finalmente en el extracto de Juan de Betanzos, encontramos que el término K'ullu sunqu viene siendo un sinónimo de Rumi Sunqu, que podría entenderse como persona indiferente, rebelde o cruel, componiéndose de las palabras Rumi (piedra) y Sunqu (corazón). La deformación lingüística pudo haberse dado en este último caso también, conservándose la acepción semántica de persona rebelde o indiferente, pero manteniéndose fonéticamente como K’illa sinqa. A continuación citamos textualmente las acepciones extraídas de los textos de Garcilaso y Betanzos: Huaina Capac passo adelante de Quitu y llego a otra provincia llamada Quillacenca: quiere decir nariz de hierro, porque se horadavan la temilla que hay entre las ventanas de las narizes, y traian colgando sobre los labrios un joyelito de cobre o de oro o de plata, como un zarcillo; hallólos el Inca muy viles y sucios, mal vestidos y llenos de piojos que no eran para quitárselos, sin idolatría alguna, que no sabían qué cosa era adorar. (Garcilaso de La Vega, 1985 [1609], p. 167) mandó Atagualpa que luego viniesen allí cierto número de indios quillaycingas, para que en presencia de los indios cañares comiesen los cuerpos y carnes de los tres señores ya muertos; (...) hicieron un gran fuego y, luego, tomaron los cuerpos muertos y hiciéronlos pedazos y pusiéronlos en sus asadores y trujeron allí un tinajón pequeño, lleno de ají y sal y agua, y con unas escobas de paja, como la carne se iba asando, le daban con aquellas escobas, mojándolas en aquel ají y sal, ya dicho. Y siendo ya toda la 40 carne ya asada, fuéles allí traído mucho maíz tostado y cocido, con el cual, siendo asentados en el suelo estos quillaycingas todos juntos en rueda, en presencia de los cañares todos, comieron a sus tres señores. (Betanzos, 2004 [1551-1557], pp. 255-256)9 Otra explicación al significado de la palabra quillacinga la ofrece Osvaldo Granda Paz, donde además de plantear una identidad religiosa para los habitantes de la denominada provincia de quillacinga, apunta al carácter foráneo del vocablo. En esta última cita podemos destacar que Granda se refiere al quichua o kichwa hablado principalmente hoy en los Andes de Ecuador, una región que hacia el siglo XV fue incorporada al Tahuantinsuyo: el vocablo quillacinga de origen quichua parece fue utilizado por parte de sus vecinos del sur para reconocerlos como grupo humano de costumbres ligadas al culto lunar. Existen varias acepciones para este gentilicio, sin embargo hay que aclarar que no era el nombre autóctono y que dicho apelativo fue usado al parecer por los incas, para nombrar esta provincia (Granda, 2010a, p. 34) El quechua en la época precolombina y el periodo colonial no era un idioma unificado ni lo sigue siendo hoy en términos de pronunciación, puesto que existían variedad de dialectos como hoy en día (cf. Torero, 1984; Cerrón Palomino, 2003; Adelaar y Muysken, 2004). Esto puede explicar que se hayan dado estos posibles fenómenos de deformación lingüística en los procesos de escritura de las crónicas que relatan, nombran o aluden al término quillacinga. Los cronistas muchas veces basaron su información en testimonios de indígenas de diferentes regiones, y en el caso de Betanzos y Garcilaso de La Vega, no podemos descartar que haya habido fuentes indígenas que les permitieron a los autores escribir sus crónicas (Fossa, 2006). 9 Tomado de: Los caníbales del inca: culturas de las tierras bajas americanas en la imaginación incaica y española (Nowack, 2013, p. 33) 41 Evidentemente la denominación de quillacinga tiene un sustrato colonial, en el sentido de que tanto incas como españoles usaron este término para referirse a grupos humanos o poblaciones con ciertos atributos en común, como la rebeldía o la indiferencia ante las políticas incas, manifestadas en la confrontación bélica y todos los códigos simbólicos y conductuales propios de este ejercicio de demostración de poder y fuerza como lo fue por ejemplo el canibalismo ritual (cf. Granda; 2010b; Nowak, 2013). Los españoles, basarían mucho su manera de dominar las nuevas tierras del sur del continente, teniendo como base la experiencia previa de los incas en la región. Instituciones indígenas como la mita por ejemplo serían aplicadas por los españoles en todo el continente, siendo ésta inspirada en el modelo incaico (Wachtel, 1980; Cano, 2015, p. 211). De la misma manera mucha terminología y acepciones semánticas de los distintos pueblos andinos, costeros y amazónicos de la actual Sudamérica que tuvieron contacto con el Tahuantinsuyu serían apropiadas y divulgadas por los españoles (cf. Torero, 1984; Hampe, 1991; Solís, 2001). 2.2. La influencia quechua en el sur de Colombia Desde la etnohistoria, algunos autores han afirmado categóricamente que la dominación incaica se dio hasta la provincia de Pasto (cf. Lunardi, 1935; Levillier, 1956; Sánchez et al, 2016; Afanador y Sánchez, 2019), más sin embargo la mayoría de las investigaciones arqueológicas relativas a esta zona del sur de Colombia aún no han logrado constatar fehacientemente la presencia material de elementos asociados al Tahuantinsuyo (cf. Uribe, 1977-1978; Cárdenas, 1989; Hyslop, 1988-1998; Groot y Hoykaas, 1991; Langebaek y Piazzini, 2003; Astudillo, 2012; Buitrago, 2012; Bernal y Cárdenas, 2019; Caicedo, 2018; Cárdenas, 2020), existiendo en algunos casos poca claridad en las bases teóricas y tipológicas que sustentan la atribución de una 42 identidad inca a la infraestructura de caminos prehispánicos existente en la región (cf. Sánchez et al, 2016; Correa, 2021). Otros autores por otro lado no descartan la interacción entre los grupos humanos del norte andino con el imperio inca y la incursión militar del mismo en la región, pero son más prudentes a la hora de afirmar una dominación inca consolidada y estableciendo la necesidad de profundizar en aspectos concretos de la arqueología local para comprender mejor la relación entre pastos, quillacingas y el Tahuantinsuyo (cf. Bernal, 2020; Groot, 2023). Finalmente cabe resaltar la hipótesis de Dumer Mamián, quien apunta a que la influencia quechua puede tener una raigambre prehispánica no necesariamente asociada a la dominación incaica atañida para la región, sino a posibles migraciones escalonadas de población sureña a guisa de mitmakunas o comerciantes estacionales; aunque también Mamian apunta que podría tratarse también de población que huía de la conquista inca en zonas más meridionales de la cordillera andina (Mamian, 2004, p.54-56). Muchas de las investigaciones citadas en este aspecto, se remiten principalmente a información proveída por cronistas, relaciones y ordenanzas de los siglos XVI y XVII; sin embargo estos documentos son de carácter civil por lo general, existiendo el hecho de que mucha información de índole eclesiástica no es tenida en cuenta en estas investigaciones. Desde la perspectiva de los principales evangelizadores en la zona, tanto la diversidad como la diferenciación lingüística de las etnias del norte del obispado de Quito respecto a la población de habla quechua es notable, en cierta medida este es un factor de peso para replantear la idea de una dominación inca consolidada en el actual suroccidente colombiano. Para finales del siglo XVI desde el obispado de Quito se vio la necesidad de la realización de catequismos en las lenguas nativas de las provincias más importantes del obispado, puesto que la 43 gran mayoría de la población indígena no manejaba ni dominaba el quechua. El sínodo de 1594 presidido por fray Luis López de Solís se establecen las directrices para la impresión de estos catequismos, aunque sus precedentes se remontan hasta la década de 1570, al periodo del obispo fray Francisco de La Peña concretamente, quien ordenó que los religiosos doctrineros como mínimo tuvieran conocimiento de la “lengua general del ynga” (Dussel, 1979, p.264). Los expedientes y documentos asociados a estos dos obispos corresponden un buen punto de partida para entender el papel de los religiosos en la evangelización y sobre todo en la consolidación del modelo hispánico en la región, pero también para esclarecer algunas cuestiones importantes sobre la etnicidad y en este caso, replantear la noción del quechua como una lengua dominante en la región para el periodo prehispánico: Capitulo 3. Que se hagan catheçismos de las lenguas maternas donde no se habla la del Inga. Por la experiençia nos consta en este nuestro obispado q' hay diversidad de lengua, que no tienen ni hablan la del Cuzco ni la de Aymara, y que para que no carezcan de la doctrina christiana es nescessario hazer traduzir el cathecismo y confesionario en las propias lenguas. Por tanto conformandonos con lo dispuesto en el conçilio provincial ultimo aviendonos informado de las mexores lenguas que podrían hazer esto nos a parecido cometer este trabajo a Alonso Nuñez de (¿Sant Pedro?) y Alonso Ruiz para la lengua de Los Llanos y Atallana, y a Gabriel de Minaya para la lengua Cañar y Purguay, y a fray Francisco de Xerez y a fray Alonso de Xerez de la orden de La Merced para la lengua de Los Pastos, y a Andres Moreno de Çuñiga y (¿?) Bermudez presbíteros la lengua Quillacinga. A los que les encargamos lo hagan con todo cuidado y brevedad. (1595, AGI//QUITO,76,N.42, f.3v) 44 La cita anterior ilustra un poco algunas de las cuestiones centrales del segundo sínodo del obispado de Quito, organizado por Fray Luis López de Solís, y en el que se incluyen sendas disposiciones acerca de la evangelización y catequización de los pueblos indígenas, entre estos puruhas, pastos, cañaris, caras y quillacingas, etnias que tuvieron contacto con el Tahuantinsuyo. Es imprescindible abordar la notable presencia de lenguas o intérpretes religiosos como fray Francisco de Jerez y Andrés Moreno de Zúñiga en las provincias de Los Pastos y Quillacinga, cuya documentación e información asociada nos muestra una panorámica y perspectiva muy particular del quehacer evangelizador y el grado de integración y aceptación de algunos clérigos entre las comunidades indígenas. Dentro de esta misma órbita encontramos el caso de Pedro de Henao que hemos transcrito, como una muestra impresionante del nivel de integración entre religiosos y caciques y sobre todo del papel de las artes en especial de la música, en el adoctrinamiento y conversión de los indígenas al cristianismo. Podemos apreciar el papel de este cacique en la sujeción de indígenas forajidos o fugitivos, vagabundos, sin encomendero y sin pagar tributo, siendo esto un hecho crucial para la estabilidad de las doctrinas en Los Pastos, ya que Henao sería el artífice de la reducción de cientos de indígenas forajidos en Otavalo e incorporados al sistema de tributación: Don Pedro de Henao indio prinçipal de la provinçia de Quito digo que yo a muchos años que soy governador del pueblo de Ipiales y Potosi que son los pueblos prinçipales del corregimiento de Los Pastos donde e echo muy señalados serviçios a Dios y a vuestra alteza, rreduçiendo muchos indios a la rreligion cristiana y a la obediencia rreal como consta de las informaciones que presento juntamente con el titulo que tengo del’Audiençia Rreal para la dicha governaçion, y porque en el dicho corregimiento de Pasto ay otros pueblos comarcanos al de Ipiales que tanbien son de indios q’estan sin 45 governador, y a esta causa los indios no son tan bien dotrinados ni se juntan a ser instruidos en las cosas de la fee ni los tributos se cobran con tanta facilidad. Pido y suplico a vuestra alteza me mande hacer merçed de confirmarme el titulo de governador de los dichos indios que me fue dado por la Audiençia Rreal, mandando que entren y se comprendan debaxo de la dicha governaçion los demas pueblos de indios que caen en el corregimiento de Pasto, que en esto reçivire merçed. (1582, AGI/QUITO,22,N.38.f.3.r) por la mucha y buena diligençia y trabajo que el dicho don Pedro de Henao governador a tenido y puesto despues que es governador, rredujo y trajo del pueblo de Otavalo a çiento y çinquenta yndios tributarios a esta encomienda que de presente esta en cabeça de don Sebastian de Belalcaçar vezino de la çiudad de Sant Juan de Pasto que andavan destraidos y ffuxitivos bagamundos en tierras de Otavalo desde el tiempo de Gonçalo Piçarro, de mas de otros quinientos yndios que ansi mismo andaban alçados y sin conosçimiento de señor y que con su trabajo los a traido a que paguen tributo a los encomenderos de quien agora son subjetos. (1582, AGI/QUITO,22,N.38.f.5.r) Estos movimientos de población con el tiempo serían significativos no solo en el aspecto económico y demográfico de la región sino que explicarían en parte la influencia quechua en la cultura del suroccidente colombiano, ya que no solamente estaríamos frente a movimientos de indígenas del Perú y Quito por parte de los españoles sino a estrategias claras de los caciques del altiplano de Carchi-Nariño en aras de congregar gente y obtener también réditos del nuevo sistema de tributación implantado. Así también, es evidente que ante la baja poblacional en algunas regiones o la imposibilidad de usufructuar ciertas zonas por la misma razón, los españoles trasladaron un número considerable de población quechua hablante oriunda de Quito y 46 el Perú durante todo el periodo colonial. Así mismo, estos traslados de población son visibles en documentos relativamente tardíos respecto a la primera fase del periodo de conquista como lo es la relación del Ayllu de Matancochoy en Los Ingenios (Sandoná, Nariño), del cual fue cacica doña Pascuala Pasipiandizin en el año de 1645 (AGI/QUITO.55.B.N.39). Este documento, además de ofrecernos los nombres de las personas de este repartimiento también es una clara evidencia de traslados de población quichua hablante en el siglo XVII a lo que hoy es Nariño, y su posterior mestizaje con los nativos de esta zona denominados desde el siglo XVI por los españoles como quillacingas. Los traslados de población oriunda de Quito, Otavalo y el Perú se hicieron más frecuentes luego de 1570, en parte justificados por la epidemia de viruela que azotó la región en 1560 y por el accionar de algunos caciques nativos (tanto Pastos como Quillacingas) que lograron atraer a sus repartimientos a población del sur, a veces reduciendo a indígenas forajidos como lo hiciese Pedro de Henao (cacique Pasto) o los caciques Tulcanazas (Moreno, 1970; Romoli, 1978; Fierro, 2021). Con el tiempo la presencia de estos elementos humanos y poblacionales de habla quechua terminarían fundiéndose e incorporándose a la sociedad indígena y mestiza de la provincia de Pasto, lo que explica el fuerte componente quechua en el dialecto del sur de Colombia y muchas tradiciones culturales heredadas y afianzadas por este contacto, que si bien se dio antes de la llegada de los españoles con la irrupción del Tahuantinsuyo, fue afianzado definitivamente bajo el sistema monárquico español, donde el quechua y por ende aspectos cruciales de la cosmogonía andina fueron usados como herramientas de evangelización y conversión, como también es posible de apreciar en algunos testimonios de caciques de las doctrinas de Yascual y Los Ingenios efectuados ante el notario apostólico del obispado de Quito en 1570 y relativos al accionar de los franciscanos en la región. 47 Para el siglo XVII, encontramos ya en el territorio de la jurisdicción de Pasto una población bastante alta y dispersa de indígenas quechua hablantes procedentes del Perú y Quito, esto se refleja en la existencia de varios testimonios y expedientes de autos relativos a encomiendas de yndios yanaconas criollos y forasteros. Siendo realmente sorprendente el volumen de papeles que remiten a procesos de confirmación de este tipo de encomiendas, estos gruesos expedientes sin embargo, son una prueba documental importante de como personas claramente identificadas como forasteros, se ven integradas forzosamente en la región por el aparato de poder español. Es así como por ejemplo un documento de 1621, relativo al expediente de confirmación de la encomienda de yanaconas de la ciudad de Pasto a Diego Pérez de Zúñiga, nos relata la presencia de estos indígenas procedentes del Perú, pero arrojando el dato de que ya han generado descendencia en la ciudad de Pasto y por ende están más que naturalizados: Don Pedro Lasso de La Guerra, governador y capitan general destas provinçias y governaçion de Popayán por el Rey Nuestro Señor. Por quanto en la çiudad de San Joan de Pasto desta governaçion de Popayan, estan unos yndios yanaconas, ansi criollos naçidos en la dicha çiudad, como forasteros que de otras partes se an venido y natalizado en ella y su distrito. Y con la prescripción del tiempo y naturales a que tienen en la dicha çiudad, se a perdido cualquier derecho que podrían tener de los dicho yndios de las partes que ansi se desnaturalizaron y sea adquirido por el governador de esta governaçion para darlos por bacos y encomendarlos como lo tengo declarado por auto por my proveydo a los veynte y siete de febrero deste presente año de mil y seisçientos y veynte y uno, ante Pedro D’Echavarrigoitia, escribano real. (1638 [1621], AGI//QUITO,55B,N.31, f.2r.) 48 La población de yanaconas en el distrito de Pasto, claramente tendría un incremento notable a lo largo del siglo XVII, pues hacia el año de 1682 podemos encontrar la numeración de la “Encomienda de Yndios Anaconas, Criollos y Forasteros de San Juan de Pasto”, realizada por pedido del gobernador de Popayán Fernando Martínez de Fresneda, y donde se hace especial mención a las dificultades para “que se junte la jente para dicho efecto”: En la ciudad de Pasto en tres de octubre del año de mill seiscientos y ochenta y dos. El capitan Gregorio de España theniente de governador justicia mayor de esta ciudad de Pasto e su jurisdicion por su magestad, dijo que el señor don Fernando Martínez de Fresneda cavallero de la orden de calatrava governador y capitan general destas provincias y governación de Popayan, le ha pedido haga numeración de los yndios que tiene la encomienda de anaconas criollos y forasteros desta ciudad y su provincia, y aunque ha hecho muchas diligencias en orden a que se junte la gente para el dicho efecto de yndios, yndias, chinas y muchachos, no lo ha podido conseguir por quanto están desparramados y viven en diferentes parajes y territorios dilatados, y sus mersed solo ha tenido quenta de los yndios que asisten desde el rio de Guaytara al de Juanambu, porque los de la provincia de Los Pastos tocantes a otra encomienda han corrido por la del capitan don Joseph de Simon y Velasco theniente y corregidor della, y solo ha hecho padron de los yndios que son vtiles en la manera siguiente (…) Con lo qual se acabó este padron y seguiré a la relación jurada que dieron el dicho governador y sus thenientes y los padrones que manifestaron consta no aver mas yndios vtiles que los nombrados que son ciento y sesenta y cinco. (1687[1682], AGI//QUITO,58,N.7f.36r-39v) 49 2.3. Antecedentes arqueológicos Autores como Tamara Bray (2005), han propuesto para la región de los Andes Septentrionales entre Colombia y Ecuador, una serie de áreas de influencia en relación con la dispersión de los estilos cerámicos asociados a cada grupo cultural, ponderando también las delimitaciones que los estudios etnohistóricos han evidenciado para estas etnias. Otro componente importante a tener en cuenta son los trabajos de Hoykaas y Groot, que tienen en cuenta investigaciones precedentes como las de Encarnación Moreno Ruíz (1970) y Kathleen Romoli (1978), que se avocaron más a definir las territorialidades y fronteras étnicas de los pastos en relación con sus vecinos del norte, los quillacingas (cf. Groot y Hoykaas, 1991; Lleras, 2007). A partir de la arqueología y la etnohistoria se han planteado algunas diferenciaciones a partir de la relación existente entre el material cultural y la zona en la que es encontrado, aunque recientes investigaciones han logrado evidenciar que el análisis de la etnicidad en el periodo prehispánico es más complejo de lo que se pensaba, siendo las fronteras territoriales mucho más difusas y móviles de lo que se pueden evidenciar en los escritos de los españoles (Bernal, 2020; Cárdenas, 1996; 2020; Bernal y Cárdenas, 2019). Es importante comprender además, que el área que se ha asociado a la etnia quillacinga, desde una mirada arqueológica ofrece una complejidad en términos de la distribución de la cerámica como marcador cultural, ya que la incidencia de estilos asociados también a la cultura Pasto como el Capulí se encuentran con relativa frecuencia en las cuencas de los ríos Guáitara y Pasto. A partir de la arqueología se han planteado diferenciaciones étnico-territoriales a partir de la relación existente entre la evidencia cultural material y la zona en la que es encontrada (Uribe, 1986a; Groot y Hoykaas, 1991), sin embargo otras investigaciones denotan que la etnicidad y las territorialidades en el periodo prehispánico son más complejas de lo que se pensaba, donde 50 conceptos como los de fronteras difusas y móviles son más usados (Cárdenas, 1996; Bernal, 2020). Desde la década de 1970 se han venido desarrollado investigaciones académicas entre las que destacan las de María Victoria Uribe (1977-1978; 1986a; 1986b), Ana María Groot y Eva Hoykaas (1991), Felipe Cárdenas (1989; 1992; 1996; 2020), María Clemencia Ramírez de Jara (1992), Carl Langebaek y Carlo Piazzini (2003) y el ya mencionado trabajo reciente de Alejandro Bernal y Felipe Cárdenas (2019). Por otro lado, con la llegada de la constitución de 1991 y las leyes de protección del patrimonio arqueológico, ha habido la implementación de algunos programas de arqueología preventiva y proyectos de investigación asociados a este ámbito, estas investigaciones se han desarrollado en el centro histórico de la ciudad de Pasto y sus alrededores, destacando los trabajos de Buitrago (2012) Astudillo (2012), Montaguth (2017), Martes (2017), Caicedo (2018) y Cortés (2020). 2.3.1. Materiales Durante mucho tiempo, un componente importante para entender la territorialidad y cronología de los grupos humanos en esta región correspondió al planteamiento de tres complejos cerámicos denominados Capulí, Piartal y Tuza, asociados generalmente a la cultura pasto y oriundos del altiplano de Carchi-Nariño. Estos complejos cerámicos definidos por María Victoria Uribe representan una cerámica muy estilizada y decorada, asociada por lo general a contextos funerarios. El área de distribución de esta cerámica es bastante amplia, reportándose su presencia desde el norte del departamento de Nariño en Colombia, hasta la provincia de Imbabura en Ecuador. Estos complejos cerámicos son asociados también con los tipos Negativo del Carchi, Tuncahuan o El Ángel y Cuasmal. (cf. Uribe, 1986b; Valarezo, 2010). 51 Las cerámicas Tuncahuan y El Ángel se pueden considerar los primeros intentos de clasificación cronológica y estilística para la zona más septentrional de la sierra ecuatoriana. Aunque en su momento las áreas de distribución fueron muy ambiguas para el caso Tuncahuan y muy localizadas para el caso de El Ángel, éstas primeras aproximaciones tipológicas y cronológicas incluyen elementos materiales e iconográficos que en el futuro se asociarán a la cultura Pasto. Jacinto Jijón y Caamaño define la cerámica Tuncahuan hacia 1927 situando el área nuclear de este complejo cerámico inicialmente se encontraba abierta tanto al oriente como a la costa de Ecuador (Collier, 1946, p. 772); sin embargo, con el paso de las investigaciones sería asociada con la cerámica Piartal reportada en las provincias de Carchi, Imbabura y Cañar en Ecuador, así como en el departamento de Nariño en Colombia (Jurado, 1982, p. 93; Gutiérrez, 2002, p. 166). Por su parte, la cerámica de El Ángel fue definida por Emilio Grijalva en 1937 (Ayala, 1988, p. 37), esta comparte muchos rasgos con la cerámica Piartal de acuerdo con investigadores como José Alcina, y su denominación se explica por los hallazgos arqueológicos en el cantón de El Ángel (Carchi), que dan su nombre a este estilo cerámico (Alcina, 1987, pp. 8-12). En principio se trata de la misma cerámica Tuncahuan, con rasgos importantes compartidos en los colores y diseños, tanto figurativos como geométricos (Jurado, 1982, p. 33). Posteriormente a los trabajos de Grijalva y Jijón y Caamaño, se propusieron otras denominaciones que integraban los territorios asociados a la cultura Pasto distribuidos en Ecuador y Colombia, con una importante incidencia de los estudios etnohistóricos en estas investigaciones. Las denominaciones de Piartal y Tuza fueron propuestas inicialmente por Alice Francisco en los años 60, para referirse a los dos estilos predominantes en la cerámica del norte ecuatoriano (Alcina, 1987, pp. 9-12). María Victoria Uribe en las décadas de 1980 y 1990 se 52 basaría en la propuesta de Francisco para referirse a lo Tuza y Piartal como complejos cerámicos y no como meramente estilos. (Uribe, 1986a; Uribe, 1986b; Lleras, 2007; Bernal, 2020). Finalmente encontramos a la cerámica Capulí, denominada también Negativo del Carchi por Jijón y Caamaño. Esta cerámica se encuentra ampliamente distribuida desde el sur de Colombia hasta el norte ecuatoriano y se diferencia de las cerámicas Tuza, Piartal, Tuncahuan y El Ángel tanto por las formas de los ceramios, así como en su diseño y acabados; aunque comparten el rasgo de la representación frecuente de fauna en la iconografía cerámica. Por otro lado, la cronología de la cerámica Capulí es más antigua y se ha periodizado desde el siglo VII d.C. hasta el siglo XV d.C, coincidiendo su desaparición en el registro arqueológico con la irrupción del Tahuantinsuyu en la región (Lleras et al, 2007). Muchos de los hallazgos arqueológicos donde se han encontrado elementos de la cerámica Capulí corresponden a contextos funerarios. Una de las formas más representadas del estilo capulí o negativo del Carchi son los llamados coqueros, representaciones de personajes generalmente sentados que denotan el consumo de coca por la protuberancia que sobresale en las mejillas de las estatuillas, un signo evidente de mambeo o chaqcheo de la coca (Gutiérrez, 2002, p. 172). Este tipo de estatuillas antropomorfas han tenido una especial incidencia en las zonas de Pimampiro (Imbabura, Ecuador) así como en regiones de Colombia como el altiplano de Nariño y el Valle de Atriz. Estos complejos cerámicos, por lo general han sido asociados a la vecina cultura pasto, y se han encontrado con una incidencia menor en el área asociada a la etnia quillacinga y principalmente en contextos funerarios. Durante mucho tiempo se asumió que estos complejos podían explicar la territorialidad de toda la zona andina de Nariño, dejando un vacío bastante grande en cuanto a la cerámica doméstica y a la cerámica local de ciertos pueblos de la denominada Provincia de 53 Quillacinga, algo que recientemente ha recibido la atención requerida por parte de la arqueología. a b c Figura 15. Ejemplos de platos pertenecientes a los complejos cerámicos Piartal (a), Tuza (b) y Capulí (c). (Tomado de Ardila, 2020, pp. 68-132) Respecto a la región asociada específicamente a la etnia quillacinga, existen varios estudios e investigaciones arqueológicas cuyos primeros antecedentes se pueden reportar a los estudios elaborados por Sergio Elías Ortiz en la primera mitad del siglo XX, quien a pesar de no ser arqueólogo de formación, desempeñó algunas excavaciones en el sitio conocido como Maridíaz o El Cerrillo en la ciudad de Pasto. Hacia 1987 en este mismo sitio, se daría el hallazgo de muchas tumbas cuyos ajuares hoy en día reposan en el Museo Arqueológico de Maridíaz; sin embargo estas no fueron registradas debidamente y algunas fueron saqueadas. Posteriormente en 1988 los arqueólogos Gilberto Cadavid y Felipe Cárdenas excavarían este sitio, dejando para la posteridad el rescate de algunas de las piezas más llamativas que se han encontrado en la ciudad de Pasto y una interpretación bastante explícita de los patrones funerarios suntuosos de este lugar (Cárdenas, 2020, pp. 27-28). Una característica llamativa del sitio de Maridíaz o El Cerrillo, es que se han encontrado muestras de los complejos cerámicos Piartal, Tuza y Capulí, así como cerámica probablemente 54 de procedencia amazónica; pero además de ello hay una gran variedad de elementos arqueozoológicos “exóticos” como spondylus, strombus, artefactos en huesos de cérvidos, metalurgia y textilería. Sin duda corresponde a un sitio que evidentemente no tenía carácter doméstico, siendo quizá una suerte de necrópolis reservada para cierta élite local (Cárdenas, 2020). Aspectos como las prácticas funerarias en la zona cercana del Valle de Atriz han sido estudiados y definidos con más detalle, puesto que sitios como los de El Cerrillo en Maridiaz corresponden quizá a la evidencia más abundante de material arqueológico que se ha reportado en el área quillacinga, por otro lado las características morfológicas de los suelos volcánicos de la región han permitido que las estructuras de las tumbas se encuentren en buen estado. Sin embargo otros contextos como basureros arqueológicos o sitios de asentamiento, se han visto muy afectados por la actividad agrícola y la expansión urbana de la ciudad de Pasto (Cárdenas, 2020, p. 5). 55 Figura 16. Tipos de estructuras de tumbas halladas en el cementerio quillacinga de Maridíaz, Pasto. (Tomado de: Cárdenas, 2020, p. 30) 56 Figura 17. Plano del cementerio arqueológico de Maridíaz, modificado del plano dibujado por Roberto García Castaño y Enrique Cuásquer Naranjo de la Universidad Mariana. (Tomado de Cárdenas, 2020, p. 29) En este sentido, el trabajo de Cárdenas ha permitido establecer algunos puntos importantes a la hora de abordar el pasado prehispánico del pueblo quillacinga, como que la población de esta etnia antes del contacto con los españoles pudo rondar entre los 35 mil o 37 mil personas así como el reconocimiento del volcán Galeras como un “referente del mundo sociorreligioso” del pueblo quillacinga, puesto que es el accidente orográfico más prominente en la zona y posee unas características particulares que hasta el día de hoy lo hacen objeto de culto (Cárdenas, 2020, p. 4). Por otro lado, las investigaciones llevadas a cabo en los municipios de Consacá, Yacuanquer, Pasto e Ipiales por Bernal y Cárdenas (2019), han logrado mostrar ésta característica en torno a la distribución del material cerámico. Además, los autores han podido encontrar diferentes tipos 57 de pastas cerámicas asociadas al periodo prehispánico tardío, denominadas como Carmelita, Habano y Naranja, las cuales han sido encontradas en la zona cercana al cañón del río Guáitara y el Volcán Galeras (Bernal y Cárdenas, 2019, pp. 228-243). Este estudio titulado “Investigaciones Arqueológicas en el departamento de Nariño”, nos permite relacionar algunos sitios dispersos de la región en base a la información arqueológica desarrollada en este reconocimiento regional. En lo que respecta al municipio de Sandoná, también ubicado en el área de influencia del volcán, los tipos cerámicos mencionados anteriormente fueron identificados en el sitio Vista Hermosa, concretamente en basureros y contextos asociados a talleres líticos. Este sitio llama la atención puesto que tiene presencia de arte rupestre manifestado en un petroglifo, cuyo contorno fue excavado y dio con el hallazgo de un taller lítico, al presente el estudio de este sitio arqueológico se encuentra pausado por falta de presupuesto (Obando y Fierro, 2022ep). Los tipos cerámicos encontrados en el sitio de Vista Hermosa presentan también algunas de las características descritas por Langebaek y Piazzini para los grupos Yacuanquer 1 y Yacuanquer 2, sobre todo en términos de desgrasantes, color de pasta y rasgos decorativos. a b 58 c d Figura 18. Tipos cerámicos identificados en el sitio Vista Hermosa. Habano (a), Carmelita (b), Sandoná pintado (c) y Naranja (d). Cortesía de César Obando Portilla. En el área quillacinga es importante destacar además el trabajo de Langebaek y Piazzini (2003), llevado a cabo en el municipio de Yacuanquer, ubicado en la ladera sur del volcán Galeras. Al presente corresponde al único reconocimiento regional que ha podido proponer una tasa de demografía a partir del análisis de elementos antrópicos como basureros cerámicos, lo que da una idea de la ubicación y tamaño de los asentamientos. Estos autores además proponen la idea de tres periodos u ocupaciones en Yacuanquer, donde la población fue muy alta en el periodo temprano y posteriormente tuvo un descenso importante en la ocupación media, para finalmente tener un incremento moderado en el periodo tardío. Cada ocupación está asociada a un grupo cerámico, siendo el periodo 1 o temprano y correspondiente con el grupo Yacuanquer 1, el periodo 2 o medio-tardío se asocia al grupo Yacuanquer 2 y finalmente el periodo 3 (postconquista) se asocia con el grupo Yacuanquer 3. 59 Figura 19. Cerámica procedente de tumbas en la vereda Mochiza, Yacuanquer (Nariño). Asociada al grupo Yacuanquer 2 (S.XIII-XVI d.C). (Tomado de Langebaek y Piazzini, 2003, pp. 58-59) a b Figura 20. Formas de grupos cerámicos en Yacuanquer. Yacuanquer 1 (a), Yacuanquer 2 (b). (Tomado de Langebaek y Piazzini, 2003, pp. 110-111) Felipe Cárdenas por su parte, ha expuesto más recientemente el denominado Sistema Alfarero del Valle de Atriz, el cual corresponde principalmente a la cerámica de uso doméstico 60 típicamente encontrada en el actual municipio de Pasto, así como a piezas globulares con decoración antropomorfa que al presente y en palabras del autor “…no se han incluido en ninguno de los tres complejos cerámicos tradicionales de Nariño…” (Cárdenas, 2020, p. 73). En cuanto a tipologías o grupos cerámicos, el autor establece la existencia de cinco tipos principales (Negro, Rojo, Crema o Habano, Carmelita y Naranja), los cuales son definidos por el color de la pasta y teniendo en cuenta investigaciones anteriores llevadas a cabo en esta zona de Colombia (cf. Groot y Hoykaas, 1991; Bernal, 2011; Cárdenas y Bernal, 2019; Cárdenas, 2020, p. 74). El aporte de Cárdenas es realmente valioso, puesto que simplifica la gran variedad de tipos que hasta la fecha proliferaban en cuanto a cerámica doméstica, lo que hacía bastante confuso el análisis de esta evidencia material. Además en el registro arqueológico del Valle de Atríz, se podría establecer la presencia de cerámica corrugada procedente del Putumayo. Figura 21. Cerámica encontrada en Maridíaz (Pasto). La vasija a denota un rasgo característico de la cerámica de la región como lo es la aplicación de figuras zoomorfas, en este caso primates; las vasija c corresponden a cerámica corrugada del Putumayo. Fuente: (Cárdenas, 2020, p. 50) 2.3.2. Cronologías y ocupaciones 61 Una característica de la arqueología en esta porción de los Andes es precisamente la variedad de cronologías, secuencias y periodizaciones propuestas a lo largo del siglo XX. Las primeras propuestas de cronologías y periodizaciones para esta zona de los Andes Septentrionales fueron propuestas desde inicios del siglo XX en Ecuador por autores como Max Uhle y Emilio Grijalva, y durante muchos años se aplicaron en Colombia hasta la aparición de la teoría de “Pastos y Protopastos” acuñada por María Victoria Uribe (1986b). Sin embargo, la propuesta de Uribe ha sido últimamente revisada y reevaluada, a la luz de nuevos datos y cronologías propuestas (cf. Langebaek y Piazzini, 2003; Lleras, et al, 2007; Cárdenas, 2020). Si hablamos del reconocimiento llevado a cabo en Yacuanquer por Langebaek y Piazzini, vemos que este arroja una propuesta estructurada sobre el poblamiento de la región, expresado en diferentes periodos de ocupación que configuran además la cronología de este sitio, ubicado en la ladera sur del Volcán Galeras (Langebaek y Piazzini, 2003, pp. 75-80). Así pues, otro aspecto importante de esta investigación es la estimación demográfica propuesta, siendo el único estudio en la región que se ocupa de tal aspecto. De esta manera de acuerdo con Langebaek y Piazzini, en el periodo 1 (siglos X-XII d.C.) la población se concentraba en las tierras más bajas, mientras que en el periodo 2 (siglos XIII-XVI d.C.) se da una ocupación creciente de las tierras medias y altas en detrimento de las tierras bajas; de acuerdo con los autores, para antes de la llegada de los españoles la mayoría de la población se encuentra habitando en las tierras altas. Finalmente para el periodo 3 (postconquista) se da una gran disminución en la población, llegando a niveles de densidad poblacional similares a los del periodo 1. Por último, este modelo tiene en cuenta los factores geomorfológicos de la región, donde la influencia de la actividad volcánica hace que en algunos lugares la tasa de sedimentación sea muy alta. Debido a esto, los autores aducen la posibilidad de 62 que no se hayan reportado sitios arqueológicos en la región que sean más antiguos del siglo I d.C., sin descartar con ello su posible existencia. (Langebaek y Piazzini, 2003, pp. 80-81). a b c Figura 22. Densidad de las ocupaciones humanas en Yacuanquer durante los periodos 1 (a), 2 (b) y 3 (c). (Tomado de Langebaek y Piazzini, 2003). En años más recientes, ante la variedad de tipologías y cronologías para la región, se ha propuesto una nueva periodización en base a las fechas de dataciones de radiocarbono obtenidas en distintas investigaciones arqueológicas en el sur de Colombia y el norte de Ecuador. De esta manera, se ha dividido la ocupación indígena prehispánica y colonial de esta región en los periodos Temprano (S. I d.C. - S. VII d.C.), Medio Tardío (S. VII d.C. – S. XII d. C.) y Tardío (S. XII d. C. – S. XVIII d.C.) (Lleras, et al., 2007). Esta cronología se diferencia de la propuesta por Langebaek y Piazzini para Yacuanquer en que incorpora datos del altiplano nariñense y la sierra norte ecuatoriana, abarcando rangos temporales más amplios, pero guardando en esencia la misma idea de la existencia de tres periodos arqueológicos. Por otro lado, ha habido dataciones posteriores al estudio de estos autores, lo que ha ampliado el espectro de la secuencia cronológica de esta región. 63 Figura 23. Fechas de radiocarbono para el valle de Atríz. (Tomado de Cárdenas, 2020, p. 68). Fecha AD Sitio/Pieza Municipio Referencia Bibliográfica 200 ±40 La Unión, pieza O33106 La Unión (Nariño) Museo del Oro (2000) 400 ±60 La Cruz, piezas O8702-13 La Cruz (Nariño) Museo del Oro (1999) 440 ±50 Yacuanquer, pieza O33262 Yacuanquer (Nariño) Museo del Oro (1993) 585 ±65 Yacuanquer, pieza O33262 Yacuanquer (Nariño) Cortés (1998) 667 ±97 ARG-T1 Yacuanquer (Nariño) Cárdenas (Comunicación personal 2001) 720 ±60 Tr-Andén 6 (Chunga) Sibundoy (Putumayo) Patiño (1995) 860 ±60 Tr-Andén 7 (Chunga) Sibundoy (Putumayo) Patiño (1995) 910 ±70 Tr-Andén 6 (Chunga) Sibundoy (Putumayo) Patiño (1995) 950 ±80 Tumba TAJ-Z1 (9), Tajumbina La Cruz (Nariño) Cadavid y Ordóñez (1992) 1125 ±125 Tumba 6 (Bombona) Consacá (Nariño) Fernández (1994) 1460 ±50 PST-T1 Consacá (Nariño) Cárdenas (Comunicación personal 2001) 1510 ±30 Tumba TAJ-Z2 (7), Tajumbina La Cruz (Nariño) Museo del Oro (1999) 1600 ±50 Tumba TAJ-Z2 (1), Tajumbina La Cruz (Nariño) Museo del Oro (2001) 1680 ±50 Tumba TAJ-Z2 (10), Tajumbina La Cruz (Nariño) Museo del Oro (2001) 1720 ±70 Tumba BMT-31 Z1 (Maridiaz) Pasto (Nariño) Cárdenas (1995) Figura 24. Fechas de C14 para el área quillacinga. (Elaborado con base en Lleras, et al, 2007). Figura 25. Una nueva propuesta de Periodización para el área de Nariño y Carchi. (Tomado de Lleras, et. al., 2007) 64 2.3.3 Arte Rupestre En el caso del departamento de Nariño, la presencia de Petroglifos y Pictogramas fue documentada por primera vez por Fray Juan de Santa Gertrudis a mediados del siglo XVIII, en su libro titulado Maravillas de la Naturaleza. Entre las manifestaciones de arte rupestre encontradas en esta región se encuentran principalmente petroglifos y en menor medida pictogramas, muchos de estos vestigios se concentran en varios municipios de lo que corresponde al área quillacinga, habiendo sido reportados hasta el presente 212 elementos de arte rupestre hechos casi en su totalidad sobre la superficie de clastos de andesita (Granda, 2010a, pp. 47-120). Sin embargo, la temporalidad y autoría de esta evidencia arqueológica es aún incierta, por lo que coloquialmente se le ha adjudicado una pertenencia cultural a los actuales grupos indígenas que habitan la región. En lo que respecta a los petroglifos, estos se caracterizan principalmente por la presencia de grabados de espirales, oquedades, figuras zoomorfas y antropomorfas; por su parte los pictogramas fueron elaborados con pigmento rojizo, mostrando cierto énfasis en la figura humana. Estas variadas manifestaciones de arte rupestre fueron estudiadas a lo largo del siglo XX, predominando la necesidad de registrar su iconografía, abriendo la puerta a los estudios etnológicos e iconográficos, los cuáles caracterizaron esta primera etapa de la investigación en materia de arte rupestre en Nariño (Pérez de Barradas, 1941; Cabrera, 1966; Granda, 1985). Al presente, puede decirse que existe un buen corpus de estudios etnográficos, antropológicos y matemáticos que abordan principalmente el estudio de petroglifos (Agreda, 2010; Granda, 1985, 2010; Quijano, 2010, 2017). El trabajo de Osvaldo Granda y Armando Quijano es valioso en el sentido que nos ubica espacial y paisajísticamente en las zonas concretas donde hay petroglifos o 65 pictogramas, además de proveer un valioso insumo visual e iconográfico en las distintas publicaciones de estos autores que han venido saliendo hasta el presente. Figura 26. Pictograma en Anganoy, Pasto. Fotografía propia. Figura 27. Petroglifo “Mantel de Vida”, Genoy (Detalle). (Tomado de Agreda, 2009) 66 a b Figura 28. Petroglifo LF Pch2 (La Florida, Nariño). Calco de sus grabados (a) (Granda, 2010a, p. 83); fotografía del petroglifo (b), cortesía de David Alejandro Llano. Por otro lado, muchas de estas manifestaciones se encuentran georreferenciadas y cartografiadas, con lo que se añade un componente geográfico al estado de los estudios regionales en arte rupestre (Eraso, 2015). En el caso de estudios arqueológicos en esta materia, solamente se han excavado dos petroglifos en lo concerniente al área Quillacinga, uno levantado y reseñado por parte de Felipe Cárdenas precisamente en Genoy (Cárdenas, 1988) y en el municipio de Sandoná donde en labores de arqueología preventiva, se encontró un petroglifo que al ser excavado denotó la existencia de un taller lítico junto a él; éste estudio se encuentra al presente en proceso de estudio (Obando y Fierro; 2022ep). 67 Figura 29. Taller lítico encontrado en excavación del petroglifo de Vista Hermosa (Sandoná, Nariño). Fuente: (Obando y Fierro, 2022ep) En cuanto al área de influencia del volcán Galeras, se encuentra una alta concentración de petroglifos en los sectores de Pandiaco, Mapachico y Genoy del municipio de Pasto, así como en los municipios aledaños de Nariño, La Florida, Sandoná y Consacá. Habiendo una notoria relación espacial de estos elementos con cursos de agua, y de acuerdo con Osvaldo Granda guardarían también cierta relación con la presencia de asentamientos prehispánicos registrados en las primeras tasaciones y visitas realizadas por los españoles en el siglo XVI (Granda, 2010a, pp. 47-95). Geológicamente la mayoría se encuentran ubicados sobre depósitos asociados a las etapas Genoy (150.000 a 40.000 AP) y Urcunina (12.000 a 5.000 AP) (Calvache, 1995; Bolaños, 2023, p. 14); sin embargo recientemente se ha podido constatar la presencia de algunos depósitos de corrientes de densidad piroclástica (CDPs) en el municipio de La Florida, los cuales sobreyacen de forma discordante a esta etapa y estarían asociados a la última etapa eruptiva del complejo, datada entre 8303 ± 97 y 390,5 ± 80,5 cal AP (Bolaños, 2023, p. 156). Esta última etapa denominada Galeras, abarca cronológicamente toda la ocupación humana registrada hasta el presente en la región, por lo que la identificación de sus depósitos es un marcador importante de cronología relativa para contextos arqueológicos y en especial de arte rupestre, al ser las rocas sobre las que yacen los petroglifos de esta zona clastos andesíticos de origen volcánico. 68 Figura 30. Complejo Volcánico Galeras con sus etapas eruptivas y ubicación de petroglifos. Elaborado por David Alejandro Llano para esta investigación con base en Calvache et al, 1997 . Capítulo 3: Marco teórico En lo que constriñe a nuestro caso, existe cierta terminología que vale la pena aclarar. Así pues, encontramos al espacio, al paisaje y al territorio como conceptos que se corresponden con diferentes escalas del análisis arqueológico, etnográfico y etnohistórico llevado a cabo en Genoy. Partimos entonces del concepto más amplio, el del espacio, el cuál podríamos asumir de forma coloquial -y con dejo aristotélico- como esa extensión que contiene y donde se 69 asienta la materia10; pero si nos adentramos en la etimología de esta palabra, encontramos que deriva del latín spatium y a su vez del griego σπάδιον (spodium), que traduce un “lugar para caminar” o incluso una suerte de pista o campo de carreras (Valpy, 1828, p. 439; Wharton, 1890, p. 98)11. El espacio así es todo aquello en lo que se asientan los elementos materiales que conforman el paisaje y el territorio. En esta lógica, podemos entenderle como una analogía del universo, haciendo énfasis en la siguiente cita del filósofo George Simmel, la cual nos ofrece una reflexión que apunta a definir ese proceso espiritual por el cual los seres humanos construimos los paisajes y lo que estos en sí pueden significar, una construcción a guisa de unidad autosuficiente y delimitada pero necesariamente entrelazada a ese espacio donde acontece la existencia: En el "paisaje" (…) la delimitación, el estar comprendido en un horizonte visual - momentáneo o duradero- es esencial; la base material o los distintos elementos serán "naturaleza", pero, representados como "paisaje", esa base y esos elementos se proponen en-sí- mismos, como singularidad -óptica, estética o sentimental- que se desgaja de esa unidad indivisible de la naturaleza, en la que cada trozo sólo puede ser lugar de tránsito de las fuerzas universales de la existencia. Ver como paisaje un trozo de tierra significa considerar como unidad lo que sólo es fragmento de "naturaleza", lo cual nos aleja completamente del concepto de "naturaleza". Así procedería el acto 10 Según la RAE espacio es la “…extensión que contiene toda la materia existente…”. (REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.7 en línea]. https://dle.rae.es. 11 No deja de ser curioso como éste término intrínsecamente guarda una conexión con uno de los aspectos neurálgicos de este trabajo, como lo es el estudio de los caminos, y que es un camino sino ese espacio o tierra adaptada para caminar o transitar y así mismo unir lugares distantes pero interrelacionados. https://dle.rae.es/ 70 espiritual mediante el cual el ser humano agrupa una serie de fenómenos y los eleva a la categoría de "paisaje": sería una visión cerrada en sí misma y sentida como unidad autosuficiente, aunque entrelazada con un espacio y un movimiento infinitamente más extensos, cuyos confines el sentimiento no puede aprehender y que pertenecen a un estrato más profundo, el del Uno divino, el de la naturaleza como Todo. [1913] (2014, pp. 8-9) Partimos de definiciones evidentemente occidentales, pero que buscamos complementar en nuestro caso cuando traemos a colación conceptos de los pueblos indígenas locales. En primer lugar tenemos el concepto de Tsbatsanamamá, propio de la cosmovisión del vecino pueblo kamëntšá y que hace referencia a la madre tierra como un espacio con agencia propia, una entidad, un ser vivo que debe ser cuidado y al que todos los elementos del entorno natural y humano están ligados a modo de urdimbre y tejido, donde semánticamente los hilos de ese tejido son una suerte de cordón umbilical; por otro lado también corresponde a esa superficie natural a la que se acude para la subsistencia, así como la materia viva que compone el espacio vital de los seres vivos (cf. Villamil, 2020, pp. 33-40; Jacanamijoy, 2018, p. 88; Jacanamijoy, 2018, pp. 271-272). Para el caso del pueblo quillacinga de Genoy, el concepto análogo de Tsbatsanamamá es denominado Pachamama, siendo un término propio de la cosmovisión quechua y que refleja el mestizaje acaecido entre los habitantes locales y gente oriunda de Otavalo, Quito o Cuzco, producto de los procesos de traslados de población efectuados por españoles y algunos caciques entre los siglos XVI y XVIII. El concepto de Pachamama presente en la cosmovisión indígena de Genoy, deriva de aquella noción espacial del término Pacha, el cual puede asumirse como ese espacio de vida; sin embargo, hay que tener presente que esta 71 palabra guarda una pluralidad en su semántica, que también hace referencia a connotaciones temporales de su significado (cf. Di Salvia, 2011; Perugache, 2020, p. 78). Aquí el espacio al asumir una connotación temporal asume también esa idea del mismo como devenir, dejando de tener un plano meramente tangible en lo físico sino también en lo vivencial, en el sentido de la anamnesis que la relación espacio/humano genera. Y es que el espacio que se habita no es solamente el lugar donde se asienta materia, sino también los acontecimientos y la experiencia. Podemos ver como el espacio alberga catalizadores de memoria, que en el caso de las sociedades prehispánicas del suroccidente colombiano generaron expresiones de cultura material, algunas de las cuáles aún subsisten trayendo al presente rasgos de esa concepción ancestral del espacio. Por ejemplo, en la iconografía textil del pueblo kamëntšá, algunos de los motivos más significativos de este acervo de cultura material hacen referencia a los caminos y las montañas, resultando de particular interés la simbología de la serpiente asociada al motivo del camino ancestral, aquel que conduce a la Amazonía. En efecto son las montañas el espacio donde se asientan los elementos y seres vivos, así como dónde discurren los caminos que atraviesan el territorio y conectan con otros ambientes. En este sentido, llama la atención como para el caso de Tsbatsanamamá, su simbología adquiere una connotación femenina, donde la relación tierra- mujer-vida es evidente. 72 Figura 31. Simbología y significados del tejido tradicional Kamëntšá presentes en el tšhombiache o chumbe. (Tomado de: Villamil, 2020, p. 49). Un reflejo de la importancia de las figuras femeninas asociadas a las montañas lo podemos apreciar en el especial culto que los indígenas del cabildo Kamëntšá Biya le rinden a la Virgen de Las Lajas, una advocación católica bastante ligada al culto a las montañas y que recuerda la relación virgen-montaña existente en el sincretismo acaecido en los andes durante el periodo colonial, donde elementos cruciales de la religiosidad andina prehispánica fueron resignificados con figuras de dominación cultural por parte de los españoles (Salles-Reese, 2008; Diaz et al, 2012). No hay que olvidar además, que la región tuvo una fuerte influencia del pensamiento quechua andino durante el periodo colonial, obedeciendo este fenómeno a factores como traslados de población por parte de españoles y algunos caciques locales (cf. Burbano, 2015, pp. 73 74-90; Fierro, 2022; Groot, 2023). Así mismo, podemos añadir que en Genoy existe un culto importante por parte de la comunidad indígena a la aparición de la Virgen de La Piedra, ubicada en un peñasco a un costado de la carretera Pasto-Genoy; donde sobresale la relación entre virgen/piedra/montaña, evidenciando una vez más la importancia de la connotación femenina en cuanto a la acepción del espacio (en este caso espacios sagrados como las montañas). a b Figura 32. Advocaciones marianas coloniales en los Andes relacionadas con montañas: (a) Virgen de Las Lajas, Ipiales (Nariño, Colombia) y (b) Virgen del Cerro, Potosí (Bolivia). Fuente: (https://es.wikipedia.org/wiki/Nuestra_Señora_de_Las_Lajas#/media/Archivo:Virgen_de_Las_Lajas.jpg); (https://es.wikipedia.org/wiki/Virgen_del_Cerro#/media/Archivo:PMa_BOL_107_Potosi.jpg) https://es.wikipedia.org/wiki/Nuestra_Señora_de_Las_Lajas#/media/Archivo:Virgen_de_Las_Lajas.jpg https://es.wikipedia.org/wiki/Virgen_del_Cerro#/media/Archivo:PMa_BOL_107_Potosi.jpg 74 a b Figura 33. (a) Virgen de Las Lajas en procesión durante la fiesta kamëntšá del Bëtsknaté en Sibundoy, Alto Putumayo; (b) altar erigido a la Virgen de La Piedra, Corregimiento de Genoy, Pasto. Tomado de: (https://www.radionacional.co/cultura/la-celebracion-indigena-betscnate-incluida-al-patrimonio-de-la- nacion); (https://www.google.com/maps/place/Virgen+de+la+Piedra,+Genoy/@1.267163,- 77.337878,3a,75y,90t/data=!3m8!1e2!3m6!1sAF1QipPPLeud3plHhbt8rXPc3dtP577W5mLIFchFhWHG!2e10!3e12 !6shttps:%2F%2Flh5.googleusercontent.com%2Fp%2FAF1QipPPLeud3plHhbt8rXPc3dtP577W5mLIFchFhWHG %3Dw224-h397-k-no!7i2252!8i4000!4m9!3m8!1s0x8e2ed1a88c26c4df:0x351ed0f82f6c852a!8m2!3d1.267163!4d- 77.337878!10e5!14m1!1BCgIgAQ!16s%2Fg%2F11fhk8vtxd?entry=ttu#) Otro de los aspectos importantes de la cosmovisión andina a tener en cuenta, es la noción de complementariedad, apreciable en este caso en la presencia del concepto de apu, que dentro de la cultura local de Genoy se corresponden con la figura del volcán Galeras. Entendemos apu como un concepto de origen quechua, asociado a las montañas y dotado de una connotación sagrada y de poder, la personificación de un apu en la figura de un cerro por ejemplo lo dota de la cualidad de influir en los demás seres y el entorno mismo, lo que lo hace objeto de culto y veneración (Gradowska, 1992; Di Salvia, 2011; Curatola y Szeminski, 2016). El volcán Galeras, en las https://www.radionacional.co/cultura/la-celebracion-indigena-betscnate-incluida-al-patrimonio-de-la-nacion https://www.radionacional.co/cultura/la-celebracion-indigena-betscnate-incluida-al-patrimonio-de-la-nacion https://www.google.com/maps/place/Virgen+de+la+Piedra,+Genoy/@1.267163,-77.337878,3a,75y,90t/data=!3m8!1e2!3m6!1sAF1QipPPLeud3plHhbt8rXPc3dtP577W5mLIFchFhWHG!2e10!3e12!6shttps:%2F%2Flh5.googleusercontent.com%2Fp%2FAF1QipPPLeud3plHhbt8rXPc3dtP577W5mLIFchFhWHG%3Dw224-h397-k-no!7i2252!8i4000!4m9!3m8!1s0x8e2ed1a88c26c4df:0x351ed0f82f6c852a!8m2!3d1.267163!4d-77.337878!10e5!14m1!1BCgIgAQ!16s%2Fg%2F11fhk8vtxd?entry=ttu https://www.google.com/maps/place/Virgen+de+la+Piedra,+Genoy/@1.267163,-77.337878,3a,75y,90t/data=!3m8!1e2!3m6!1sAF1QipPPLeud3plHhbt8rXPc3dtP577W5mLIFchFhWHG!2e10!3e12!6shttps:%2F%2Flh5.googleusercontent.com%2Fp%2FAF1QipPPLeud3plHhbt8rXPc3dtP577W5mLIFchFhWHG%3Dw224-h397-k-no!7i2252!8i4000!4m9!3m8!1s0x8e2ed1a88c26c4df:0x351ed0f82f6c852a!8m2!3d1.267163!4d-77.337878!10e5!14m1!1BCgIgAQ!16s%2Fg%2F11fhk8vtxd?entry=ttu https://www.google.com/maps/place/Virgen+de+la+Piedra,+Genoy/@1.267163,-77.337878,3a,75y,90t/data=!3m8!1e2!3m6!1sAF1QipPPLeud3plHhbt8rXPc3dtP577W5mLIFchFhWHG!2e10!3e12!6shttps:%2F%2Flh5.googleusercontent.com%2Fp%2FAF1QipPPLeud3plHhbt8rXPc3dtP577W5mLIFchFhWHG%3Dw224-h397-k-no!7i2252!8i4000!4m9!3m8!1s0x8e2ed1a88c26c4df:0x351ed0f82f6c852a!8m2!3d1.267163!4d-77.337878!10e5!14m1!1BCgIgAQ!16s%2Fg%2F11fhk8vtxd?entry=ttu https://www.google.com/maps/place/Virgen+de+la+Piedra,+Genoy/@1.267163,-77.337878,3a,75y,90t/data=!3m8!1e2!3m6!1sAF1QipPPLeud3plHhbt8rXPc3dtP577W5mLIFchFhWHG!2e10!3e12!6shttps:%2F%2Flh5.googleusercontent.com%2Fp%2FAF1QipPPLeud3plHhbt8rXPc3dtP577W5mLIFchFhWHG%3Dw224-h397-k-no!7i2252!8i4000!4m9!3m8!1s0x8e2ed1a88c26c4df:0x351ed0f82f6c852a!8m2!3d1.267163!4d-77.337878!10e5!14m1!1BCgIgAQ!16s%2Fg%2F11fhk8vtxd?entry=ttu https://www.google.com/maps/place/Virgen+de+la+Piedra,+Genoy/@1.267163,-77.337878,3a,75y,90t/data=!3m8!1e2!3m6!1sAF1QipPPLeud3plHhbt8rXPc3dtP577W5mLIFchFhWHG!2e10!3e12!6shttps:%2F%2Flh5.googleusercontent.com%2Fp%2FAF1QipPPLeud3plHhbt8rXPc3dtP577W5mLIFchFhWHG%3Dw224-h397-k-no!7i2252!8i4000!4m9!3m8!1s0x8e2ed1a88c26c4df:0x351ed0f82f6c852a!8m2!3d1.267163!4d-77.337878!10e5!14m1!1BCgIgAQ!16s%2Fg%2F11fhk8vtxd?entry=ttu 75 propias palabras de los pobladores es el guardián del territorio, el sustento de la vida que fertiliza los campos, es la parte masculina (el fuego) dentro de la parte femenina que es la montaña. Hemos hecho esta aproximación inicial a conceptos clave de la cosmovisión andina local, con el ánimo de poder identificar algunos aspectos cruciales del sistema simbólico-cultural de la comunidad de Genoy, en especial aquellos que nos ilustren la visión del territorio y la construcción de paisajes culturales en el espacio habitado desde la época prehispánica por estas personas y sus ancestros; pero al mismo tiempo para poder comprender las transformaciones y modificaciones acaecidas en el periodo colonial y la modernidad. Todos estos conceptos anteriormente nombrados, confluyen y se manifiestan en la cosmovisión local del universo, donde la visión tripartita del mundo andino juega un papel importante en la estructuración del sistema cultural así como del ordenamiento espacial y territorial como veremos más adelante. En primera instancia, se buscó orientar el análisis y la metodología de esta investigación en aras de comprender la movilidad de las personas y el patrón de asentamiento presentes en Genoy; sin embargo es imposible hablar de estos fenómenos sin entender primero su relación con el espacio, el paisaje y el territorio. Y es aquí precisamente cuando entra en juego la arqueología, no sólo como complemento de conceptos claves del pensamiento andino local en torno a la concepción y relación de la triada espacio/paisaje/territorio, sino también como una base teórica para el abordaje de nuestra área de reconocimiento. Autores como Bruno David y Julian Thomas, asumen al paisaje en los términos de un espacio territorial, en el sentido de que la práctica social y política los define, a la vez que son ontológicos puesto que se conocen a través de visiones del mundo históricamente emergentes (David y Thomas, 2016, p. 38). En el caso que nos compete, la noción de territorio es de gran importancia para comprender, en primer lugar, la concepción y construcción actual del paisaje 76 prehispánico en Genoy por parte de la comunidad indígena quillacinga; en segunda instancia, la existencia de un paisaje prehispánico en la cosmovisión de los miembros actuales del pueblo quillacinga, no puede entenderse sin conocer lo que significa para la comunidad el territorio y las implicaciones políticas de ello en un contexto de lucha y defensa de las tierras del cabildo. Necesariamente debemos abordar el paisaje inicialmente desde el presente, y para ello es importante comprender el cuidado que se debe tener al incorporar datos etnográficos. Precisamente en este aspecto, se puede correr el riesgo de incurrir en hipótesis divergentes, ya que cuando se incluyen datos etnográficos acríticamente se entiende el pasado y el presente solamente en el presente (Kaulicke et al, 2003, p. 28). Es por esta razón que somos muy cuidadosos a la hora de seleccionar los datos etnográficos que nos ayuden a complementar la información etnohistórica y arqueológica. Es importante dilucidar las implicancias de la lucha y la defensa de la tierra en la construcción de discursos, y en el caso de la comunidad de Genoy, hay que añadir además la insistencia propia en la salvaguarda de la memoria y la cultura encaminadas a la defensa del territorio, estando también este asunto muy ligado a una connotación ecológica y medioambiental. De esta manera confluimos con Kaulicke et al, quienes citando a Anschuetz12 nos traen a colación una premisa que cala muy bien en nuestro caso, y es que los paisajes constituyen procesos culturales, dinámicos y sintéticos, en la medida que pueden llegar a organizar y estructurar las interacciones de los grupos humanos con su medioambiente (Kaulicke et al, 2003, p. 30). María Nieves Zedeño (2016) por su parte, plantea una idea bastante lúcida en términos de la formación de los paisajes, de acuerdo con la autora este proceso no puede entenderse sin tener 12 Anschuetz et al. (2001, pp. 160-161) en Kaulicke et al, 2003. 77 presente el concepto de territorio, puesto que la existencia de los paisajes está mediada por su uso efectivo y exclusivo por parte de individuos y grupos humanos, lo cual tiene una clara connotación territorial (Zedeño, 2016, pp. 214-215). De esta manera, un estudio del territorio ayuda a comprender la manera en que las personas construyen los paisajes, resultando estos en lugares de alto carácter simbólico (Zedeño, 2016). Es aquí cuando podemos apreciar la dimensión ontológica que adquieren los paisajes cuando se los estudia dentro del universo andino, donde es importante mencionar la noción de ontología andina, la cual ayuda a comprender muchas de las prácticas sociales acaecidas en los Andes. Este concepto ha sido expuesto por distintos autores y corresponde una manera muy ponderada de abordar y aproximarse al pasado (cf. Tantalean, 2019; Troncoso, 2019; Allen, 2019). Existe una tendencia a la idealización del pasado a la hora de desenvolverse en problemáticas concernientes al mundo andino, por eso la noción de ontología andina ayuda a comprender el hecho de que en el pasado así como acontece en nuestro tiempo, existieron múltiples ontologías con una connotación de distribución espacial y temporal enormes. Por otro lado, el uso de ontologías andinas implica complementar los conceptos occidentales desde los que inicialmente partimos en nuestros puntos de análisis del paisaje. Sin embargo hay que tener en cuenta que estas ontologías encontradas en los Andes se han recuperado a partir de diversas fuentes, las cuales abarcan campos como la etnohistoria, la lingüística, la iconografía, la etnografía, la cultura material y la fenomenología; es por ello por lo que Henry Tantalean en este punto es muy enfático al afirmar que es un desafío aplicar o adaptar apropiadamente este concepto a un contexto arqueológico en particular (Tantalean, 2019, pp. 3-5). En nuestro caso, entre las principales ontologías andinas que existen, además de aquellas identificadas previamente como el concepto de pacha y la división tripartita del mundo, los 78 conceptos de apu y huaca son muy importantes a tener en cuenta, puesto que sus significados están presentes en los indígenas de hoy y se mencionan por ejemplo en documentos relativos a la evangelización de la región en el siglo XVI, donde los franciscanos usaron este concepto como una analogía del rey español, pero también de las autoridades religiosas de los doctrineros: y tomaron vna imagen del altar en sus manos y les dixieron que el apo grande que es el rrey les mandava dar aquella doctrina e que aquella hera la posesion de como la tomavan (…) el dia que llegaron ya que hera muy tarde fueron con el secretario a la yglesia e tomaron una imagen y el dicho probinçial dixo no se que cosas hablando con el dicho Antonio de Leon que le parece que era sobre la posesion que tomava del dicho pueblo i que ansi lo dixieron los dichos frayles a todos los yndios que alli se hallaron, como el apo grande que hera el rrey les mandava dar aquella doctrina (…) E qie llegados al dicho su pueblo y asiento de Yasqual començaron todos a ver e myrar con mucho espanto toda la tierra al derredor e que el apo padre de los dichos frayles que fue alli que segun parece que devia de ser el provincial, dixo que en tan mala tierra como aquella y tan aspera el no quería dexar ningun frayle e que le pesava por aver llegado alli. (1572-1576, f.25v.-28v.) La anterior cita corresponde a un extracto de los testimonios de Cristóbal Cuscao, Juan Cuaranguay y Antonio Cususan, caciques y principales del pueblo de Yascual asociado a la vecina etnia pasto, dichos testimonios serían relatados a los españoles por medio de la labor del indígena ladino Pedro, directamente de la lengua nativa al español. Estos testimonios están inscritos dentro de los procesos judiciales que registran la pugna entre el obispado de Quito y las órdenes religiosas por el control de las doctrinas de la jurisdicción de Pasto (Fierro, 2021, pp. 180-204). Pero más allá de la información importante sobre procesos de evangelización en la 79 región, aquí podemos resaltar como conceptos importantes de la cosmovisión andina como el de apu, están presentes en sociedades no necesariamente de habla quechua, y como encontramos otras acepciones de su significado. Por otro lado, vemos como el concepto de huaca, si bien no es nombrado, es posible de identificar en la figura de las imágenes religiosas que denotan la posesión de un sitio en particular un símil de la connotación totémica de la huaca. Las huacas y los apus están muy relacionados con las montañas, siendo estas el asiento natural de todo el mundo andino, pero estas ontologías andinas tienen una difusión que trascendió eventualmente las fronteras culturales de los Andes Centrales, donde tradicionalmente se han asociado. Es en este último punto donde podemos entender el papel de los caminos en relación con el tránsito y movilidad de ideas, en un contexto de larga duración, donde podemos apreciar en la documentación colonial la presencia de estas ontologías pero que de alguna manera llegaron a regiones tan apartadas como lo es el actual suroccidente colombiano. Si nos ponemos de acuerdo con la tesis de Dumer Mamian acerca de la influencia quechua en la región, donde distintas oleadas venidas del sur se asentaron paulatinamente antes, durante y después de la irrupción del Tahuantinsuyo (Mamian, 2004), entonces podemos inducir en los caminos un componente esencial de la infraestructura prehispánica y por ende del paisaje cultural, puesto que son los espacios donde están circulando las personas y las ideas. Por otro lado, al ver otros significados o acepciones de estos conceptos en la documentación local del siglo XVI, podemos comprender como apu y huaca se asocian por los doctrineros a las figuras de poder que ordenan el mundo de ese entonces: el apu monarca español como representante de Dios en la tierra y las huacas/imágenes religiosas de vírgenes y santos como tótems de las comunidades. El hecho de que Genoy este asentado sobre la ladera de un volcán, guarda una carga simbólica muy fuerte, puesto que un volcán no es una montaña cualquiera. En 80 este espacio tenemos una enorme huaca y a la vez apu principal que es el volcán, así como varios sitios marcados por la presencia de arte rupestre, los cuales dentro de la cosmovisión actual del pueblo quillacinga, tienen un marcado carácter sagrado. El problema principal aquí es que la acepción que hoy en día se tiene de estos lugares, probablemente no era la que tenían las personas que habitaron Genoy en la época prehispánica, a menos que los sistemas culturales hayan sido homogéneos tanto en los Andes septentrionales como centrales, cosa que es improbable. Sin embargo existen ciertos aspectos del arte rupestre que pueden encontrarse en distintos lugares de la cordillera de Los Andes desde Venezuela hasta el Cono Sur, factores estilísticos y la noción de petroglifos como marcadores territoriales y elementos asociados a la movilidad, los caminos y el paisaje cultural (cf. García, 2005; Mejías, 2013; Leibowicz et al, 2015; Ruiz, 2017; Yépez et al, 2017; Durán et al, 2023; Vitry, 2023). Es por eso por lo que para poder comprender y aproximarnos hacia una interpretación fiable del ordenamiento espacial y el paisaje en épocas prehispánicas, debemos complementar la arqueología con otras metodologías, pero a su vez desde la arqueología plantear los interrogantes e hipótesis que ayuden a develar los procesos sociales subyacentes a los asentamientos y caminos identificados en Genoy. El haber planteado en nuestros objetivos la necesidad de identificar asentamientos humanos, o al menos indicadores de presencia de estos como acumulaciones o dispersiones cerámicas, hace que nos veamos obligados a basar nuestra metodología de prospección en postulados teóricos claros y congruentes con el contexto andino en el que nos encontramos. En primer lugar, el modelo de lugar (place model) concibe al paisaje cultural como una serie de lugares susceptibles de “atraer” actividades socioeconómicas y culturales; de esta manera podemos asumir el paisaje como un conjunto de sectores, áreas o “unidades topográficas o 81 geográficas”, donde cada una tiene distinta probabilidad de haber sido usada para actividades concretas que van desde el aprovechamiento económico hasta la movilidad o la misma habitación o defensa (Banning, 2002, pp. 20-21). Finalmente en torno al modelo de paleopaisaje, resulta un modelo de tipo geoarqueológico que se adapta muy bien a entornos con condiciones paisajísticas cambiantes, como lo son las zonas con alta actividad volcánica, entrando en relación con el modelo anterior al incorporar la idea de conjuntos de áreas, en este caso de unidades geológicas o geomorfológicas (Banning, 2002, p. 22). Por otro lado nuestro marco teórico se sustenta en la investigación etnohistórica, historiográfica y etnográfica sobre el área de estudio; pero también tomando ideas de investigadores que han abordado el tema de caminos, tambos y transformaciones de la infraestructura prehispánica en el periodo colonial (Corcoran, 2017; Corcoran y Pezzarossi, 2018), así como aquellos otros que han abordado las nociones de historia, patrimonio y territorio (Gnecco y Zambrano, 2000). Autores como Noah Corcoran Tadd (2017) han estudiado a fondo el tema de los caminos coloniales, incaicos y elementos directamente asociados a estas formas de infraestructura prehispánica como los tambos. Pero también dentro del estudio de estas edificaciones y construcciones, el autor desarrolla toda una reflexión en torno a las transformaciones sufridas por la infraestructura prehispánica en el periodo colonial. Indudablemente es necesario siguiendo la visión de este autor, asumir una larga duración (Longue Durée) para la historia andina, teniendo en cuenta que existe una articulación entre lo prehispánico y lo moderno colonial español, identificable y plausible en la producción documental de los españoles, pero también en las narrativas de la conquista que se han producido en nuestra contemporaneidad (Corcoran Tadd, 2017, pp. 13-15). Por otro lado, el mismo autor ha abordado el tema del biopoder y la biopolítica también implícitas en esta materia, donde las cuestiones e interrogantes en torno a los fenómenos de 82 coerción ejercida por los españoles hacia los nativos, es un tema delicado y sugestivo de abordar desde una perspectiva arqueológica que complemente la visión tradicional de la etnohistoria al respecto (Corcoran Tadd & Pezzarossi, 2018, p. 96). Así también se tuvo presente la importancia de conceptos como microverticaldad y la verticalidad comprimida en la región y su incidencia en la organización del paisaje cultural de los pueblos andinos (Oberem, 1981; Brusch, 1977). Durante mucho tiempo las comunidades altoandinas de esta región, han podido colonizar regiones claramente diferenciadas en el tema climático, y esto ha facilitado por ejemplo el intercambio constante entre la selva amazónica, la sierra y la costa (Bray, 1994; Ramírez de Jara, 1996; Gnecco, et al., 1998). Por otro lado, las comunidades pasto y quillacinga, fueron comerciantes y mercaderes por excelencia y antonomasia durante la época prehispánica, el periodo colonial e incluso hasta mediados del siglo XIX, representados en la figura de los mindalaes, cargueros o acémilas (Salomon, 1986, 2011; Ramírez de Jara, 1996; Bray, 2005, 2011; Bernal, 2020). La etnohistoria ha logrado denotar la existencia del intercambio y comercio a gran escala que realizaron los Pastos con sus vecinos de Quito, Pimampiro, la Amazonia, la costa pacífica y los pueblos Quillacingas y Abades. Productos como la Coca junto con la sal, el algodón y el ají están presentes en casi todos las dinámicas y casos de intercambio identificadas por María Victoria Uribe y Frank Salomon en los Andes Septentrionales (Uribe, 1986a; Salomon, 2011). El papel de estos bienes de consumo era fundamental para la subsistencia física y cultural de las comunidades. Para la obtención e intercambio de estos bienes existieron estrategias comerciales y económicas como las colonias extraterritoriales y los Mindalaes, especialistas en el intercambio de bienes de prestigio y consumo. Las principales “colonias” de los Pastos, asentamientos lejanos de sus territorios de origen, se encontraban en Mallama (cordillera 83 occidental-piedemonte del Pacífico Nariñense), Ancuya y Funes (Río Guaytara-límite con la Provincia de Quillacinga) y El valle del Río Chota (regiones del Coangue e Intag- Pimampiro, Imbabura, Ecuador) (Uribe, 1986a; Bray, 2005, 2011; Salomon, 2011). Este fenómeno de intercambio ha sido estudiado a partir de fuentes coloniales, pero parece haber estado arraigado en las comunidades de los Andes Septentrionales, desde antes de la irrupción del Tahuantinsuyu, como han confirmado algunas excavaciones en Pimampiro (Ecuador), que identifican la presencia de cerámica Tuza, asociada a fechas de datación entre los siglos IX d.C. y XV d.C. (Bray, 2005; 2011). Como podemos apreciar, el grado de movilidad e integración de las etnias locales del septentrión andino, hoy suroccidente colombiano y norte de Ecuador, fue bastante importante. En el sentido de que lograron establecer un sistema de circulación de bienes en una región de gran diversidad geográfica, étnica y ambiental. Y algunos de estos rasgos pueden aún apreciarse en la documentación producida por los españoles a partir del siglo XVI, donde al hablar de las rutas comerciales que salían de Pasto siempre están de por medio los indígenas, como acémilas y cargueros pero también como agentes contratadores representados en la figura de caciques y mindalaes. Pero más allá de ello, también entrelineas podemos ver como el tema de la necesidad de adquirir productos de otros pisos térmicos, geografías y ambientes es algo crucial para los españoles, como obviamente lo fue para los habitantes precolombinos. La espina dorsal del comercio y del ordenamiento espacial en esta parte de los andes está reflejada en la articulación vertical de la economía, donde los caminos y la figura de las montañas necesariamente guardan un papel crucial, como la infraestructura humana y social, pero también como el espacio generador de productos y por ende de vida. 84 Figura 34. Modelos económicos de intercambio y comercio propuestos para Los Andes Septentrionales. Elaboración propia con base en: (Salomon, 1986, 2011; Uribe, 1986a; Bray, 2005; Bernal, 2020) Capítulo 4: Metodología El objetivo principal de esta investigación consiste en la identificación de ocupaciones humanas a lo largo del tiempo, en zonas altitudinalmente diferenciadas dentro del corregimiento de Genoy; pero además de esto, se busca identificar también caminos y asentamientos, en aras de comprender la relación y el ordenamiento espacial existente en este territorio. 85 Teniendo en cuenta las cronologías existentes para el Valle de Atriz, y otras zonas del área de influencia del Volcán Galeras, buscamos la recolección de información a partir del análisis de material cerámico y lítico procedente de elementos o indicadores de contextos domésticos. En este sentido, la identificación de ocupaciones y asentamientos depende en gran medida del poder encontrar basureros cerámicos, lo que dentro de las metodologías de reconocimientos sistemáticos regionales planteadas por autores como Drennan (2006) y Langebaek y Piazzini (2003), constituye un factor principal a la hora de determinar la organización espacial de asentamientos humanos dentro de una región en específico. Es por ello por lo que se eligió emplear los preceptos técnicos, teóricos y metodológicos de estos autores al momento de hacer la prospección dentro de los polígonos que se definieron en Pullitopamba y El Edén. Por otro lado, la visibilización de rutas y caminos de origen prehispánico, depende en gran medida de la elaboración de una información cartográfica, obtenida a través de distintas herramientas como el análisis de imágenes satelitales, el reconocimiento a pie de la mano de la comunidad indígena y la búsqueda de información cartográfica en el archivo histórico. El poder elaborar una cartografía de las rutas y caminos presentes en el área de estudio, complementa la información obtenida en la prospección. Al poder cartografiar tanto asentamientos como caminos, en concordancia con otros elementos a tener en cuenta (altitud, arte rupestre, geomorfología, etc), es posible trazar un insumo que nos de la información suficiente para poder entender e interpretar el paisaje arqueológico y el ordenamiento espacial de la zona. De esta manera, la metodología planteada permite responder a la incógnita de cuál es la relación existente entre asentamientos y caminos en Genoy. En esta lógica, para el desarrollo de esta investigación se aplicaron ideas y conceptos de la arqueología espacial, como la implementación de mapas de distribución de materiales 86 arqueológicos así como la integración del análisis estadístico de los datos recogidos en campo. Inicialmente de mucha ayuda el trabajo de Robert Drennan y Víctor González Estadística para Arqueólogos (2019) y el libro An introduction to statistical methods and data analysis de R. Lyman-Ott y Michael Longnecker (2015) , como punto de partida teórico a la hora de desarrollar las formulaciones necesarias en la exploración inicial de los datos, y las posteriores aplicaciones de métodos estadísticos más complejos como las correlaciones o gráficos de dispersión (Scatter Plots). En este sentido, se logró comprender que el uso de herramientas como la regresión matemática y el análisis multivariable, son cruciales a la hora de plantear modelos interpretativos con relación a la distribución espacial de los elementos arqueológicos y variables dependientes de índole antrópico, pero también para entender la incidencia de variables independientes asociadas a la geología y la naturaleza del área de estudio, como la altitud por ejemplo. (Hodder y Orton, 1976, pp. 98-198; Hacıgüzeller, 2020, Gillings et al, 2020). Aunado a lo anterior, se buscó incorporar teorías y métodos de prospección remota con énfasis en el análisis de distintos tipos de imágenes satelitales y ciertas anomalías en función de la geomorfología natural (Parcak, 2009, pp. 41-205), en complemento con métodos convencionales de prospección en terreno como la implementación de polígonos y muestreos sistemáticos (Banning, 2002, pp.100-132). Además de ello, se tuvo como referencia teórica algunos estudios y reconocimientos arqueológicos llevados a cabo en Colombia (Drennan, 2006) y en la región Nariñense (Langebaek y Piazzini, 2003; Cárdenas y Bernal, 2019). En términos de lo que implica realizar un reconocimiento arqueológico, donde la prospección juega un papel crucial en la obtención de resultados y consecución de objetivos investigativos planteados, la implementación de un modelo de distribución cultural apropiado juega un papel fundamental a la hora de diseñar una estrategia de muestreo. En esta lógica, entre muchos de los 87 modelos descritos por Banning en su libro Archaeological Survey (2002), se consideró que los modelos de Lugar (Place model) y Paleopaisaje (Paleolandscape model) se adecuan bien a nuestra área de reconocimiento. 4.1. Trabajo en Archivo Para este efecto, la consulta de los fondos digitalizados del Archivo General de la Nación y del Archivo General de Indias fue primordial. Se buscó indagar por las mapotecas así como por documentos que mencionaran al pueblo o la encomienda de Genoy en el periodo colonial, además de información de interés relativa a la administración de caminos en los siglos XVI y XVII. Para ello se usaron las herramientas de consulta en línea de ambos archivos, PARES y ARCHIDOC, respectivamente. En el caso del Archivo General de Indias, la información relativa a Genoy se encuentra ubicada en el fondo de la Audiencia de Quito, específicamente en la sección de Confirmaciones de Encomiendas, siglos XVI y XVII; mientras que en el Archivo General de la Nación la información de caminos y documentos asociados esta materia fue encontrada en fondos correspondientes a las Oficinas de Guerra del periodo de Independencia. Además de esto, la mapoteca del Archivo General de la Nación arrojó en nuestra búsqueda mucha cartografía del periodo colonial, en la que se esbozan algunos caminos que atravesaban Genoy en ese entonces. Hay que aclarar, que muchos de los caminos prehispánicos, fueron usados por los españoles en el periodo colonial, y así mismo pervivieron durante el periodo republicano al presente. Por ello no solamente se abogó por hacer pesquisas en fondos coloniales, sino que también se indagaron documentos del periodo de independencia y republicano. 88 Fue necesario además tener a mano los diferentes catálogos documentales referentes a la región, elaborados por el historiador Arturo Bolaños Martinez y la historiadora Doramaría Chamorro (Bolaños y Chamorro, 1994; Bolaños, 2012); estos catálogos acortaron el tiempo de búsqueda en los fondos del Archivo General de Indias y el Archivo General de la nación, al tener ya hechas las fichas descriptivas de cientos de documentos del periodo colonial relativos al suroccidente de Colombia. Se hizo igualmente una consulta en el Archivo Histórico de Pasto, consultando la poca documentación del periodo colonial existente en este lugar, sin embargo esta información fue complementada por la lectura del trabajo del historiador Emiliano Diaz del Castillo, quien transcribió muchas actas del cabildo de Pasto correspondientes al siglo XVI (Diaz del Castillo, 1995, 1999). 4.2. Trabajo de Campo 4.2.1. Reconocimiento Remoto El reconocimiento remoto, en primer lugar consistió en el análisis de imágenes satelitales, haciendo uso de plataformas virtuales como Colombia en Mapas, del instituto Agustín Codazzi, así como mediante el uso de programas específicos como Google Earth. Además de esto, se logró tener acceso a imágenes de radar del área de estudio, gracias a la gestión de David Alejandro Llano, geólogo y docente de la Universidad de Nariño. Por otro lado, se implementaron teorías y métodos de prospección remota con énfasis en el análisis de imágenes satelitales (Parcak, 2009), en complemento con métodos convencionales de prospección en terreno. El objetivo del reconocimiento remoto radica en el hecho de construir un sistema geográfico visual disponible para ser utilizado por conservacionistas, historiadores y científicos por igual (Limp, 1993). En primera instancia la fotografía aérea fue la primera aproximación a este tipo de 89 metodología, sin embargo con el pasar de los años se ha avanzado más en equipos y sobre todo en software e imágenes satelitales, que hoy en día constituyen el principal insumo para los métodos de prospección remota (Parcak, 2009). Complementando lo anterior, se usó información de mapas anteriores a la construcción de los albergues de emergencia en Pullitopamba y la carretera Pasto-Genoy-Sandoná. Estos últimos mapas fueron rastreados en la mapoteca del Archivo General de la Nación de Colombia por medio de la plataforma ARCHIDOC, y corresponden a los inicios del periodo republicano. La importancia de estos mapas permitió identificar algunos caminos y rutas que han venido siendo usados en la zona desde el periodo colonial y republicano. Esta información en conjunto con el uso del programa Google Earth, resultó importante a la hora de identificar características asociadas a posibles sitios de asentamiento prehispánico como presencia de montículos, terrazas y cimas aplanadas. Estas modificaciones de carácter antrópico en el paisaje, visibles desde el satélite, constituyen una característica esencial de los patrones de asentamiento para la zona andina del suroccidente colombiano (Uribe, 1977-1978). 4.2.2. Reconocimiento a Pie El objeto inicial de esta etapa de la investigación consistió en rastrear gracias a la herramienta track del GPS GARMIN INSTINCT, los recorridos a pie llevados a cabo junto con la comunidad indígena. estos recorridos fueron guiados principalmente por los taitas Porfirio Pachichaná y Henry Criollo, grandes conocedores del territorio. El reconocimiento a pie permitió una georreferenciación más precisa de las rutas de origen prehispánico que han persistido en la memoria de los habitantes de Genoy. Además, fue inicialmente de gran importancia para la identificación de sitios arqueológicos en terreno, tales como petroglifos o pictogramas, así como 90 formaciones naturales y antrópicas del paisaje que no fueron posibles de apreciar desde el reconocimiento remoto ni por medio del análisis de imágenes satelitales. Los datos obtenidos en el reconocimiento a pie fueron contrastados y comparados con la información preliminar obtenida por medio del reconocimiento remoto y el trabajo de archivo. Todo ello permitió comprobar el trazado de ciertas rutas y caminos, siendo un aspecto importante para diseñar posteriormente los polígonos a prospectar. Así también, los tracks generados en el reconocimiento a pie, consistieron en un insumo esencial a la hora de generar mucha de la cartografía producida en QGIS y Google Earth. Finalmente, la idea de hacer el reconocimiento a pie sirvió para entender de primera mano la configuración natural del relieve en Genoy, su paisaje y su geomorfología. Gracias a la colaboración del geólogo David Alejandro Llano, se pudieron determinar además cuáles son las zonas del área de estudio con evidencia de eventos volcánicos como flujos de lava, caídas de ceniza y piroclastos. Este tipo de información fue muy importante a la hora de levantar el plano de la geomorfología del área de estudio, así como de lograr una descripción más precisa de los accidentes geográficos y las geoformas presentes en Pullitopamba y El Edén. 4.2.3. Prospección arqueológica La prospección arqueológica se realizó en los sectores de El Edén, Pullitopamba y San Juan- Potreros (Genoy Alto), cada uno de ellos correspondiente con ambientes y pisos térmicos diferentes dentro del corregimiento de Genoy. Este parámetro se hizo teniendo en cuenta la importancia de conceptos como microverticaldad y la verticalidad comprimida en la región y su incidencia en la organización del paisaje cultural de los pueblos andinos (cf. Brusch, 1977; Oberem, 1981; Langebaek y Piazzini, 2003). El hecho de realizar los polígonos a prospectar en 91 diferentes pisos altitudinales se justificó porque las características de la cordillera de los andes en esta región, permiten un relativo desplazamiento fácil entre distintos pisos térmicos. 4.2.3.1. Polígonos y proyección de sondeos La elección de las dimensiones de los polígonos a prospectar se debió a distintos factores. En primer lugar, la negativa de permisos de predios de propietarios imposibilitó hacer un solo polígono que integrara todas las veredas del corregimiento de Genoy. En segundo lugar se calculó una taza de rendimiento basada en la cantidad de personas del cabildo dispuso para la excavación de los pozos de sondeo; en esta lógica, cada persona estaría en capacidad de realizar 15 sondeos diarios, lo que se tradujo en aproximadamente 4 meses de prospección, teniendo en cuenta los días domingos y festivos que no se laboró en campo. Se hizo un análisis previo de las unidades del paisaje presentes en el área de estudio, priorizando formaciones de terrazas naturales y cimas aplanadas y denudadas como lugares idóneos para la realización de los polígonos, teniendo en cuenta las experiencias y resultados de reconocimientos sistemáticos llevados a cabo en Nariño en años anteriores como los de Langebaek y Piazzini (2003) en Yacuanquer, y de Cárdenas y Bernal en Consacá (2019); vale aclarar que estos estudios arqueológicos se llevaron a cabo en zonas aledañas al volcán Galeras, por lo que se buscó aplicar algunos conceptos metodológicos expuestos en estos trabajos, tales como la distancia de 50m entre cada sondeo y la afluencia de material arqueológico reportado e identificado en terrazas naturales y cimas aplanadas, así como en zonas adyacentes a caminos veredales. La idea de aplicar además conceptos metodológicos usados por Robert Drennan en sus investigaciones en el Valle de la Plata (departamento del Huila, Colombia), fue muy importante a la hora de hacer la proyección y dimensiones de los pozos de sondeo dentro de cada polígono. De esta manera la prospección consistió en realizar pozos de sondeo de 40cm × 40cm, 92 distanciados uno de otro por 50m. Para la realización de estos sondeos se usaron herramientas como palines, holladoras y barrenos. Las distancias y ubicación de los pozos fueron hechas con apoyo de la proyección generada en QGIS y con ayuda de un GPS GARMIN INSTINCT, también se hizo uso de un telémetro TIDE-WE RF1000 para corroborar la exactitud de la distancia entre sondeos. Al final de cada pozo se hizo una prueba de barreno, en aras de complementar de la mejor manera la información estratigráfica. Se proyectaron 35 pozos para el sector de Genoy Alto, 10 pozos para el sector de San Juan, 467 pozos en el polígono de Pullitopamba y 6 pozos en el polígono de El Edén, para un total de 518 pozos proyectados inicialmente en toda la prospección. Todos los pozos de sondeo fueron georreferenciados para ser luego cartografiados en programas como SURFER y QGIS, todo ello con motivo de identificar posibles sitios para futuras prospecciones de carácter más intensivo, así como excavaciones en área. Los datos y variables obtenidos en la prospección fueron condensados en una base de datos generada a partir de los programas EXCEL y SPSS. En este sentido las variables como el tipo de material encontrado y la profundidad de las unidades estratigráficas identificadas en cada sondeo, permitieron entender la importancia de la sedimentación de origen volcánico en la zona y el comportamiento del material arqueológico en este entorno. 93 Figura 35. Mapa general del Proyecto Arqueológico Genoy (AIA 8789) en su propuesta inicial enviada al ICANH. Se aprecian los caminos previamente reconocidos por el cabildo indígena, sitios de arte rupestre, y los polígonos proyectados en los sectores de Genoy alto-San Juan, Pullitopamba y El Edén. (Elaborado por César Obando). 94 Figura 36. Sondeos proyectados en el polígono de Genoy Alto. (Elaborado por Tiepolo Fierro y César Obando). Fig. 1. Sondeos proyectados en el polígono de San Juan. (Elaborado por Tiepolo Fierro y César Obando) 95 Figura 37. Sondeos proyectados en el polígono de Pullitopamba. (Elaborado por Tiepolo Fierro y César Obando) 96 Fig. 2. Sondeos proyectados en el polígono de El Edén. . (Elaborado por Tiepolo Fierro y César Obando) 4.2.3.2. Estrategias de remoción de suelo Teniendo en cuenta la información aportada por los mapas geomorfológicos, así como algunos perfiles expuestos en zonas adyacentes o cercanas a los polígonos, se establecieron dos sistemas de remoción de suelo: uno por medio de niveles arbitrarios de 20 cm y otro por medio de excavación estratigráfica. En este sentido el sistema de niveles arbitrarios fue implementado en áreas donde no hay mucha incidencia de depósitos volcánicos de gran espesor y donde fue más susceptible la presencia de material arqueológico. Por su parte el sistema de excavación estratigráfica se implementó en las áreas donde los depósitos volcánicos son de mucho mayor espesor, como la parte llana de Pullitopamba, donde existen afluencias de flujos volcánicos y caídas de ceniza que en los perfiles expuestos tenían más de 50 cm de espesor. 97 Como herramientas de excavación para los pozos de sondeo se hizo uso de paladragas, palines cuadrados y barretones, estos últimos considerando la presencia de piroclastos y rocas en algunos estratos que requieren el uso de estas herramientas pesadas. Así mismo teniendo en cuenta la importancia de recolectar material cerámico y lítico principalmente, se hizo uso de zaranda para cernir el suelo removido en aras de lograr una recolección más eficiente del material arqueológico. El material recolectado fue debidamente guardado en bolsas resellables y debidamente rotuladas, incluyendo en los rótulos información como el tipo de material, profundidad, numero de pozo de sondeo, estrato, altitud, unidad de paisaje y cantidad de fragmentos. Figura 38. Prospección en Pullitopamba con miembros de la comunidad indígena. (Fotografía: Tiepolo Fierro) 98 4.2.3.3. Recolección de información Para una organización de la información en campo más eficiente, se hicieron las siguientes fichas de pozos de sondeo, las cuales corresponden al primer soporte de la base de datos sobre la que se realizó los correspondiente análisis del material arqueológico recolectado, en este sentido, la ficha de pozo de sondeo se enfocó en consignar más información del suelo y la estratigrafía, así como del contexto en el que se encontró el material arqueológico. El material recolectado luego de ser debidamente embalado en bolsas resellables debidamente enumeradas fue rotulado, conteniendo estos rótulos la información necesaria para su identificación y posterior relación en la base de datos, por lo que se le asignaron los siguientes códigos de acuerdo con la naturaleza de cada material, seguidos de un número consecutivo de fragmentos. Todos los códigos están precedidos por las siglas GNAL, GNSN, GNPLL o GNED para dar cuenta de la procedencia del material y elementos arqueológicos, significando respectivamente GENOY-ALTO, GENOY- SAN JUAN, GENOY-PULLITOPAMBA y GENOY-EL EDÉN. Los códigos del material son los siguientes: CE (Cerámica), LT (Lítico), OF (Óseo Fauna), OH (Óseo Humano), CR (Carbón) y OT (Otros materiales). Teniendo en cuenta además la presencia de elementos arqueológicos asociados al material recolectado en los pozos, estos también fueron codificados. Los códigos de elementos arqueológicos definidos fueron: AS (Asentamiento), LN (Lindero), AR (Arte Rupestre), CM (Camino), PE (Perfil Expuesto), CA (Cima Aplanada, TE (Terraza), DM (Dispersión de Material), AB (Abrigo Rocoso), V (Vivienda), SF (Sitio Funerario/Entierros), CN (Canal), OT (Otros). 99 PROYECTO ARQUEOLÓGICO GENOY (POLÍGONO PULLITOPAMBA) FICHA DE POZO DE SONDEO N° 416 Fecha: 21/08/22 Resultado: Positivo REGISTRO ESTRATIGRÁFICO Estrato Descripción Profundidad cm Niveles 1 x Depósito volcánico, suelo limo-arcilloso asociado a caída de ceniza. 0- 60 1-2-3 2 Suelo arcilloso bastante compacto, presencia de rocas pequeñas de cuarzo. 60-100 4-5 3 No identificada NA NA REGISTRO DE MATERIAL CULTURAL Tipo Cantidad Estrato Profundidad cm Nivel Cerámica X 2 1 40 2 Lítico Óseo fauna Óseo Humano Carbón Otro: DESCRIPCIÓN PAISAJE Planicie con presencia de pequeñas elevaciones del terreno (colinas), limitada al oriente por el cañón del río Pasto y al occidente por el curso de la quebrada Genoy. Pastizales arbolados con uso actual para ganadería. ELEMENTOS ASOCIADOS Camino X Canal Petroglifo S.Funerario Vivienda Terraza Pictograma Montículo Cima Aplanada X Abrigo Rocoso Curso de Agua X Otro X (lindero) OBSERVACIONES: En el polígono hay presencia de caminos prehispánicos en su costado oriental, así como presencia de linderos. Figura 39. Ficha de Prospección para Pozo de Sondeo. GNPLL-PS416. (Ejemplo) 100 PROYECTO ARQUEOLÓGICO GENOY (POLÍGONO PULLITOPAMBA) FICHA DE REGISTRO DE MATERIAL Fecha: 21/08/22 N° Bolsa: 01 N° Fragmentos: 2 N° Pozo: 54 U. Estratigráfica: 1 Nivel: 2 Profundidad: 40 cm Tipo Material CE X LT OF OH CR OT Descripción: Rango de códigos de fragmentos: GNPLL-PS054CE001 A GNPLL-PS054CE002 Observaciones: Cerámica muy friable y afectada por humedad. Figura 40. Rótulo de registro de bolsas de material arqueológico. GNPLL-PS054. (Ejemplo) PROYECTO ARQUEOLÓGICO GENOY (POLÍGONO PULLITOPAMBA) FICHA DE REGISTRO DE ELEMENTO ARQUEOLÓGICO Fecha: 21/08/22 Bolsa/Lote asociado: 01 N° Fragmentos: NA Pozos asociados: 416 U. Estratigráfica: 1 Nivel: 0 Profundidad: Superficie Tipo Elemento LN AR CM X PE CA X TE DM AB V SF CN OT Descripción de elemento: Cima aplanada, ubicada sobre colina denudada. Observaciones: Adyacente a posible sendero o camino. Figura 41. Ficha de registro de elementos arqueológicos GNPLL-PS416. (Ejemplo) 4.2.4. Arqueología comunitaria Antes de hacer los recorridos de reconocimiento a pie y la prospección en sí, fue necesario socializar con la comunidad indígena, la información obtenida por medio del análisis de imágenes satelitales y los distintos mapas consultados. Se llevaron a cabo varias reuniones en las que se expuso a los integrantes del cabildo la necesidad de trazar hojas de ruta para el reconocimiento a pie, además de concretar la logística de la prospección arqueológica. Dado que este proyecto se enmarca en un ejercicio de arqueología comunitaria, fue importante dejar en claro que toda la comunidad debía aportar desde diferentes ámbitos. 101 En este sentido, las mingas de pensamiento fueron los espacios donde se concretó la necesidad e importancia de esta iniciativa; pero también fue donde se articularon otros aspectos fundamentales para toda investigación, como lo es la logística y la organización de las labores de campo. La minga como rasgo cultural andino aun viviente entre la comunidad de Genoy, fue ese primer tramo del camino hacia el pasado prehispánico de la región que recorrimos. El ejercicio de la minga131415 como actividad y práctica decolonizada, es un componente importante de esta iniciativa, donde la importancia del trabajo comunitario y el diálogo de saberes sobresalen como punto de partida inicial para este proyecto. Así pues, la comunidad indígena se comprometió a brindar el acompañamiento y guía necesaria, así como la solicitud de permisos y coordinación con los propietarios de los predios donde se llevó a cabo la prospección. En materia de alimentación e insumos para el trabajo, la idea fue hacer una minga, un concepto muy arraigado en el pensamiento y la cultura indígena de Genoy, donde el trabajo comunitario es dirigido hacia un fin concreto y el bien común, sin necesariamente esperar una retribución económica o salarial. En este caso, el fin concreto fue el poder generar un insumo académico y científico que les sirviera para fortalecer el componente arqueológico del Plan de Vida de la comunidad. Finalmente, la comunidad indígena de Genoy puso a disposición 10 integrantes del cabildo, que acompañaron las labores de prospección y 13 De acuerdo con Oscar López la minga consiste en “formas de trabajo comunitario propio de las comunidades amerindias ubicadas en la cordillera de los Andes desde Chile hasta el Colombia” (2018, p. 2). 14 La definición de la RAE nos dice lo siguiente: “Del quechua mink'a. 1. f. Arg., Chile, Col., Ec., Par. y Perú. Reunión de amigos y vecinos para hacer algún trabajo gratuito en común. 2. f. Ec. y Perú. Trabajo agrícola colectivo y gratuito con fines de utilidad social” (Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.6 en línea]. [4/06/23]) 15 Por otro lado Antonio Sarmiento, citando al nariñense Arturo Pazos nos da la siguiente definición: “la palabra “minga” tiene su etimología en la lengua quechua: minka o minga, que significa el trabajo colectivo hecho en beneficio de la comunidad o a favor de un particular que costeaba la comida y bebida de sus convidados” (2005, p. 139) 102 llevaron sus herramientas, muchas de las cuales son usadas de manera cotidiana en las labores agrícolas. Finalmente se realizaron distintas charlas y capacitaciones con la comunidad indígena, buscando instruir a los participantes de las mingas en aspectos básicos de la prospección y el reconocimiento arqueológico, así como en cuestiones ligadas a la normativa y legislación de patrimonio. Complementario a ello, se hicieron talleres de arqueología experimental con el ánimo de acercar más a las personas con el patrimonio arqueológico mueble, como la cerámica. Estos talleres además incluyeron capacitaciones en torno a la identificación del material cerámico fragmentado, muchas veces invisibilizado o infravalorado en detrimento de elementos arqueológicos más llamativos. a b Figura 42. (a) Reunión y capacitación en temas de prospección y patrimonio con las autoridades del Cabildo Indígena Quillacinga de Genoy, Casa Mayor, vereda Charguayaco; (b) Capacitación en temas de patrimonio y arte rupestre con integrantes de la comunidad indígena, Vereda El Edén. 103 4.3. Laboratorio El tratamiento e inventario inicial del material recolectado se llevó a cabo en las instalaciones de la Casa Mayor del Cabildo Indígena de Genoy, donde cuyas autoridades dispusieron un espacio para la conformación de un área de estudio para inventariar el material arqueológico encontrado en la prospección. De esta manera también se buscó integrar y familiarizar a la comunidad indígena en temas manejo del patrimonio arqueológico. Posteriormente, la clasificación del material arqueológico se hizo en la ciudad de Pasto; finalmente, el análisis de los componentes de la cerámica como su desgrasante se hizo en el laboratorio de la fundación ERIGAIE en Bogotá. 4.3.1. Tratamiento del material arqueológico Los materiales encontrados se manipularon siguiendo el siguiente proceso/protocolo, consistente en las siguientes etapas: 1. Embalaje y rotulación 2. Limpieza y lavado del material 3. Conteo e inventario en base de datos 4. Caracterización y clasificación de cerámica y líticos 5. Análisis cuantitativo y cualitativo La limpieza del material cerámico diagnóstico se hizo en seco, esto para minimizar la afectación a los pigmentos y tratamientos de superficie. La limpieza del resto del material cerámico y del material lítico se realizó haciendo uso de agua destilada, según las condiciones físicas del material encontrado. Debido a la alta humedad de la zona, no se lavó con mucha agua corriente o 104 a presión la cerámica, ya que pueden perderse sus características superficiales, por esta razón fue necesario el uso de isopos (cotonetes) para la remoción del lodo o limo adherido a esta. En el caso de los fragmentos cerámicos que demostraron tener presencia de restos orgánicos adheridos, no se lavaron y se embalaron debidamente para posteriores análisis especializados. Todo el material arqueológico fue manipulado haciendo uso de implementos que eviten al máximo su contaminación o afectación, es por ello por lo que el uso de guantes de látex y tapabocas fue obligatorio en el espacio de laboratorio, así como la debida limpieza del espacio. 4.3.2. Análisis Cerámico Para el análisis de clasificación cerámica se analizaron las variables expuestas en la tabla siguiente, divididas en tres grupos principales: variables contextuales, variables tecnológicas y variables morfológicas. Para ello se basó gran parte del análisis en el libro “Métodos para la caracterización de la cerámica arqueológica”, (Arguello et al, 2021), así como en los postulados descritos en el libro “Pottery in Archaeology” (Orton y Hughes, 2013) . Este tipo de análisis nos permitió inferir y definir los distintos grupos cerámicos a partir de características de la pasta y superficie como el color, el tipo de desgrasante y el acabado de la superficie. Estos métodos y técnicas van desde el estudio de los desgrasantes y pastas de la cerámica por medio del microscopio, así como el análisis de formas diagnósticas para su proyección y posible seriación. Así mismo se hizo un debido análisis y exploración estadística de los datos obtenidos en la prospección haciendo uso de software y paquetes estadísticos como SPSS, empleando metodologías de análisis de datos y análisis espacial de la distribución del material en terreno, esto último se hizo por medio de programas como SURFER. La periodización y cronologías del material se apoyaron en las clasificaciones estilísticas y tipológicas existentes para la región, con 105 base en estudios arqueológicos que han definido estas categorías (Langebaek y Piazzini, 2003; Lleras et al, 2007; Cárdenas y Bernal, 2019). En este sentido, podemos decir que la caracterización cerámica propuesta es de la clase Tipo/Variedad, donde se concatena el análisis estilístico junto a la identificación de características tecnológicas y morfológicas de la cerámica arqueológica. De esta manera, se pudieron seleccionar muestras de fragmentos susceptibles a análisis mineralógicos de pasta, a partir del uso de secciones delgadas. Esto último, es de gran importancia a la hora de afinar las tipologías establecidas, así como establecer la procedencia local o foránea de la cerámica recolectada. Ficha de Clasificación Cerámica Proyecto Arqueológico Genoy Variables Contextuales ID: N° de Pozo: UE: Sitio: Profundidad (cm): Variables Tecnológicas Técnica de manufactura Núcleo Grosor Fragmento Enrollado Ausente Moldeado Presente Modelado Difuso Indeterminado Color Superficie Externa Color de la pasta Textura Friable Color Superficie Interna Porosa Compacta Color Engobe Laminar Desgrasante Tamaño Desgrasante Erosión Cuarzo Muy Fino Cara Interna F. Félsicos Fino Cara Externa Mica Medio Ambas Caras F. Ferrosos Grueso Sin Erosión Tratamiento de Superficie Alisado Engobe Burdo Pulimento Vidriado Indeterminado Variables Morfológicas Tipo de fragmento Tipo de Borde Tipo de labio Cuerpo Evertido Biselado Labio Invertido Plano Asas Recto Recto Borde Indeterminado Redondeado Cuello Manufactura Borde Reforzado Base Simple Acanalado 106 Soporte Compuesto Ondulado Tapa Indeterminado Otro Figura 43. Ficha de clasificación cerámica usada en laboratorio. 4.3.3. Análisis Lítico Para el análisis del material lítico encontrado, se tomaron en cuenta algunas de los tipos de variables expuestas en la tabla anterior (tecnológicas y morfológicas), añadiendo en este caso el tipo de variable categórica. Dado que el estado de conservación de los líticos es mejor que el de la cerámica, permite inferir con más certeza el tipo de artefacto o desecho al que corresponde cada ítem. En este sentido se diferenciaron las variables de análisis en Contextuales, Categóricas, Morfológicas y Tecnológicas. El hecho de no haber una tipología lítica definida para Nariño y el Sur Occidente Colombiano en general, hizo necesario tomar conceptos clave de autores que han estudiado la lítica de la zona andina de Colombia y Ecuador como Cristóbal Gnecco (1993), María Angela Carlucci (1968) y Ernesto Salazar (1987). Sin embargo, también se tuvo en cuenta para efectos de definición de clases de líticos (artefactos y desechos), los postulados de Andrefsky y Andrefsky Jr. (1998). Ficha de Clasificación de Líticos Proyecto Arqueológico Genoy Variables Contextuales ID: N° de Pozo: UE: Nivel Sitio: Profundidad (cm): Variables Categóricas TIPO DE LÍTICO Instrumento Desecho Percutor Afilador Lasca Pulidor Raspador Picado Yunque Cuchilla o Cortador Núcleo Metate Punta de Proyectil Canto rodado Hacha Cincel Lámina Raedera Compuesto Preforma 107 Horadador Indeterminado Indeterminado Variables Morfológicas INTEGRIDAD Completo Erosionado Afectado por agua Fracturado Afectado por fuego Pátina/Costra MATERIA PRIMA PESO Variables Tecnológicas TRATAMIENTO Pulimento Retoque Talla Modificación por uso Ninguno TIPO DE EXTRACCIÓN ÁNGULO DE EXTRACCIÓN ÁNGULO DE USO Lascado Picado Roca aprovechada por su forma Indeterminado FORMA DE BORDE ACTIVO Cóncavo Convexo Recto Irregular Indeterminado Figura 44. Ficha de clasificación de líticos usada en laboratorio. 108 Capítulo 5: Resultados 5.1. Resultados del Trabajo de Archivo 5.1.1. Genoy en el periodo colonial Para el caso estricto de Genoy, la primera mención de este pueblo por los españoles corresponde a la tasación asociada a la visita del oidor Tomás López entre 1558 y 1559, donde se recalca que en este repartimiento había 152 indígenas tributarios (Moreno, 1970; Romoli, 1978). La comparación de esta cifra con la cantidad de indígenas tributarios en la primera mitad del siglo XVII denota la evidente baja de población indígena, casi un 90% menos de tributarios serían reportados en la visita del oidor Rodríguez de San Isidro-Manrique como podemos apreciar en el siguiente gráfico. Figura 45. Evolución poblacional de indígenas tributarios en Genoy (s.XVI-XVII). Elaboración propia con base en: ((1645)[1638] AGI/QUITO,55B,N.39; Moreno, 1970; Padilla, 1977; Romoli, 1978) 109 Esta tendencia de disminución poblacional no es exclusiva de Genoy, sino que es un fenómeno que se ve reflejado en toda la región, con algunas variaciones importantes de tener en cuenta. Al revisar toda la documentación asociada a tasaciones, visitas y confirmaciones de encomienda es posible apreciar un detrimento general de la población de indígenas tributarios, pero al mismo tiempo también es posible inferir un leve aumento de esta población indígena hacia la mitad en el siglo XVII, algo que puede ser explicado por la irrupción de indígenas forasteros y yanaconas, fenómeno que viene consolidándose en la región desde el siglo XVI: Figura 46. Evolución poblacional de indígenas tributarios en Genoy y de indígenas forasteros o yanaconas en la cuenca del río Guaitara. (s.XVI-XVII). Elaboración propia con base en: (1582, AGI/QUITO,22,N.38; (1638)[1621], AGI/QUITO,55B,N.31; (1645)[1638], AGI/QUITO,55B,N.39; (1687)[1682], AGI/QUITO,58,N.7; Moreno, 1970; Padilla, 1977; Romoli, 1978) Fenómenos de migraciones de poblaciones móviles como esta, venidas del sur y por ende portadoras del idioma y cosmovisión quechua, son una característica poco abordada por la historiografía y la etnohistoria local. Es necesario ahondar más en ello puesto que la información 110 de las encomiendas de indígenas forasteros y yanaconas ofrece una aproximación más clara a los procesos de migración y mestizaje acaecidos en la zona y por ende nos ayuda a explicar mejor posibles eventos de movilidad de personas portadoras de ideas religiosas que a la postre terminarían fundiéndose e integrándose a las creencias y cosmovisión locales. El análisis del comportamiento demográfico de la población tributaria, nos muestra como esta población de forasteros y yanaconas, durante todo el siglo XVII experimentarían un aumento notable en el número de sus indígenas tributarios, siendo un grupo poblacional que denota una relativa estabilidad en su población, a diferencia de la tendencia general en la región, donde el descenso poblacional es mucho más abrupto al abordar entidades administrativas como la Jurisdicción de Pasto o el área asociada a la provincia de Quillacinga. Figura 47. Evolución poblacional de indígenas tributarios en la región (s.XVI-XVII). Elaboración propia con base en: (1582, AGI/QUITO,22,N.38; (1638)[1621], AGI/QUITO,55B,N.31; (1645)[1638], AGI/QUITO,55B,N.39; (1687)[1682], AGI/QUITO,58,N.7; Moreno, 1970; Padilla, 1977; Romoli, 1978) 111 Para complementar el análisis demógrafico de la población indígena tributaria y la idea de que en la primera mitad del siglo XVII se hace más visible la presencia de indígenas foráneos que se integran a las comunidades locales, hemos consultado en el Archivo General de Indias por medio de la plataforma PARES un documento del año 1645 relativo a la confirmación de las encomiendas de Genoy, Matituy y Matancochoy en Los Yngenios las cuales estaban encomendadas a Sebastian Guerrero, vecino de Pasto. En este documento se incluye un traslado de la numeración efectuada en el año de 1638 por el oydor y visitador Antonio Rodríguez de San Isidro-Manrique, cuya transcripción presentamos a continuación: En Pasto a dies y ocho dias del mes de febrero, año de mill y seisçientos y quarenta y uno. El señor don Joan de Borja, caballero del orden de Santiago, governador y capitan general destas provinçias y governaçion de Popayan por su magestad, mando que yo el escrivano ponga en estos autos rrazon sucinta de los yndios y familias que contienen la encomienda de Matituy y Genoy que quedo baca por fin y muerte del capitan Sebastian Guerrero, para que en el titulo de encomienda que se diere conste. Así lo proveyó e firmo don Joan de Borja ante mi Baltasar Verdugo escrivano de Su Magestad, e yo el dicho escrivano en cumplimiento del auto de suso abiendome entregado el capitan Sebastian Armero Alcalde Ordinario desta ciudad las numerasiones de Matituy y Genoy que bacaron por fin y muerte del capitan Sebastian Guerrero fecha por el señor dotor don Antonio Rrodriguez de San Ysidro Manrrique del consejo de Su Magestad, su oydor de la Rreal Audiençia de San Francisco del Quito Visitador General que fue desta provinçia, por ante Andres de Sevilla escrivano mayor de visitas, saco la rrazon que contiene el dicho auto en la manera siguiente. 112 La numerasion de Jenoy que parece fecha en dies y siete de Junio del año de mill y seiscientos y treynta y ocho, sin añadir el tiempo que desde el dicho día ba a dezir a los dichos yndios hasta oy conforme las hedades que fueron puestas en la dicha numerasion consta en esta manera Doña Luiza Bonita Chanac, hija ligitima de don Joan Bonita casique principal que fue del dicho pueblo y de Francisca Pazapiandizin difuntos, de hedad de veinte años soltera casica principal, tenía por su hija natural a Angelina de tres años era soltera y al margen, consta que esta niña Angelina es muerta con una firma que dize fray Fernando se contenía por su hermana ligitima la dicha doña Luiza a Constanza Pasipiandizin de doze años. Pedro Martin hijo ligitimo de Diego Martin y de Francisca Chima Guandiana difuntos. De veinte y dos años, soltero y sin hijos. Tiene por sus hermanas ligitimas = a Ana y a Francisca Chima Piandizin soltera y sin hijos. Maria Pasepiandizin viuda de Graviel Butina. Tenia por su hija ligitima a Joana. Pedro Jojoa de hedad de quarenta y ocho años, casado con Angelina Chima, tienen por su hijo ligitimo a Niculas, pongolo por rreserbado. Alonso Pacha Jojoa de hedad de veinte años y siete años casado con Luiza Pasi, sin hijos. Maria Chima, viuda de Pedro Butina, tienen por sus hijos ligitimos a Pedro Chima de cinco años y a Lusia Chima y otra hija mayor Catalina Chima casada en el pueblo de Santiago con Alonso Yzitayo. Alonso Sincajoa hijo ligitimo de Alonso Pinzajoa y de Magdalena Piandizin difuntos. De hedad de veynte y ocho años cazado con Josefa Paci, tienen por sus hijas ligitimas 113 a Pascuala, a Francisca y Joana. Alonso Pinsajoa de cinquenta años rreserbado cazado con Francisca Guandiana, tienen por sus hijos ligitimos a= Tomas Pinsajoa de quinze años -y siguese que no se llama este Tomas sino Rrodrigo Pinsajoa- y a Miguel Pinsajoa de treze años. Y tiene mas por sus hijos ligitimos= a Sebastian Pinsajoa de dies y nuebe años cazado con Ana Guandiana sin hijos = y a Tomas Pinsajoa de diez y siete años soltero y sin hijos. Antonio Pasijajoa hijo de Tomas Pasijojoa y de Beatriz Chima Guandiana de veinte y dos años auzente en Quito, no consta si era casado o soltero. Francisco Pachajojoa de quarenta y nuebe años rreserbado cazado con Juliana Chima, tiene por sus hijos ligitimos a Miguel Sincajoa de catorze años = y a Baltasar de Quatro años y a Lucas de Tres y a Miguel de dies y seis años. Geronimo Botina Jojoa de veinte y cinco años cazado con Leonor Botina, tienen por sus hijos ligitimos = a Geronimo Botina de dos años y a Beatris Guandiana de Quinze años soltera y sin hijos y a Petronila de treze años, consta al margen por firma que dize fray Rrodrigo de Carbajal ser muerta esta Petronila. Gaspar Pachajoa hermano ligitimo y mayor del sobredicho de sesenta y dos años, casado con Francisca Pasi, sin hijos. Tiene en su compañía una nieta= llamada Beatris Chima. Sebastian Bavinca hijo ligitimo de Anton Guabinca y Beatris Vyala, difuntos. Ausente en Joananbu, de hedad de dies y ocho años soltero y sin hijos, tiene en su cassa otro hermano llamado Carlos Guabinca auzente de diez y seis años y otra hermana llamada Barbara casada con un yndio forastero que no se supo donde era y que rreside en Quiña. 114 Ynes Pasi hija ligitima de Alonso Chinchajoa y de Constansa Porsi difuntos, viuda de don Joan Alonso casique de Matituy, tiene por su hija ligitima a Joana y por sus hijos naturales despues de muerto el marido a Rrodrigo Pasi de siete años y a Luiza de dies y siete soltera y sin hijos= y a Maria Pasi = y a don Diego Pasichanal de veinte y dos años soltero y sin hijos, rreserbado por ynpedido. Joan Paziasachin de quarenta y cinco años cazado con Francisca Pasipiandizin, sin hijos. Alonso Piandajo de quarenta y seis años cazado con Joana Chima sin hijos, la qual tiene por su hijo ligitimo y de Diego Pachajojoa difunto su primer marido a Alonso Pajajojoa de veinte y sinco años cazado con Elena Guandiana, tienen por su hija ligitma a Ana Guandiana. Lorenso Pasichanac hijo ligitimo de yndios de esta encomienda que no se supieron sus nombres, tiene por su hijo ligitimo a Lorenso rresien naçido y a Bernarda de treze años y a Geronima la qual consta al margen ser muerta con una firma que dize fray Fernando Seco. Tienen mas por hija a Joana de tres años, este Lorenso pareció de hedad de treynta y sinco años. Joan Botina Jojoa hijo ligitimo de Joan Botina y de Ana Guandiana difuntos. De quarenta años cazado con Leonor Chima, tiene por sus hijos ligitimos a Diego Botina Jojoa de quinze años = y a Pascual de siete y a Joan de seis = y a Maria y Teresa. Tomas Pinsajoa hijo ligitimo de Joan Pinsajoa y de Joana Guandiana difuntos, ausente en la Villa de Ybarra de treynta años, soltero y sin hijos. De manera que este rrepartimiento tiene según la rrazon dicha dies y siete yndios vtiles. (1645)[1638], AGI/QUITO,55B,N.39 115 Este documento nos provee una suerte de apellidos, algunos de etimología puruhá y quechua como Chanac16 o Chima17 y otros de una raigambre que nos sugeriría que se trata de antroponímicos propios de la región. Esto nos sirve para comprender esos procesos de mestizaje y penetración paulatina de los sistemas de pensamiento y cultura quechuas, los cuales al presente se encuentran bastante arraigados en general, no solamente en el caso quillacinga sino como una característica sociocultural del suroccidente colombiano. La tabla siguiente nos resume todos los apellidos recogidos en la numeración de Genoy, donde un 73,07% de ellos presumimos es de etimología local mientras que el 26, 93% restante hace referencia a etimologías foráneas o indeterminadas, lo que representa poco más de una cuarta parte de los apellidos registrados por el oidor Rodríguez de San Isidro Manrique. Etimología local (Kamsá/Quillacinga) Etimología Quechua Etimología Puruhá Etimología indeterminada Apellidos Botina, Butina, Chinchajoa, Jojoa, Pachajoa, Pachajojoa, Pajojoa, Pasapiandizin, Paci, Pasi, Paziasachin, Pasipiandizin, Pasichanal, Pasichanac, Piandajo, Piandizin, Pinsajoa, Sincajoa, Yzitayo Chima Chanac Bavinca, Bonita, Guandiana, Guabinsa, Vyala Proporción (%) 19 (73,07%) 1 (3,85%) 1 (3,85%) 5 (19,23%) Proporción (%) Local y Foráneo 19 (73,07%) 7 (26,93) Total 26 (100%) Figura 48. Apellidos recogidos en la numeración de la encomienda de Genoy. Elaboración propia a partir de: ((1645)[1638], AGI/QUITO,55B,N.39) Por otro lado en el padrón de indios transcrito se evidencian algunos matrimonios de mujeres de la comunidad con individuos de los pueblos de Santiago (provincia de Quillacinga-Alto 16 Apellido relacionado con el río Chanag o Chañag ubicado al oriente de Riobamba (Jijón y Caamaño, 1940, p. 438). 17 Apellido relacionado con la panaca del mismo nombre, asociada al segundo hijo Manco Cápac quien la establecería (Riva Agüero, 1937, p. 64). 116 Putumayo, 60 km de distancia aprox.), Matituy (provincia de Quillacinga 20 km de distancia), Quiña y Juanambú (pueblos de la provincia de Quillacinga, 70 km de distancia aprox.); en este punto podemos constatar la gran movilidad que ha caracterizado a los habitantes de esta zona, y hacernos una idea del extenso territorio por el que discurrían de manera constante, pero también es evidente el carácter exogámico de las sociedades andinas de esta región. Esta característica es un indicio serio para esclarecer y dilucidar mejor la interetnicidad existente en los pueblos originarios de esta parte de los Andes Septentrionales, sin embargo aún queda mucho trabajo por hacer al respecto y sobre todo al presente hay mucha documentación de archivo inédita por consultar y transcribir. 5.1.2. Rutas y caminos en los siglos XVI y XVII Las primeras incursiones de los españoles en la región se remontan a 1534, inmediatamente después de la conquista de Quito. Juan de Ampudia y Pedro de Añasco, capitanes de Belalcázar, serían los primeros en comandar las huestes que irrumpieron en la región que los cronistas denominaron Provincia de Pasto o Provincia de Los Pastos que en su delimitación inicial incluía otras divisiones administrativas que surgirían a medida que la conquista iba avanzando, como la Provincia de Quillacinga o La Provincia y Cordillera de Los Abades. Sin embargo, los españoles no se establecerían primeramente en esta región, sino que seguirían su camino más al norte, dónde finalmente fundarían las ciudades de Cali y Popayán, tras cruentas campañas (Diaz del Castillo, 1987). Las empresas formales de conquista de los españoles en esta región se consolidan hacia 1540, cuando ya se ha establecido la fundación de la Villa de Pasto en su ubicación actual en el Valle de Atriz, y de donde partirían las huestes que al mando de capitanes como Hernando de Cepeda terminarían pacificando a los distintos pueblos y etnias alrededor del Valle de Atriz, el Volcán Galeras y la cuenca de los ríos Guaitara, Juanambú y Pasto: 117 a cierto tiempo el dicho capitán Hernando de Cepeda bolvio a la dicha provinçia de Los Pastos a conquistar y paçificar çiertos pueblos que se avian alçado. Como fue a çiertas partes de la provinçia de Mallama e Yasqual y los yndios de las montañas de Nasquasi y los naturales de las provinçias e cordilleras de los abades y las provinçias que llaman Taguantinas y la loma a donde despues se poblo y agora esta poblada la Villa de Madrigal, e lo anduvieron e conquistaron todo hasta allí, y de allí fueron a los pueblos de Andagona y de La Sal, y corrieron las provinçias de los Quillacingas hasta el pueblo de La Cruz, en la qual jornada estuvieron mucho tiempo y descubrieron la provinçia y pueblo que llaman de Caguaçara, que hasta entonces no se avia descubierto ni visto. En toda la qual jornada el dicho Antonio Moran anduvo con el capitán Hernando de Cepeda, como buen soldado con sus armas y cavallo, e trayendo el cavallo por las partes q’ se podía traer, haziendo siempre lo q’ le hera mandado. (1560 [1558], AGI// PATRONATO,103B,R.11, f.15.v) La cita anterior corresponde a un extracto de la probanza de méritos de los hermanos Antonio, Francisco y Hernando Morán, quienes participaron en la conquista de las provincias de Pastos, Abades y Quillacingas durante la década de 1540. Estos conquistadores destacarían por ser los primeros en llegar hasta los límites más septentrionales de lo que se conocería como Provincia de Quillacinga, hasta los actuales municipios de La Cruz y la región de Tajumbina, y muy probablemente sobrepasarían las márgenes de los ríos Mayo y Patía hacia el noroccidente. La expedición de conquista y pacificación liderada por Hernando de Cepeda recorrería más de 300 km y sentaría las bases para el inicio de la consolidación del dominio español. Documentos históricos como las probanzas de méritos de conquistadores, nos permiten reconstruir el proceso de conquista española en la región, y por ende nos dan una idea de las rutas que siguieron los 118 españoles para acometer su empresa; en este caso llama la atención que varios de los pueblos mencionados en la probanza de los hermanos Moran, corresponden a zonas importantes de extracción de sal como Mallama, Yascual, o La Cruz (cf. Landázuri, 1995, p. 104; Zarama, 2001, pp.75-77) Figura 49. Reconstrucción de la ruta de expedición del conquistador Hernando de Cepeda. (Elaboración propia) Además de esta información, hemos encontrado algunas descripciones importantes encontradas en los expedientes del Visitador y Fiscal Pedro García de Valverde, concretamente del año 1564 y que refieren al transporte de mercancías por parte de indígenas de la jurisdicción del distrito de Pasto. Los siguientes fragmentos son extraídos del proceso judicial contra el vecino de Pasto Juan Galíndez, acusado de cargar indígenas y de no pagarles su salario como acémilas, algo 119 prohibido por la nueva legislación de Indias que empezaba a operar en la década de 1560 en la región. Estos fragmentos nos dan una idea de las dimensiones y condiciones de desplazamiento en las provincias de Los Pastos y la de Quillacinga. Así pues en la descripción de cuanta distancia hay de San Francisco de Quito a San Juan de Pasto Pasto y los diferentes temples, Galíndez menciona: Preguntado quantas jornadas ay de yda y vuelta desde esta çiudad de Pasto a la de Quito, dixo que comunmente se anda en diez y ocho dias de yda y vuelta, porque son de aquí a la dicha çiudad de Quito quarenta leguas (…) Preguntado si es verdad y este confesante sabe que de esta çibdad a la de Quito ay mas camino y diferentes tenples, dixo que la vna jornada es de tierra caliente y todo lo demas es buen camino y tierra fría. (1564, AGNC//CACIQUES_INDIOS,55,D.8, f. 492r.-493r.) Cuando Galíndez se refiere a que una jornada es la que se toma para atravesar la tierra caliente, se está refiriendo a la Provincia de Quillacinga, correspondiendo con el tramo más cercano del Camino Real al Volcán Galeras y el río Guaytara. Y es que si bien el hecho de que el trazado del camino real conecta de la manera más rápida y eficiente a Pasto con Quito, esto no significa que el mismo conecte con todos los pueblos o parcialidades de indígenas presentes en todas las provincias que atraviesa. En este sentido el tramo del camino real que pasa por Genoy se encuentra a 3600 metros de altitud, cuando la mayoría de caseríos, asentamientos y sitios arqueológicos no se han reportado por encima de los 3000 metros, de acuerdo con nuestra investigación de antecedentes. En sí muchas de las veredas y lugares concretos del corregimiento de Genoy que han conservado su denominación antigua se distribuyen ladera abajo del Volcán, siguiendo el curso de los diferentes cursos de agua que nacen del mismo y de manera paralela a distintos caminos de a pie, algunos de los cuales, dentro de la tradición oral del pueblo 120 Quillacinga corresponden a rutas de origen prehispánico, que conectan con varios de los sitios sagrados de su territorio, en especial petroglifos y sitios funerarios. Otra de las rutas referidas por Juan Galindez es la de Almaguer, ciudad de gran importancia en el siglo XVI debido a su cercanía con las zonas auríferas y de extracción de sal ubicadas al norte de la provincia de Quillacinga y al sur de la provincia de Popayán. En este punto, el acusado al responder las preguntas del interrogatorio efectuado por el visitador y fiscal García de Valverde responde lo siguiente, refiriéndose al tránsito y las condiciones ambientales de viaje desde la ciudad de Pasto hasta Almaguer, por ende toda la zona norte de la Provincia de Quillacinga: Preguntado quantas jornadas ay de aquí a Almaguer de yda y vuelta, dixo que ay diez jornadas poco más o menos, porque ay quarenta leguas de yda y buelta poco más o menos (…) Preguntado quantos tenples ay de frio y caliente de aquí a la dicha çibdad de Almaguer y si es verdad que en vna ora se pasa por tierra calidísima y en aquella mysma ora se sube a lomas que son frías de grandes vientos y paramos, dixo que es verdad y declaro que se pasa por partes baxas por donde haze gran calor y son partes calientes y subido a lo alto son paramos y tierras ayrosas y frías (…) Preguntado si de aquí a la çibdad de Almaguer es tierra doblada, fragosa de muchas sierras, baxadas y subidas y de gran trabaxo, dixo que todo lo contenido en la pregunta es verdad. (1564, AGNC//CACIQUES_INDIOS,55,D.8, f. 492r.-493r.) En el mismo documento es posible apreciar además el testimonio de Domingo Muñoz, vecino de Pasto citado por Pedro García de Valverde para declarar acerca de las prácticas comerciales de los indígenas del distrito de Pasto, es muy probable que tanto Pastos como Quillacingas hayan hecho uso de miembros de su comunidad para transportar las mercaderías que los españoles asentados en Pasto querían comerciar con las ciudades de Quito y Almaguer principalmente. Sin 121 embargo recordando el tema de los mindalaes y los especialistas en el comercio, es notorio que estos hayan sido probablemente quienes efectuaban estos viajes. Si bien el hecho de usar a los indígenas como cargueros fue prohibido por la legislación indiana desde la década de 1560, esto siguió realizándose todo el periodo colonial e incluso el periodo republicano. este testigo ha visto de ocho años a esta parte que a que está en esta dicha çibdad de Pasto, algunos caçiques desta provinçia alquilar yndios para que lleven cargas de mercaderes y otras personas para Quito y Almaguer y otras partes. (1564, AGNC//CACIQUES_INDIOS,55,D.8, f. 497r.-497v.) Otros reportes históricos del uso de los caminos aledaños al río Guaytara y al volcán Galeras en el siglo XVI por parte de los españoles aparecen documentados en actas del cabildo de la ciudad de San Juan de Pasto así como en menciones de provisiones reales. La mayoría de ellas hacen referencia al Camino Real, también conocido como “Camino del Río” o “Camino del Guaytara”. Durante el proceso de conquista de la provincia de quillacinga, los españoles establecieron una serie de estancias, caballerizas, tambos y trapiches que sirvieron como eje de la implantación de un nuevo orden económico, donde los indígenas serían la mano de obra y muchas veces quienes transportaban los nuevos productos traídos por los españoles como el azúcar, el ganado y el trigo, productos que pasarían a ser indispensables de la misma manera que otros como los tubérculos, el maíz, el ají y la coca lo fueron en la época prehispánica. Extrajimos algunos de los libros de cabildo de la ciudad de Pasto correspondientes a los años de 1573 a 1579, transcritos por el historiador Emiliano Diaz del Castillo en la década de 1990: En este cabildo los dichos señores habiendo visto el notorio daño y perjuicio que se hace a los vecinos desta ciudad y pasajeros que pasan por los tambos y caminos del Guaytara e que van e vienen a dormir a los dichos tambos y venta que en el dicho 122 asiento junto a la puente y encima della tiene el capitán Hernando de Cepeda Caraveo proveido por este cabildo con tanto que dexase lugar y sitio desembargado para donde coman y se apacienten los caballos que los dichos vecinos y pasajeros llevan y traen. (Diaz del Castillo, 1995, pp. 233-234)18 Luego platicaron los dichos señores que los tambos de Guaytara e Capuis están desbaratados, mandaron dos indios que tienen costumbre acudir a cualquier tambo dellos, los cubran luego los tambos viejos; e si hay algún caido lo edifique de nuevo. (Diaz del Castillo, 1995, pp. 233-234)19 habéis de traer vara de justicia como Juez de Comisión en toda la provincia de Los Pastos desde el rio Guaitara para acá y conoceréis de todos los negocios y pleitos y causas que se ofrecieren entre indios y entre los indios con españoles y españoles con ellos (…) tendréis cuidado que se hagan y aderecen los caminos, puentes y tambos de la dicha provincia y que se provean por los que fueren obligados a los proveer (…) y para ejecutar lo que fuere necesario, cuando y como convenga podáis nombrar alguacil de alguaciles españoles o indios. (Diaz del Castillo, 1995, pp. 233-234)20 Estos reportes nos dicen además que los españoles han utilizado posiblemente las mismas rutas de los indígenas para adaptarlas al tránsito de caballos y recuas de mulas, así como de ganado. 18 Acta de cabildo titulada por Diaz del Castillo: “Agosto 21 de 1573, los regidores Alonso del Valle y Pedro Perez son designados para medir tres fanegadas de tierra junto al puente del Guaytara”. Folio 21v. de uno de los antiguos libros de cabildos de Pasto, al presente desaparecidos. 19 Acta de cabildo titulada por Diaz del Castillo: “Diciembre 3 de 1574 , se manda reedificar los tambos de Guaytara y Capuis”. Folio 84v. de uno de los antiguos libros de cabildos de Pasto, al presente desaparecidos. 20 Acta de cabildo titulada por Diaz del Castillo: “Mayo 21 de 1576. Instrucción Real de la Audiencia de Quito al Juez de Comisión Diego de Benavides”. Folio 131v. de uno de los antiguos libros de cabildos de Pasto, al presente desaparecidos. 123 En este sentido, es muy probable que en el siglo XVI se hayan hecho modificaciones sustanciales al tramo del Sistema Vial Andino que hoy en día se encuentra en Colombia, y que indistintamente por los españoles fue denominado Camino del Río o Camino del Guaytara, por correr paralelo a este curso de agua. Es posible entender que la intensidad de circulación por esta ruta pudo haber aumentado en el periodo colonial, debido a las imposiciones tributarias que exigían la circulación de los tributos en especie (leña, alimentos, oro, sal, etc) y la incorporación de los indígenas de las provincias de Los Pastos y de Quillacinga al sistema económico español, donde no solamente serían mindalaes los que seguirían intercambiando bienes de prestigio como la coca o el ají, sino que se añadirían otros productos traídos por los españoles como el azúcar o el ganado y sus derivados (cueros, lácteos, carne, etc). Así mismo, la ciudad de Pasto al ser un nodo de comunicación entre la Audiencia de Quito y la Audiencia de Santa Fe, sería muy frecuentada por viajeros españoles, desde civiles hasta autoridades eclesiásticas que recorrerían las mismas rutas que los indígenas ya tenían trazadas en estos territorios. La documentación asociada a religiosos como Andrés Moreno de Zúñiga, Fray Francisco de Xerez, Miguel Cabello de Balboa, así como lo concerniente a los expedientes y sínodos de los obispos de Quito Fray Pedro de La Peña y Fray Luis López de Solís nos ofrecen una visión general de algunas zonas hasta el presente aún poco estudiadas como lo es la zona de la Cordillera de Los Abades y muchos pueblos de la Provincia de Quillacinga. La figura de estos primeros evangelizadores, algunos de los cuales también fueron soldados en su juventud, es crucial para abordar la contigüidad interétnica en las doctrinas y repartimientos de indígenas en zonas con características de frontera, donde confluyen no solamente Pastos y Quillacingas sino 124 también Abades y los indígenas de habla quechua traídos por los españoles como yanaconas o intérpretes, tal y como es posible de apreciar en pueblos como Los Ingenios, Ancuya, Funes, etc. Como muchos pueblos adscritos al distrito y provincia de Pasto, Genoy fue objeto de las políticas de reducción, evangelización y adoctrinamiento emanadas desde el Obispado y la Real Audiencia de Quito. Si bien la provincia de Pasto era administrada en términos administrativos y civiles por el gobernador de Popayán, muchas cosas concernientes a las comunidades indígenas y los asuntos eclesiásticos siguieron dependiendo de Quito durante todo el periodo el colonial. Es por ello por lo que mucha de la información relativa al suroccidente, se encuentran en los fondos archivísticos correspondientes a la Real Audiencia de Quito y su Obispado. Uno de los caminos que de Pasto conducían a Quito y al Perú, así como a Popayán es el denominado Camino Real o Camino del Guaitara, también llamado Camino del Río por los españoles. Este en su ruta hacia el sur, partía de la ciudad de Pasto y ascendía al volcán Galeras, para luego bajar al río Guaítara y siguiendo paralelo a su curso entrar a la provincia de Los Pastos, en el altiplano de Carchi-Nariño. La importancia de este camino no ha sido lo suficientemente abordada para el siglo XVI, existiendo al presente más que todo un interés en el estudio de esta ruta en torno a las figuras de Alexander Von Humbodt y Simón Bolívar, quienes las recorrieron en el siglo XIX. Es claro al analizar estos personajes más modernos, que las rutas y caminos no cambiaron mucho en el periodo colonial, heredando la república esta característica que al presente aún es visible en lugares del actual departamento de Nariño, donde se han preservado los caminos antiguos de origen prehispánico. Una de las primeras representaciones cartográficas de las zonas que conectaba este camino, fue elaborada por el misionero franciscano Joseph Paredes a principios del siglo XVII, producto del tránsito de este religioso en la región oriental del Obispado de Quito, cuando los procesos de 125 evangelización se encontraban en pleno auge. En este mapa es posible apreciar algunas de las principales doctrinas indígenas cercanas al Camino Real, que en la práctica tendría el mismo recorrido y trazado de antiguas rutas indígenas. El mapa de fray Joseph paredes nos ilustra además el curso paralelo del camino con el río Guaytara cuyo trazo está bien definido por leguas en forma de cruces. Este mapa fue elaborado con el ánimo de identificar los lugares donde se requería la presencia de misioneros para la evangelización, concretamente en lo que hoy corresponde a la Amazonía ecuatoriana y colombiana. La anotación escrita por Paredes en uno de los costados del mapa es una misiva dirigida al obispo de Quito de entonces, Fray Pedro de Oviedo y Falcony, la cual transcribimos y arroja información sobre la distancia existentes desde Pasto al pueblo de La Coca y la Provincia de Los Encabellados: Mui Poderoso Padre Reverendo Nuestro Para dedicar una obra a un gran señor, a de ser en el arte cabal, en la pintura perfecta, y mui curiosa, pero supla mui buen de si todos los defectos de ygnoransia y rrudeça, pues mi animo no es de ganar aplauso de sabio, ni de sientifico en el arte de cosmógrafo, pues ygnoro sus prinsipios. Solo blasono de experimentado en aber surcado todos estos caminos de sierras, montañas y rrios, por averlos trajinado seis años continuos. Biendo que se an hecho otros mapas mas curiosos, pero no mas berdaderos, me puse a delinear los caminos, rrios y poblaciones. (…) Y me e movido a esto principalmente por el conocimiento certero que tengo, del ardiente çelo de nuestro Rreverendo Padre, pues rrebosa por la boca como si fueran ardientes sentellas, y lo son de la onrra de Dios, y el bien de las almas de tantos gentiles que yaçen en lados cuya carsel del demonio. Y quiere urgente ser el total rrescate dellos en el tiempo de su fe hi gobierno (...) que vuestra merced sepa y vea pecularmente las líneas de los caminos, las distancias de 126 leguas y los sinos de los ynfieles. Y así digo que por la parte de Pasto ai 25 dias de camino que reguladas las leguas son 130 leguas. Por la parte de Archidona ai 20 días y por la parte de Abila 18 días que es la parte más cerca y mas comoda para poblar a La Coca con Los Encabellados Orcaguajes. Del pueblo de San Diego de Los Canelos a las juntas del Putumayo ai 100 leguas, de las juntas a Las Conbersiones ai 80 leguas con poca distancia. Y puestos los rreligiosos en dichos pueblos de Las Conbersiones son señores de las provinsias de Tamas, Ycaguajes, Senseguages, Seños y Payoguajes. (1635, Archivo General de Indias, MP-PANAMA,121). Figura 50. “Mapa de la parte Oriental de la Provincia de Quito en la que se marcan principalmente los ríos, pueblos y misiones” (Detalle). En azul: ríos Guáitara y Patía. Ciudad de Pasto y volcán Galeras (1). Pueblos y lugares de la provincia de Quillacinga (2-5): Yacuanquer (2), Santiago (3), Sibundoy (4), Lago Guamuez o Laguna de la Cocha (5). Pueblos de la provincia de Los Pastos (6-10): Funes (6), Sapuyes (7), Pastás, hoy Aldana (8), Huaca (9), Tuza 127 (10). Villa de Ibarra y volcán Imbabura (11). Zona Caranque: San Pablo y Tabacundo (12), Guayllabamba (13). Ciudad de Quito y volcán Pichincha (14). Ciudad de Almaguer (15). Ciudad de Popayán (16). Pueblos y misiones del Putumayo (17-19): Mocoa (17), Pueblo del Caquetá (18), Bides (19). Pueblos del oriente de Quito: San Miguel (20), Pueblo de los Canelos (21). País de las Barbacoas, hoy llanura del Pacífico nariñense (22). Fuente: (Archivo General de Indias, MP-PANAMA,121). Además de la información relativa a las misiones y doctrinas del obispado de Quito, el mapa de Joseph Paredes evidencia las principales rutas y caminos que conectan el Callejón Septentrional Andino entre Quito y Pasto con la Amazonía. Pero además de esto, se entrevé la conexión existente entre diversas áreas culturales que integran el sistema de intercambio de productos y materias primas propuesto para la región por María Victoria Uribe, el cual se basa principalmente en documentación de los siglos XVI y XVII. Dentro de este sistema o red de intercambios, la conexión con la Amazonía se manifiesta en como los pueblos del altiplano de Carchi-Nariño adquirían productos como el oro de aluvión y cuentas de mopa-mopa21 del Putumayo y el Caquetá, pero también curanderismo y el aprendizaje, además de plumas, animales y plantas medicinales; también está de manifiesto la conexión con el Valle del Chota en límites con el área cultural Caranque, así como con la llanura del Pacífico, concretamente el litoral de Tumaco y Esmeraldas, la cuenca del Telembí, la provincia de Los Yumbos y la provincia de Las Barbacoas. (Uribe, 1986a, 1986b). 21 Materia prima para el denominado “Barniz de Pasto”, corresponde a la resina extraída de los frutos de la planta Elaegaia Pastoensis. Esta materia prima fue usada con notoriedad en la elaboración de keros e imágenes religiosas en el Virreinato del Perú y la Audiencia de Quito durante el periodo colonial. (Ospina, 2023) 128 Figura 51. Dinámica del intercambio regional de productos y materias primas en los Andes Septentrionales en la época prehispánica y el siglo XVI. (Uribe, 1986a) Al apreciar el mapa de Paredes y compararlo con el esquema de dinámica de intercambio de Uribe, se puede denotar la gran movilidad que tenían los pueblos prehispánicos, movilidad que se evidencia en la documentación colonial, puesto que los españoles se estan moviendo sobre las mismas rutas prehispánicas para ejercer su dominio y hacer efectivos los procesos de evangelización, ya que están acudiendo a zonas de crucial importancia económica y cultural para las sociedades nativas de los Andes septentrionales. Esto mismo lo vimos en el rumbo que tomaron los conquistadores españoles para dominar a Pastos, Quillacingas y Abades: se están 129 internando en los lugares neurálgicos de la red económica, como lo son las zonas de extracción y adquisición de sal. En el caso de los evangelizadores y misioneros como Joseph Paredes, están incursionando en áreas estrechamente ligadas al curanderismo, la medicina tradicional y el chamanismo, sirviéndose de las rutas por las que las ideas y productos asociados a la figura de los chamanes o líderes religiosos nativos. No de gratis, otros autores como Michael Taussig han estudiado la connotación religiosa y chamanística que se le ha atañido desde siempre al piedemonte Amazónico en esta zona de los Andes, donde el pueblo kamëntšá asentado principalmente en Sibundoy y Mocoa juega un rol crucial en el tejido cultural y el aprendizaje del conocimiento ancestral en la región (Taussig, 1987, pp.139-234). Si los pastos fueron principalmente agentes de intercambio de materias primas cruciales para las sociedades andinas como la sal, el spondylus, el oro y la coca; los habitantes de los valles de Atriz y Sibundoy que los españoles denominaron quillacingas, posiblemente fueron intermediarios y agentes en la transmisión de ideas religiosas y medicina provenientes del mundo Amazónico, algo que perdura hasta nuestros días. Sin embargo no hay que dejar escapar un detalle, y es precisamente el momento histórico en el que se está efectuando este mapa y por ende todos los procesos subyacentes al mismo; la evangelización como proceso más allá de información sobre la conversión religiosa o la extirpación de idolatrías, en su etapa más álgida está acaeciendo en el momento en que poblaciones de forasteros y yanaconas están movilizándose hacia el norte. Esta población migrante que como hemos mencionado también está movilizando su cultura y cosmovisión, se está asentando en precisamente en la cuenca del rio Guaítara, por donde discurre paralelo a este 130 curso de agua el principal camino que articula a la ciudad de Pasto con la Audiencia de Quito y el Perú. Aunque fray Joseph Paredes menciona que ir desde Quito al pueblo de La Coca toma 25 días, este recorrido implica en su mayoría que el trayecto desde la ciudad de Pasto a la Amazonia es ostensiblemente más largo que el camino de Quito a la ciudad de Pasto. No olvidemos que de acuerdo con las informaciones del proceso judicial de Joan Galindez de 1564, el camino de Pasto a Quito se hace en 18 días ida y vuelta, por lo que este trayecto podría haberse hecho entre una semana y 10 días. Para los estándares de la época, este tiempo de viaje era relativamente corto, además la presencia de una infraestructura de caminos en la región facilita de sobremanera la movilidad en un entorno montañoso y de cambios abruptos en el relieve como lo es el callejón septentrional andino. 5.1.3. Rutas y caminos en la época republicana (s.XIX) Para finales del periodo colonial, los cambios en la disposición de los caminos en todo el Virreinato de la Nueva Granada fueron muy pocos. La provincia de Pasto no estaría ajena a esta situación. Los trazados de las antiguas rutas y caminos coloniales descritos por españoles como Juan Galíndez o fray Joseph Paredes siguen siendo básicamente iguales. Esto lo podemos apreciar en el Mapa Corográfico del Nuevo Reino de Granada, elaborado en el año 1808 por el teniente coronel Vicente Talledo y Rivera. Aquí podemos apreciar en detalle parte del camino real y del camino que lleva de Pasto a Genoy, paralelo al curso del río Pasto y adyacente al Volcán, así como poblaciones importantes aledañas al camino del Guáitara y el camino de Aranda hacia Popayán. 131 Figura 52. Mapa corográfico del Nuevo Reino de Granada (Detalle). En línea roja punteada caminos principales. En azul ríos Juanambú, Pasto y Guáitara. Ciudad de Pasto y volcán Galeras (1). Pueblos y lugares del área quillacinga (2-6): Catambuco (2), Yacuanquer (3), Tangua (4), Sibundoy (5), lago Guamuez o laguna de La Cocha (6). Pueblos del área pasto (7-15): Funes (7), Iles (8), Imués (9), Mallama (10), Túquerres (11), Chillanquer y Sapuyes (12), Carlosama y Pastás (13), Pupiales e Ipiales (14), Tulcán (15). Pueblos del camino a Popayán (16-20): Aranda (16), Alto de Ortega y Meneses (17), Tarabita (18), Berruecos (19), Venta Quemada y La Orqueta (20). Fuente: (AGN/CO.AGN.SMP.6,REF.138) Ya en los albores de la república, precisamente en el periodo de independencia, podemos apreciar que la situación es la misma. Los caminos y rutas del periodo colonial no han cambiado y serían usados por los ejércitos patriotas y realistas para el movimiento de sus tropas. Esto lo podemos ver por ejemplo en la hoja de ruta del General Tomás Cipriano de Mosquera, donde se detallan no solo los caminos tomados por este militar, sino también algunos combates importantes como el acaecido en 1821 en Genoy. Así mismo los mapas elaborados en el periodo republicano luego de la consolidación de la independencia, denotan que los caminos no han cambiado en absoluto ni han sido modificados en su trazado. 132 Uno de estos mapas corresponde al titulado “Caminos Nacionales de la Provincia de Pasto”, elaborado en los primeros años de la república y que ubica a Genoy al lado del curso de lo que podría ser el río Maragato o la quebrada Genoy; este mapa se encuentra firmado por el entonces gobernador Manuel María Rodríguez, quien sería conocido además por participar en la Guerra de Los Mil Días a finales de siglo XIX. En este mapa se puede apreciar a los pueblos de Genoy y Chaguarbamba (hoy municipio de Nariño) como las únicas poblaciones señaladas en el camino que va de Pasto al Tambo, siendo esta ruta una de las más importantes que se conectaban con el antiguo camino real que unía Popayan y Quito en la época colonial. Es muy probable que este mapa sea posterior a 1840, teniendo en cuenta que Rodríguez fue nombrado gobernador de Pasto en 1845 por Tomás Cipriano de Mosquera (Arboleda, 1919, pp. 208-209). Figura 53. Carta de ruta para servir al General Tomás Cipriano de Mosquera en las campañas del sur de la Nueva Granada (Detalle). Se puede apreciar claramente el pueblo de Genoy, donde se libró en 1821 una de las batallas de la independencia. Fuente: (AGN/CO.AGN.SMP.6,REF.84). 133 Figura 54. Croquis de los caminos nacionales que pasan por la provincia de Pasto. El pueblo de Genoy ha sido encerrado en circulo. Fuente: (AGN/CO.AGN.SMP.6,REF.248) Finalmente, otra evidencia de la existencia de caminos y rutas comerciales en esta época la reportan las acuarelas de la comisión corográfica de 1853 elaboradas por el afamado artista neogranadino Manuel María Paz. Si bien estas acuarelas retratan el oficio de los cargueros en la provincia de Barbacoas (Pacífico nariñense), denotan los rasgos y signos esenciales del oficio del indígena mercader o carguero que se desplaza a pie atravesando cerros y valles, identificado con el bastón que sirve de apoyo en las empinadas cuestas y abruptos descensos de la geografía 134 accidentada del septentrión andino, así como la vestimenta, la típica túnica de lana o algodón que sería usada por los indígenas de la zona hasta el siglo XIX. Este tipo de indumentaria, sin duda recuerda a la iconografía prehispánica asociada a la figura de los especialistas en comercio por excelencia de la región: los Mindalas o Mindalaes. a b Figura 55. Compotera Tuza y posible representación de Mindala (a), Museo IOA, Otavalo, Ecuador (Tomado de: Granda, 2010b: 21). Cargueros en la montaña de Barbacoas (b), Manuel María Paz, Lamina #43, acuarela de la Comisión Corográfica. (1853). Digitalizado por la Biblioteca Nacional de Colombia: https://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/bd/search/detailnonmodal/ent:$002f$002fSD_ASSET $002f0$002fSD_ASSET:2982/ada?qf=AUTHOR%09Autor%09Paz%2C+Manuel+María%2C1820- 1902%09Paz%2C+Manuel+María%2C1820- 1902&qf=SUBJECT%09Materia%09Oficios+Colombia+Siglo+XIX+Dibujos%09Oficios+Colombia+Siglo+XIX+ Dibujos&rm=ACUARELAS+DE+L0%7C%7C%7C1%7C%7C%7C0%7C%7C%7Ctrue&d=ent%3A%2F%2FSD_ ASSET%2F0%2FSD_ASSET%3A2982~ASSET~2&te=ASSET&lm=F_COROGRAFICA_DIG https://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/bd/search/detailnonmodal/ent:$002f$002fSD_ASSET$002f0$002fSD_ASSET:2982/ada?qf=AUTHOR%09Autor%09Paz%2C+Manuel+María%2C1820-1902%09Paz%2C+Manuel+María%2C1820-1902&qf=SUBJECT%09Materia%09Oficios+Colombia+Siglo+XIX+Dibujos%09Oficios+Colombia+Siglo+XIX+Dibujos&rm=ACUARELAS+DE+L0%7C%7C%7C1%7C%7C%7C0%7C%7C%7Ctrue&d=ent%3A%2F%2FSD_ASSET%2F0%2FSD_ASSET%3A2982~ASSET~2&te=ASSET&lm=F_COROGRAFICA_DIG https://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/bd/search/detailnonmodal/ent:$002f$002fSD_ASSET$002f0$002fSD_ASSET:2982/ada?qf=AUTHOR%09Autor%09Paz%2C+Manuel+María%2C1820-1902%09Paz%2C+Manuel+María%2C1820-1902&qf=SUBJECT%09Materia%09Oficios+Colombia+Siglo+XIX+Dibujos%09Oficios+Colombia+Siglo+XIX+Dibujos&rm=ACUARELAS+DE+L0%7C%7C%7C1%7C%7C%7C0%7C%7C%7Ctrue&d=ent%3A%2F%2FSD_ASSET%2F0%2FSD_ASSET%3A2982~ASSET~2&te=ASSET&lm=F_COROGRAFICA_DIG https://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/bd/search/detailnonmodal/ent:$002f$002fSD_ASSET$002f0$002fSD_ASSET:2982/ada?qf=AUTHOR%09Autor%09Paz%2C+Manuel+María%2C1820-1902%09Paz%2C+Manuel+María%2C1820-1902&qf=SUBJECT%09Materia%09Oficios+Colombia+Siglo+XIX+Dibujos%09Oficios+Colombia+Siglo+XIX+Dibujos&rm=ACUARELAS+DE+L0%7C%7C%7C1%7C%7C%7C0%7C%7C%7Ctrue&d=ent%3A%2F%2FSD_ASSET%2F0%2FSD_ASSET%3A2982~ASSET~2&te=ASSET&lm=F_COROGRAFICA_DIG https://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/bd/search/detailnonmodal/ent:$002f$002fSD_ASSET$002f0$002fSD_ASSET:2982/ada?qf=AUTHOR%09Autor%09Paz%2C+Manuel+María%2C1820-1902%09Paz%2C+Manuel+María%2C1820-1902&qf=SUBJECT%09Materia%09Oficios+Colombia+Siglo+XIX+Dibujos%09Oficios+Colombia+Siglo+XIX+Dibujos&rm=ACUARELAS+DE+L0%7C%7C%7C1%7C%7C%7C0%7C%7C%7Ctrue&d=ent%3A%2F%2FSD_ASSET%2F0%2FSD_ASSET%3A2982~ASSET~2&te=ASSET&lm=F_COROGRAFICA_DIG https://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/bd/search/detailnonmodal/ent:$002f$002fSD_ASSET$002f0$002fSD_ASSET:2982/ada?qf=AUTHOR%09Autor%09Paz%2C+Manuel+María%2C1820-1902%09Paz%2C+Manuel+María%2C1820-1902&qf=SUBJECT%09Materia%09Oficios+Colombia+Siglo+XIX+Dibujos%09Oficios+Colombia+Siglo+XIX+Dibujos&rm=ACUARELAS+DE+L0%7C%7C%7C1%7C%7C%7C0%7C%7C%7Ctrue&d=ent%3A%2F%2FSD_ASSET%2F0%2FSD_ASSET%3A2982~ASSET~2&te=ASSET&lm=F_COROGRAFICA_DIG https://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/bd/search/detailnonmodal/ent:$002f$002fSD_ASSET$002f0$002fSD_ASSET:2982/ada?qf=AUTHOR%09Autor%09Paz%2C+Manuel+María%2C1820-1902%09Paz%2C+Manuel+María%2C1820-1902&qf=SUBJECT%09Materia%09Oficios+Colombia+Siglo+XIX+Dibujos%09Oficios+Colombia+Siglo+XIX+Dibujos&rm=ACUARELAS+DE+L0%7C%7C%7C1%7C%7C%7C0%7C%7C%7Ctrue&d=ent%3A%2F%2FSD_ASSET%2F0%2FSD_ASSET%3A2982~ASSET~2&te=ASSET&lm=F_COROGRAFICA_DIG 135 5.2. Resultados del trabajo de Campo 5.2.1. Reconocimiento remoto En el caso que nos compete, la revisión de imágenes satelitales por medio de software como Google Earth o QGIS nos permitió corroborar algunas de nuestras apreciaciones hechas en campo. Esta metodología nos permitió apreciar desde una perspectiva aérea sitios como montículos o cimas aplanadas, constatando una vez más de que se trataban de formaciones de índole antrópica y no formaciones que obedecían a las características geomorfológicas de la zona. Esto se pudo constatar en segunda instancia al analizar imágenes de radar, y posteriormente contrastándolas con tracks y georreferenciaciones. Figura 56. Imagen de radar de Pullitopamba. En punto rojo, petroglifos de El Guarangal, en línea verde el actual camino Genoy-Pullitopamba; en amarillo linderos y senderos coloniales/republicanos; en rojo camino prehispánico sobre cima denudada; en circulo azul, zonas de posibles asentamientos prehispánicos. 136 Figura 57. Imagen de Radar donde se puede apreciar el camino El Edén-Pullitopamba sobre cima denundada y la ubicación del sitio de El Edén Figura 58. Mapa de radar de Pullitopamba y El Edén. En azul sitios de arte rupestre; en rojo dispersiones o acumulaciones de material arqueológico; en amarillo senderos y linderos; en negro camino Genoy-Pullitopamba con modificaciones actuales para tráfico de vehículos; en ocre camino de a pie de origen prehispánico Pullitopamba-El Edén sobre cima denudada; en verde camino prehispánico sobre cima denudada identificado en Pullitopamba. 137 En el caso concreto de El Edén, el reconocimiento remoto por medio de Google Earth denotó la presencia de una cima aplanada y un área de montículos, al superponer los tracks realizados en campo se pudo apreciar como ambas modificaciones antrópicas están conectadas por el camino que conduce a Pullitopamba y la parte alta de Genoy. Este primer acercamiento de manera remota sirvió como punto de partida para plantear después la prospección en este sitio, el cual demostró arrojar las evidencias más claras de elementos antrópicos y modificaciones del paisaje a la hora de analizar imágenes satelitales. Figura 59. Cima aplanada (1) y montículos (2) en la vereda El Edén, Genoy. En línea roja caminos, en azul río Pasto (izquierda) y rio Maragato (derecha). (Elaboración propia con Google Earth). 138 5.2.2. Reconocimiento a Pie Los distintos reconocimientos a pie pudieron constatar mucha de la información obtenida en el reconocimiento remoto, de esta manera se pudo comprobar en físico sobre todo la existencia de varios montículos y cimas aplanadas en el área de estudio, además de georreferenciar otros elementos arqueológicos como sitios de arte rupestre, caminos y linderos. El primer recorrido a pie tuvo como objetivo la visita al volcán Galeras, dónde se pudo lograr la identificación y georreferenciación de los dos caminos que unen a Genoy con el Camino Real. Se logró identificar un perfil expuesto antes de llegar al camino real, donde es posible apreciar varias capas de ceniza volcánica y piroclastos. Además de ello se pudo georreferenciar el petroglifo conocido como Mantel de Vida y el pictograma de la Piedra Laja. El segundo recorrido, se enfocó en abordar el arte rupestre existente en la parte alta y media del corregimiento. En este se logró la identificación de dos petroglifos y fuentes de arcilla en antiguos terrenos de la hacienda Pullitopamba, hoy pertenecientes a la vereda de El Edén. En esta última, se identificaron varios montículos y abrigos rocosos, cuevas, cimas aplanadas, así como posibles fuentes de extracción lítica. De la misma manera en el sitio conocido como El Guarangal se logró el registro de dos petroglifos. El tercer recorrido a pie se enfocó en la georreferenciación de los sitios de arte rupestre y los caminos asociados a estos sitios arqueológicos, en la parte baja del corregimiento de Genoy. Se logró además de la georreferenciación de varios petroglifos y abrigos rocosos en los sector de Villa María. Así mismo se consiguió identificar un petroglifo y abrigos rocosos en el sector de Chaquisca. Durante este recorrido igualmente se hicieron rituales de armonización en los petroglifos y cuevas como la del padre Francisco de La Villota por parte del médico tradicional 139 Porfirio Pachichaná. Un aspecto importante de este reconocimiento es que se logró identificar algunas rutas deterioradas por abandono o desmonte. Al final del recorrido se hizo la identificación de dos petroglifos en el sector de Turguaico. Figura 60. Taita Porfirio Pachichaná, médico y sabedor de la comunidad guiando el recorrido por el camino que conecta con el antiguo Camino Real, vereda Aguapamba, Genoy. (Fotografía: Tiepolo Fierro) Figura 61. Taita Henry Criollo, gobernador del cabildo indígena de Genoy guiando uno de los recorridos. Al fondo se puede apreciar el “Camino Real” cerca de la cumbre del volcán Galeras, vereda Aguapamba, Genoy. (Fotografía: Tiepolo Fierro) 140 Figura 62. Benilda Yaqueno, autoridad tradicional del cabildo guiando uno de los recorridos, se aprecia un tramo excavado del camino que conecta con la parte alta del corregimiento y un perfil expuesto con una gruesa capa de depósitos volcánicos. Vereda Aguapamba, Genoy. (Fotografía: Tiepolo Fierro) Figura 63. Camino sobre cima aplanada. Vereda El Edén, Genoy. (Fotografía: Tiépolo Fierro) 141 Figura 64. Petroglifo ubicado en la finca El Guarangal, vereda Pullitopamba, Genoy. (Fotografía: Tiepolo Fierro) Figura 65. Petroglifo y abrigo rocoso, sector de La Vuelta Larga. Vía Pasto-Genoy. (Fotografía: Tiepolo Fierro) 142 Otro aspecto importante para resaltar del reconocimiento a pie es que permitió entender mucho mejor el factor de la diferencia altitudinal, así como la inclinación de nuestra área de estudio. Ello permitió entender mucho mejor la facilidad de encontrar y aprovechar diversos pisos térmicos, nichos y ambientes en una distancia relativamente corta, y que en menos de una jornada de camino permite pasar de tierras de páramo por encima de los 3500 msnm a zonas templadas cercanas a los 1700 msnm. Punto más alto Camino Real (3628 msnm) Punto Más bajo El Edén (1763 msnm) Distancia en línea recta 11 km Inclinación máxima 37.8 % Inclinación media 12.5% Figura 66. Información del perfil altitudinal de caminos recorridos con la comunidad indígena de Genoy. Figura 67. Perfil altitudinal de los recorridos a pie por caminos georreferenciados. En números ubicación de los polígonos: 1 (Genoy Alto y San Juan); 2 (Pullitopamba); 3 (El Edén). ELEMENTOS ARQUEOLÓGICOS IDENTIFICADOS EN TEMPORADA DE CAMPO Código Nombre Tipo de Elemento (s) Ubicación Altitud GNAL-CM1 Camino Real Camino Aguapamba-Páramo 3628-3500 msnm GNAL-CM2 Tramo Occidental Genoy- Nariño-Camino Real Camino, Sendero, Carreteable Genoy, Nariño (municipio) 3628-2500 msnm GNAL-CM3 Tramo Camino Real- Aguapamba Camino, sendero Aguapamba 3600-2500 msnm GNAL-CM4 Tramo Oriental Genoy- Mapachico-Camino Real Camino, Sendero, Carreteable Genoy, Mapachico 3500-2500 msnm GNAL-AR1 Piedra Laja Pictograma Aguapamba-Tomates 2824 msnm GNAL-AB1 Abrigo Rocoso 1 (Cueva Piedra Laja) Abrigo Rocoso Aguapamba-Tomates 2824 msnm GNAL-AR2 Mantel de Vida Petroglifo Aguapamba-Tomates 2700 msnm GNAL-AR3 Vuelta Larga Petroglifo Villa María-Carretera 2587 msnm GNAL-AR4 Piedra cuatro espirales Petroglifo Villa María-Carretera 2570 msnm 143 GNAL-SF1 Alberges Genoy Alto (Guaqueado) Tumbas Aguapamba-Albergues Genoy Alto 2500 msnm GNAL-AR5 Chaquisca Petroglifo San Juan-Chaquisca 2500 msnm GNAL-CM5 Sendero Genoy-Villa María Sendero Villa María 2500-2400 msnm GNAL-CM6 Tramo Genoy- Pullitopamba Carreteable, camino Pullitopamba 2500-2300 msnm GNAL-AR6 Mono Sentado Petroglifo Villa María-Quebrada 2480 msnm GNAL-AR7 Higuerones Petroglifo Villa María-Quebrada 2480 msnm GNAL-AB2 Abrigo Rocoso 2 (Cueva de los mayores) Abrigo Rocoso Villa María 2400 msnm GNPLL-SF2 Cundurpata Montículo, Sitio funerario (guaqueado) Pullitopamba-Cundurpata 2370 msnm GNPLL-AS1 Pullitopamba 1 Posible asentamiento Pullitopamba 2360 msnm GNPLL-SF3 Albergues Pullitopamba (Guaqueado) Tumbas Pullitopamba- Albergues 2350 msnm GNPLL-CM7 Sendero Pullitopamba Sendero Pullitopamba 2350-2300 msnm GNPLL-CM8 Sendero Genoy-La Aguada Sendero Pullitopamba-La Aguada 2340-2200 msnm GNAL-AR8 Piedra Tres mundos Petroglifo Turguaico 2330 msnm GNPLL-CM8 Tramo Oriental Pullitopamba-San Juan Camino, Sendero, Carreteable Pullitopamba, San Juan 2320-1900 msnm GNPLL-CM9 Tramo NO San Juan-La Pradera Camino, Sendero, Carreteable Pullitopamba, San Juan 2640-1900 msnm GNPLL-CM10 Sendero-Lindero Pullitopamba Sendero, lindero Pullitopamba-El Guarangal 2300-2200 msnm GNPLL-CM11 Tramo Occidental Pullitopamba-La Caldera Camino, Sendero, Carreteable Pullitopamba, La Caldera 2300-1850 msnm GNPLL-AR8 El Guarangal 1 Petroglifo Pullitopamba 2200 msnm GNPLL-AR9 El Guarangal 2 Petroglifo Pullitopamba 2200 msnm GNED-CM12 Tramo Pullitopamba-El Edén Camino, sendero El Edén 2200-1763 msnm GNED-AR10 Petroglifo 1 El Edén Petroglifo El Edén 2190 msnm GNED-AR11 Petroglifo 2 El Edén Petroglifo El Edén 2190 msnm GNED-AB3 Abrigo Rocoso 3 (Cueva El Edén) Abrigo Rocoso El Edén 1890 msnm GNED-AS2 El Edén I-II Terrazas, basurero, posible asentamiento. El Edén 1790 msnm Figura 68. Tabla de relación de elementos arqueológicos identificados en el trabajo de campo, de mayor a menor altitud. Se puede apreciar el código de registro otorgado para cada elemento. A todas luces, el recorrido a pie fue de gran importancia para poder identificar toda la parte alta de Genoy, donde lastimosamente no fue posible hacer prospección alguna debido a la falta de permisos por parte de los propietarios de muchos predios no asociados al cabildo. Sin embargo, ello no implicó que no se pudieran reconocer elementos importantes para la investigación, el solo hecho de georreferenciar los caminos presentes en la zona es un insumo muy importante dentro 144 de nuestra metodología. Por otro lado, solamente caminando y de manera muy atenta, es posible comprobar las observaciones y apuntes logrados previamente en el reconocimiento remoto. 5.2.3. Prospección 5.2.3.1. Resultados de estratigrafía Pullitopamba y El Edén mostraron una distribución diferente de la estratigrafía identificada a partir de la prospección, algo evidente además por la diferencia de su geología y geomorfología. En la zona alta del polígono, correspondiente a montículos denudacionales, se pudieron identificar 2 estratos: uno de carácter limoarcilloso asociado a depósitos de origen volcánico y de bastante grosor, oscilando entre los 0-70 y 0-90 cm de espesor y un segundo estrato de tipo arenoarcilloso y color marrón sin presencia de rocas y consistencia compacta. Por su parte en la zona baja del polígono, fue posible ver dos disposiciones estratigráficas: la primera conformada por tres estratos, el mismo estrato de origen volcánico con rango de entre 0-70 y 0-80 cm de espesor, un segundo estrato arcilloso de color marrón claro y consistencia blanda entre 70-80 y 80-90 cm de profundidad, y un tercer estrato de textura arcillosa y color pardo bastante compacto; la segunda disposición estratigráfica corresponde solamente a un estrato muy oscuro, de posible origen volcánico pero con alta incidencia de escorrentías o filtraciones de agua, esta disposición se dió en 245 sondeos de todos los realizados en este polígono. Una característica notable de los suelos de esta zona de Pullitopamba es la ausencia de rocas, siendo todos de clase 0 y de compactación media, con humedad media y una alta incidencia de bioturbación por actividad radicular y filtraciones de agua. 145 Figura 69. Perfil estratigráfico modal de tres pozos ubicados en la zona alta (GNPLL-PS435) y baja (GNPLL- PS358; GNPLL-PS209) del polígono Pullitopamba. Elaboración propia a partir de fichas de registro. En lo que respecta a los demás polígonos, al ser de menor tamaño y menos sondeos la disposición estratigráfica fue más homogénea dentro de cada polígono. Así pues en el caso del polígono Genoy Alto, se identificaron tres estratos: un primero de origen volcánico muy similar al visto en Pullitopamba y de 0-35 cm a 0-42 cm de espesor, un segundo estrato de color negro muy brillante y textura limosa, donde se reportó material cerámico y posiblemente asociado a un paleosuelo cuya profundidad oscilo entre los 35-60 cm y 40-70 cm; finalmente se identificó un tercer estrato arcilloso de color marrón, bastante compacto. En el caso del polígono San Juan se identificaron los dos primeros estratos reportados en el polígono de Genoy Alto, con la diferencia de que en este sector, el segundo estrato asociado al posible paleosuelo se encontró a una profundidad mayor entre 60-90 cm, finalmente el tercer estrato también en este polígono fue de textura arcillosa, pero menos compacto, más húmedo y de color amarillento. En lo relativo al 146 polígono de El Edén se identificó una estratigrafía compuesta por 3 estratos, un primer estrato de consistencia limoarcillosa, de entre 0-15 cm y 0-20 cm de grosor con presencia de piroclastos y rocas pequeñas; un segundo estrato arenoarcilloso de color bastante oscuro y consistencia suelta cuyo rango de profundidad va hasta los 40 y 50 cm aproximadamente; y finalmente un tercer estrato rocoso correspondiente a lo que se denomina peñón o caliche, de bastante dureza y dificultad de excavación. Figura 70. Perfil estratigráfico modal de los polígonos Genoy Alto (GNAL-PS494), San Juan (GNSJ-PS511) y El Edén (GNED-PS070). Elaboración propia a partir de fichas de registro. Estratigrafía y depósitos volcánicos Teniendo en cuanta el hecho de que las zonas prospectadas se encuentran en una zona de incidencia directa de un volcán, fue necesario consultar diferentes estudios vulcanológicos y geológicos que den relación de los suelos y depósitos volcánicos existentes en el territorio de Genoy y sitios cercanos como La Florida (Banks et al, 1997; Calvache et al, 1997; Gómez et al, 2022; SGC, 2022; Bolaños Cabrera, 2023). Estos estudios han logrado no solamente delimitar el 147 área de extensión de estos depósitos y la geomorfología de los suelos, sino también su antigüedad, así como el área de incidencia volcánica y potencial de desastre en caso de erupción. Esta información fue inmensamente valiosa para poder asociar el material recolectado con la cronología de ciertos eventos volcánicos documentados históricamente que han sucedido en la zona, algunos de los cuales han podido ser datados como es el caso del flujo piroclástico del norte de Genoy, ubicado en El Edén más concretamente (Banks et al, 1997:44). Este último puede corresponder a la alta actividad volcánica documentada a mediados del siglo XVIII, la cual tendría graves efectos en la vida social de la ciudad de Pasto, como relata Humboldt en su diario: El volcán de Pasto es por consiguiente el volcán más activo de América. Pues en el Cotopaxi, el Pichincha y el Tunguragua no se han visto llamas sino cada 10 o 15 años. Los indios dicen muy ingenuamente que las bocas parecen ventanas y que parece que se llevaran llamas de una ventana a la otra, porque se observan ya una, ya la otra parte del volcán iluminada, las llamas han sido vistas raramente en Pasto porque la cima o cresta del gran volcán las oculta. En Pasto se las vio por última vez, una noche, hacia 1760. La explosión del volcán fue tan fuerte que las piedras incandescentes eran lanzadas hasta la propia ciudad, donde comenzaron a quemarse los techos de paja. La distancia es mayor que 2 leguas de camino. Se recurrió a las procesiones. Cada 3 o 4 años son comunes las explosiones, con chorros de piedras y ceniza. (1982 [1801], pp. 127,a-128,a)22. Para el caso del polígono del Edén se pudo establecer que el estrato más superficial puede estar asociado a este depósito volcánico datado alrededor del siglo XVIII d.C. y donde se encontró en 22 Alexander Von Humboldt, diciembre de 1801. Diario VII a y b. 148 la prospección un piroclasto así como material asociado al periodo de contacto, como un fragmento de cerámica vidriada así como cerámica domestica de producción local. En Pullitopamba no hay como tal una datación de los depósitos volcánicos de esta zona, por lo que es muy difícil asociar el material encontrado a una fecha tentativa. Sin embargo parte de la geomorfología de Pullitopamba puede relacionarse con eventos volcánicos datados más arriba de la cabecera de Genoy, correspondientes a flujos piroclásticos de más de 36.000 años de antigüedad (Banks et al, 1997:44), pero no existe una datación correspondiente a las zonas de montículos denudacionales, dónde se reportó casi la totalidad del material arqueológico en la prospección de este polígono. Figura 71. Fecha calibrada en Oxcal del depósito volcánico “Genoy Norte” obtenida por Banks et al. (1997) Figura 72. Piroclasto encontrado en el Estrato 1 a 15 cm de profundidad. GNED-PS472. El Edén, Genoy. 149 5.2.3.2. Densidad y dispersión del material arqueológico Para este punto, inicialmente se hizo uso del programa SURFER, teniendo como base la información recolectada en la prospección. De esta manera, se relacionó el número de fragmentos encontrados en cada pozo con la coordenada de cada sondeo. Con esta información se pudo graficar y cartografiar la dispersión del material arqueológico, el cual en su mayoría fue cerámica. Posteriormente se hizo un cálculo de la densidad del material disperso se hizo dividiendo el número de fragmentos del polígono entre el producto del área de un pozo de sondeo (0,16 m2) y la cantidad de sondeos del polígono; de igual manera se hizo el cálculo de la dispersión de material por volumen, dividiendo el total de fragmentos por polígono entre el producto del volumen de un pozo de sondeo (0,128 m3 aprox.) y la cantidad de sondeos del polígono. Esto se puede resumir en las siguientes expresiones: Da = Fp / (0,16)*(PSp) Dv = Fp / (0,128)*(PSp) Donde Da corresponde a la densidad del material por el área de todos los sondeos del polígono, Dv a la densidad del material por el volumen de todos los sondeos del polígono, Fp al total de fragmentos por polígono y PSp el total de sondeos por polígono. Polígono Porcentaje de sondeos positivos en total de prospección Porcentaje de sondeos positivos en polígono (Da) Densidad del material por área en polígono (fragmentos/m2) (Dv) Densidad del material por volumen en polígono (fragmentos/m3) Genoy Alto 0, 38% 5,72% 0,35/m2 0,446/m3 San Juan 0, 38% 20,00% 1,25/m2 1,562/m3 Pullitopamba 1,35 % 1,49 % 0,08/m2 0,117/m3 El Edén 1,15% 100,00 % 23,37/m2 128,906/m3 Figura 73. Tabla de densidad de material en cada polígono. 150 Por último se hizo un cálculo de la densidad del material por área y volumen en general, es decir en los cuatro polígonos de la prospección. Para ello se dividieron el total de fragmentos recolectados en la prospección entre el área y volumen de todos los pozos de sondeo, lo cual se resume en las siguientes expresiones, donde DTa corresponde a la densidad total del material por área, DTv a la densidad total del material por volumen y Ft al total de fragmentos de material recolectados en la prospección: DTa = Ft / (0,16*518) DTv = Ft / (0,128*518) (DTa) Densidad total de material por área (fragmentos/m2) (DTv) Densidad total de material por volumen (fragmentos/m3) 1,53/m2 1,915/m3 Figura 74. Tabla de densidades totales de área y volumen. De los 518 pozos realizados en los cuatro polígonos proyectados, 24 fueron positivos, lo que representa un porcentaje de 4,6% de sondeos positivos. De estos sondeos positivos, 6 se encuentran en el Edén, que fue la zona donde más material arqueológico se logró encontrar. En Pullitopamba hubo ausencia de material en 460 pozos de sondeo, solamente siendo positivos 7 sondeos. Sin embargo, los sondeos positivos se encontraron en zonas como cimas aplanadas y montículos, adyacentes a caminos. A pesar de ello, la densidad del material arqueológico en Pullitopamba fue baja, recolectándose en total solamente 8 fragmentos de cerámica en todo el polígono y un fragmento de azada (lítico). 151 Figura 75. Mapa de calor del material arqueológico. Polígono Pullitopamba. El punto rosado señala un sitio funerario destruido y guaqueado, los puntos morados indican sitios de arte rupestre. Escala 1:4000. (Elaborado por César Obando y Tiepolo Fierro). Figura 76. Mapa de dispersión de material hecho con el Softwre SURFER. Polígono Pullitopamba. Escala 1:5000. (Elaborado por César Obando y Tiépolo Fierro). En el polígono de El Edén por su parte, la densidad de material fue ostensiblemente mayor, ya que todos los 6 sondeos proyectados resultaron positivos. En cuanto al material se recolectaron 99 fragmentos de material cerámico y 18 líticos, distribuidos en una terraza circular con presencia de montículos, y la parte inferior adyacente a esta. Al realizar los mapas de calor y dispersión, se pudo constatar que de que buena parte del material arqueológico asociado al sitio de El Edén, se encuentra distribuido a los costados de la geoforma sobre la que yace este posible 152 asentamiento. De esta manera, es muy probable que exista una cuenca de deposición de material arqueológico hacia los ríos Pasto y Maragato. Figura 77. Mapa de calor o densidad del material arqueológico. Polígono El Edén. Escala 1:4000. (Elaborado por César Obando y Tiépolo Fierro). Figura 78. Mapa de distribución de material hecho con SURFER, polígono El Edén. Escala 1:2000. (Elaborado por César Obando y Tiépolo Fierro). 153 En lo que respecta al polígono de Genoy Alto, el material arqueológico se concetró en una zona plana actualmente usada para la agricultura y ganadería, esta se encuentra adyacente a un área de colinas denudadas, donde actualmente viven familias campesinas, algunas de ellas vinculadas al cabildo indígena. En este sentido, el mapa de distribución del material arqueológico en este polígono denotó una posible cuenca de deposición influenciada por la inclinación de estas colinas denudadas, así como por la acción de escorrentías, lo que explica la alta sedimentación vista. El material encontrado en este polígono correspondió a fragmentos 8 cerámicos de cuerpo y un lítico. Este polígono se encuentra ubicado al sur de uno de los albergues construidos para atender la emergencia volcánica de 2006-2007; sin embargo además de estar al presente en un estado ruinoso, cuando se construyó se destruyó un sitio arqueológico importante, según lo conversado con habitantes de la zona que trabajaron en dicha construcción. Finalmente, como dato adicional, de acuerdo con las personas que habitan este sector del corregimiento ubicado en la vereda La Cocha, hasta hace 50 años se extraía arcilla de vetas cercanas para la fabricación de tejas. Figura 79. Mapa de calor o densidad del material arqueológico. Polígono Genoy Alto. Escala 1:4000. (Elaborado por César Obando y Tiépolo Fierro). 154 Figura 80. Mapa de distribución de material hecho con SURFER, polígono Genoy Alto. Escala 1:4000. (Elaborado por César Obando y Tiépolo Fierro). En lo relativo al polígono de San Juan, el material arqueológico se concentró en lo que presumimos son posibles aterrazamientos hechos sobre una hondonada ubicada al noroccidente de los albergues referidos anteriormente. Este sector está asociado dentro de la tradición local al asentamiento antiguo de la cabecera del corregimiento, ya que la cabecera actual es de trazado republicano. Por esta razón se buscó prospectar en toda la vereda Castillo Loma, sin embargo solo se pudo obtener autorización para prospectar la hondonada, la cual delimitamos en negro en los mapas de calor y dispersión elaborados para este polígono. El material recolectado fue solamente cerámico, destacando la presencia de fragmentos de cerámica Habana y Tuza. Cabe destacar la alta tasa de sedimentación en este polígono, rasgo compartido con los polígonos de Pullitopamba y Genoy Alto. 155 Figura 81. Mapa de calor o densidad del material arqueológico. Polígono San Juan. Escala 1:2000 (Elaborado por César Obando y Tiépolo Fierro). Figura 82. Mapa de distribución de material hecho con SURFER, polígono San Juan. Escala 1:2000 (Elaborado por César Obando y Tiépolo Fierro). 156 5.2.3.3. Material arqueológico recolectado Inicialmente la prospección cerámica en el polígono de Pullitopamba (el primero en ser prospectado) no arrojó la cantidad de material arqueológico que se esperaba, sin embargo posteriormente al realizar el ejercicio de prospección en el sector del Edén, la cantidad de material recolectado fue bastante importante, contabilizándose 99 fragmentos de material cerámico y 18 líticos, además de tramos “aderezados” en el sendero que conduce de Pullitopamba a El Edén, por otro lado en este polígono todos los 6 sondeos proyectados fueron positivos. En lo que cuenta a los polígonos de Genoy Alto y San Juan, se registraron 4 sondeos positivos y un total de 18 fragmentos de material cerámico y lítico en total; estos dos polígonos originalmente se pensaron como uno solo dada su cercanía a los albergues de la parte alta del corregimiento, pero debido a permisos de predios hubo que prospectarlos por separado. Aparte de la prospección arqueológica de los polígonos presentados previamente, cabe resaltar que también se dieron tres recolecciones superficiales de material arqueológico, las cuales arrojaron líticos en su totalidad. Estas recolecciones superficiales se dieron en los sectores de El Edén, (GNED-RS1, GNED-RS2) y en Aguapamba (GNAG-RS3), arrojando una cantidad de 32 líticos. En esta lógica, el conteo total del material recolectado tanto en prospección como en recolección superficial fue de 164 fragmentos. La mayoría del material recolectado fue cerámico, con un porcentaje de 76,83 % representado en 123 fragmentos. Así mismo, se recolectó una proporción importante de líticos, correspondientes al 23,17 % de la muestra y 38 fragmentos. Finalmente en lo que respecta a la proporción por estratos, la mayoría del material arqueológico (62,20%) fue encontrada en el estrato 2, el cual asociamos a la ocupación prehispánica, en el estrato 1 se encontró el 37,80% de la muestra total. 157 Figura 83. Proporción de material arqueológico recuperado en prospección y recolecciones superficiales. (Elaboración propia) Figura 84. Proporción de material arqueológico por procedencia. (Elaboración propia) 158 Figura 85. Proporción de material arqueológico según estrato. (Elaboración propia) Comportamiento del material recolectado La exploración estadística inicial de los datos recolectados en la prospección nos proporcionó una idea general de la distribución del material en el terreno, teniendo especial importancia el análisis de la variable de profundidad. Como podemos apreciar en los siguientes gráficos, el polígono donde el material fue más profundo corresponde a San Juan donde el material se encontró a más de 50 cm de profundidad, seguido de Genoy Alto donde la profundidad media oscila entre 30 y 40 cm, y en menor medida Pullitopamba donde el material se encontró en torno a los 30 cm. El Edén por su parte, denota ser el lugar de menor profundidad del material arqueológico identificado en prospección, ya que el material en este polígono no se encuentra a una profundidad mayor de 30 cm: 159 Figura 86. Histograma de profundidad de material arqueológico en prospección por polígono. Ahora bien, en lo referente a la distribución de la profundidad del material arqueológico según estrato, podemos determinar que en promedio a los 20 cm se da la transición entre los dos estratos, siendo 25 cm la profundidad en la que se da la mayor frecuencia de material arqueológico, disminuyendo paulatinamente hasta los 60 cm, expresando además una distribución más normal que la del estrato 1. También es pertinente aclarar que la recolección superficial, arrojó una frecuencia similar a la frecuencia de datos vista en el estrato , donde el material se manifiesta entre los 10 cm y los 20 cm de profundidad. Finalmente al ver la distribución de las frecuencias de profundidad por material arqueológico, apreciamos como la cerámica tiene una distribución mucho más apegada a la normalidad estadística, con un pico de frecuencias más cercano al nivel o centro del gráfico: 160 Figura 87. Histograma de profundidad de material arqueológico por estrato. (Elaboración propia). Figura 88. Histograma de profundidad de material cerámico y lítico. (Elaboración propia). 161 Además de la profundidad, otra de las variables de importantes a tener en cuenta en función del análisis de materiales recolectados sin duda es la altitud. Al apreciar la distribución altitudinal media del material recolectado en la prospección y recolecciones superficiales, encontramos un rango de más de 1000 m desde el punto más alto donde se recolectó material, un abrigo rocoso en Aguapamba sobre los 2800 msnm, hasta el punto más bajo de recolección en la prospección efectuada en El Edén que osciló entre los 1800 msnm. En el terreno, este rango de distribución del material se explica por la transición del piso frío al páramo y pajonales en torno a los 3200 msnm, siendo esta una zona poco asociada a la habitación dada su cercanía al cráter del volcán y las bajas temperaturas. Por otro lado la presencia encañonada de los ríos Pasto y Maragato delimitan buena parte del territorio en el que se asienta Genoy, haciendo que su confluencia en la vereda El Edén sea el límite norte natural del corregimiento. Figura 89. Gráfico de altitud media respecto a la procedencia de material arqueológico recolectado en prospección y recolecciones superficiales. (Elaboración propia). 162 Ahora bien, al graficar la media de altitud del material encontrado en prospección y recolecciones superficiales, pero diferenciando entre cerámica y líticos, vemos como la cerámica denota una continuidad en el territorio, desde los 2500 msnm en Genoy Alto hasta los 1800 msnm en El Edén; por su parte los líticos se encuentran con más incidencia en las zonas más altas y más bajas del corregimiento, donde hay más fuentes de extracción lítica. Por un lado en la parte alta del corregimiento, la presencia de rocas es mucho mayor dada la cercanía al cráter y por ende de los eventos eruptivos; en la parte baja por otro lado, las fuentes de extracción lítica se encuentran en los ríos Pasto y Maragato, especialmente en su confluencia. Figura 90. Media de altitud por procedencia y tipo de material arqueológico recolectado en prospección y recolecciones superficiales. (Elaboración propia). 163 Finalmente, para aproximar el entendimiento del comportamiento del material arqueológico respecto a las variables de altitud y profundidad, se realizó un ejercicio inicial de correlación de datos. Por medio de la herramienta de dispersión agrupada de SPSS, se pudo generar un gráfico donde se expresa a la altitud como variable independiente en el eje y, siendo la profundidad en función de la altitud. Con este tipo de correlación matemática, se buscó generar una línea de ajuste para la distribución de la cerámica y líticos respecto a estas dos variables, y de esta manera obtener el indicador de R2 o coeficiente de determinación. El uso de este indicador permite evaluar la viabilidad de un modelo de datos, así como también probar hipótesis o premisas formuladas, en otras palabras este indicador nos demuestra que porcentaje de los datos está siendo explicada por el modelo propuesto; por otro lado los gráficos de dispersión o scatter plots, permiten mostrar la forma y la dirección de la relación entre dos variables cuantitativas, de escala o medición. (Lyman & Longnecker, 2015:106). Así pues podemos apreciar una tendencia en el comportamiento del material arqueológico, la cual se traduce en la hipótesis de que: a mayor altitud el material arqueológico se va a encontrar a mayor profundidad. Al apreciar el gráfico de dispersión agrupada siguiente, podemos ver como de acuerdo con el indicador de R2 obtenido, un 69,2% de los datos de la cerámica se ajusta a la hipótesis planteada, mientras que en el caso de los líticos solamente un 11,7% de los datos se ajusta a esta hipótesis. La incidencia de factores naturales como la altitud y la sedimentación producto de la actividad volcánica, sin duda es bastante importante para entender la disposición y distribución del material arqueológico en Genoy. Esta aproximación inicial nos devela un aspecto crucial de la dinámica de comportamiento del material arqueológico en esta zona del volcán Galeras, pero también nos abre la puerta al develamiento 164 del posible ordenamiento espacial existente en nuestra área de estudio, algo que más adelante ampliaremos en nuestra discusión. Figura 91. Gráfico de dispersión agrupada con línea de ajuste de altitud y profundidad por tipo de material arqueológico. Intervalo de confianza del 95%. (Elaboración propia). 5.3. Resultados de Laboratorio 5.3.1. Análisis Cerámico Se pudieron identificar 10 tipos cerámicos diferentes, con base a un análisis macroscópico y microscópico de las pastas, así como de las características estilísticas y de manufactura del material. Estos se agruparon en los siguientes grupos o tipos: Genoy pardo pintado, Edén café alisado, Genoy naranja, Genoy terracota, Edén marrón, Edén burdo, Habano, Negra, Tuza y Vidriado local. Para el caso de Pullitopamba solamente se pudo encontrar los tipos Genoy Pardo, 165 Genoy Naranja y Genoy Terracota, mientras que en El Edén se encontraron todos los tipos cerámicos mencionados. Tipo Color de Pasta Temperante/ Inclusiones Manufactura Características estilísticas Características Morfológicas/ Formas diagnósticas Ubicación Genoy Pardo Pintado 10YR 5/4 10YR 4/4 Cuarzo, fragmentos ferrosos, mica, feldespato Enrollado Alisado en ambas caras, pintura gris en cara interna Fragmentos de cuerpo decorados, Borde evertido. El Edén, Pullitopamba Edén Café Alisado 10 YR 5/4 Cuarzo, tiesto molido, mica Enrollado Alisado, Pintura gris en cara interna Presencia de Hollín El Edén Genoy Naranja 5YR 6/8 Feldespato, calcita, cuarzo, mica Enrollado Pintura gris en cara interna, pintura blanca en cara externa. Fragmentos de cuerpo decorados El Edén, Pullitopamba Genoy Terracota 7.5 YR 4/6 Cuarzo, tiesto molido, mica Enrollado Baño color terracota en cara externa, alisado, perforaciones. Borde evertido, erosión en ambas caras, textura friable. El Edén, Pullitopamba Edén Marrón 5YR 5/6 Fragmentos ferrosos, feldespato, roca triturada Enrollado Alisado Erosión en ambas caras, líquenes El Edén Edén Burdo 7.5 YR 6/4 Mica, fragmentos ferrosos, feldespato Enrollado NA Erosión en ambas caras, textura friable. El Edén Habano 2.5Y 6/4 Mica, fragmentos ferrosos, feldespato Enrollado Alisado Erosión en ambas caras El Edén Vidriado Local 7.5YR 8/8 Mica, fragmentos ferrosos, feldespato Torno Vidriado en cara interna Erosión en cara externa El Edén Negra 7.5R 2/1 Cuarzo, roca triturada, mica Enrollado Alisado interno Presencia de hollín Genoy Alto, San Juan Tuza 10YR 8/3 Cuarzo, fragmentos ferrosos, mica Enrollado Engobe rojo sobre crema Fragmentos decorados San Juan Figura 92. Resumen de características de tipos cerámicos identificados. Como se puede apreciar en la tabla anterior, muchos tipos de las inclusiones identificadas están presentes en varios tipos cerámicos, tales como los fragmentos ferrosos y fragmentos félsicos como el feldespato. Por otro lado, desgrasantes como la roca triturada son exclusivos del tipo Edén marrón y la cerámica de tipo Negra; igualmente el tiesto molido se presenta como 166 agregado presente solamente en los tipos Edén café alisado y Genoy terracota. Por su parte el cuarzo y la mica aparecen de manera conjunta en varios tipos, excepto en los tipos Vidriado local, Habano, y Edén burdo, donde la mica aparece como inclusión junto a fragmentos ferrosos y feldespato. Figura 93. Tipo Genoy Pardo Pintado. (Fotografía: Tiepolo Fierro) Figura 94. Pasta del tipo Genoy pardo pintado bajo el microscopio, aumento 100x. (Fotografía: Tiepolo Fierro) 167 Figura 95. Tipo Edén café alisado. (Fotografía: Tiepolo Fierro) Figura 96. Pasta del tipo Edén café alisado bajo el microscopio, aumento 100x. (Fotografía: Tiepolo Fierro) 168 Figura 97. Tipo Genoy naranja. (Fotografía: Tiepolo Fierro) Figura 98. Pasta del tipo Genoy naranja bajo el microscopio, aumento 100x. (Fotografía: Tiepolo Fierro) 169 Figura 99. Tipo Genoy terracota. (Fotografía: Tiepolo Fierro) Figura 100. Pasta del tipo Genoy terracota bajo el microscopio, aumento 100x. (Fotografía: Tiepolo Fierro) 170 Figura 101. Tipo Edén marrón. (Fotografía: Tiepolo Fierro) Figura 102. Pasta del tipo Edén marrón bajo el microscopio, aumento 100x. (Fotografía: Tiepolo Fierro) 171 Figura 103. Tipo Edén burdo (Fotografía: Tiepolo Fierro) Figura 104. Pasta del tipo Edén burdo bajo el microscopio, aumento 100x. (Fotografía: Tiepolo Fierro) 172 Figura 105. Tipo Habano (Fotografía: Tiepolo Fierro) Figura 106. Pasta del tipo Habano bajo el microscopio, aumento 100x. (Fotografía: Tiepolo Fierro) 173 Figura 107. Tipo Vidriado Local. (Fotografía: Tiepolo Fierro) Figura 108. Pasta del tipo Vidriado local bajo el microscopio, aumento 100x. (Fotografía: Tiepolo Fierro) 174 Figura 109. Tipo Tuza. (Fotografía: Tiepolo Fierro) Figura 110. Pasta tipo Tuza bajo el microscopio, aumento 100x. (Fotografía: Tiepolo Fierro) 175 Figura 111. Tipo Negro. (Fotografía: Tiepolo Fierro) Figura 112. Pasta tipo Negra bajo el microscopio, aumento 100x. (Fotografía: Tiepolo Fierro) 176 Además de un análisis macroscópico se hizo una medición del tamaño de las inclusiones, por medio del software IMAGEJ así como con la herramienta de medición del microscopio DINO- LITE AM4113ZT. Encontramos que si bien no existen diferencias abruptas entre varios de los tipos identificados en términos mineralógicos y de cocción, si se puede establecer que hay un grado de diferencia principalmente en torno al grosor y en menor medida proporción de los desgrasantes o inclusiones. Ello se comprobó al medir en el microscopio la longitud en mm de las partículas añadidas como temperante en cada uno de los 123 fragmentos cerámicos recolectados, calculando la media aritmética del grosor de cada tipo de temperante; de esta manera se generó una tabla de las medias de tamaño de partículas de desgrasantes para entender mejor el grado de diferencia entre cada tipo. Este ejercicio de análisis permitió ordenar los tipos cerámicos identificados de mayor a menor, en función del grosor del temperante o desgrasante, correspondiendo ello a una característica interesante de apreciar en la manufactura cerámica de la zona: Figura 113. Diagrama de cajas de tamaño de desgrasante por tipos cerámicos. (Elaboración propia). 177 TIPO CERÁMICO PARTÍCULA DESGRASANTE MEDIA TAMAÑO PARTÍCULA (mm) MEDIA TAMAÑO DESGRASANTE (mm) Tuza cuarzo 0,06 0,098 fragmento ferroso 0,196 mica 0,039 Negro cuarzo 0,175 0,089 roca triturada 0,050 mica 0,042 Genoy Pardo Pintado cuarzo 0,104 0,158 fragmento ferroso 0,208 mica 0,126 feldespato 0,192 Edén Café Alisado cuarzo 0,22 0,213 tiesto molido 0,23 mica 0,19 Genoy Naranja feldespato 0,107 0,121 calcita 0,092 cuarzo 0,189 mica 0,094 Genoy Terracota cuarzo 0,297 0,176 tiesto molido 0,091 mica 0,141 Edén Marrón fragmento ferroso 0,131 0,147 feldespato 0,185 roca triturada 0,125 Edén Burdo mica 0,129 0,087 fragmento ferroso 0,046 feldespato 0,087 Habano fragmento ferroso 0,418 0,209 feldespato 0,135 mica 0,075 Vidriado Local mica 0,013 0,155 feldespato 0,062 fragmento ferroso 0,08 Figura 114. Tabla de medias de tamaño de desgrasante por tipo cerámico y tipos de inclusiones. (Elaboración propia). 178 Figura 115. Media de desgrasante por tipo cerámico. (Elaboración propia). Esta perspectiva de análisis se amplió, al hacer el mismo ejercicio pero diferenciando el tipo de inclusiones o desgrasante en relación con su grosor, arrojando un comportamiento bastante fluctuante de esta variable en los tipos identificados, pero con cierta predominancia del uso del cuarzo, el feldespato y la mica en la mayoría de estos; mientras que desgrasantes como la roca triturada (andesita) y el tiesto molido (cerámica reutilizada como desgrasante) son exclusivos de los tipos Edén marrón y Edén café alisado respectivamente. Finalmente creemos que las inclusiones referentes a fragmentos ferrosos no correspondan del todo a minerales agregados, sino quizá a componentes presentes en las arcillas usadas en la manufactura, al encontrarse también este tipo de partículas en la mayoría de los tipos identificados en la clasificación: 179 Figura 116. Gráfico de líneas de media de tamaño de desgrasante por tipo de inclusión y tipo cerámico. (Elaboración propia) En cuanto a la profundidad media asociada a cada tipo identificado, se encontró que tipos como el habano, el Tuza o la cerámica Negra se encuentran por lo general a una mayor profundidad, mientras que los tipos Edén burdo, Edén café alisado y el Vidriado local se hallan a una menor profundidad. Este análisis es importante, puesto que sirve de gran ayuda a la hora de determinar una posible secuencia de los tipos cerámicos identificados, sin embargo hay que tener en cuenta que a mayor altitud, los depósitos volcánicos asociados al estrato 1 son de mayor espesor, mientras que en El Edén, al estar a menor altitud y por ende más lejos del área de influencia del volcán, el material se encontró por lo general a una profundidad menor. Por otro lado, la proporción de los tipos identificados denota una mayor incidencia de los tipos Genoy terracota, Genoy pardo pintado y Genoy naranja, los cuales se reportaron en todos los polígonos prospectados, mientras que los tipos asociados al sector de El Edén guardan una proporción 180 menor, de igual manera que los tipos encontrados en los sectores de Genoy Alto y San Juan como la cerámica negra o el tipo Tuza: Figura 117. Media de profundidad por tipo cerámico. (Elaboración propia) Figura 118. Proporción de tipos cerámicos identificados. (Elaboración propia) 181 Finalmente, en lo que respecta a formas identificadas, debido al tamaño de la muestra y al tratarse de una prospección y no una excavación en área, no se tuvo la fortuna de identificar o reportar formas completas en campo. Sin embargo, fue posible la reconstrucción de un plato hondo, asociado al tipo Genoy Terracota, de aproximadamente 22 cm de diámetro y 7 cm de altura, esta forma presenta un borde adelgazado y cuello abierto Figura 119. Plato hondo, tipo Genoy Terracota. GNED-PS468, Estrato 2 (25 cm). (Elaboración propia) Por otro lado, en cuanto a formas diagnósticas, solamente se pudo encontrar la presencia de dos cuellos cerrados encontrados en el pozo GNED-PS468 junto con el plato anterior. El primero de estos cuellos se encuentra asociado al tipo Genoy Terracota, se caracteriza por la presencia de un pequeño aquillamiento en la zona anterior al borde; el segundo por su parte es mucho más recto y delgado, asociado al tipo Genoy Pardo Pintado. Todos estos fragmentos descritos se encontraron en un mismo estrato, a un profundidad entre 20 y 25 cm. 182 Figura 120. Cuello cerrado. tipo Genoy Terracota. GNED-PS468, Estrato 2 (25 cm). (Elaboración propia) Figura 121. Cuello cerrado. tipo Genoy Pardo Pintado. GNED-PS468, Estrato 2 (20 cm). 183 5.3.2. Análisis lítico El análisis de los elementos líticos reportados en el reconocimiento a pie y la prospección, arrojó un total de 38 ítems, de los cuales 32 se encontraron completos y 6 fragmentados; de estos la mayoría se identificaron como artefactos líticos y solamente 8 corresponderían a desechos de talla. En cuanto a las materias primas utilizadas en la manufactura, la mayoría se trata de andesitas procedentes del volcán Galeras y en menor medida algunos líticos elaborados en cuarzo, basalto y chert. En lo que respecta a la procedencia de los líticos, la mayor parte de estos fueron encontrados en la vereda El Edén, donde se reportaron 24 ítems, mientras que el resto fue encontrado en recolecciones superficiales en la vereda Aguapamba: Figura 122. Proporción de líticos completos y fragmentados. (Elaboración propia) 184 Figura 123. Proporción de líticos por tipo. (Elaboración propia) Figura 124. Proporción de líticos por materia prima. (Elaboración propia) 185 Figura 125. Proporción de líticos por procedencia. (Elaboración propia) En lo referente al tipo de extracción correspondiente a cada lítico identificado, se identificó una predominancia de la extracción por percusión, además de existir una incidencia del aprovechamiento de rocas por su forma, especialmente en elementos como manos de moler y bases para percusión. De igual manera se pudo establecer el tipo de tratamiento aplicado en la manufactura de cada ítem, destacando el retoque, el pulimento y el uso mixto de ambas técnicas en la mayoría de los artefactos líticos; en menor medida se identificó la modificación por uso, en elementos como manos de moler y percutores. En lo que hace referencia a los tipos o clases de artefactos líticos identificados, destaca la presencia de hachas con escotadura y artefactos de corte tajante, así como bases para percusión, raederas y azadas; también se identificaron algunos cinceles, un buril, un posible pico y un raspador: 186 a b c d e f 187 g h Figura 126. Algunos artefactos líticos recuperados: (a) raedera en cuarzo, Aguapamba (GNAG-RS3LT0022); (b) lasca en chert, El Edén (GNED-PS472LT0037); (c) posible percutor en andesita, El Edén (GNED-RS1LT0009); (d) hacha en basalto, El Edén (GNED-PS472LT0036); (e) cincel en andesita, El Edén (GNED-RS1LT0006); (f) azada en andesita, El Edén (GNED-RS1LT0014); (g) mano de moler en andesita, El Edén (GNED-RS1LT0016 ); (h) posible hacha o artefacto de corte tajante en andesita, El Edén (GNAG-RS3LT0030). (Fotografías: Tiepolo Fierro) Figura 127. Proporción de líticos por tipo de extracción. (Elaboración propia). 188 Figura 128. Proporción de líticos por tratamiento. (Elaboración propia). Clasificación Cantidad Porcentaje Desecho de talla 8 21,05% Artefacto indeterminado 5 13,16% Hacha 5 13,16% Base para percusión 4 10,53% Raedera 4 10,53% Percutor 3 7,89% Azada 3 7,89% Cincel 2 5,26% Mano de moler 1 2,63% Raspador 1 2,63% Buril 1 2,63% Pico 1 2,63% Figura 129. . Tabla de artefactos líticos identificados. (Elaboración propia) 189 Posteriormente se hizo un balance de las técnicas de tratamiento aplicadas en los líticos de acuerdo con la materia prima elegida para su elaboración, llegando a la conclusión de que existe una predominancia del uso mixto de retoque y pulimento en los artefactos de roca andesita, mientras que en el caso de los líticos elaborados en otras materias primas, solamente pudo identificarse el retoque como forma de tratamiento. También se obtuvo la media del peso de cada tipo de artefacto lítico, lo que permitió elaborar un gráfico en el que se ordenan de mayor a menor estos elementos en función de su media de peso en gramos. Finalmente en lo relativo a la altitud en que se encontraron los líticos, la mayoría de ellos se encontraron en la parte baja del corregimiento de Genoy, entre los 1800 y 1900 msnm; y en menor medida en la parte alta del corregimiento, por encima de los 2200 msnm y en mayor proporción sobre los 2800 msnm: Figura 130. Proporción de tratamientos en artefactos líticos por materia prima. (Elaboración propia) 190 Figura 131. Media de peso en artefactos líticos. (Elaboración propia) Figura 132. Media de altitud en líticos por materia prima. (Elaboración propia) 191 Capítulo 6: Discusión: 6.1. Problemáticas del muestreo Hasta el momento hemos podido ver como diferentes herramientas nos llevaron al reconocimiento e identificación de sitios arqueológicos, muchos de los cuales están presentes en el imaginario cultural y colectivo de la comunidad de Genoy. En un primer sentido, la utilización de métodos etnográficos es vital, puesto que genera un vínculo con la comunidad que permite en un sentido logístico, aprovechar las ventajas del conocimiento local en ejercicios de georreferenciación y cartografía. Por otro lado, fue muy evidente como estos ejercicios con la comunidad permitieron corroborar algunas inferencias previas encontradas en el reconocimiento remoto, especialmente en el análisis de la geomorfología y las imágenes de radar. Teniendo en cuenta que uno de nuestros propósitos es identificar asentamientos, la metodología de prospección aplicada resultó útil, en la medida de que los polígonos definidos fueron realizados sobre áreas previamente analizadas y visitadas. Así pues, aunque en lugares como Pullitopamba se esperaba obtener una muestra grande de material arqueológico, se pudo constatar la posibilidad de un posible asentamiento, pero sobre todo, se pudo comprender e ilustrar mejor las características de los senderos y caminos presentes, además de las transformaciones y modificaciones hechas sobre estos elementos a lo largo del tiempo. A esto hay que sumarle el factor deposicional, puesto que se evidenció que el primer estrato asociado a caídas de ceniza, en algunos caso superaba el metro de espesor. Esto hizo plantear la necesidad de analizar mejor la geomorfología de Pullitopamba, donde a futuro se 192 podrían aplicar métodos no invasivos de teledetección como georradar, los cuales pueden sondear el suelo a un mayor rango que la prospección convencional. Por su parte, el sitio de El Edén ofreció unos resultados mucho más claros en términos de densidad de material, además del hecho de que las alteraciones y modificaciones hechas en los caminos y en el sitio mismo son mínimas si se comparan con Pullitopamba. En el Edén, donde el área prospectada es ostensiblemente menor respecto a Pullitopamba, se obtuvo una alta concentración y densidad de material arqueológico, además de que las modificaciones antrópicas sobre el terreno son perceptibles a simple vista, por lo que se pudo definir con más seguridad la posible configuración espacial del sitio. En lo que respecta a los polígonos de Genoy Alto y San Juan fue posible ubicar una parte pequeña de las dispersiones de material presentes en esos sectores, teniendo como limitante la falta de permisos por parte de muchos propietarios privados para realizar la prospección, por lo que solamente pudieron realizarse sondeos en predios pertenecientes al cabildo indígena. Esta es una problemática bastante recurrente en la zona suroccidental de Colombia, donde la proliferación de minifundios o parcelas pequeñas hace que la consecución de autorizaciones por parte de los propietarios sea un dolor de cabeza, dado que muchos de estos predios poseen menos de una hectárea de terreno y es necesario hablar con mucha gente, a diferencia de otras zonas del país donde los predios tienden a ser mucho más grandes. Por otro lado encontramos también un problema cultural y de desconfianza hacia la labor investigativa, idea alimentada por la noción de que los estudios arqueológicos buscan solamente tumbas y tesoros; muchas veces los propietarios particulares ven como una suerte de saqueo o intromisión a la propiedad privada el hecho de hacer unos cuantos sondeos en sus terrenos, a pesar de que la legislación en Colombia 193 declara al patrimonio arqueológico como un bien inalienable, propiedad del estado y por ende de toda la ciudadanía. Este tipo de problemáticas implica que los investigadores, además de aplicar metodologías acordes a los contextos locales en términos científicos también deban hacer un enorme trabajo de arqueología comunitaria y concientización de la relación de las comunidades y particulares con el patrimonio arqueológico. En Genoy, por fortuna, la presencia de una autoridad tradicional en proceso de consolidación ha ayudado en los últimos años a cambiar esta problemática; al menos en lo que respecta al registro y conocimiento de sitios de arte rupestre y caminos antiguos. El proceso de creación del plan de vida de la comunidad indígena asentada en este corregimiento, ha hecho que la relación con otros elementos arqueológicos menos visibles (como las dispersiones o acumulaciones cerámicas y líticas), sea más aprehensible y entendible en los términos propios del sistema cultural indígena; de esta manera poco a poco se ha podido integrar a la autoridad tradicional y la comunidad en general, en la concientización de este tipo de patrimonio arqueológico, muy susceptible a ser ignorado y destruido. Pero más allá de problemáticas donde la arqueología comunitaria puede resultar una herramienta para sobrellevar coyunturas de índole social, es claro que del otro lado subyace el problema del desglosamiento e interpretación de los datos levantados en todas las facetas de la investigación. Al ser esta tesis un primer intento formal por abordar un área importante del actual municipio de Pasto es necesario que el análisis de datos recogidos se refleje en un modelo inicial desde donde partir de forma inferencial para identificar y entender las huellas de ocupación prehispánica en el territorio. En primera instancia, una problemática central respecto a la identificación de ocupaciones humanas en Genoy, es la incidencia de las dinámicas deposicionales asociadas a la actividad 194 volcánica; un factor que en nuestro análisis de datos logramos sortear al realizar una correlación de los datos de profundidad del material arqueológico con la variable de altitud. De una u otra manera, la premisa de que a mayor altitud hay mayor probabilidad de encontrar el material arqueológico a mayor profundidad, nos sesga y limita a prestar más énfasis en la evidencia recolectada en el sector bajo del corregimiento. En zonas de baja altitud la deposición asociada a la actividad volcánica es mucho menor, así como las alteraciones o intervenciones modernas en los caminos y senderos que articulan zonas como El Edén con el resto del corregimiento; así mismo la identificación y delimitación espacial de acumulaciones de material arqueológico y modificaciones sobre el terreno es mucho más fácil de apreciar. El sitio de El Edén reúne las características necesarias para poder plantear un modelo inicial de organización espacial, donde los sitios de habitación que presumimos están sobre los aterrazamientos circulares identificados se vinculan a un camino que discurre de forma geomórfica por una cima de ladera estrecha y aplanada, delimitada al oriente y el occidente por cursos de agua encañonados. Además, aunque es presumible que buena parte del material arqueológico asociado a estas terrazas se encuentre en lo profundo de los ríos, claramente se puede incidir una intencionalidad en la deposición del material cultural en El Edén, el cual se concentra en una pequeña hondonada actualmente cubierta por vegetación silvestre y algunos pequeños sembríos de yuca, así como hacia la zona de los montículos que marcan el límite norte del sitio. Al unir los tracks de los caminos y senderos, los perímetros georreferenciados de los aterrazamientos y la información gráfica proveída por SURFER respecto a la dispersión y concentración del material arqueológico, fue posible plantear una distribución espacial de lo que podría corresponder a un posible asentamiento prehispánico: 195 Figura 133. Aterrazamientos identificados en El Edén (Fotografía: Tiepolo Fierro) Figura 134.Reconstrucción espacial del asentamiento de El Edén, Genoy, Pasto. (Elaboración propia). 196 La identificación de este posible asentamiento cumple nuestra idea inicial de buscar ocupaciones humanas prehispánicas en Genoy por medio de la identificación de identificadores de contextos domésticos. En este caso la presencia de acumulaciones de material cerámico es un buen indicador para la presencia de posibles basureros arqueológicos asociados a contextos de vivienda. Aunque en El Edén se dio el caso más evidente de comprobar esta premisa esencial de uno de nuestros objetivos específicos, al estudiar las dispersiones de material de otros polígonos expresadas en SURFER, podemos identificar que estos rescoldos de dispersiones de material están apuntando a contextos deposicionales altamente influenciados por la actividad moderna (agricultura) así como por la posible acción de escorrentías; sin embargo como pudimos ver en los polígonos de San Juan y Genoy Alto, estas pequeñas dispersiones de material no se encuentran muy distantes de colinas disectadas y montículos denudados con presencia de viviendas modernas. En este caso no se debe descartar la posibilidad de que estas viviendas modernas estén construidas sobre zonas de habitación antigua. Por otro lado, el objetivo principal de esta investigación quizás pecó de ambicioso en principio, puesto que este estaba pensado para ser desarrollado en buena parte por medio de un reconocimiento general sistemático de toda el área de estudio. Sin embargo tuvimos que contentarnos con realizar polígonos definidos en buena parte por factores ajenos a los planteamientos con los que partimos al terreno. Sin embargo, el poder proponer una posible distribución y disposición espacial de un asentamiento en El Edén, articulado a una red de caminos que esta inmersa dentro de un paisaje cultural bien influenciado por las geoformas derivadas de la actividad volcánica y la acción de los cursos de agua, sin duda nos ayuda a descubrir la punta del iceberg en lo referente al ordenamiento espacial prehispánico subyacente en el territorio de Genoy. 197 Ahora bien, en lo que respecta a los caminos, evidentemente podemos decir que hemos cumplido a cabalidad con lo planteado en nuestro objetivo principal. El poder cartografiar el circuito de caminos existente en Genoy por medio de la georreferenciación de los recorridos llevados a cabo con la comunidad, es una prueba de como la corporeidad como ontología se ve expresada en la memoria corporal del territorio, puesto que el conocimiento de los caminos en la zona y como transitarlos es un aprendizaje muy ligado a las dinámicas de tradición oral y transmisión cotidiana de saberes y conocimientos en el seno de las familias del cabildo. De esta manera pudimos comprobar que la información levantada por medio de la etnografía servía para explicar esa relación constante y ancestral con la infraestructura vial levantada en esta parte del Volcán Galeras. Los caminos que articulan el territorio de Genoy son una representación clara de aspectos muy orgánicos de la cosmovisión andina, visible en otros lados del continente, donde los caminos muchas veces asumen connotaciones sacralizadas y guardan de por sí una estrecha relación con otros elementos del paisaje cultural como los petroglifos, los cuales pueden entenderse como marcadores territoriales y de movilidad pero también como representaciones sintéticas del paisaje y el cosmos (Vitry, 2023). En este punto, al analizar todas las variables ligadas a los caminos como elementos arqueológicos por medio de la correlación matemática y el uso de herramientas como los gráficos de dispersión, pudimos dar un sentido al gran conglomerado de información estadística que levantamos en esta investigación. Variables como la profundidad de los materiales no se interpretan solas en contextos tan susceptibles a la acción tafonómica de elementos naturales como lo son las zonas con alta actividad volcánica, y necesariamente debimos articular el análisis multivariable en función de una variable independiente como lo es la altitud. La 198 exploración de los datos arrojados por la prospección arqueológica y los reconocimientos a pie del territorio nos dio la premisa necesaria para comprender el principal factor que podría incidir en la interpretación del comportamiento estadístico de los datos de material arqueológico. Así pues asumimos a la altitud como un elemento transversal al paisaje cultural y sacralizado que constituye el volcán Galeras, autores como Felipe Cárdenas han afirmado el carácter simbólico y funcional de este volcán, al ser el referente sociorreligioso y paisajístico más importante del Valle de Atriz (Cárdenas, 2020). Esto no significa que el volcán tenga un carácter meramente contemplativo para los habitantes originarios de la región, sino que al ser un ser viviente dentro del sistema de creencias de la gente nativa, se torna también en un agente social que necesariamente incide en el ordenamiento espacial del territorio. La actividad volcánica es la modeladora del paisaje, y en buena medida los caminos siguen un patrón geomórfico pero al mismo tiempo es evidente que este tipo de infraestructura aprovecha las geoformas del paisaje para hacer eficiente la movilidad, pero con un trasfondo ontológico donde la división tripartita, el cuerpo humano, las huacas expresandas en la figura de las cuevas y petroglifos y el apu central Galeras, configuran una organización espacial correspondiente con un paisaje sacralizado pero donde evidentemente la gente se asienta y se desenvuelve. 6.2. Material cerámico y cronología relativa A primera luz, podríamos afirmar que cada sitio o polígono prospectado difieren enormemente, sin embargo hay aspectos que se comparten y asemejan entre todas las áreas prospectadas y reconocidas. En términos de elementos arqueológicos encontrados, podemos resaltar la presencia de caminos y senderos asociados a todos los polígonos, y en el caso del material cerámico encontramos que tipos cerámicos tales como Genoy pardo pintado, Genoy naranja y Genoy 199 terracota, se encuentran presentes en todos los polígonos, y más importante aún, en todos los pisos térmicos donde pudo constatarse la presencia humana por medio de la identificación de acumulaciones y dispersiones cerámicas. En esta lógica, podemos remitirnos por ejemplo a estudios en áreas cercanas, donde la identificación de tipos cerámicos en función de la altitud o la ocupación de ambientes diferentes es un insumo importante para entender la ocupación espacial del territorio. La presencia de un mismo material cultural en pisos térmicos o ambientes diferentes es una característica identificada por Langebaek y Piazzini en el vecino municipio de Yacuanquer asociado cronológicamente a lo que los autores denominan periodo 2, correspondiente al periodo medio- tardío de la periodización propuesta por Lleras et al (2007). En este sentido, al comparar las pastas e inclusiones de los tipos cerámicos propuestos para Yacuanquer en el año 2003 con nuestra propuesta de clasificación para Genoy, encontramos posibles similitudes en términos morfológicos y estilísticos, donde el análisis de las inclusiones (temperante o desgrasante) es un punto crucial a tener en cuenta. Un aspecto interesante de la cerámica de Yacuanquer asociada a tipos funerarios como Capulí o Piartal, es la similitud de algunas vasijas con cuello cerrado y/o aquillado, algo que podemos ver en las pocas formas reconstruidas a partir del material de El Edén en Genoy. Ahora bien, al analizar algunas de las formas procedentes a los tipos Carmelita, Naranja y Habano identificados en Consacá (municipio vecino a Yacuanquer) por Cárdenas y Bernal en el año 2019, encontramos también algunas similitudes de tipo morfológico, especialmente en los cuencos de tipo Habano y Naranja. Como podemos apreciar, independientemente de los tipos cerámicos, habrá ciertos rasgos morfológicos que dan cuenta de la similitud de la cerámica en tres puntos diferentes, dentro de un área etnohistóricamente asociada al pueblo quillacinga. 200 Figura 135. Comparación de formas cerámicas procedentes de Consacá, Yacuanquer y Genoy. Elaboración propia a partir de (Langebaek y Piazzini, 2003) y (Cárdenas y Bernal, 2019). Tipo Color de Pasta Temperante/ Inclusiones Manufactura Características estilísticas Características Morfológicas/ Formas diagnósticas Ubicación Yacuanquer 1 Gris, Gris claro, y rojo Roca triturada y cuarzo; cuarzo, máficos y félsicos; tamaño grueso del Manual (no especifica) Engobe marrón u ocre, aplicaciones, alisado. Bordes evertidos homogéneos de labio redondeado Yacuanquer, Nariño 201 desgrasante. Yacuanquer 2 Naranja, Pardo, Café Cuarzo, máficos y félsicos; partículas ferroginosas; biotita. Manual (no especifica) Decoración incisa, impresión digital, perforaciones, engobe rojo y negro sobre crema. Bordes evertidos homogéneos y adelgazados de labio redondeado Yacuanquer, Nariño Yacuanquer 3 Blanco, Naranja Cuarzo, máficos y félsicos; partículas ferroginosas; mica. Torno Acabado con esmaltes, vidriados o barnices. Cerámica de pasta delgada (<1cm), vidriado o barniz verde, gris, negro y amarillo. Yacuanquer, Nariño Figura 136. Resumen de características de tipos cerámicos propuestos para Yacuanquer. Fuente: (Langebaek y Piazzini, 2003) Tipo Color de Pasta Temperante/ Inclusiones Manufactura Características estilísticas Características Morfológicas/ Formas diagnósticas Ubicación Genoy pardo pintado 10YR 5/4 10YR 4/4 Cuarzo, fragmentos ferrosos, mica, feldespato Enrollado Alisado en ambas caras, pintura gris en cara interna Fragmentos de cuerpo decorados, Borde evertido. El Edén, Pullitopamba Edén café alisado 10 YR 5/4 Cuarzo, tiesto molido, mica Enrollado Alisado, Pintura gris en cara interna Presencia de Hollín El Edén Genoy naranja 5YR 6/8 Feldespato, calcita, cuarzo, mica Enrollado Pintura gris en cara interna, pintura blanca en cara externa. Fragmentos de cuerpo decorados El Edén, Pullitopamba Genoy terracota 7.5 YR 4/6 Cuarzo, tiesto molido, mica Enrollado Baño color terracota en cara externa, alisado, perforaciones. Borde evertido, erosión en ambas caras, textura friable. El Edén, Pullitopamba Edén marrón 5YR 5/6 Fragmentos ferrosos, feldespato, roca triturada Enrollado Alisado Erosión en ambas caras, líquenes El Edén Edén burdo 7.5 YR 6/4 Mica, fragmentos ferrosos, feldespato Enrollado NA Erosión en ambas caras, textura friable. El Edén Habano 2.5Y 6/4 Mica, fragmentos ferrosos, feldespato Enrollado Alisado Erosión en ambas caras El Edén Vidriado local 7.5YR 8/8 Mica, fragmentos ferrosos, feldespato Torno Vidriado en cara interna Erosión en cara externa El Edén Negra 7.5R 2/1 Cuarzo, roca triturada, mica Enrollado Alisado interno Presencia de hollín Genoy Alto, San Juan Tuza 10YR 8/3 Cuarzo, fragmentos ferrosos, mica Enrollado Engobe rojo sobre crema Fragmentos decorados San Juan Figura 137. Resumen de características de tipos cerámicos identificados en Genoy.(Elaboración Propia). 202 Como podemos apreciar en las tablas anteriores, algunos de los tipos identificados en El Edén como es el caso del tipo Edén marrón, poseen algunas características en sus desgrasantes cercanas al tipo Yacuanquer 1, en especial la presencia de roca triturada así como un tamaño más grueso de las inclusiones; por otro lado también ambos tipos tienen en común el alisado como rasgo estilístico. Por otro lado, podemos apreciar como los tipos Genoy pardo pintado, Genoy naranja y Genoy terracota, poseen al cuarzo y la mica como principales inclusiones en la pasta, pero también presencia de félsicas y en menor medida ferroginosas; un rasgo compartido con el tipo Yacuanquer 2. Finalmente el grupo Yacuanquer 3 asociado con cerámicas del periodo colonial, se ve representado en El Edén por la presencia de un fragmento del tipo Vidriado local, cuyas características morfológicas pueden corresponder a la cerámica vidriada proveniente de Quito o Popayán e introducida hacia el siglo XVII en la región (Caicedo, 2007, p.88; Cortés, 2022, p. 99) Estas inferencias iniciales respecto a la correspondencia de tipos asociados a cerámica doméstica han sido complementadas al incluir también el análisis que realiza Felipe Cárdenas en torno a la cerámica de la región, en un concepto que el autor denomina Sistema Alfarero del Valle de Atriz. Esta propuesta es construida teniendo como base el material identificado en los sitios arqueológicos de Catambuco, Mijitayo y Maridíaz ubicados actualmente en la ciudad de Pasto pero asociados también al área de influencia del Volcán Galeras. Así pues dentro de la propuesta de Cárdenas encontramos que la presencia de cerámica foránea (como por ejemplo los complejos Tuza, Piartal o Capulí), es bastante mínima en proporción con el material reportado en estos lugares y por lo general su presencia es asociada con contextos funerarios (cf. Cárdenas, 2020) Para el caso de Genoy, se reportaron solamente cuatro fragmentos correspondientes a los complejos cerámicos tradicionalmente definidos para el altiplano nariñense, pertenecientes al 203 tipo Tuza. Los tipos reportados por Cárdenas en su propuesta encontrados también en Genoy corresponden a la cerámica de tipo Habano o Crema y Naranja; los cuales hemos asociado con los tipos Habano y Genoy naranja para nuestra área de estudio. Lamentablemente Cárdenas no da mucha información sobre los temperantes o inclusiones en las pastas asociadas a los tipos de su propuesta, enfocándose más que todo en una clasificación estilística con base en el color de pasta y las formas de los ceramios (cf. Cárdenas, 2020, pp.73-95). Otro factor que ha sido poco estudiado en los estudios arqueológicos realizados en la zona es el estudio de la variable de la profundidad del material, desde una óptica del análisis estadístico y el comportamiento matemático de los datos. Como bien pudimos apreciar en los resultados del análisis cerámico, la profundidad a la que se encuentra el material arqueológico puede darnos una idea aproximada de su antigüedad; esto si tenemos en cuenta algunas de las leyes o premisas básicas de la estratigrafía arqueológica, como la ley de superposición en la que las unidades estratigráficas superiores son más recientes y las inferiores o más profundas son más antiguas (Harris, 1989, p. 30). De esta manera si nos remitimos a la profundidad media de los tipos cerámicos definidos, encontraremos que tipos como el vidriado local, asociado al periodo colonial se encuentran asociados al estrato 1 mientras que tipos prehispánicos se hallan a una profundidad mayor y asociados al estrato 2. En principio, podría parecer bastante obvio, pero como bien apuntábamos en los resultados del análisis cerámico, la cerámica encontrada a mayor altitud se enfrenta a una tasa mayor de deposición al estar más cerca del cráter del volcán; por esta razón es importante integrar en nuestra discusión el factor de la altitud como una variable que ayuda a esclarecer y entender mejor el comportamiento de la profundidad de los tipos cerámicos. Si observamos los gráficos de dispersión siguientes, podemos apreciar que casi el 70% del material cerámico de 204 Genoy se ve influenciado por la altitud en el comportamiento de su profundidad, corroborando la anterior hipótesis de que a mayor altitud mayor profundidad del material cerámico; mientras que si hacemos el mismo ejercicio en una dispersión agrupada, encontramos que para el estrato 1 (asociado a material colonial y posiblemente del periodo de contacto), esta premisa se cumple en un 48% de los datos, mientras que para el estrato 2 (asociado a tipos prehispánicos) se cumple en un 68% de los datos: Figura 138. Dispersión simple con ajuste de línea de altitud de material cerámico por profundidad de material cerámico con intervalo de confianza del 95%. (Elaboración propia). 205 Figura 139. Dispersión agrupada de altitud de material cerámico por profundidad de material cerámico y estrato con intervalo de confianza del 95%. (Elaboración propia) Ahora bien, si afinamos nuestra hipótesis en función de los tipos cerámicos más abundantes y que por ende reportados en todos los polígonos, encontramos que en el caso de los tipos Genoy Pardo y Genoy Terracota más del 90% de los datos cumple nuestra hipótesis; en el caso del tipo Genoy Naranja solamente no reportado en el polígono de San Juan, esta tendencia de comportamiento del material se cumple en un 67% de los datos, lo cual sigue de todas maneras sigue siendo un porcentaje significativo: 206 Figura 140. Dispersión agrupada de altitud de material cerámico por profundidad de material cerámico y tipo cerámico con intervalo de confianza del 95%. Este ejercicio en el que se aplican los principios de correlación y dispersión matemática nos es de gran ayuda a la hora de entender el comportamiento del material cerámico, además de proveer un modelo que puede ser aplicado para futuros ejercicios de prospección o reconocimiento arqueológico en la zona de influencia del volcán Galeras. Si bien tipos prehispánicos como el Tuza o el Negro fueron reportados en un solo sector del corregimiento, o bien otros como el Habano no se encuentran en todos los polígonos pero si en más de un sector, hay que tener en cuenta que nuestra prospección lamentablemente no pudo abarcar toda el área de reconocimiento por factores como la consecución de permisos de particulares. Sin duda aquello genera un sesgo que hemos tratado de resarcir por medio de herramientas estadísticas, en especial el uso de regresiones, correlaciones y dispersiones; en este tipo de métodos de análisis la importancia de 207 entender el factor de R2 es crucial, puesto que nos permite expresar matemática y textualmente la información que los datos nos están proporcionado en campo. Por último, y no menos importante presentamos la cronología relativa para el sitio de El Edén, basándonos en la aplicación del análisis multivariable del grosor de los desgrasantes, la profundidad del material arqueológico y la altitud a la que se encuentra. De esta manera, pudimos aplicar el modelo de datos propuesto, donde estas dos últimas variables son cruciales para entender el comportamiento del material arqueológico en esta región altamente influenciada por la actividad volcánica: Figura 141. Media de altitud por tipo cerámico. 208 Figura 142. Media de profundidad por tipo cerámico. (Elaboración propia) Figura 143. Cronología relativa para los tipos cerámicos identificados en El Edén. 209 6.3. Otros elementos arqueológicos y su relación espacial Además del material cerámico y lítico recuperado en la prospección y algunas recolecciones superficiales, se identificaron otra serie de elementos arqueológicos en nuestra área de estudio. Principalmente hablamos de caminos y arte rupestre, además de algunos sitios funerarios que lastimosamente al presente han sido saqueados y destruidos. Estos elementos arqueológicos se encuentran distribuidos a lo largo del área de reconocimiento, desde los 3600 msnm hasta los 1700 msnm, abarcando un amplio espectro de pisos térmicos que dan cuenta de la gran variabilidad de microambientes en esta zona del volcán Galeras. El papel de los caminos como articuladores del territorio es crucial en este aspecto, en el gráfico siguiente podemos ver el perfil altitudinal de estos elementos de acuerdo con los tramos de caminos entre diferentes sectores del área de reconocimiento. Figura 144. Perfil altitudinal de elementos arqueológicos por sectores del área de reconocimiento. (Elaboración propia). 210 Podemos apreciar además de la distribución altitudinal una suerte de preámbulo para el desglosamiento del ordenamiento espacial en este territorio, donde el factor de la altitud juega un papel crucial, ejerciendo una influencia notable en elementos arqueológicos que pueden ser interpretados como marcadores de asentamientos, en este caso acumulaciones y dispersiones de material arqueológico. Si analizamos el grafico de dispersión siguiente nos daremos cuenta de la estrecha correlación que existe entre las variables de altitud media y distancia a caminos de los sitios con presencia de material arqueológico identificado en la prospección; en este caso la línea de ajuste nos remite a una ecuación de la que podemos extraer el indicador de R2 cúbico, donde el 100% de los datos obedece al modelo expresado en el gráfico. Por otro lado, en el caso del arte rupestre sin embargo, encontramos que si bien esta relación es significativa, no llega a visibilizarse gráficamente en la totalidad de los elementos de arte rupestre registrados en el reconocimiento a pie sino solamente en un 48% de ellos: Figura 145. Dispersión agrupada de altitud y distancia a caminos para elementos de arte rupestre y dispersiones o acumulaciones de material arqueológico con intervalo de confianza del 95%. (Elaboración propia) 211 De esta manera podemos inducir que no necesariamente el arte rupestre está enteramente relacionado con la presencia de marcadores de asentamientos humanos, donde el papel de la altitud es crucial como variable independiente que afecta o genera influencia en el ordenamiento espacial. En esta lógica, encontramos que para el arte rupestre, y en especial para los petroglifos, es la distancia a las fuentes hídricas y caminos las variables que pueden tener una correlación en el ordenamiento espacial de estos elementos arqueológicos. Así pues al hacer la gráfica de dispersión correspondiente, encontramos que el 88% de los petroglifos se ajusta a la correlación planteada, de esta manera vemos como el ordenamiento altitudinal se ve complementado en los petroglifos en una suerte de horizontalidad respecto a los cursos de agua, los cuales corren de forma paralela a los caminos georreferenciados en nuestro reconocimiento: Figura 146. Dispersión agrupada de distancia a fuente hídrica y caminos para petroglifos con intervalo de confianza del 95%.(Elaboración propia) 212 Ahora bien, si planteamos la misma correlación de variables aplicada a las dispersiones y acumulaciones de material identificadas en la prospección, encontramos que la relación espacial entre estos elementos se ajusta en la totalidad de los datos reportados al modelo planteado y expresado en la gráfica, donde el indicador de R2 es igual a 1, es decir un 100%. De esta manera confirmamos que la importancia de ubicar los asentamientos humanos no solamente está influenciada por el factor de la altitud, sino también por el acceso a fuentes de agua y la interconexión entre asentamientos. Como podemos apreciar, ningún marcador de asentamiento humano se encuentra a más de 700 metros de una fuente hídrica o a una distancia mayor de 250 metros de un camino, esta relación de proximidad también es muy similar en los petroglifos. Figura 147. Dispersión agrupada de distancia a fuente hídrica y camino para dispersiones y acumulaciones de material arqueológico con intervalo de confianza del 95%. (Elaboración propia). 213 6.4. Hacia un develamiento del ordenamiento espacial prehispánico Como hemos podido apreciar en los apartados anteriores, la implementación de métodos de análisis de datos como la correlación y regresión matemática puede ser de gran utilidad a la hora de expresar gráficamente por medio de scatter plots o gráficos de dispersión, las hipótesis e inferencias sobre el comportamiento de variables y factores de carácter espacial en relación con elementos arqueológicos identificados en ejercicios de reconocimiento a pie y prospección arqueológica. Sin embargo esto no es suficiente a la hora de explicar o aproximar el posible ordenamiento espacial de un territorio, en este caso asociado a una comunidad o pueblo originario como acontece en Genoy. Es aquí precisamente cuando entran en juego los datos socavados y obtenidos por medio de la etnografía y el trabajo comunitario con la comunidad, valga la redundancia; siendo la tradición oral un aspecto crucial para desglosar ciertos componentes orgánicos y de vital importancia para comprender dentro del imaginario cultural del pueblo quillacinga, ciertos discursos que obedecen sin duda a una lógica ancestral prehispánica, cuyos rescoldos salen a la vista dentro de todas las influencias modernas presentes en la construcción discursiva de esta comunidad indígena. Iniciamos esta tesis con un verso del poeta kamëntšá Hugo Jamioy, en el que a pesar de lo corto de sus palabras, nos logra transmitir en esencia una característica primordial del territorio y sobre todo del paisaje cultural en el Tabanoc, el territorio ancestral del valle de Sibundoy donde ha habitado desde siempre el pueblo kamëntšá. El poema al que pertenece este verso se titula Sënjamn otjenayán tempsca bëtachjañ (Fui sueño en los caminos del ayer), y corresponde a una de las obras más notables y citadas de este poeta indígena. Jamioy afirma que “aún existen los caminos de ayer, sin los pasos antiguos” (Jamioy, 2010, p. 115), siendo esta pequeña frase un 214 ejercicio de reflexión profunda y espiritual, donde convergen las cuestiones propias de la identidad ancestral de los indígenas del Alto Putumayo de hoy en día, pero que también podemos llevar y traslapar a lo que nos compete en Genoy. Si analizamos el poema completo, podemos entrever como la cuestión de la búsqueda del pasado y la identidad ancestral, no es solamente una preocupación del poeta que siente y escribe, sino quizá un estado de ánimo colectivo de muchas comunidades indígenas del suroccidente colombiano. Y no de gratis está la palabra camino de por medio, puesto que existe esa necesidad de trazar una ruta tanto física como metafísica, que logre conectar y reconciliar a los pueblos indígenas de hoy con su ancestralidad: SËNJAMN OTJENAYÁN TEMPSCA BËTACHJAÑ Cabá enduinÿnanán tempsca benachëng ndocná anteu anánac; sëndënguá che inÿniñ chë inÿniñ tmojaninÿnanang chëngbe shecuats̈eng mojanang, chëngbe otjenayiñ s̈mojëbtsanbets̈ mënts̈acnaté ndoñ ndegombre soy; choc sëndënguá ndayents̈ s̈mochandbëyán tmojinÿán, ché ndocná ndocnents̈án sëntsnÿá itëmná base betiyetem stëts̈oy 215 chë base oyebuambnayán tjëmbambnayá ats̈be ndëyebuamb matscuas̈ tojachnëngo or; chëng jtsichamuan chë ibetës̈iñëján tmojtsachnëjuana or jouenán chë inynayánbe oyebuambnayán jtsichamuán bëngbe ents̈angbe uaainán chë otjenayocán tojanobocn versiay soy chë anteusca anán; nts̈am jtsetats̈ëmbuán nday otjenayán imomnán er tempsca biyán tmojtsoñ chë oyebuambnayanac. FUI SUEÑO EN LOS CAMINOS DE AYER Aún quedan los caminos de ayer sin los pasos antiguos. Busco los signos en las huellas dibujadas por los pies de aquellos que caminaron llevándome en su sueño. Busco allá donde me dicen que los vieron, sólo veo la soledad de la soledad escondida tras los arbustos del misterio acompañantes de las voces que susurran al paso de mis oídos sin idioma. Ellos dicen que cuando pasan por aquella oscuridad escuchan las voces que pintan y repiten 216 los nombres de nuestra generación en el canto inventado desde el sueño de los pasos antiguos. ¿Cómo saber qué sueño somos si las palabras antiguas se han ido con sus voces? Extraído del libro Bínÿbe oboyejuayëng/Danzantes del viento, la traducción es del autor. (Jamioy, 2010, pp. 114-115). Hemos traído a colación este poema, por considerar necesario entender plenamente la cultura de los pueblos originarios de la región, y una de las formas en las que nos hemos propuesto esto es acercarnos a algunos aspectos culturales esenciales de estas comunidades, como las expresiones artísticas y la cosmovisión misma. Partimos del hecho de que la gente quillacinga del actual municipio de Pasto y la gente kamëntsá del Alto Putumayo, descienden de un tronco común y que en un pasado hablaron un mismo idioma. Esta noción de parentesco es algo que no solamente subyace en el imaginario cultural de estos pueblos originarios, sino que también está documentado históricamente en documentos asociados a los evangelizadores de la Provincia de Quillacinga como Andrés Moreno de Zúñiga, quien en el siglo XVI fue uno de los españoles que aprendió la denominada lengua quillacinga y logró identificar en todo el actual territorio del departamento de Nariño la dispersión espacial y geográfica de este idioma, el cual era hablado desde el valle de Sibundoy hasta el valle de Pasto y demás pueblos comarcanos (AGI/ PATRONATO,137,N.2,R.1.f.31.v-32.r.). La sonoridad de la antigua lengua quillacinga documentada por Andrés Moreno de Zúñiga en el siglo XVI quizás se haya perdido, sin embargo los remanentes y evidencias del idioma hablado 217 en Sibundoy y Bastoy (Pasto), persisten en la toponimia de muchos corregimientos, veredas, caseríos y montañas que aún hoy en día se maneja en la región. Por otro lado, los habitantes del valle de Sibundoy y en general del Alto Putumayo y el piedemonte amazónico, parecen haber sufrido mucho menos los efectos de la dominación española en términos de aculturación y pérdida de tradiciones culturales propias. Entendemos este poema como ejercicio de aproximación al pasado, no tanto en términos de ensoñación proustiana o de una poética del espacio a lo Bachelard; quizá nos avocamos a una aproximación del pasado en su plenitud, yendo más allá y tratando de trascender la visión tradicional que se ha tenido desde la historiografía académica respecto al suroccidente colombiano; tradición ortodoxa pero a la vez dispersa a la hora de abordar problemas del pasado regional (Vallejo, 2020). La aproximación del pasado en su plenitud, como lo plantea Lope Pascual, implica trascender la visión absoluta o literal que tiene la documentación histórica, hay que hacer nuevas preguntas a la información histórica, es necesaria una “indagación amplificada en todos sentidos, siguiendo las huellas de toda especie que nos haya podido dejar el pasado multiforme en toda su plenitud” (Pascual, 1985, p.125). En este sentido, muchas cuestiones orgánicas de la relación del ser humano con su entorno son al presente compartidas por ambos pueblos, diferenciados hoy en día como resultado del proceso de aculturación llevado por los españoles en la colonia y que tuvo mucho mayor impacto en las comunidades asentadas en torno al valle de Pasto, que a la postre terminaría siendo el centro de poder de los españoles en la región. Y uno de los elementos más importantes para comprender la dimensión que tuvo la población humana antes de la llegada de los españoles en la región, es la toponimia que ha podido ser un factor de identificación de asentamientos que con el tiempo se transformarían en muchos de los municipios y divisiones administrativas de Nariño y Putumayo. 218 Topónimos como oi, oy, aco, uco, ana, joa, oa están presentes en todo el área asociada a la etnia quillacinga, y también están presentes en el idioma kamsá actualmente. Por otro lado, Sergio Elías Ortiz, plantea una aproximación lingüística a partir de vocabularios recogidos en el siglo XIX y principios de siglo XX de lo que él denomina familia lingüística mokoa o koche, siendo este último apelativo un sinónimo de la época para el idioma hablado en Sibundoy, o sea el kamsá. (Ortíz, 1941, p. 26). Figura 148. “Croquis del territorio de la familia lingüística mokoa o koche”. Como se puede apreciar, el área de extensión propuesta por Ortiz corresponde al área quillacinga que se ha definido desde la etnohistoria y la arqueología. (Tomado de: Ortíz, 1941, p. 38) El trabajo de Ortiz ha permitido aclarar por ejemplo que el nombre antiguo de Pasto deriva de la palabra Bastoy, como se recoge en una expresión contenida en el vocabulario de Joaquín Rocha escrito hacia 1900 y publicado en 1905 dentro del libro Memorandum de Viaje, dicha expresión es la siguiente: “Skuá Bastoi” que Rocha traduce como “Voy para Pasto” (Ortiz, 1941, pp.37- 39). Autores posteriores como el padre Nicolás Abásolo confirmarían esta denominación antigua, que significa “lugar de la fiesta” (Abásolo, 1999); si buscamos el significado de Pasto en el diccionario bilingüe de Juan Bautista Jacanamijoy, encontramos que Pasto en el kamsá moderno se dice Bastoc, y es un topónimo que está de una u otra manera ligado a la fiesta, que 219 en kamsá se traduce bashco, existiendo un cierto grado de similitud fonética entre ambos vocablos: Figura 149. Significado de Bastoc (Bastoy, Bastoi) y bascho en kamsá. (Tomado de: Jacanamijoy, 2017, p. 41) La importancia de la fiesta y de los carnavales es un rasgo distintivo por antonomasia de los valles de Sibundoy y de Atríz, este último donde se asienta la ciudad de Pasto. Es muy curioso como en ambos casos uno de los pilares más importantes de la identidad regional sean los carnavales: el Bëtsknaté o Carnaval del Perdón en el valle de Sibundoy, y el Carnaval de Negros y Blancos en Pasto; y no de gratis existe una fuerte influencia de la tradición indígena local en la estética de estas fiestas, empezando porque el primero es un carnaval netamente indígena organizado por las comunidades del Alto Putumayo, mientras que en el carnaval de Pasto se ven 220 más influencias de la cultura mestiza y afrodescendiente, y es una fiesta con profundas raíces coloniales y modernas (Muñoz, 1991, pp. 7-11); es como si las principales fiestas de estos lugares expusieran que tanto fueron influenciadas sus respectivas regiones por el efecto de la dominación española y posteriormente las acciones del estado colombiano por incorporar las regiones periféricas a la nación. Sin embargo, al revisar algunas de las iniciativas más importantes en materia de arqueología, como lo es el Proyecto Qhapac Ñan, o muchas de las actividades de autoridades le instituciones locales (ICANH, Alcaldía de Pasto, Gobernación de Nariño, etc.) que ejemplifican el uso público de la historia, existe una suerte de desconocimiento de un pasado que evidencia la conexión entre los habitantes del valle de Atriz o valle de Pasto con la Alta Amazonía y el Alto Putumayo. Desde la institucionalidad se ha promulgado la idea de que estas tierras fueron completamente absorbidas por el Tahuantinsuyo, justificando esta noción en la influencia quechua existente en la región, pero desconociendo la vinculación ancestral de los habitantes nativos del municipio de Pasto con el pueblo kamëntšá, cuyo idioma ha sido catalogado como aislado, al no tener una familia lingüística clara ni una conexión o parentesco ni siquiera con las lenguas amazónicas actuales (O’Brien, 2021). 221 Figura 150. Publicación de la Alcaldía de Pasto sobre la señalización del tramo del denominado Qhapac Ñan en corregimientos correspondientes al área quillacinga. Fuente: https://www.pasto.gov.co/index.php/notas- turismo/11280-senalizacion-ruta-del-qhapaq-nan-entre-los-corregimientos-de-obonuco-jongovito-y-gualmatan-del- municipio-de-pasto https://www.pasto.gov.co/index.php/notas-turismo/11280-senalizacion-ruta-del-qhapaq-nan-entre-los-corregimientos-de-obonuco-jongovito-y-gualmatan-del-municipio-de-pasto https://www.pasto.gov.co/index.php/notas-turismo/11280-senalizacion-ruta-del-qhapaq-nan-entre-los-corregimientos-de-obonuco-jongovito-y-gualmatan-del-municipio-de-pasto https://www.pasto.gov.co/index.php/notas-turismo/11280-senalizacion-ruta-del-qhapaq-nan-entre-los-corregimientos-de-obonuco-jongovito-y-gualmatan-del-municipio-de-pasto 222 Figura 151. Logo de programa de divulgación cultural de la Gobernación de Nariño en redes sociales (2022). Tomado de: https://www.facebook.com/photo/?fbid=107891275456288&set=a.107890038789745 Ahora bien, mucha gente de las comunidades quillacingas asentadas en la falda del volcán Galeras, entre ellos líderes y autoridades con quienes se conversó personalmente, no están de acuerdo con la imposición de una identidad foránea en su territorio. En especial cuando actualmente están en el proceso de consolidación de los Planes de Vida de sus comunidades, https://www.facebook.com/photo/?fbid=107891275456288&set=a.107890038789745 223 documentos que son presentados al Ministerio del Interior de Colombia y que avalan la personería jurídica y la legalidad de los cabildos y resguardos quillacingas del municipio de Pasto. Aunque bien la imposición del sello inca se basa y explica por el poder mediático de las instituciones, la resistencia de las comunidades en torno a su identidad propia ha logrado poner de nuevo en discusión el tema de la dominación inca hasta el valle de Atriz, que durante un buen tiempo se daba por sentada, pero sin ningún sustento fehaciente más allá de la fetichización, exotización y fascinación por el pasado imperial de una de las civilizaciones más notables de la historia humana. Pero no nos pongamos tan amargos, esta tesis no es una diatriba contra esta iniciativa patrimonial gestada desde la UNESCO, comprendemos y somos conscientes de los beneficios que trae la gestión de este tipo de proyectos en aras de conservar el patrimonio, así como en el fomento del interés por la investigación histórica, antropológica y arqueológica. Aunque al mismo tiempo no podemos obviar las coyunturas que puede generar la implementación de lo que a juicio personal es una homogeneización a priori de toda la dinámica cultural prehispánica del suroccidente colombiano. La problemática en torno a la discusión de si Huayna Cápac se paseó bajo las faldas del Galeras o de si tuvo un aposento en Gualmatán, es sin duda bizantina y es difícil descartar que haya existido contacto, interacción y conflicto entre el Tahuantinsuyo y las etnias del septentrion andino, pero cuestionar un pasado que está siendo establecido por una visión oficial y hegemónica no lo es. En este aspecto, es muy importante comprender que la cuestión de la identidad andina del suroccidente colombiano es mucho más compleja de lo que se ha pensado. Por un lado a la arqueología y la historia le queda mucho trecho y camino que recorrer, para poder resolver muchos interrogantes en torno al estudio de los caminos en esta parte de Sudamérica, por otro lado existe aún mucho desconocimiento de la información colonial que 224 reposa sin transcribirse en los archivos históricos y que contiene muchos datos acerca de la presencia de población quechua migrante desde el siglo XVI en adelante (cf. Bernal, 2020; Fierro, 2021; Bernal, 2023). Y es aquí cuando entra en juego la arqueología comunitaria, como una disciplina en la práctica se manifiesta en como presentar los datos científicos y las interpretaciones de estos al público, el papel de la arqueología comunitaria es importante puesto que genera un diálogo entre el conocimiento académico y el conocimiento local, pero además de ello puede desempeñar un rol en el fortalecimiento de la identidad y empoderamiento de las comunidades ante situaciones de amenaza o crisis (Cruzado y Valencia, 2023, pp. 137-147). En Genoy, más allá de la problemática de vivir en una zona de amenaza volcánica, existe una cuestión esencial por la identidad propia y la reconstrucción del pasado, entendiendo los procesos de despojo de tierras que históricamente ha sufrido esta comunidad desde la llegada de los españoles hasta la actualidad. De esta manera la arqueología comunitaria se ha convertido en una herramienta importante en la búsqueda de ese pasado y de ese territorio arrebatados por la visión hegemónica de la historia y la hegemonía de la modernidad que trajeron los españoles y que continuó en toda la época republicana. Pero más que un salvavidas para las comunidades es necesario ver a la arqueología comunitaria desde una perspectiva crítica que permita abordar problemas teóricos importantes de la representación del pasado por parte de los pueblos originarios, el uso público de la historia y la gestión patrimonial. Tal y como acontece en una excavación arqueológica, se debe ir develando cada capa, poco a poco desde lo más superficial hasta lo más profundo para poder entender problemáticas tales como la representación del otro, del espacio y de la materialidad en las sociedades del pasado. De la misma manera, al momento de la escritura (representación), es necesario seguir esa misma 225 lógica, tal y como lo plantea mordazmente Giovanni Papini en La Historia al revés, relato contenido en el libro Gog: El justo sistema para escribir la historia de un modo racional e inteligente es el de comenzar por los acontecimientos más recientes para terminar por los más remotos. —¿Y la cronología? —La cronología es una de las llaves de la historia y es respetada. Pero no destruyo la cronología si en vez de comenzar por el uno para llegar al mil, me apoyo en el mil para remontarme hasta el uno. Usted es víctima, como todos los profanos y todos los especialistas, de una costumbre mental absurda y que, sin embargo, ha dominado hasta hoy en las ciencias históricas. (Papini, 1961, p. 63) Más allá de entretenido o suspicaz, la visión de la historia y por ende la escritura de la misma que nos plantea el escritor italiano, concuerda muy bien con la manera en que los arqueólogos develamos el pasado, buscando siempre la mejor aproximación, comprensión y entendimiento de las relaciones sociales del pasado. En lo que respecta al caso de Genoy, comprendemos que es necesario ahondar en ello, pero también deconstruir discursos hegemónicos, y por ello creemos que es necesario implementar en la arqueología del sur de Colombia conceptos que busquen replantear las nociones del poder hegemónico y vertical como fuerza articuladora de la sociedad (Muro y Fernandini, 2018, pp.5-7). En nuestro caso, vemos como por medio de la premisa de la dominación inca, se le atañe una identidad a una serie de infraestructuras viales que han sufrido muchas modificaciones a lo largo del tiempo y que han transformado mucha de la naturaleza y morfología de los caminos en el 226 municipio de Pasto. Los españoles hicieron muchas de ellas, pero no por eso se les ha dado el mérito de ser los constructores de los caminos, a pesar de que la documentación histórica para la región refiere mucho más las denominaciones de Camino Real, Camino del Río o Camino del Guaytara para lo que actualmente se denomina Qhapac-Ñan, pero que para las sociedades prehispánicas de los Andes septentrionales tuvo otras denominaciones quizá. Por otro lado, la naturaleza de los caminos en el norte ecuatoriano y el suroccidente colombiano es muy diferente de los caminos imperiales incas de los Andes centrales. En este sentido, Ronald Lippy ha definido como Culuncos a algunos de los caminos prehispánicos presentes en Ecuador, especialmente en la provincias de Pichincha, Imbabura, Carchi y la zona de Los Yumbos, como una suerte de senderos o zanjas excavadas a modo de trinchera en las montañas, ocultos y a la vez visibles en el paisaje. Sin embargo estos caminos tambien pudieron haber adquirido sus características morfológicas por efectos del tránsito continuo y milenario, algo explicado por las relaciones comerciales y de intercambio de larga data entre los Andes, Costa y Amazonía (Lippi, 1998, pp. 182-186), Esta visión de la formación y estructuración de la infraestructura de caminos propuesta por Lippi, es algo que se podría ajustar muy bien a varios de los caminos georreferenciados en Genoy, entendiendo su naturaleza y morfología, así como el entorno en el que se encuentran. Pero por otro lado es importante entender y aproximar el pasado desde la visión crítica que Muro y Fernandini plantean, especialmente si estamos hablando de develar un ordenamiento espacial, puesto que en palabras de los autores: La transformación social del espacio es un proceso históricamente contingente (Pred 2012) que implica el entrelazado entre las biografías de las personas y sus lugares. A través del tiempo, la práctica de «habitar» revela una relación recursiva entre las 227 estructuras espaciales y sociales (Meskell y Preucel 2004). De esta manera, los espacios y significados que la gente construye influencian sus acciones y las acciones a su vez van desarrollando significados espaciales (Robin 2002). (Muro y Fernandini, 2018, p. 10) Creemos que se ha definido el pasado de los pueblos nativos del suroccidente colombiano siempre desde la visión hegemónica, y consideramos legitimo analizar y discutir los esfuerzos de la institucionalidad académica y gubernamental por adjudicar una etiqueta inca a la región, podemos decir que tanto quillacingas como kamëntšás, aunque son pueblos unidos por caminos antiguos que existen dentro de su tradición y tienen nombre propio (bëtachjañ), se encuentran separados por la imposición posmoderna de un camino (Qhapac Ñan) que quizá los incas probablemente nunca construyeron en estas tierras, sino que es resultado de la habitación milenaria del espacio por parte de las poblaciones locales, y es aquí también donde es importante no olvidar la noción de larga duración en el sentido braudeliano que Noah Corcoran plantea y su aplicación en el estudio de las transformaciones sufridas en el periodo colonial de la infraestructura y arquitectura andina (Corcoran, 2017, pp.12-35). Por ahora no olvidemos lo que consignamos en nuestro marco teórico respecto a los conceptos tradicionales de la cosmovisión kamëntšá y quillacinga, donde los caminos en ambos pueblos, son componentes esenciales de la relación con el territorio, mantengámoslo en la mente mientras pasamos a discutir algunas cuestiones de índole más arqueológica y arqueométrica, ya retomaremos este punto cuando empecemos a develar el ordenamiento espacial prehispánico subyacente en la comunidad de Genoy; pero antes de eso es necesario discutir la información arqueológica recolectada en nuestra prospección y reconocimientos. 228 Si retomamos el verso del poeta Hugo Jamioy, éste nos hace reflexionar en un punto crucial, y hemos empezado con este primer ejemplo del pasado compartido entre dos comunidades hoy en día separadas por las normas y legislaciones colombianas, pero unidas por esos caminos carentes de los pasos antiguos. Cuando el poeta se refiere a caminos sin pasos antiguos, nos quiere decir que naturalmente las personas que edificaron esos caminos y que alguna vez los pisaron ya no se encuentran con nosotros. Sin embargo la cultura material e inmaterial es ese camino que conecta a kamëntsás con quillacingas y que conduce a ese pasado olvidado más no perdido. Encontramos así a uno de los mitos más importantes dentro del imaginario cultural de la etnia quillacinga, recogido por Osvaldo Granda y que narra el papel central de la figura de Jaetsangú, un ser mítico oriundo del Valle de Atriz, quien enseñaría a los habitantes de Sibundoy la lengua quillacinga, a sembrar la tierra y abrir caminos entre las montañas. Este relato además de explicar la conexión espacial existente entre Pasto (Bastoy en idioma Kamsá) y Sibundoy, es una evidencia clara que confirma un tronco común de ascendencia de los actuales pueblos kamëntšá y quillacinga: Jaetsangú venía del río de los gallinazos23. Allá había enseñado a los indígenas a trabajar las chagras, a regar las semillas. Pero él quería ir a enseñarles a los sibundoyes (…) Todo el día permanecía con ellos, enseñándoles a hablar kamsá, que era lo que él hablaba. Durante la noche se desaparecía (…) todas las mañanas Jaetsangú traía las vestimentas mojadas (…) como las costumbres entre ellos eran que los hombres no debían salir todas las noches de la casa, quisieron recriminarlo y lo azotaron. Después del castigo Jaetsangú se levantó furioso. Sin decir palabra, los abandonó. El pueblo entero corrió detrás, tratando de alcanzarlo, pero Jaetsanú era rápido y ágil. Jaetsangú los llevó en la persecución hasta el río de los gallinazos, en tierra de los quillacingas. 23 Denominación tradicional del río Pasto en los pueblos quillacinga y kamëntšá. 229 Allí se detuvo a descansar, sentado sobre una piedra(…) cuando lo iban a alcanzar, Jaetsangú se desapareció y nunca más volvieron a verlo. Los sibundoyes quedaron muy tristes y arrepentidos por lo que le habían hecho a Jaetsangú, y más que nada cuando cayeron en cuenta de que él sólo hacia cosas buenas. Les había enseñado una nueva lengua y les había abierto el camino a tierra quillacinga (…) Comprendieron que Jaetsangú cuando la noche llegaba y los hombres estaban con sus familias, tomaba el hacha y se ponía a trabajar abriendo trocha y colocando puentes sobre los ríos. (Granda, 2007, pp. 51-53) Pero más allá de lo mencionado en el párrafo anterior, en el relato recogido por Granda encontramos esos elementos y aspectos orgánicos característicos dentro del sistema de creencias y tradiciones del pueblo quillacinga, tales como el papel central de los caminos y los cursos de agua como ordenadores de la configuración espacial del territorio y el recuerdo de que en el pasado se hablaba una lengua en común, cuyo reducto se encuentra actualmente en la región del Alto Putumayo y en ciertos topónimos que al presente aún subsisten en la región de Pasto. Las comunidades llamadas por los españoles como quillacingas de la montaña24 y asentadas en torno a al Valle de Sibundoy, no sufrieron al parecer el grado de aculturación padecido por sus vecinos del Valle de Atriz o quienes habitaron en la región del Guaico, donde se perdió por completo el idioma nativo y donde las personas terminaron por asumir como propia la denominación colonial que refería a sus comunidades. Sin embargo, kamëntsá y quillacinga resultan hoy en día pueblos emparentados, que nunca dejaron de serlo, muy a pesar de que los segundos fueran receptores de toda la fuerza del aparato de poder español. 24 Esta denominación tiene su origen en la visita del oidor Tomás López en 1560 y la clasificación que este hace de los distintos pueblos de la provincia de Quillacinga (Rodríguez de Jara, 1992, p. 30). 230 Ahora bien, dentro de la tradición oral de la región encontramos otro relato de crucial importancia para comprender esos rasgos prehispánicos subyacentes en el imaginario cultural del pueblo quillacinga. Nos remitimos entonces al mito del Guagua Rayo o Juan Rayo, personaje arquetípico dentro del sistema de creencias de la comunidad de Genoy y que también es llamado Juan Criollo en otras versiones del mito. En este caso nos remitimos a la versión recogida por el antropólogo Jorge Perugache, miembro de la comunidad indígena de Genoy; dentro de este relato encontramos componentes simbólicos esenciales como la lluvia, la tormenta y la prosperidad asociada a la presencia de un ser mágico venido del cielo, del mundo de arriba. Pero el aspecto más notorio de este mito es que dentro del relato, encontramos que el lugar donde fue encontrado este ser mágico, marca el sitio original del pueblo de Genoy, su asentamiento prehispánico original que corresponde actualmente al sector alto del corregimiento: Mi abuelita me contaba que habían habido unos conciertos que un medio no lo podían pagar ni en un año ni en dos años y así seguía y seguía y en eso tanto tiempo que cayó un rayo tremendo en el umbral de la casa. Entonces, dizque vino, y pobrecito, y los que estaban bien conciertos, y cayó un niño y lloró el niño y se metió en un rinconcito. Y a lo que pasó la tempestad de rayos se fueron donde el padre y al descubrirlo, el padrecito ya lo descubrió y le acomodó los santos óleos; entonces, que esa letra que decía: a donde cae este niño tienen que salir los ricos y los conciertos tienen que tener su libertad y donde cae este niño nadie lo va a mover, ahí es la propiedad, es un sello, y había caído aquí en Genoy ese rayo (...) había caído en las haciendas de los ricos porque allá, que habían mayordomos, esclavos que no podían pagar ni un medio y que esos ricos se fueron y quedaron los mayordomos como propios dueños de este pueblo que se llama 231 territorio de Genoy, entonces quedaron de dueños y esos ricos se tuvieron que ir y que cayó y le dejaron de cacique, los caciques de Genoy25(Perugache, 2010, p. 20) Por otro lado, otro de los aspectos más importantes de este mito es que de acuerdo con la tradición de la comunidad indígena de Genoy, la figura del guagua rayo se encuentra representada en el petroglifo conocido como Mantel de Vida, ubicado en el sector Tomates de la vereda Aguapamba, ubicada en la parte alta del corregimiento. Este petroglifo corresponde a uno de los pilares de la identidad de la comunidad indígena y un símbolo per sé del territorio ancestral representado en la roca. De esta manera vemos como aspectos neurálgicos de la cosmovisión andina que en principio vimos en nuestro marco teórico, resaltan al analizar dos elementos importantes de la cultura y la tradición de Genoy: la roca y la palabra, la montaña y los caminos. El petroglifo al que hacemos mención tiene muchos atributos que podrían significar más que la representación de un mito, la representación de un territorio y la columna vertebral del ordenamiento espacial prehispánico que aun subyace en esta parte de los Andes septentrionales, tal y como lo manifiesta Perugache, la figura humana presente en este petroglifo corresponde a “…Juan Rayo remanecido en el Mantel de Vida…” (Perugache, 2017, p. 185). ¿Y qué es el mantel de vida?, quizá éstos grabados correspondan a una representación de ese espacio sagrado donde se asienta hoy en día la comunidad de Genoy. 25 Grabación, Pascuala Criollo, 23 de enero de 2008. Transcripción de Jorge Perugache Salas (2010). 232 Fig. 3. Calco de los grabados del petroglifo “Mantel de Vida” (Quijano, 2010) y detalle del mismo (Agreda, 2009) Para nuestro caso, y de manera pragmática, hemos optado por seguir la denominación usada por Osvaldo Granda de Arte Rupestre Quillacinga, entendiendo que estas representaciones están presentes en los territorios que desde el siglo XVI han sido asociados a este pueblo indígena. Pero entendemos también que la evidencia arqueológica que se ha reportado en estos contextos puede tener un rango temporal muy alto, que perfectamente puede abarcar muchos siglos de ocupación e incluso milenios, por lo que atañer estas representaciones o su autoría a una etnia o cultura en particular resulta una tarea muy difícil. Por otro lado es evidente no solamente en Nariño sino en muchos lugares del continente los fenómenos de reocupación y apropiación de espacios sagrados antiguos o de ocupaciones precedentes por parte de culturas y ocupaciones más recientes. Así pues, al presente, estos objetos de arte rupestre han sido apropiados e incorporados a la cosmovisión y cosmogonía de los actuales pueblos indígenas de Nariño. 233 El pueblo quillacinga por otro lado ha tejido y tiene todo un acervo de leyendas y tradiciones orales en torno a los petroglifos y pictogramas y mucha de la simbología del arte rupestre es parte del pensamiento artístico y de la estética de las comunidades indígenas Quillacinga hoy en día. Dentro de la cultura material prehispánica presente en Genoy los petroglifos constituyen uno de los factores identitarios más visibles en la comunidad, siendo la espiral uno de los elementos iconográficos de mayor apropiación cultural. El significado de la espiral dentro del sistema cultural de la comunidad quillacinga de Genoy es bastante similar al que se puede encontrar en otros pueblos de los Andes nariñenses, siendo en parte un constructo social nutrido por tradiciones orales e investigaciones académicas y la retroalimentación de estas dentro de las comunidades indígenas, y viene siendo una representación de distintos elementos: el tiempo, la vida, el agua o incluso la Vía Láctea (cf. Granda, 1984; Quijano, 2020; Burbano, 2015). En lo personal, creemos que este elemento iconográfico podría expresar la cualidad del movimiento o tránsito, una suerte de representación del espacio en su dimensión temporal. El simbolismo implícito en la espiral grabada en la roca recuerda al acto mismo de abrir un camino en la montaña, y quizá podríamos aproximar esta connotación para la espiral, la de camino. Encontramos entonces en Genoy un elemento de la cultura material que complementa la connotación femenina y física del espacio apreciada en el caso del pueblo kamëntšá, añadiendo la dimensión temporal que aludimos en el párrafo anterior. La Pacha andina en su noción temporal se ve implícita en la grafía de la espiral, elemento iconográfico de gran importancia dentro del arraigo cultural e identitario de esta comunidad. Por ejemplo, en la simbología de la autoridad tradicional por excelencia, el cabildo, encontramos una espiral que se encuentra sobre el volcán Galeras así como en la cola de los monos que se encuentran a cada lado del volcán. Aunque bien el cabildo es una institución que hunde sus raíces 234 institucionales en el periodo colonial, es claro que elementos del pensamiento andino prehispánico subyacen aún al presente; no solo en la simbología o en la cultura material, sino en las expresiones identitarias y la concepción del espacio, el paisaje y el territorio. Fig. 4. Simbología prehispánica presente en el logo del cabildo indígena quillacinga de Genoy. En esta lógica, es de entender que la concepción tripartita del denominado mundo andino pueda tener alguna incidencia en la concepción espacial de los pueblos kamëntšá y quillacinga, partiendo del hecho de que ambos fueron sujetos a procesos de aculturación y contacto con población quechua hablante durante el periodo colonial (Ramírez de Jara, 1992; Granda, 1998). Así pues hemos identificado tres tipos de espacios presentes, a partir del análisis lógico preposicional de elementos iconográficos de ambas culturas anteriormente descritos; los cuáles en cierta medida podrían corresponder a esos diferentes niveles (Pachas) que conforman el mundo en la cosmovisión andina y que inciden en la organización espacial del mismo a partir de una relación directa con el cuerpo humano (cf. Hocquenghem, 1984, 1989, p. 14; Núñez del Prado, 2005, p. 243). 235 Ello permite crear el siguiente esquema donde se resumen estos conceptos en relación con el elemento iconográfico de la figura humana presente en el petroglifo mantel de vida y tradicionalmente asociado al mito de “Juan Rayo”, uno de los pilares de la tradición oral del pueblo quillacinga de Genoy, como relata esta otra versión del mito: en un tiempo remoto, del cielo, de la parte alta del volcán, cayó un trueno y del centellazo del trueno vino un niño. (…) El niño tenía un sello, una letra que decía que donde cayera era la propiedad del nombre Criollo (…) Por eso a Juan Criollo lo dejaron de cacique y de allí siguieron los caciques de Jenoy y los Criollo como dueños del territorio. (Perugache, 2017, p. 176) En este caso es muy plausible que la figura humana presente en dicho petroglifo simbolice al territorio de Genoy, partiendo del hecho de que el origen mismo del territorio como entidad política dentro del mito corresponda a la simbología del niño procedente del cielo y el volcán, el mismo Juan Rayo o Juan Criollo. Lo curioso aquí, es que este mito integra una serie de elementos que explican la existencia de una influencia clara del pensamiento quechua post conquista en el imaginario cultural de la comunidad de Genoy, en primer lugar el apellido Criollo de clara raigambre colonial y asociado su origen en parte a contextos de esclavitud y yanaconazgo (cf. Rosero et al, 2014, p. 211; Perugache, 2017, p. 176; West, 2019 [1957-2000], p. 223). Teniendo en cuenta el esquema anterior, podemos plantear la idea de que en el caso de Genoy, el mundo de en medio o aquel habitado por los seres humanos corresponde a muchos aspectos descritos por Núñez del Prado, en especial aquellos seres que habitan este mundo además de las personas: animales, plantas, el sol, la luna, apus, ñustas y la Pachamama (Núñez del Prado, 2005:243); así pues el concepto de Pachamama presente en la cosmovisión de esta comunidad 236 evidencia una clara connotación espacial, donde elementos como los caminos, el volcán y las piedras adquieren una especial importancia en este sistema de creencias: Figura 152. Esquema de los niveles o mundos de la cosmovisión andina contrapuestos a la figura de Juan Rayo o Juan Criollo en el petroglifo Mantel de Vida del corregimiento de Genoy. Elaborado a partir de: (Núñez del Prado, 2005). Ahora bien, para entender mejor este punto, hemos desglosado los conceptos tradicionales de Tsbatsanamamá y Pachamama en diferentes categorías espaciales, las cuales son identificadas a partir de una serie de premisas compuestas por diferentes relaciones semánticas y simbólicas entre elementos iconográficos antes mencionados de las culturas kamëntšá y quillacinga, la mayoría extraídos de los textiles en el caso kamëntšá que referimos en nuestro marco teórico y del arte rupestre en el caso quillacinga. Vemos entonces la existencia de un espacio físico relativo a elementos asociados a la fertilidad y la vida, tales como la tierra fértil (labrada) o las montañas, los cuales tienen una clara relación simbólica con la mujer y las rocas respectivamente. No es coincidencia que en las zonas rurales de los resguardos y cabildos indígenas de esta región se llame también a las piedras con petroglifos como churumamas, vocablo nacido de la unión de las raíces churu (espiral) y la acepción de piedra bajo el término 237 mama, usado también como sinónimo de metate. Y aquí es donde encontramos la clave de este sistema de creencias, donde el símil de roca/mujer/montaña corresponde a esa dimensión del espacio físico y tangible, aquel que se camina y se labra como la tierra de las montañas y la superficie de las rocas. Es entonces cuando podemos hablar de la dimensión del espacio temporal, cuyas simbologías aluden a animales sagrados en la cosmovisión de estos pueblos emparentados y que de acuerdo con nuestra interpretación, obedecen a una representación del camino en su sentido conceptual, no como espacio físico sino como espacio en el tiempo al ser algo por lo que se transita y se viaja, en cierto modo una analogía del tiempo que conecta y comunica: la serpiente que desciende de los Andes a la Amazonía y la cola de los monos que asemeja la espiral que conecta el volcán con el cielo, además sugieren una noción de verticalidad del espacio implícita, donde existe una necesidad de comunicar el abajo con el arriba, de unir las tierras altas con las tierras bajas. Pero sin duda esa connotación de camino en el caso quillacinga, resalta cuando al asumir que roca es un símil de montaña, por ende un grabado de petroglifo en este caso la espiral, significara algo labrado en la superficie de la tierra, por lógica una modificación del terreno como bien puede ser un camino o un asentamiento: en este caso asumimos la hipótesis de que las espirales pueden simbolizar caminos y elementos figurativos no geométricos como formas humanas o animales puedan tener una connotación de asentamiento. En tercer lugar nos referimos a la categoría de espacio complementado, resultado de la unión de las dos categorías anteriores. En este caso podemos confirmar y desarrollar mejor ciertas ideas desarrolladas en el párrafo anterior. Vemos por ejemplo que en el caso kamëntšá la simbología caminos presente en los textiles, se asemeja a las conceptos funcionales de rodear una unidad de vivienda, comunicar asentamientos y conectar con ambientes o territorios lejanos y/o sagrados; 238 por su parte en el caso de Genoy encontramos que las espirales presentes en los petroglifos asemejan una connotación de movimiento y tránsito, al ser la cola del mono un elemento de su anatomía que se encuentra especialmente en constante dinamismo, pero que ante todo guarda un especial simbolismo en la tradición oral de los pueblos indígenas de los andes nariñenses como metáfora del tiempo (Granda, 1985, p. 16). Dentro de nuestro esquema de lógica preposicional encontramos finalmente una premisa que explica la noción general de espacio existentes en ambos casos analizados, de esta manera el espacio general se explica por la doble implicación lógico-semántica de la noción física y temporal del espacio, que a su vez se encuentra doblemente implicada a nivel lógico-semántico con la noción de espacio complementado; esto quiere decir que todas las nociones se encuentran interrelacionadas a nivel semántico, pudiendo encontrar la explicación del significado de un elemento iconográfico subyacente en el simbolismo de otro, como acontece con el caso de los símiles tierra fértil/mujer/montaña/roca y camino/serpiente/cola de mono/espiral. Kamëntšá (Sibundoy) Quillacinga (Genoy) Concepto tradicional Tsbatsanamamá Pachamama Premisa espacio físico EF= (EF1, EF2) EF1 = (tierra fértil/mujer/vida) EF2 = (volcán Galeras/montaña/roca) Premisa espacio temporal ET= (ET1, ET2) ET1 = (camino ancestral ≈ serpiente) ET2 = (espiral ≈ cola de mono) Premisa espacio complementado EC= (EC1, EC2) EC1 = (caminos ∈ textiles ≈ rodear casa/comunicar asentamientos/conexión con la selva) EC2 = (espirales ∈ petroglifos ≈ movimiento, tránsito) Premisa espacio general (E) E = (EF⇔ ET) ⇔EC Figura 153. Tabla a manera de matriz de lógica preposicional con diferentes premisas o enunciados que responden a los distintos tipos de percepción espacial identificados en la iconografía kamëntšá y quillacinga. (Elaboración propia) 239 Como podemos apreciar, en estas dos culturas emparentadas, las montañas, los volcanes y los caminos están interrelacionados de por sí, como partes del territorio y por ende del paisaje cultural. Encontramos entonces un rasgo en particular de la concepción del espacio en ambos casos que merece una atención puntual, y es que ya sea la Pachamama de la cosmovisión de Genoy o la Tsbatsanamamá de la cosmovisión kamëntšá, corresponde a una concepción del espacio como un ser vivo que trasciende el plano netamente físico o tangible de la relación humano/espacio. Es aquí cuando entra en juego un concepto clave como lo es el de ontología andina, el cual nos ayuda a guiar el análisis espacial en el caso de Genoy, partiendo de la premisa de que el espacio es un ser vivo y del papel crucial de los caminos en la relación de las personas con el mismo. 240 Conclusiones El análisis arqueológico del paisaje hace que sea posible apreciar algunas de las formas de ordenamiento territorial que los antiguos indígenas usaron en sus comunidades y sociedades. La evidencia cultural y material presente en las distintas zonas y lugares que integran el territorio Quillacinga tienen una raigambre ancestral muy clara, la cual ha sido plasmada en muchos de los vestigios que han sobrevivido hasta el presente. En este sentido, la articulación del ordenamiento territorial ancestral con aspectos materiales de la cultura es un rasgo que ha sobrevivido a los procesos de conquista, colonia y aculturación. De esta manera hemos podido plasmar en primera instancia el ordenamiento espacial de la comunidad quillacinga de Genoy en todo su territorio actual, teniendo como eje central la memoria corporal y el conocimiento ancestral del territorio, reflejadas en la cartografía que presentamos a continuación. Al conjugar la información arqueológica obtenida por las herramientas y métodos científicos, con la información etnográfica y etnohistórica; fue posible identificar la disposición espacial de los caminos antiguos, estrechamente ligados con el arte rupestre, las fuentes de agua y los conceptos de verticalidad comprimida y complementariedad apreciados en las sociedades andinas. El mapa contiene la información producto de los reconocimiento remotos y a pie, así como la prospección arqueológica y datos de índole etnográfica proveídos por los miembros de la comunidad con quien se adelantó esta investigación. En el podemos apreciar como el territorio y el mundo mismo está representado en la forma del cuerpo humano, algo que evidencia la existencia de elementos claves de la cosmovisión andina y su visión tripartita del mundo. Pero también entrevemos como son los caminos quienes van delineando esa forma humana, y por ende van configurando el paisaje. 241 Figura 154. Mapa de elementos arqueológicos y afectaciones identificadas en el corregimiento de Genoy y sus alrededores. Ubicación de Pictograma de Piedra Laja (1), ubicación del petroglifo Mantel de Vida (2). (Elaboración propia) 242 La correspondencia de los caminos georreferenciados con la iconografía del petroglifo Mantel de Vida es sin duda sorprendente, y consideramos que es un avance importante en el estudio del arte rupestre de la región el poder aproximar el posible significado de un petroglifo, pero más que eso su posible rol social dentro del ordenamiento espacial del territorio, al encontrarse este en la parte alta del corregimiento y de forma paralela al sitio conocido como Piedra Laja, un abrigo rocoso donde existe un pictograma con una representación antropomórfica similar a la del Mantel de Vida. El mantel de Vida y la Piedra Laja se convierten en los desde donde se aprecia todo el territorio, y se complementan entre sí: el uno es un petroglifo y el otro es un pictograma, el uno es un grabado sobre una piedra, el otro es una pintura dentro de una cueva, el uno esta al oriente de la ruta hacia la cima del volcán y el otro al occidente. Figura 155. Pictograma de Piedra Laja, vereda Aguapamba. (Fotografía: Tiepolo Fierro). 243 Pero hay algo más que añadir, y es que desde estos dos sitios de arte rupestre es posible ver el Edén en un día despejado, pero desde El Edén es posible ver en línea recta la ubicación de estos petroglifos, así como la cima del volcán Galeras. Esta noción se complementa de manera particular cuando analizamos los datos arqueológicos del sitio del Edén, ubicado en la parte más baja del corregimiento, desde donde se articula la espina dorsal del territorio: el camino que conecta la confluencia de los ríos Pasto y Maragato con la cima del volcán Galeras, Figura 156. Vista del Volcán Galeras desde el Edén, generada con Google Earth. Presentamos así mismo la reconstrucción espacial del asentamiento de El Edén, algo logrado con base en los mapas de calor y dispersión generados a partir de los datos de prospección arqueológica, pero también con base a nuestras apreciaciones in situ, donde fue posible identificar y georreferenciar algunos aterrazamientos que presumimos puedan estar asociados a 244 posibles ocupaciones domésticas del territorio. Por otro lado los montículos vistos en el reconocimiento remoto, dentro de la tradición local corresponden a un sitio funerario; sin embargo no podemos afirmar eso hasta no excavarlo, algo que se ha propuesto y planteado a futuro con la comunidad indígena. El ordenamiento espacial del sitio El Edén de una u otra manera reproduce algo del esquema de ordenamiento visto para todo el corregimiento, en este sentido vemos como los sitios con presencia lítica se encuentran en zonas mas altas y en dirección al volcán, pero tambien vemos como la connotación funeraria del sitio corresponde con la noción del Uku Pacha expuesta por Núñez del Prado, donde el mundo de los muertos que empieza en la planta de los pies y se sumerge hacia la profundidad de la tierra (Núñez del Prado, 2005). Con esto último, podemos concluir que hemos dado un primer paso para avocarnos en el reconocimiento integral y sistemático del pasado en el corregimiento de Genoy, no damos por sentados o absolutos nuestros postulados e hipótesis, pero guardamos la esperanza de que los modelos que hemos propuesto puedan ser comprobados a futuro en investigaciones arqueológicas que integren además de la prospección, la excavación en área. Finalmente nos queda la satisfacción de haber cumplido con las expectativas de la comunidad indígena, en términos de resultados y sobre todo en las propuestas y prospectivas que quedaron propuestas y acordadas con la comunidad para el estudio arqueológico del territorio. Sin más, estimado lector, esperamos no haber sido muy enredados en este largo camino hacia el develamiento del ordenamiento espacial prehispánico existente en la comunidad indígena quillacinga de Genoy. 245 Referencias Documentos de archivo (1560) [1558]. 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