FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS HUMANAS
LA LÓGICA DE LA ESPECULACIÓN: UN ANÁLISIS MODAL DEL ARGUMENTO
ANTI-CORRELACIONISTA DE QUENTIN MEILLASSOUX
Tesis para optar el título de Licenciado en Humanidades con mención en Estudios Teóricos y
Críticos que presenta el Bachiller:
EDGARDO JAIME DAVID CASTILLO GAMBOA
Asesor:
Dr. Mario Montalbetti Solari
Lima, 2014
RESUMEN
La presente tesis se ocupa de la obra del filósofo francés Quentin Meillassoux, quien plantea
una fuerte crítica a la filosofía pos-kantiana de tradición continental y cuestiona su rechazo
hacia la reflexión ontológica, entendida esta como la búsqueda de verdades independientes de
la subjetividad humana. El argumento de Meillassoux se encarga de refutar dicha tendencia,
denominada por él “correlacionismo” y de plantear un principio ontológico: la necesidad de la
contingencia, el cual permitirá construir una nueva ontología, el materialismo especulativo,
que resultará inmune a las críticas correlacionistas de inspiración kantiana. Nuestro trabajo
consiste en analizar detalladamente dicho argumento en sus dos aspectos fundamentales: en
tanto crítica del correlacionismo y en tanto propuesta ontológica, para luego plantear nuestra
propia interpretación del mismo y, en ese sentido, evaluar sus posibles aciertos y desaciertos.
En un primer momento, nos encargaremos de dar una versión lo más precisa posible del
argumento analizando las tesis que el filósofo pone en debate: realismo, subjetalismo y
correlacionismo, así como el modo como, a partir de esta discusión. presenta su propia
posición: el materialismo especulativo, la cual refutaría a las demás y constituiría una nueva
ontología. A continuación, cuestionamos el modo de proceder del materialista especulativo y
mostramos, a partir de un análisis de las modalidades lógicas empleadas en él, que, si bien su
intento de refutación es sostenible, este lo lleva a conclusiones que, en principio, parece no
estar dispuesto a aceptar, tales como la aceptación del carácter defendible de las tesis
ontológicas, aspecto ya criticado por el propio correlacionismo.
La razón humana tiene el singular destino de verse agobiada por preguntas que no puede
eludir y que empero tampoco puede responder.
Inmanuel Kant, Crítica de la razón pura.
Isti, qui negant aliquod ens contingens, exponendi sunt tormentis, quosque concedant quod
possibile est eos non torqueri.
Juan Duns Scoto, Opus oxoniense.
A mi madre,
a mis abuelos,
a mis amigos y maestros.
1
ÍNDICE
Introducción: ¿Qué es el realismo especulativo? ........................................................................ 2
Capítulo 1: El problema del ámbito objetivo .............................................................................. 8
1.1. Planteamiento del problema y cuestiones metodológicas ............................................. 8
1.2. Análisis de las posturas ............................................................................................... 11
Capítulo 2: Análisis y crítica de la respuesta de Meillassoux ................................................... 20
2.1 El debate según Meillassoux ....................................................................................... 20
2.2 Objeciones al debate ................................................................................................... 26
Conclusiones .............................................................................................................................. 39
Bibliografía ................................................................................................................................ 41
2
INTRODUCCIÓN
¿QUÉ ES EL REALISMO ESPECULATIVO?
La enseñanza fundamental de la filosofía kantiana, contenida en la Crítica de la razón pura,
consiste en tomar conciencia de los límites de la razón y, en ese sentido, eliminar las
pretensiones de la metafísica de alcanzar un discurso que posea el status de verdad absoluta
sobre lo real. Para Kant, solo existe conocimiento del fenómeno, de aquello que aparece y que
se encuentra ya regulado por las formas a priori de la subjetividad, mas no del noumeno: la
realidad “tal como es en sí misma” es totalmente inaccesible para nosotros1.
La tesis kantiana determinó, al menos dentro de una determinada tradición, luego denominada
“continental”, la puesta en cuestión de cualquier postura de corte realista y, en general,
metafísico, pues ella apelaría a una coincidencia entre tal o cual estructura subjetiva y una
realidad que resultaba por completo independiente de la misma. Asimismo, permitió constituir
un modo predominante de hacer filosofía: la filosofía crítica, el cual atendía ya no a la
estructura misma de lo real (ello sería imposible) sino al modo como el sujeto aprehendía la
realidad, dicho sujeto, que en la filosofía kantiana era caracterizado como un sujeto racional y
universal, se asumirá, a partir de filósofos y corrientes posteriores, como un sujeto mucho
menos unitario, determinado por una serie de factores, en principio, distintos a la razón: el
contexto histórico, la dimensión inconsciente, el lenguaje, etc.
2
1
Tal como muestra Mario Caimi en su “Estudio preliminar”, es esta una idea que aparece expuesta en los
Prólogos pero que es al mismo tiempo resultado de todo el examen de la facultad racional que lleva a cabo Kant
en secciones posteriores (véase Kant, Immanuel, Crítica de la razón pura, Traducción, estudio preliminar y notas
por Mario Caimi. México: FCE, 2009, pp. VII-LXX)
2
Más adelante, cuando nos ocupemos más detalladamente de los autores y las tesis en cuestión, mostraremos por
qué esta visión de la historia de la filosofía, la cual es asumida por Meillassoux, permite, pese a su carácter
esquemático, comprender una serie de problemas fundamentales que serán objeto de nuestro estudio. Una
exposición similar, desde un punto de vista completamente distinto, puede encontrarse en Doyle, James, “¿Por
qué me aburre tanto el posmodernismo?”, Areté, VIII, 1, 1996, pp. 119-135.
3
Por otro lado, a inicios del siglo XX empieza a conformarse un modo de hacer filosofía cuyos
presupuestos son muy distintos a los antes mencionados: la llamada “filosofía analítica”. Si
bien no se ha logrado un consenso respecto a si existe o no una unidad en el seno de dicha
tradición
3
, sí podemos mencionar algunos rasgos de la misma que históricamente la han
distinguido de la tradición continental.
A lo largo de su historia, la filosofía analítica se ha vinculado estrechamente con tres ámbitos
del conocimiento humano y los ha tomado, en diversos sentidos, como su fuente de
legitimación: el sentido común, el discurso científico y la lógica formal. Distintos autores han
dado distintos énfasis a tales aspectos.
La importancia del sentido común es subrayada por uno de los fundadores de esta tradición: G.
E. Moore, quien, como parte de su reacción contra el idealismo absoluto, sostiene que la
filosofía no puede desligarse, al menos en primera instancia, de verdades como la existencia
del mundo, de los otros, etc
4
. Tal intención se mantiene, además, en la filosofía del lenguaje y
en cierta metafísica vinculada estrechamente a ella: la intención de toda teoría es explicar las
intuiciones básicas apelando a un determinado tipo de estructuras en el lenguaje o de entidades
en el mundo. David Lewis, por ejemplo, sostiene que aceptar que los mundos posibles son
entidades concretas que existen espacio-temporalmente aisladas entre sí es un coste ontológico
aceptable en función de las posibilidades explicativas que trae consigo.
5
La relación con la ciencia la encontramos tanto en los positivistas lógicos, quienes reducían el
ámbito de enunciados inteligibles a aquellos que podían ser verificados, como en el propio
Quine, quien sostenía que las verdades ontológicas eran del mismo tipo que las científicas y
solo se diferenciaban en su grado de generalidad, además de reclamar una cierta dependencia
3
Autores como Aaron Preston sostienen que no existe tal unidad, mientras que otros como Scott Soames creen
hallar ciertas continuidades tanto históricas como sistemáticas. Del primer autor véase Analytic Philosophy: A
History of an Illusion, London: Continuum, 2010 y del segundo The Analytic Tradition in Philosophy, Vol 1:
Founding Giants, Princeton: Princeton University Press, 2014 o Philosophical Analysis in the Twentieth Century,
2 vol., Princeton: Princeton University Press, 2003. Sin comprometernos con alguna de ambas visiones, nos
hemos servido de su tratamiento de los autores que aquí mencionamos.
4
Véase Moore, G. E., Defensa del sentido común y otros ensayos, Madrid: Taurus, 1972, pp. 50 y ss.
5
Véase el primer capítulo de On the Plurality of Worlds. Oxford: Wiley-Blackwell, 2001.
4
de la filosofía de las explicaciones científicas, en el marco de la cual, las últimas serían vistas
como explicaciones privilegiadas de la realidad
6
.
La lógica formal ha sido, por un lado, un instrumento con el cual los filósofos analíticos se han
ocupado de una serie de problemas en diversos campos de la filosofía, pero además, ha sido un
presupuesto fundamental en la manera de concebir la propia realidad: el principio de no
contradicción, la existencia de una explicación consistente sobre lo real, son demandas
constantes en la tradición analítica que se han materializado, por ejemplo en las posturas
logicistas respecto a la estructura del mundo y del lenguaje.
Es en este amplio contexto que debemos entender el pensamiento de Meillassoux y del
movimiento del cual dicho filósofo forma parte: el realismo especulativo. El realismo
especulativo es un fenómeno complicado de aprehender, una de las razones que conducen a
ello es la gran variedad de posturas que coexisten dentro del movimiento, lo cual cuestiona su
supuesta unidad. Pese a ello, sí es posible señalar algunos puntos clave que permitirán
hacernos una idea general del movimiento.
Lo primero que debemos tomar en cuenta es el origen del movimiento. La expresión “realismo
especulativo” proviene de un evento académico llevado a cabo en el Goldsmiths College,
University of London en abril de 2007, el cual incluyó presentaciones a cargo de quienes han
sido considerados los principales representantes de dicho movimiento: Ray Brassier, Ian
Hamilton Grant, Grahan Harman y Quentin Meillassoux. Un evento similar se llevó a cabo en
el año 2009 en la University of the West of England, con la participación de Brassier, Grant,
Harman y Alberto Toscano. Es a partir de dichos eventos y de las publicaciones de los autores
en cuestión que empieza a crearse la imagen de un nuevo movimiento filosófico, sin embargo,
algunos de los filósofos en cuestión han rechazado tal planteamiento, resaltando las
diferencias existentes entre sus planteamientos. Pese a dicha controversia, el nombre “realismo
6
Véase Quine, W. O. Theories and Things, Cambridge, MA: Harvard University Press, 1981, especialmente pp.
21 y ss.
5
especulativo” sirve actualmente para identificar una serie de publicaciones (libros, revistas
especializadas, blogs, etc.) afines a una cierta postura filosófica
7
.
La tesis principal que comparten los distintos pensadores cercanos al realismo especulativo es
la negación de la postura que ellos denominan “correlacionismo”8. El correlacionismo sostiene
que la verdad de las afirmaciones que puedan hacerse en distintos campos del conocimiento
(filosófico, científico, etc.) se encuentra limitada por un conjunto de rasgos particulares de la
subjetividad humana y, en ese sentido, no es posible construir una ontología en el sentido
tradicional
9
, dado que la verdad de cualquier tesis ontológica será reductible a un modo
particular de la subjetividad y no mantendrá, como se pretendería, su status de verdad sobre la
realidad tal como es en sí misma.
La negación de este planteamiento ha dado lugar a distintas posturas filosóficas, Graham
Harman sostiene, por ejemplo, que debemos rechazar prima facie la idea de que únicamente
los entes humanos acceden a los objetos, por el contrario, Harman plantea que todos los entes
al interactuar entre sí acceden los unos a los otros y, en ese sentido, la finitud, en tanto
cualidad que impediría el acceso total a la realidad exterior, no es una propiedad únicamente
humana sino que está instanciada en todos los entes. Dicha tesis resulta bastante distinta a la
sostenida por filósofos como Quentin Meillassoux, de quien nos ocuparemos en el presente
estudio.
10
7
La bibliografía sobre el movimiento es cada vez más amplia, algunos de los textos que mencionan los detalles
de su conformación son los siguientes: Harman, Graham, Quentin Meillassoux. Philosopy in the Making.
Edinburgh: Edinburgh University Press, 2011. pp. 77-85; Morelle, Louis, “Speculative Realism. After finitude,
and beyond?” Speculations III, 2012, pp. 241-271; Briant, Levy, Graham Harman y Nick Srnicek. The
Speculative Turn: Continental Materialism and Realism. Melbourne: Re.Press, 2011.
8
Este término es el usado por Meillassoux en sus distintos trabajos, Harman, en cambio, emplea el término
“filosofías del acceso”. En adelante usaremos “correlacionismo”.
9
Usamos la expresión “ontología en el sentido tradicional” en virtud de que existen proyectos autodenominados
ontológicos pero que no cumplen con los presupuesto básicos de la ontología tradicional, tal es el caso de la
“ontología fundamental” heideggeriana. Estas afirmaciones se aclararán más adelante, al ocuparnos en detalle de
las posturas realista, subjetalista y correlacionista.
10
En Quentin Meillassoux: Phiosophy in the Making, Harman distingue su propia posición de la de Meillassoux
(véase pp. 123-158). Algo análogo pero mucho más breve hace Meillassoux en “Iteration, Reiteration, Repetition:
A Speculative Analysis of the Meaningless Sign” Ponencia presentada en la Universidad Libre de Berlín, 2012
(pp. 6-7)
6
La figura de Quentin Meillassoux ha cobrado gran relevancia a partir de la publicación en
2006 de Après la finitude (AF en adelante) y, sobre todo, a partir de la traducción al inglés de
dicha obra y de la participación del autor en la conformación del movimiento en cuestión
11
,
ello a través de conferencias y colaboraciones en distintas publicaciones. Meillassoux
considera, a diferencia de Harman, que el argumento correlacionista en contra de toda
formulación ontológica es bastante sólido y que, por ello, debe ser este el punto de partida para
quien busca oponerse a él. La estrategia de Meillassoux consiste en plantear el argumento
correlacionista del modo más claro y radical posible y confrontarlo con otras formulaciones
respecto a la relación entre la subjetividad humana y la realidad exterior para luego mostrar
cómo de la propia formulación correlacionista se sigue una afirmación ontológica,
denominada por él “la necesidad de la contingencia”, la cual, en tanto consecuencia del
correlacionismo, resultará inmune a sus críticas.
La presente investigación se centrará en el argumento principal del filósofo, presentado en AF
y reelaborado en algunas conferencias posteriores (“Time without Becoming”, “Contingency
and the Absolutization of the One” e “Iterarion, Reiteration, Repetition: A Speculative
Analysis of the Meaningless Sign”), nos encargaremos de estudiar a profundidad dicho
argumento, para luego poder evaluar hasta qué punto logra su cometido: refutar la posición
correlacionista y fundar una ontología a partir de la afirmación de la necesidad de la
contingencia.
El capítulo 1 está dedicado a la presentación del problema al cual se enfrenta Meillassoux. En
la primera parte, tratamos de delimitar claramente dicho problema y explicamos el modo como
nos aproximaremos a la argumentación del filósofo. En la segunda, exponemos las distintas
respuestas a dicho problema que son relevantes para la discusión de Meillassoux, para lo cual
nos servimos de distintos ejemplos históricos, ocupándonos de filósofos cuyo pensamiento se
ajusta a las categorías que empleamos.
11
Estas son las versiones del libro: Après la finitude. Essai sur la nécessité de la contingence. Paris: Seuil, 2006;
After finitude. An Essay on the Necessity of Contingency. Trad. de Ray Brassier. Londres : Continuum, 2010. En
adelante citaremos de la versión inglesa, más precisamente del Ebook, de modo que la paginación corresponderá
con la numeración del archivo, las citas en español corresponden a una traducción parcial nuestra hecha en
colaboración con Víctor Carranza Pinedo.
7
El capítulo 2 es un análisis crítico del argumento de Meillassoux. En la primera parte,
presentamos el debate recreado por Meillassoux, en el cual participan las posturas presentadas
en el capítulo anterior y analizamos el modo como Meillassoux considera que su propia
posición, el materialismo especulativo, es capaz de vencer a las demás. En la segunda, vemos
hasta qué punto dicho argumento se sostiene y estudiamos la tesis “es necesario que todo sea
contingente”. Nos preguntamos acerca de dos aspectos: a) el sentido de la misma en función
de las modalidades lógicas implicadas en su formulación b) el modo como ella se sigue de la
refutación del correlacionismo.
8
CAPÍTULO 1
EL PROBLEMA DEL ÁMBITO OBJETIVO
El presente capítulo posee dos partes. En la primera planteamos el problema al cual se enfrenta
Meillassoux y realizamos algunas aclaraciones respecto a la terminología y al modo como nos
aproximaremos a su argumentación; en la segunda, nos ocupamos de las posiciones que
respecto al problema en cuestión pueden plantearse y analizamos ejemplos propios de la
historia de la filosofía.
1.1. Planteamiento del problema y cuestiones metodológicas
En su Crítica de la razón pura, Kant denuncia las pretensiones de la metafísica anterior, la
cual asumía como verdaderas las conclusiones obtenidas a partir de verdades indubitables a las
cuales se les aplicaban reglas lógicamente válidas. De acuerdo a Kant, dicha tesis, propia del
racionalismo de la época, presupone la existencia de cierta conexión entre los productos de la
razón y la realidad tal como esta es en sí misma, conexión que carece de fundamento
12
. El
proyecto kantiano de la primera Crítica consiste precisamente en un cuestionamiento de tal
presupuesto y en el consiguiente examen de las posibilidades de la razón de obtener
conocimientos a priori.
Notemos que en la formulación kantiana, la cual es el punto de partida de Meillassoux, se
parte de lo subjetivo, de una suerte de intuición básica similar al cogito cartesiano y es a partir
de ello que se pone en duda lo exterior. Hay un ámbito subjetivo al cual, total o parcialmente,
tenemos garantizado un acceso directo, pero además, desde el punto de vista de este mismo
12
Véase Kant, Inmanuel, op. cit., AXIII y BXXXVI.
9
pensamiento, planteamos juicios respecto a un ámbito objetivo, el cual es, en principio,
radicalmente distinto del subjetivo y, en tanto ello, resulta, también en principio, inaccesible.
Es la pregunta por este acceso la que ocupa la reflexión de Meillassoux y la que lo obliga a
recurrir a distintos momentos de la historia de la filosofía en los cuales esta es abordada. El
filósofo planteará el problema como “la relación entre el pensamiento y el absoluto”13, con
“absoluto” se refiere al ámbito objetivo, a esta dimensión ajena al pensamiento e
independiente de su naturaleza a la cual pretendemos tener acceso. La pregunta puede ser
planteada, en términos más simples, de la siguiente manera: Siendo p una proposición respecto
a un ámbito distinto al del pensamiento, ¿hay algún modo de justificar la verdad de p?
Antes de pasar al examen de las posturas en juego, ocupémonos de dos cuestiones: el término
“correlación” y nuestra metodología.
“Correlación” es un término que, a lo largo de la obra de Meillassoux, parece no recibir una
definición clara. El modo como Meillassoux lo define es algo confuso y hasta circular: “Por
“correlación” entendemos la idea según la cual no tenemos acceso más que a la correlación
entre el pensamiento y el ser, y jamás a alguno de ellos aislado del otro”. Probablemente
debamos definir de ese modo la postura denominada “correlacionismo”, tal como lo hace
líneas después: “toda corriente de pensamiento que sostenga el carácter insuperable de la
correlación así entendida” 14.
Cuando hablamos de correlación, proponemos entenderla a la luz de la intencionalidad de la
conciencia, tal como se ha entendido en la tradición fenomenológica: existe la evidencia de
una actividad pensante en un sentido amplio, dicha actividad está constituida por una serie de
objetos: imágenes, juicios, etc. que parecen mantener una relación con otro tipo de objetos,
dicha relación puede ser la de representación, referencia, etc. La correlación es precisamente
eso: un ámbito de realidad cuya existencia es subjetiva y cuyos contenidos, de acuerdo a la
postura filosófica que se asuma, se hallan o no en relación con un ámbito distinto: la realidad
objetiva.
13
AF, p. 7.
14
Ambas citas proceden de AF, p. 13.
10
Por otro lado, la metodología que seguiremos en nuestro trabajo no será la misma que
Meillassoux sigue en AF (su texto principal) ni en los artículos posteriores. En AF, el filósofo
inicia introduciendo el problema denominado por él “la paradoja del arche-fósil”, el cual
consiste en plantear como un desafío a la posición correlacionista la interpretación del
discurso científico que versa sobre eventos anteriores a la aparición de la conciencia humana,
es decir, anteriores a la aparición de la realidad misma, en tanto esta se configuraría
únicamente a partir de una conciencia. Una vez planteada la paradoja, Meillassoux se esfuerza
en exponer de manera rigurosa aquello que conduce a la paradoja: el correlacionismo; así,
explica sus orígenes en la historia de la filosofía, lo sitúa como la tesis filosófica imperante y
extrae algunas consecuencias de él, tanto filosóficas como políticas. A continuación, y con la
intención de mostrar su propia propuesta: el materialismo especulativo, Meillassoux reproduce
un debate ficticio entre personajes que sostienen posturas similares a las expuestas
anteriormente, de los cuales resulta ganador el materialista especulativo. Una vez que se ha
expuesto su tesis fundamental: la necesidad de la contingencia, el texto explora la posibilidad
de fundamentar el discurso matemático a partir de lo ya probado y de construir a partir de él
una nueva ontología que se encuentre acorde con las verdades científicas fundamentales.
En nuestro estudio, trataremos de abstraer los elementos esenciales del debate que presenta
Meillassoux, nutriéndonos además de sus observaciones sobre distintos filósofos anteriores a
él; asimismo, tomaremos elementos de los artículos posteriores, con el fin de clarificar ciertos
aspectos algo dudosos aún en AF. Las secciones posteriores a la fundamentación del
materialismo especulativo, es decir, lo concerniente al discurso matemático, no serán objeto de
nuestra investigación.
11
1.2. Análisis de las posturas
Ocupémonos, entonces, de las tres posturas en juego: realismo, correlacionismo y
subjetalismo.
Realismo
El término “realismo” se usa en contextos sumamente distintos, de hecho, resulta más claro
hablar de “realismo respecto a” (universales, números, mundos posibles, etc.). Cuando
Meillassoux habla de realismo, lo hace en un sentido sumamente amplio, así, podemos decir
que una postura realista sostiene
Tesis sustancial: Algún tipo de afirmación respecto al ámbito objetivo
Tesis epistémica: La posibilidad de conocer la verdad de la tesis sustancial.
Como vemos, lo que tendrían en común todas las posturas realistas no es un planteamiento
respecto a lo que comúnmente denominamos “mundo exterior” o algo similar, no tenemos que
asumir que todo realismo se da respecto al conjunto de entes materiales, un claro ejemplo de
ello es Leibniz, quien asume al espacio y el tiempo como irreales y reductibles a un conjunto
de cualidades presentes en las mónadas, o Descartes, quien postula únicamente la realidad de
la extensión como naturaleza simple totalmente cognoscible por intuición intelectual.
Debemos entender, entonces, este realismo simplemente como la postulación de algún tipo de
realidad que existe efectivamente de modo exterior a la conciencia, ello sumado a la
posibilidad de tener algún acceso epistémico a dicha existencia. Veamos detenidamente el
ejemplo cartesiano, cabe resaltar que nos limitaremos a mostrar la propuesta de Descartes y no
atenderemos a las posibles críticas sino en secciones posteriores.
12
Lo primero que nos interesa de Descartes es, ciertamente, una afirmación metodológica: Lo
único que debe aceptarse como verdadero es aquello que no puede ser puesto en duda
15
.Es tal
postulado el que lleva a Descartes a sostener que la verdad fundamental que debería guiar
cualquier indagación filosófica es cogito ergo sum, es decir, la afirmación de la propia
existencia del sujeto; es a partir de ella, señala Descartes, que se construirá el edificio de todo
el conocimiento.
Ahora, la afirmación del cogito permanece dentro del ámbito subjetivo y, en ese sentido, no
nos permite categorizar a Descartes como un realista, lo que nos llevará a dicha categorización
es el paso siguiente nuestro filósofo da en la Tercera Meditación: la afirmación de la
existencia de Dios. Una vez que alcanza la verdad del cogito, habiendo ya puesto en duda a) la
existencia del mundo exterior a través del argumento del sueño y la vigilia y b) la verdad de
los enunciados matemáticos a través del argumento del genio maligno, Descartes elabora
distintos argumentos por medio de los cuales pretende demostrar que Dios existe y, a través de
ello, descartar la posibilidad del genio maligno y afirmar sin lugar a dudas la verdad de los
enunciados matemáticos.
Tradicionalmente se ha señalado que son tres los argumentos que da Descartes a favor de la
existencia de Dios
16
:
i. Dado que la idea de Dios existe en nuestra mente (ámbito subjetivo) y su contenido es tal
(un ente perfecto, infinito, etc.) que no puede haber sido causado por nuestro entendimiento
(imperfecto, finito, etc.), es necesario que Dios exista en tanto causa de dicho contenido.
ii. Yo existo y debo tener una causa. Dicha causa no pude haber sido yo mismo. Además, no
puede haber un regreso infinito de causas. Existe Dios, dado que es el único que puede
causarse a sí mismo y evitar el regreso infinito.
15
Véase la Segunda Parte del Discuro del método en Descartes, René, Obras escogidas. Traducción, prólogo y
notas de Ezequiel de Olaso. Buenos Aires: Sudamericana, 1967, pp. 149 y ss.
16
Una extensa discusión sobre el número de argumentos que realmente plantea Descartes y sobre cómo estos se
encuentran relacionados puede verse en Secada, Jorge, Cartesian Metaphysics: The Late Scholastic Origins of
Modern Philosophy. Cambridge: Cambridge University Press, 2000. Para la fuente directa de los argumentos en
cuestión véase Descartes, op. cit., pp. 233-252 (Tercera Meditación) y 262-270 (Quinta Meditación).
13
iii. La esencia de Dios, tal como la concebimos, es tal que incluye a la existencia (en tanto
Dios es perfecto y la perfección comporta existencia). Por lo tanto, Dios existe.
Lo que tienen en común los tres argumentos es que apelan a una suerte de certeza subjetiva. La
existencia de Dios (y por consiguiente la verdad de los enunciados matemáticos) se demuestra
por un modo particular como la mente concibe la idea de dicha entidad. De este modo,
podemos entender mejor el realismo cartesiano:
Tesis sustancial: Existen Dios, las mentes y una substancia extensa.
Tesis epistémica: El modo de conocer la existencia de Dios y de la substancia extensa es
la deducción de ambas afirmaciones a partir de la verdad intuitiva del
cogito
17
.
Otros filósofos que podemos considerar realistas en los términos ya explicados son, por
ejemplo Spinoza, quien en lugar de la tesis sustancial cartesiana afirmará la existencia de una
única sustancia: Dios
18
; o el ya mencionado Leibniz, quien más bien sostendría la existencia
de innumerables sustancias: las mónadas y plantearía una tesis muy similar a la tesis
epistémica cartesiana: que toda la filosofía puede derivarse de ciertos axiomas fundamentales,
como el principio de identidad y el de no contradicción
19
.
17
Véase la tercera de las Reglas para la dirección del espíritu, Descartes, op. cit., pp. 40-44.
18
Véase Spinoza, Benedictus, Ética demostrada según orden geométrico. Traducción de Ósar Cohan. México D.
F.: FCE, 1977, Proposición XIV, pp. 21-22.
19
Un claro ejemplo de ello es la argumentación leibniziana en “Primae Veritates”, Leibniz. Philosophical
Writings, traducción de M. Morris y G. H. R. Parkinson, London, Dent: Everyman’s Library, 1995, pp 87-88.
Notemos que en AF, p. 64, Meillassoux sostiene que la mónada leibniziana es una forma de la subjetividad, y que
por ello, Leibniz podría ubicarse en la categoría de “subjetalista”, sin embargo, de acuerdo al modo como
estamos delimitando la postura realista preferimos ubicar al filósofo en tal categoría.
14
Correlacionismo
La postura correlacionista, la cual constituye el principal adversario de Meillassoux y de los
realistas especulativos en general, no afirma ni niega ninguna de las tesis sustanciales que
podría plantear un realista, sino que cuestiona aquello que es condición de posibilidad de su
formulación, es decir la tesis epistémica, la cual afirma la cognoscibilidad de la tesis
sustancial. La razón por la cual se niega que la tesis sustancial sea cognoscible es que ello
implica estar en la capacidad de escapar de nuestro ámbito subjetivo y comprobar que el
ámbito objetivo es tal cual nos lo figuramos y ello se asume imposible, dado que cualquier
contenido al cual tengamos acceso será parte de nuestra subjetividad y en tanto ello, existe la
posibilidad de su no correspondencia con la objetividad.
El autor clave del cual debemos ocuparnos es, sin duda alguna, Kant; fijémonos, para dar
cuenta de las tesis principales de dicho filósofo, en el proyecto general de la Crítica de la
razón pura y en la estructura de la misma. Como adelantamos al inicio, el proyecto kantiano
tiene como finalidad examinar las posibilidades del conocimiento y concluye con la tesis de
que solo es posible un conocimiento de aquellos objetos que son objeto de la experiencia: los
fenómenos. Tales objetos son constituidos por las formas a priori de la sensibilidad (espacio y
tiempo) y del entendimiento (las doce categorías), las cuales Kant describe en la “Estética
trascendental” y en la “Analítica trascendental” respectivamente. Es hacia al final de la
“Lógica trascendental”, en la parte denominada “Dialéctica trascendental” que Kant introduce
el concepto (negativo) de noúmeno. Noúmeno es aquello que no es objeto de experiencia
sensible y está representado por las “ideas de razón pura”: Dios, alma y mundo, los temas
fundamentales de la metafísica anterior. Kant precisamente renuncia al conocimiento de estas
realidades y señala que lo único de que se tiene certeza es del modo como los objetos se
configuran en virtud de ciertas formas que la conciencia les impone.
Kant, a partir de lo ya señalado, niega la tesis epistémica del realista y con ello impide la
formulación de cualquier tesis sustancial. La propuesta kantiana es eliminar las pretensiones
de la metafísica anterior y plantear un modo distinto de hacer filosofía: la filosofía
trascendental, la cual consiste en examinar al detalle las estructuras subjetivas fundamentales
15
con el fin de estar en condiciones de fundar ciencias que generen juicios a priori sobre la
experiencia. Por ejemplo, si determinamos que el espacio es una de dichas estructuras
fundamentales y además contamos con una ciencia que lo estudia (la geometría), estamos en
condiciones de emitir juicios a priori sobre cualquier experiencia vista desde el aspecto
espacial.
Queda claro, entonces, en qué sentido Kant es un correlacionista: lo es en tanto niega la
posibilidad de fundamentar una tesis sustancial. Ahora, el correlacionismo de Kant incluye
una serie de tesis respecto a los alcances de la reflexión filosófica:
a) El ámbito subjetivo posee ciertas estructuras.
b) Dichas estructuras son universales
c) Es posible conocer dichas estructuras a priori
A ello se refiere Meillassoux cuando afirma que la filosofía kantiana opera una
“desabsolutización” respecto al conocimiento, mas no una “desuniversalización” del mismo20:
se niega la posibilidad de acceder al ámbito objetivo, pero se sostiene que el modo como se
configura el ámbito subjetivo es idéntico en cada uno de los seres humanos
21
. Cuando Kant
describe las estructuras fundamentales del ámbito subjetivo (formas a priori) no pretende que
estas correspondan con el ámbito objetivo, sin embargo sí pretende que dicha descripción
permita fundamentar la ciencia en tanto conocimiento universal.
El correlacionismo con el cual tiene que lidiar Meillassoux es uno que añade a las tesis
kantianas la desuniversalización de las estructuras de la subjetividad, es decir, sostiene que si
bien es posible hallar regularidades entre los distintos contenidos del ámbito subjetivo, dichas
regularidades no son universales, sino que corresponden a determinados contextos específicos
dentro de los cuales adquieren sentido y validez. Examinemos dicha posición más
detalladamente.
20
AF, pp. 72 y ss.
21
Recordemos que Kant prefiere, en algunos casos, la expresión “seres racionales”.
16
Kant sostiene que una serie de contenidos del ámbito subjetivo son universales: estructuras
básicas que se aplican tanto a cuestiones científicas como morales o estéticas. Las críticas a
dicha tesis provienen de distintos autores y corrientes filosóficas y se vuelcan sobre aspectos
diversos de la misma. Mencionemos algunos cuestionamientos centrales.
-La fenomenología husserliana resalta la dimensión intersubjetiva e histórica de la experiencia
humana. Asimismo, subraya la importancia del llamado “mundo de la vida” en oposición al
discurso reduccionista de la ciencia, el cual termina por reducir la experiencia determinados
marcos explicativos que surgen de un intento de matematización de la realidad
22
.
-El psicoanálisis freudiano muestra que ciertos fenómenos tanto patológicos como de la vida
cotidiana cuestionan la idea de que el sujeto posee una unidad racional y, en tanto ello, existen
razones para cuestionar cualquier ordenamiento estático de la mente
23
.
-Desde el punto de vista de la ética, el relativismo cultural ha puesto en cuestión la posibilidad
de un imperativo categórico como el kantiano. Desde este punto de vista, se afirma que toda
valoración moral responde a un contexto determinado y que por ende resulta imposible
plantear normas universales que apelen a una suerte de racionalidad única como la presupuesta
en la moral kantiana
24
.
Todas estas críticas son llevadas al límite en la filosofía posmoderna, la cual se funda sobre
una crítica a cualquier intento por sistematizar la experiencia humana y deslegitima cualquier
planteamiento universalista. El correlacionismo llevado a su extremo consiste, entonces, en
afirmar que lo único que es cognoscible es cierto modo particular del ámbito subjetivo
22
Véase el Husserl, Edmund, La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental, traducción y
estudio preliminar de Julia V. Iribarne, Buenos Aires: Prometeo Libros, 2008, § 33, pp. 163-165.
23
Si bien esta idea se encuentra desarrollada en una serie de escritos del corpus freudiano, un texto fundamental
para comprenderla es El “yo” y el “ello”, véase Sigmund Freud, Obras completas, trad. de Luis López
Ballesteros, tomo VII, Madrid : Biblioteca Nueva, 1987, pp. 2701-2728.
24
Esta crítica puede apreciarse desde el propio análisis hegeliano del espíritu objetivo y la crítica de la filosofía
kantiana que tal plantea, sin embargo, aparece en su versión más propiamente contextualista en distintos
movimientos del siglo XX, véase Hegel, G. W. F. Principios de la filosofía del derecho o derecho natural y
ciencia política. Trad. de Juan Luis Vermal. Barcelona: Edhasa, 1999, asimismo Giusti, Miguel,
“Contextualizando el contextualismo. Reflexiones generales sobre el debate entre comunitaristas y liberales”,
Estudios de filosofía, 10:33-44, 1994.
17
desarrollado intersubjetivamente y sujeto a una serie de variaciones (temporales,
inconscientes, etc.)
Hay un asunto importante que no hemos esclarecido respecto a la postura correlacionista,
dicho aspecto generará confusiones dentro de la propia obra de Meillassoux y nos servirá para
introducir nuestros propios puntos de vista al respecto. Dicho asunto es la cuestión de la
existencia del ámbito objetivo. El realismo afirma la existencia del ámbito objetivo, un modo
particular como este se articula y finalmente la posibilidad de acceder a él. Por otro lado, hay
un gran debate sobre el modo como Kant entiende el noúmeno y, en ese sentido, sobre si
asume o no la existencia del ámbito objetivo, Meillassoux asume que sí
25
. Lo que
consideraremos finalmente es que el correlacionismo más radical, que es al cual debe
enfrentarse Meillassoux, sostendrá que no es posible saber ni si quiera si existe o no dicha
realidad. Es decir, el correlacionista no solo ha descartado la posibilidad de comprometerse
con una tesis sustancial realista del tipo “el ámbito objetivo es X” sino que tampoco admite la
cognoscibilidad de “existe el ámbito objetivo”. Pasemos ahora a la siguiente postura.
Subjetalismo
Meillassoux introduce el término “subjetalismo” para referirse a la postura en cuestión no en
AF sino en una conferencia dada en 2012
26 , en AF el término que usa es “metafísica
subjetivista” o “idealismo especulativo”27. Si el correlacionismo, tal como lo hemos entendido,
representa una suerte de postura escéptica respecto a cualquier afirmación sobre el ámbito
objetivo que puede extenderse incluso hacia cualquier intento de universalización de alguna
estructura propia del ámbito subjetivo; el subjetalismo, postura que tomaremos en cuenta en
este apartado, planteará la inexistencia del ámbito objetivo y, en ese sentido, considerará como
carente de sentido la afirmación de cualquier escepticismo: no hay nada sobre lo cual se pueda
ser escéptico en tanto no hay realidad exterior. En términos de Meillassoux, el subjetalista
25
Para una visión esquemática del debate sobre la postura kantiana véase la sección “Trascendental Idealism” en
Rohlf, Michael, "Immanuel Kant", The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Summer 2014 Edition), Edward N.
Zalta (ed.), URL =
26
Cfr. “Iteration, …”, p. 4. En adelante, asimilaremos el término “subjetalista” a la discusión presente en AF.
27
AF, pp. 65, 97, etc.
18
absolutiza la correlación, en nuestros términos, reduce la totalidad de lo real al ámbito
subjetivo.
Los planteamientos de los filósofos que son incluidos en esta categoría parecen, en principio,
absolutamente disímiles, sin embargo, Meillassoux consigue reducirlas a ciertos postulados
básicos. El primer filósofo que podemos considerar es Berkeley, quien sostiene la inexistencia
de una realidad material exterior a las representaciones, solo existen mentes e ideas en las
mentes: ser es ser percibido o percibir. El subjetalismo de Berkeley, tradicionalmente
denominado “idealismo”, consiste en afirmar que la totalidad de lo real se reduce a mentes (las
nuestras y la de Dios) e ideas, en ese sentido, solo existe el ámbito subjetivo; así, el
conocimiento (y la ciencia) se reducen a aquello que podemos afirmar respecto a las
relaciones que se dan entre las ideas que percibimos. Una vez admitido esto, no hay
posibilidad de una posición escéptica respecto al conocimiento del mundo exterior, dado que
tal es inexistente. El argumento de Berkeley procede afirmando que resulta contradictorio
plantear la existencia de un objeto extramental, dado que al percibirlo ya sería parte de nuestro
ámbito subjetivo.
28
Por otro lado, lo que el subjetalismo de Hegel hace es reducir el ámbito de lo real a la Idea y
sus distintas manifestaciones. Hegel niega la escisión moderna entre sujeto y objeto y afirma
que el modo como ambos se articulan se encuentra determinado por las mismas categorías: las
propias de la Lógica
29
. Todo el sistema hegeliano se articula en torno a dicho planteamiento y
buscar conciliar las distintas manifestaciones de lo real, las cuales resultan en algún sentido
aparentes y culminan en el espíritu absoluto: una realidad que se autocomprende a través de
categorías filosóficas
30
.
Lo que tienen en común ambas versiones del subjetalismo es que reducen lo real a una
dimensión gobernada por categorías racionales: las ideas de Berkeley organizadas por la
28
Para una revisión del argumento de Berkeley, véase Secada, Jorge, "Berkeley y el idealismo", Javier
Echeverría (ed.), Del renacimiento a la Ilustración II, Editorial Trotta, Madrid, 2000; pp. 197-233.
29
Evidentemente, no nos referimos a la lógica formal, sino a la Lógica desarrollada por el propio Hegel, es decir
la descripción de las categorías que estructuran la totalidad de lo real.
30
Véase Hegel, G. W. F., Enciclopedia de las ciencias filosóficas en compendio. Traducción, introducción y
notas por Ramón Valls Plana. México D. F.: FCE, 2005.
19
mente divina o la totalidad hegeliana ordenada de acuerdo a las categorías de la lógica. Dicha
posición difiere de otras versiones del subjetalismo de corte vitalista.
Deleuze es el ejemplo más claro de dicha posición. Dicho filósofo, a partir de una lectura de
Bergson, sostiene que la totalidad de lo real está constituida por imágenes, las cuales se
encuentran en un continuo movimiento de acción y reacción, cualquier articulación lógica se
genera en función de un determinado centro de indeterminación que es, además, aleatorio.
Asimismo, la distinción entre sujeto y objeto queda abolida, la única distinción real se da entre
tipos de imágenes que poseen distintos tipos de percepción. Como vemos este subjetalismo,
denominado tradicionalmente denominado “vitalismo” o “panpsiquismo” sostiene, al igual
que el anterior, que no existen dos ámbitos distintos sino un único; sin embargo, difiere
radicalmente en su concepción de la naturaleza del mismo: el ámbito subjetivo no es de
naturaleza racional ni está gobernado por leyes racionales, sino que consiste en una
indeterminación de entidades (las imágenes) interactuando entre sí sin ningún orden
particular
31
. Asunto harto complicado es determinar si el pensamiento nietzscheano ingresaría
en esta categoría, Meillassoux sostiene que la totalidad de lo real para Nietzsche sería
reductible a la Voluntad de Poder
32
.
Pasemos ahora al debate entre estas posturas.
31
Véase, entre otros, Deleuze, Gilles, La imagen-movimiento. Estudios sobre cine I. Traducción de Irene Agoff.
Barcelona: Paidós, 1984, pp. 87 y ss.
32
Véase AF, p. 64.
20
CAPÍTULO 2
ANÁLISIS Y CRÍTICA DE LA RESPUESTA DE MEILLASSOUX
El presente capítulo posee dos partes. En la primera exponemos el modo como Meillassoux
sostiene que el materialismo especulativo es capaz de vencer a las tres posturas anteriores; en
la segunda, planteamos algunas objeciones al argumento de Meillassoux y analizamos posibles
respuestas.
2.1 El debate según Meillassoux
En el capítulo 3 de AF, Meillassoux presenta su propia postura (el materialismo especulativo)
a partir de un debate imaginado entre personajes que sostienen posturas tales como las
descritas en la sección anterior. El tema del debate en cuestión es la realidad post-mortem, la
cual se asume análoga a la cosa en sí en tanto ambas son realidades que exigen la no-presencia
del sujeto, la segunda en términos epistemológicos, en tanto debe asumirse como no
dependiente de ninguna aprehensión, la primera en términos ontológicos en tanto reclama, por
definición, la no existencia del sujeto. Ocupémonos brevemente del debate y conectémoslo
con nuestro desarrollo anterior
33
.
Los dos primeros contendientes sostienen posturas realistas (en el sentido ya expuesto) y, por
ello tienen una tesis sustancial: uno de ellos es un creyente y afirma la existencia de una vida
posterior a la muerte, el segundo es un ateo y afirma la destrucción del individuo; y una tesis
epistémica: ambos consideran que tienen argumentos suficientes para demostrar la verdad de
lo que sostienen. El tercer personaje es un correlacionista y sostiene una postura escéptica: no
33
El texto en cuestión corresponde a AF, pp. 91 y ss.
21
es posible saber nada acerca de la realidad post-mortem: tal como señalamos páginas atrás, no
se niega ni se afirma alguna de las tesis anteriores, sino que se cuestiona la posibilidad de su
formulación.
Un cuarto contendiente ingresa al debate: el subjetalista. El subjetalista contradice a los tres
anteriores y afirma la inexistencia de una realidad post-mortem a partir de la imposibilidad de
pensar tal realidad: el sujeto no puede pensar una realidad más allá de su muerte dado que esto
presupondría una realidad para sí y en ese sentido presupondría su existencia, lo cual
implicaría una contradicción.
Debemos precisar, para este caso particular, que la analogía con el debate post-mortem posee
límites, uno de ellos es que este curioso pensador sostendría la eternidad del sujeto y la
imposibilidad de su destrucción a partir de la imposibilidad de pensar su otredad total (su
muerte), sin embargo, si transferimos la lógica argumentativa a la cuestión del ámbito
objetivo, el subjetalista simplemente tiene que sostener que tal es inexistente y, en ese sentido,
tanto ambos realistas como el correlacionista están errados: los dos primeros por afirmar su
existencia e intentar dar alguna propiedad suya y el segundo por considerar su existencia como
posible
34
.
Vayamos ahora a plantear específicamente las discusiones entre estos contendientes. El debate
entre las posturas se da en torno a distintas cuestiones:
1. ¿Es posible saber si existe el ámbito objetivo?
2. ¿Existe el ámbito objetivo?
3. ¿Podemos conocer el ámbito objetivo?
El debate entre realismo y subjetalismo se da justamente en torno a la segunda y tercera
preguntas: el realista responderá positivamente a ambas y planteará alguna teoría respecto a lo
real, el subjetalista responderá negativamente a la segunda pregunta, por lo cual la tercera no
le hará ningún sentido. Finalmente, el correlacionista negará la legitimidad de ambas
34
En secciones posteriores analizaremos a profundidad la noción de posibilidad que maneja Meillassoux.
22
preguntas respondiendo negativamente a la primera y negando la posibilidad de formulación
de una tesis de los tipos anteriores
35
.
Los debates entre ambos realistas y el subjetalista se dan, por decirlo de alguna manera, en un
segundo plano, sus diferencias se deciden en torno a cuál de las respuestas a las dos últimas
preguntas es la correcta. El contendiente más complejo y aparentemente más consistente es el
correlacionista, el siguiente paso que da Meillassoux es explicitar el modo como este “refuta”
a los anteriores.
Retomemos la refutación del realismo. Señalamos, al estudiar la postura correlacionista, que
esta opera negando la cognoscibilidad de la tesis sustancial: no es posible pensar un ente
independiente de la subjetividad sin, precisamente, pensarlo, es decir, volverlo un producto de
la subjetividad. Dicha afirmación puede parecer trivial dado que del hecho de que algo sea
pensado no se sigue que no pueda existir independientemente de la subjetividad, sin embargo,
el núcleo del argumento se ubica en la ausencia de garantía de la correspondencia: cabe pensar
que el modo como pienso el ámbito objetivo corresponda con la realidad, pero es la afirmación
categórica de dicha proposición lo que carece de sustento. Formulando el argumento en otros
términos: lo que el correlacionista sostiene es que cuando un sujeto piensa cualquier
proposición respecto al ámbito objetivo, se ve imposibilitado de garantizar tanto que esta
coincida con lo real como que no coincida, únicamente puede afirmarse que para un sujeto (el
cual, desde un punto de vista intersubjetivo, puede ser ampliado, por ejemplo, a una
comunidad determinada), lo real se da de determinada manera, más claramente, lo real es de
determinada manera, pues, para este caso, ser es ser para un sujeto
36
. Meillassoux denomina a
este argumento “círculo correlacional” y lo constituye como la primera decisión de toda
postura correlacionista
37
.
Es en la refutación del subjetalismo donde se pone en juego el argumento que culminará con la
tesis principal de Meillassoux y donde tiene lugar una segunda decisión correlacionista. De
35
Esta afirmación se aplica para el correlacionista tal como lo hemos entendido. Por otro lado, Meillassoux
sostiene que Kant respondería afirmativamente a 2 y negativamente a 3. Para una clasificación más detallada de
las posibles variantes del correlacionismo véase Harman, Graham, op. cit., pp. 14 y ss.
36
Esta idea es desarrollada por Meillassoux en el primer capítulo de AF, titulado “La ancestralidad”.
37
AF, pp. 18-19.
23
acuerdo al filósofo, el correlacionista tiene muchas más dificultades ante este contendiente,
dado que este ya no afirma un determinado modo del ámbito objetivo sino que elimina la
posibilidad de su existencia, dado ello, de acuerdo a Meillassoux, debemos asumir la
facticidad de la correlación.
Con la finalidad de explicar la noción de facticidad, Meillassoux nos remite a la diferencia
entre las posturas filosóficas de Kant y Hegel:
Volvamos a Kant. ¿Qué es lo que distingue el proyecto kantiano (el idealismo trascendental) del
proyecto hegeliano (el idealismo especulativo)? La diferencia fundamental parece ser la siguiente:
Kant sostiene que únicamente es posible describir las formas a priori del conocimiento […],
mientras que Hegel insiste en que es posible deducirlas. A diferencia de Hegel, entonces, Kant
sostiene que es imposible derivar las formas del pensamiento a partir de un principio o sistema
capaz de dotarlas de necesidad absoluta. Tales formas constituyen un “hecho primario”, el cual es
únicamente susceptible de ser descrito, y no de ser deducido […]38
Meillassoux sostiene que asumir la facticidad de la correlación consiste en asumir la
existencia de un conjunto de contenidos subjetivos e inclusive ciertas estructuras que los
gobiernan pero sin pretender que tal constitución es necesaria. Acá Meillassoux emplea el
término “necesidad” en un sentido bastante curioso. De acuerdo a su interpretación, Hegel
sostendría que las formas de la subjetividad (categorías) son necesarias en el sentido en que
tales agotan la totalidad de lo real, mientras que para Kant no son necesarias y son únicamente
fácticas en tanto se asume su realidad pero se asume además la posibilidad de su otredad.
39
.
Cuando hablamos de la “otredad de la correlación” nos referimos a una entidad distinta a ella,
tal relación debe entenderse a distintos niveles. En primer lugar, cada elemento de la
correlación puede poseer un otro dentro del mismo ámbito subjetivo, es lo que sucede, por
ejemplo, cuando tenemos la idea de alguna cualidad o de un objeto; por otro lado, la totalidad
del ámbito subjetivo puede sostener dicha relación con un ámbito objetivo, puede existir una
38
AF, p. 66.
39
El término “otredad” no es usado por Meillassoux pero consideramos que puede ayudar a comprender su
planteamiento.
24
realidad más allá de todas las representaciones, imágenes, ideas, etc. a las cuales tenemos
acceso. Entonces, cuando el correlacionista quiere refutar al subjetalista lo que hace es afirmar
la facticidad de la correlación y a partir de ello la posibilidad de su otredad, para así
contradecir la postura subjetalista, la cual afirmaría la necesidad de la correlación.
El subjetalista, sin embargo, respondería muy fácilmente a dicha objeción y señalaría que
dicha posibilidad no es sino parte de la correlación en tanto sigue siendo pensada por el sujeto,
por tanto no se ha operado refutación alguna. He aquí el punto central. Si se plantea la
siguiente interrogante: ¿es posible la otredad de la correlación?, el correlacionista tendría que
responder afirmativamente, pues de lo contrario estaría comprometiéndose con una tesis
subjetalista, es decir afirmando que únicamente existe la correlación. Sin embargo, para que el
correlacionista refute al subjetalista se hace necesario que se comprometa con la posibilidad
absoluta de la otredad de la correlación, esta posibilidad no puede entenderse como
dependiente de la subjetividad dado que ello le daría razón al subjetalista en su postulación de
la inexistencia del ámbito objetivo: el correlacionista debe devenir un materialista
especulativo. El materialismo especulativo es la posición que el propio Meillassoux defiende y
consiste precisamente en afirmar que lo único que debe entenderse como no dependiente de la
subjetividad es la otredad de la correlación: es una verdad absoluta que es posible que exista la
otredad de la correlación.
Recapitulemos el debate. Ambos realistas afirman:
T1 Existe un ámbito objetivo
T2 Tesis sustancial
T3 Es posible saber si existe un ámbito objetivo.
40
T4 Es posible conocer dicho ámbito objetivo.
T1 y T2 son tesis metafísicas, T3 y T4 son tesis epistémicas que son condición necesaria de la
formulación de las anteriores: si T3 es falsa, entonces no es posible formular T1 (ni su
negación); si T4 es falsa, entonces no es posible formular T2 (cualquier que esta sea).
40
Notemos, adelantándonos, que T3 permite que se formule tanto T1 como su negación.
25
El correlacionista, como sabemos, no se pronuncia respecto a las tesis metafísicas (T1 y T2),
sino que niega las tesis epistémicas (T3 y T4), con lo cual adopta una postura escéptica
respecto a cualquier discurso sobre el ámbito objetivo.
El subjetalista, por otro lado, desde un punto de vista metafísico, niega T1, con lo cual T2
carece de sentido y, desde un punto de vista epistémico, afirma T3, pero, al haber negado T1
deja sin sentido T4. Los compromisos del subjetalista son, entonces:
n-T1 No existe un ámbito objetivo.
T3 Es posible saber si existe un ámbito objetivo.
El correlacionista refuta al realista desde un punto de vista epistémico, lo cual queda claro en
su negación de T3 y T4. Sin embargo, la refutación del subjetalismo será, siguiendo a
Meillassoux más complicada. Parecería que tal opera simplemente negando T3, es decir
negando que sea posible saber si existe el ámbito objeto, tal como se había hecho con el
realista, sin embargo tal negación requiere, en realidad, el compromiso con una tesis como la
siguiente:
T5 Es posible que exista un ámbito objetivo.
y es ahí donde el subjetalista contraataca: T5 no es sino otro producto del ámbito subjetivo,
por ende no hay refutación alguna. La única manera de refutar al subjetalista es darle un
sentido distinto a T5 y hacer de ella una tesis metafísica, ahí surge el materialismo
especulativo
ME1 Es realmente posible que exista un ámbito objetivo.
Ahora, Meillassoux no limita su postura a la cuestión de la existencia del ámbito objetivo, sino
que la formula como “la necesidad de la contingencia”, de modo que opera una especie de
generalización de ME:
26
ME2 Es necesario que todo sea contingente.
En la siguiente sección, replantearemos el argumento en nuestros propios términos y veremos
hasta qué punto este es sólido, asimismo, intentaremos explicar cómo es que Meillassoux pasa
de ME1 a ME2.
2.2 Objeciones al debate
Meillassoux sostiene que el correlacionista, con la finalidad de refutar al subjetalista tiene que
devenir un materialista especulativo al pasar de T5 a ME, lo cual representa el paso de una
posibilidad de ignorancia a una posibilidad real. T5 (“Es posible que exista un ámbito
objetivo”) sería equivalente a afirmar que no se está en posición de descartar que este exista
(posibilidad de ignorancia), es decir la negación de T3 (“Es posible saber si existe un ámbito
objetivo”). Ahora, si este compromiso es únicamente la negación de T3, podríamos sostener
que la negación del subjetalismo es simplemente otro retroceso a lo epistemológico que opera
el correlacionista, o sea un procedimiento análogo al que sirve como refutación a la tesis
realista. Esta es la primera objeción contra Meillassoux: el correlacionista no necesita
comprometerse con una segunda decisión, la cual lo llevaría al materialismo especulativo,
únicamente necesita el argumento del círculo relacional (usado en contra del realismo) para
refutar al subjetalista.
Meillassoux respondería diciendo que el debate con el subjetalista es más complejo en tanto
este último tiene la posibilidad de afirmar que la postura correlacionista es parte de su ámbito
subjetivo, mientras que tal cosa no sucedería con el realista y es precisamente por ello que el
debate no se extiende más. Consideramos que su respuesta es parcialmente correcta: tiene
razón al afirmar que se necesita una segunda tesis correlacionista, sin embargo no la tiene al
afirmar que el realista no puede realizar dicha objeción. Expliquemos esto en detalle.
Iniciemos por lo más simple y preguntémonos por qué el realista sí puede realizar esta
objeción. Meillassoux parece suponer que cuando alguno de los contendientes realiza una
27
objeción, tal debe partir del conjunto de tesis que defiende, lo cual es incorrecto. Tanto el
realista como el subjetalista pueden sostener, reclamando una fundamentación tan radical
como la que exige el correlacionista, que la posibilidad que este plantea (cuando debate con el
subjetalista, la posibilidad de la existencia del mundo; cuando lo hace con el realista, la
posibilidad de su inexistencia o la posibilidad de la negación de la tesis sustancial) forma parte
únicamente de su ámbito subjetivo y, por ello, el correlacionista está obligado a buscar una
fundamentación ulterior, de acuerdo a Meillassoux, a devenir un materialista especulativo.
Examinemos ahora por qué es necesaria una segunda tesis correlacionista. Volvamos al
diálogo entre el correlacionista y el subjetalista. Ante la afirmación subjetalista:
n-T1 No existe un ámbito objetivo.
el correlacionista responde
n-T3 No es posible saber si existe un ámbito objetivo.
con lo cual debería dejar sin fundamento al subjetalista, dado que elimina una condición
necesaria de la formulación de n-T1. Aclaremos el razonamiento que sigue el correlacionista
para afirmar T5:
1) Afirmar que no es posible saber si existe un ámbito objetivo (n-T3) es únicamente
afirmar que no existen razones para afirmar T1 y tampoco existen razones para afirmar
n-T1.
2) Dado n-T3, podemos afirmar, entonces, que no hay razones para afirmar n-T1.
3) Si no hay razones para afirmar n-T1, entonces debemos admitir como posible T1.
4) Dado que no hay razones para afirmar n-T1, entonces admitimos T1 (su negación)
como posible, es decir: Es posible que exista el ámbito objetivo.(T5)
Notemos que el tipo de posibilidad con el cual estamos tratando no tiene que ver con una
posibilidad metafísica, es decir con una manera particular como las cosas pudieron haber sido,
28
la posibilidad de la cual hablamos es una posibilidad epistémica.
41
Una proposición es
epistémicamente posible cuando no existe ninguna razón que nos fuerce a descartarla como
hipótesis sobre cómo es el mundo, cuando es consistente con aquellas proposiciones que
forman parte de lo que denominamos conocimiento. Como sabemos, todo el discurso
correlacionista se mueve a un nivel epistémico, este pretende estar libre de compromisos
ontológicos por considerarlos ilegítimos, en ese sentido, su ámbito de posibilidad epistémica
es sumamente amplio; ello no sucede en el caso de los otros contendientes, el subjetalista ha
descartado T1 y está comprometido ontológicamente con la verdad de n-T1, en ese sentido,
sus posibilidades epistémicas son mucho más reducidas (solo cuentan aquellas que son
consistentes con sus tesis ontológicas), con el realista sucede lo mismo pero con la tesis
contraria; por su parte, el correlacionista deja abierta la posibilidad tanto para T1 como para n-
T1.
Llegados a este punto, el subjetalista usará el propio argumento del correlacionismo para
contraargumentar, ya que afirmará que dicho contendiente debe reconocer que su afirmación
(T5) está limitada al ámbito subjetivo, dado que no admite compromisos ontológicos, por lo
tanto, la posibilidad de que exista un ámbito objetivo es únicamente una posibilidad para un
sujeto, con lo cual el correlacionista parecería quedarse sin argumentos contra el subjetalista,
ya que no tiene manera de obligarlo a rechazar T3 y con ello n-T1.
Hay, sin embargo, un hecho curioso: el correlacionista pierde ante el subjetalista únicamente
cuando es obligado por este a fundamentar su postura, cuando se le pide que sustente T5.
Cuando es el subjetalista el que tiene la carga de la prueba, no sucede lo mismo, ya que el
correlacionista le exigiría, más bien, que fundamenta su negación de T1, fundamentación que
requeriría la posibilidad de salir de la correlación para comprobar que efectivamente no existe
el ámbito objetivo, lo cual el subjetalista no puede hacer. Ahora, ello no quiere decir que el
41
Este es un error clave que cometen tanto el propio Meillassoux como sus comentadores, incluso quienes se han
dedicado precisamente a examinar las nociones modales incluidas en el argumento. Véase Giraud, Thibaut y
Raphaël Millière. “After Certitude: On Meillassoux’ Logical Flaws” (borrador) 2012, URL:
http://www.atmoc.fr/resources/Giraud-Milliere-AfterCertitude.pdf, texto en el cual se sostiene la invalidez del
argumento de Meillasoux en función de su formalización a partir de la lógica modal, el problema principal en la
argumentación de Giraud y Millière es no distinguir estos dos tipos de posibilidad y proceder directamente al
cálculo formal. Otro texto donde se comete tal error es Josef Moshe “Correlationism reconsidered: On the
‘Possibility of Ignorance’ in Meillassoux” Speculations II, 2011, pp. 187-206.
29
correlacionista haya salvado su posición, de hecho esta continúa siendo susceptible a la réplica
subjetalista. La única manera de salvar su posición es hacer de la posibilidad de negación de la
tesis subjetalista una posibilidad irreductible al ámbito subjetivo: una posibilidad real.
Aquí debemos volver a la cuestión del tipo de posibilidad que está en juego. Como sabemos,
la posibilidad afirmada en T5 es una posibilidad epistémica, ella indica que no existen razones
suficientes para descartar T1 (la tesis de que existe el ámbito objetivo). La maniobra
subjetalista consiste en relativizar esta posibilidad epistémica y convertirla en una posibilidad
que se mueve dentro del propio ámbito subjetivo:
T5-S Para un sujeto, es posible que exista un ámbito objetivo.
La única manera de que el correlacionista proteja su propia posición del ataque subjetalista es
que se comprometa con que la verdad de T5 es independiente de cualquier subjetividad, en ese
sentido, T5 es verdadera de manera objetiva, en términos de Meillassoux, absoluta: ahí
llegamos a ME1.
Con la finalidad de hacer más clara nuestra exposición y de entender mejor por qué
Meillassoux introduce las nociones de necesidad y contingencia en su teoría, introduzcamos
un aparato formal que nos permita esquematizar el debate
42
: usemos el operador modal de
necesidad “□” de tal modo que “□p” debe leerse como “Hay razones suficientes para sostener
que p”. Por lo tanto “¬□¬p” y su equivalente “◊p” se leerán como “No hay razones suficientes
para negar p”43. Aclaremos dos cuestiones: a) “razones suficientes” serán aquellas que no
pueden ser puestas en duda de ninguna manera b) el ámbito de posibilidad sobre el cual
funcionan nuestros operadores es el conjunto de hipótesis que pueden plantearse respecto al
modo como es la realidad (ya sea objetiva o subjetiva). En vista de ello, podemos transformar
las tesis anteriores:
42
El texto que tomamos como base para las nociones modales es Girle. Rod, Modal Logics and Philosophy.
Montreal & Kingston: McGill-Queen’s University Press, 2000, el valor que le damos a los operadores modales es
aporte nuestro.
43
Evitamos la formulación “Es posible que p” porque mantendríamos la ambigüedad en la que incurre
Meillassoux.
30
Realismo
T1 Existe un ámbito objetivo.
□T1 Hay razones suficientes para afirmar que existe un ámbito objetivo.
Subjetalismo
¬T1 No existe un ámbito objetivo.
□¬T1 Hay razones suficientes para negar que existe un ámbito objetivo.
Correlacionismo
¬□T1 No hay razones suficientes para afirmar que existe un ámbito objetivo.
¬□¬T1 No hay razones suficientes para negar que exista un ámbito objetivo.
Materialismo especulativo
□ ¬□¬T1 Hay razones suficientes para afirmar que no hay razones suficientes para
negar que existe un ámbito objetivo.
□¬□T1 Hay razones suficientes para afirmar que no hay razones suficientes para
afirmar que existe un ámbito objetivo.
Como habíamos señalado anteriormente, Meillassoux privilegia erróneamente la
argumentación subjetalista sobre la realista. Tal como se evidencia en la formalización de las
posturas, ambas estarán en condiciones de reclamar una fundamentación de la duda al
correlacionista: el realista cuestionará la primera afirmación correlacionista y el subjetalista la
segunda, ambos planteando la posibilidad de que la afirmación correlacionista sea verdadera
31
únicamente para nuestra subjetividad. Por motivos expositivos, restrinjámonos a uno de ellos:
el subjetalista, para seguir más de cerca la argumentación de Meillassoux.
Imaginemos un debate subjetalista vs correlacionista en el que cada uno posee un turno para
expresar su postura. En el primer turno el subjetalista afirmará que hay razones suficientes
para creer que no existe un ámbito objetivo. El correlacionista negará tal postura. En el
segundo turno, el subjetalista dirá que no hay razones suficientes para sostener la respuesta
correlacionista. El correlacionista hará lo propio con el subjetalista. El debate continuará ad
infinitum, dado que siempre será posible añadir el operador “no hay razones suficientes para”.
Veámoslo formalmente:
Turno1
S: ¬T1
C: ¬□¬T1
Turno2
S: ¬□¬□¬T1
C: ¬□¬□¬□¬T1
Turno3
S: ¬□¬□¬□¬□¬T1
C: ¬□¬□¬□¬□¬□¬T1
…
Tal como está presentado, este debate quedará inconcluso y esa es la verdadera razón por la
cual la posición correlacionista es insostenible. Sin embargo, hay un modo de que el debate ni
siquiera tenga sentido: traducir las diversas intervenciones de ambos contendientes a partir de
las reglas del sistema de lógica modal S5.
32
Existen distintos sistemas de lógica modal, cada uno de ellos admite como válidas distintas
fórmulas, un modo de captar las diferencias que existen entre los sistemas de lógica modal es
pensar que cada uno de ellos entiende de distinta manera la llamada “relación de
accesibilidad”. La relación de accesibilidad es una relación que existe entre mundos posibles
tal que cuando afirmamos □p en el mundo actual, estamos afirmando que p es verdadera en
todos los mundos posibles accesibles al mundo actual y cuando afirmamos ◊p estamos
afirmando que p es verdadera por lo menos en un mundo posible accesible al mundo actual.
Las condiciones de verdad de ambas afirmaciones cambian de acuerdo al modo como
entendamos la relación de accesibilidad. Veamos un ejemplo. Asumamos que un mundo
posible sí tiene acceso a sí mismo, de ser así, obtenemos la siguiente consecuencia: En el caso
en que p es verdadera en el mundo actual (convencionalmente representado como @), también
lo es necesariamente ◊p. Dado que @ cuenta como uno de los mundos accesibles a @. Sin
embargo, de la verdad de ◊p no se sigue la verdad de p, dado que p podría ser verdadera en
cualquier mundo posible accesible a @ pero no necesariamente en @. Asumamos ahora que
un mundo posible no posee acceso a sí mismo: en este caso, la verdad de p en @ no garantiza
la verdad de ◊p, dado que @ no cuenta como uno de los mundos posibles accesibles a @, lo
cual es requerido para que ◊p sea verdadera.
El sistema S5 se caracteriza, entre otras cosas, por permitir que la relación de accesibilidad
entre mundos posibles sea simétrica (es decir que si w accede a k, entonces k también accede a
w, siendo w y k dos mundos posibles distintos), con lo cual ◊□p es equivalente a □p y ◊□◊p a
◊p44. Así, las afirmaciones de los contendientes pueden traducirse de la siguiente manera:
Turno1
S: ¬T1 ¬T1 ¬T1
C: ¬□¬T1 ◊T1 ◊T1
Turno2
S: ¬□¬□¬T1 ◊□¬T1 □¬T1
C: ¬□¬□¬□¬T1 ◊□◊T1 ◊T1
44
Las pruebas formales se encuentran Girle, op. cit., pp. 28 y ss.
33
Turno3
S: ¬□¬□¬□¬□¬T1 ◊□◊□¬T1 □¬T1
C: ¬□¬□¬□¬□¬□¬T1 ◊□◊□◊T1 ◊T1
…
Dado que el operador “□” se encuentra en lugar de la expresión “hay razones suficientes para
afirmar”, y que para dar sentido a la posición correlacionista requerimos que sea posible
aplicar este operador más de una vez y mantener al mismo tiempo algún tipo de diferencia en
el contenido de las intervenciones de los contendientes, no resulta adecuado emplear un
sistema que reduzca las fórmulas que se originan de la aplicación repetida del operador a un
único par de fórmulas: ello implicaría aceptar que el debate en sí mismo no tiene sentido,
afirmación que no podrá ser aceptada en el marco de nuestra investigación, dado que nos
proponemos, al igual que Meillassoux, darle las mejores oportunidades al correlacionista para
defender su postura. En vista de todo ello, emplearemos el sistema modal S4, en el cual la
relación de accesibilidad carece de la propiedad simétrica
45
y por ello impide la traducción
realizada en S5 y dota al debate de sentido.
Hechas estas precisiones, veamos qué sucede si el debate se da entre el subjetalista (o
cualquiera que plantee una tesis de corte ontológico) y el materialista especulativo:
En el primer turno, el primero afirmará que el ámbito objetivo no existe, el segundo
responderá –al igual que el correlacionista– que no hay razones para negar que tal cosa exista.
En el segundo turno, el subjetalista dirá que no hay razones para sostener esta última
afirmación, ante lo cual el materialista especulativo afirmará que sí las hay, a diferencia de la
participación análoga del correlacionista, la cual únicamente consistía en aplicar el operador
otra vez.
45
La noción de accesibilidad es, en principio, una noción puramente formal que permite o no la realización de
ciertas inferencias dentro del cálculo modal, un punto interesante que no desarrollaremos acá es la cuestión de las
implicancias teóricas que podría tener esta noción y, en ese sentido, las consecuencias de asumir tal o cual
sistema modal. Otra discusión interesante es cuál de los sistemas modales expresa mejor nuestro lenguaje modal,
se asume habitualmente que S4 o S5 cumplen con tal propiedad.
34
Turno1
S: ¬T1
ME: ¬□¬T1
Turno2
S: ¬□¬□¬T1
ME: □¬□¬T1
En el Turno2 la oposición ha quedado literalmente expresada: ya no hay una demanda de
razones de parte de ME, pues este niega la afirmación subjetalista directamente. Ahora bien,
hay un posible contraargumento correlacionista que podría sostener tanto alguien con dicha
convicción como un metafísico: No hay razones para sostener la afirmación de ME en el
Turno2.
Turno3
S: ¬□□¬□¬T1
Antes de hacer a ME responder, veamos qué se sigue de la afirmación de S en el Turno3:
1) ¬□□¬□¬T1
2) ◊¬□¬□¬T1 (negación modal)
3) ◊◊□¬T1 (negación modal)
4) ◊□¬T1 (◊◊p ↔ ◊p) [teorema de S4]
Notemos ahora que Meillassoux no se plantea esta posible ofensiva subjetalista, pues su
reflexión se limita a responder a la primera objeción subjetalista. Lo que nosotros
consideramos que el ME tendría que hacer ante esta respuesta para poder finalmente ganar el
debate será aceptarla y hacerla más fuerte:
35
Turno3
S: ◊□¬T1
ME □◊□¬T1
Ante ello, se vuelve posible una nueva objeción:
Turno4
S: ¬□□◊□¬T1
Veamos qué se sigue de ella:
1) ¬□□◊□¬T1
2) ◊¬□◊□¬T1 (negación modal)
3) ◊◊¬◊□¬T1 (negación modal)
4) ◊◊□¬□¬T1 (negación modal)
5) ◊◊□◊T1 (negación modal)
6) ◊□◊T1 (◊◊p ↔ ◊p)
Para ME la afirmación de S en el Turno4 es trivialmente verdadera dado que su propia
afirmación en el Turno2 (□¬□¬T1) es equivalente por negación modal a □◊T1, de lo cual se
sigue lo que afirma S, ya que si es verdad que □◊T1, también es verdad que ◊□◊T1, dado que
la accesibilidad posee la propiedad de la reflexividad (un mundo posible tiene acceso a sí
mismo). En suma, tal como se ha desarrollado el debate, la posición de ME es capaz de
responder a las críticas del subjetalista y al mismo tiempo de resistirlas, en ese sentido, es
superior al correlacionismo.
Ahora, el modo como hemos caracterizado ME no concuerda con la postura que Meillassoux
sostiene. El ME que participa en el debate con el subjetalista afirma la tesis de Meillassoux:
□◊T1, pero también sostiene, obligado por el subjetalista, □◊□¬T1. El problema con la
segunda afirmación es que admite la posibilidad de que haya razones suficientes para negar
que el ámbito objetivo exista, lo cual Meillassoux no admitiría, pues él pretende que ME
36
niegue toda posibilidad de una tesis metafísica, i. e. una tesis del tipo □p, dado que una tesis
metafísica presupone la tesis epistémica de que hay razones suficientes para sostener algo en
particular, en este caso, la inexistencia del ámbito objetivo. Sin embargo, esta afirmación es
condición necesaria para que el materialista especulativo no sea vulnerable a un contraataque
subjetalista como el que vimos en el Turno3. Ello nos lleva a concluir que, si bien la posición
de Meillassoux le permite protegerse de las réplicas de los otros contendientes, lo termina
forzando a aceptar la posibilidad de formulación de una tesis metafísica, es decir, a negar que
haya razones suficientes para negar que haya razones suficientes para afirmar una tesis
metafísica.
El último aspecto en el que nuestra reelaboración del ME parece diferir de la versión de
Meillassoux tiene que ver con la formulación “la necesidad de la contingencia”. ¿Qué quiere
decir Meillassoux cuando afirma que “es necesario que todo sea contingente”? El filósofo
extiende el alcance del cuantificador a las leyes naturales e incluso a las leyes lógicas, sin
desarrollar muy bien este aspecto
46
. Lo que sostendremos es que la lógica seguida en el debate
entre el subjetalista y el ME puede aplicarse a cualquier debate sobre una tesis metafísica, con
lo cual, dada una afirmación del tipo p, la lógica de la argumentación llevará al ME a afirmar
que □◊¬p y si el debate se da sobre ¬p, a afirmar que □◊p, por lo tanto, ME afirmará:
ME ∀p ( □◊p ) Para cualquier proposición, se cumple que hay razones suficientes para
afirmar que es posible.
ME’ □ ∀p ( ◊p ) Hay razón suficiente para afirmar que toda proposición es posible.47
Donde p puede ser no solo una proposición simple del tipo “Existe un dios” sino una
proposición que incluya operadores modales, tal como observamos líneas arriba.
46
AF, pp. 88-89.
47
La relación entre ME y ME’ nos remite al complejo problema de la fórmula de Barcan y su conversa, el cual
no trataremos en el presente texto. Más sobre tal cuestión puede verse en Girle, op. cit., pp.113 y ss. y, para un
desarrollo más extenso Timothy Williamson, Modal Logic as Metaphysics, Oxford: Oxford University Press,
2013.
37
La última cuestión que debemos mencionar es que Meillassoux afirma que ME’ debe
trasladarse a las entidades propias del ámbito objetivo y afirmar que dichas entidades y las
leyes que las gobiernan son contingentes, dado que es posible su negación. Lo que sucede en
realidad es que la posibilidad de negación, i. e. la contingencia, es algo inescapable para
cualquier postura y tal posibilidad, como hemos mostrado, no puede ser relativizada, es decir,
dado todo el debate anterior, el materialista especulativo está en posición de afirmar, ante
cualquier planteamiento tanto sobre el ámbito objetivo (aunque este incluya el operador de
necesidad) como sobre el ámbito subjetivo (en ese sentido puede no ser universalista) que su
negación es posible. La tesis del materialista especulativo no es, por lo tanto, una tesis
ontológica sino una cuya corrección recae sobre la propia subjetividad pero de un modo
sumamente particular: es irrenunciable so pena de contradicción.
La gran discusión, llegados a este punto, consiste en determinar, si es que debemos o no
“respetar” el carácter inescapable de la contingencia así asumida. A partir de todo nuestro
análisis anterior hemos determinado los resultados que se obtienen al partir desde el punto de
vista correlacionista, es decir, de la intención de encontrar una fundamentación última de
nuestras afirmaciones y, previamente a ello, rechazar cualquier postura metafísica por
infundada: no hay otra salida sino aceptar la necesidad de la contingencia, entendida como la
aceptación necesaria de la posibilidad de falsedad de cualquier tesis metafísica. El problema
con esta tesis es que, tal como hemos mostrado, termina aceptando incluso aquello cuya
intención inicial parecería negar: la posibilidad de formular tesis metafísicas. Ello nos lleva a
una contingencia masiva que no permitiría sostener propiamente una teoría y nos lleva
también a reevaluar la pertinencia del método correlacionista y a plantear la posibilidad de
rechazar su argumentación ya no prima facie si no a partir de los resultados obtenidos al
llevarla al límite.
El intento de Meillassoux por fundar una ontología partiendo de uno de los argumentos
fundamentales de la filosofía continental post-kantiana, pese a resultar iluminador en una serie
de ámbitos filosóficos y de dar cuenta de ciertas estructuras básicas de la subjetividad, no es
capaz de proponer realmente una posición ontológica: pese a lo afirmado por el filósofo en los
capítulos posteriores de After finitude y en otros textos, su propuesta únicamente nos pone
38
delante de una dimensión inescapable de la subjetividad pero al mismo tiempo incapaz de
proponer una reflexión propiamente ontológica. Ello nos lleva a pensar que si Meillassoux está
en lo correcto al proponer que el correlacionismo o, al menos la legitimización de un
argumento como el correlacionista, constituyen el núcleo central de la filosofía continental
post-kantiana, tal reflexión se ve completamente impedida de formulaciones propiamente
ontológicas. Ahora, ello constituiría una crítica únicamente en el caso en que sostengamos el
carácter imprescindible de tal reflexión, pues alguien podría defender que la reflexión
filosófica no tiene ninguna necesidad de recurrir a tales formulaciones y puede limitarse, por
ejemplo, a un terreno ético, epistemológico o lingüístico. Ello nos confronta directamente con
el modo de proceder propio de la filosofía analítica, el cual, como señalamos al inicio de
nuestro texto, consiste en partir de cierto grupo de verdades básicas: aquellas propias del
sentido común, la lógica o la ciencia, a partir de las cuales arriba a teorías que operan a
distintos niveles (ontológico, ético, epistemológico, lingüístico). La pregunta final es aquella
por la relación entre estos tipos de filosofar: uno confrontado con el argumento correlacionista
de la duda y por ende impedido de una reflexión ontológica y el otro deslegitimador del
argumento correlacionista y constructor de teorías ontológicas. La resolución de dicha
pregunta excede los límites de la presente investigación
48
.
48
Un intento sumamente interesante de estudiar estas relaciones puede encontrarse en los siguientes textos del
filósofo norteamericano Gary Gutting: Thinking the Impossible: French Philosophy since 1960, Oxford: Oxford
University Press, 2011 o French Philosophy in the Twentieth Century, Cambridge: Cambridge University Press,
2001.
39
CONCLUSIONES
El análisis detenido del argumento de Meillassoux nos ha permitido llegar a los siguientes
resultados:
1. Una vez planteado el debate entre el correlacionista y cualquier pensador de corte
metafísico (realista o subjetalista), es correcto afirmar, tal como lo hace Meillassoux, que el
correlacionista no puede únicamente emplear el argumento del círculo correlacional, dado
que ello le sirve únicamente para cuestionar al contendiente, mas no para fundamentar su
propia postura, sino que debe, además, adoptar una segunda tesis: la facticidad de la
correlación. Es tal facticidad (admitir la existencia de la correlación pero negar que tal
agote la totalidad de lo real), la que lo hace admitir como posible la otredad de la
correlación.
2. Una vez planteadas ambas tesis correlacionistas, el debate puede proceder de tal manera
que la demanda de razones se extiende ad infinitum, lo cual vuelve la postura
correlacionista insostenible. La solución de Meillassoux opera transformando la postura
correlacionista en la postura del materialista especulativo, de tal manera, que este
contradice directamente al contendiente al rechazar su demanda de razones, afirmando la
necesidad de la posibilidad de la otredad.
3. El problema con la formulación de Meillassoux es que no contempla la posibilidad de una
demanda de razones de parte del correlacionista: al explorar esta posibilidad, llegamos a la
conclusión de que el materialista especulativo no solo debe admitir la necesidad de la
posibilidad de la negación de una tesis metafísica, sino que además, debe admitir la
necesidad de la posibilidad de la necesidad de dicha tesis, es decir, obligarse a contemplar
40
la posibilidad de sustentar con razones suficientes la tesis metafísica. Tal conclusión parece
ser inaceptable para el materialismo especulativo de Meillassoux.
4. El materialismo especulativo, tal como lo hemos caracterizado, explora una condición
fundamental de la subjetividad, la cual deriva en la aceptación de una contingencia masiva,
sin embargo, tal análisis no permite una formulación ontológica en sentido estricto, sino
únicamente un enunciado propio del ámbito subjetivo (la necesidad de la contingencia,
entendida como la generalización de la lógica seguida en el debate a cualquier postura
metafísica) que resulta inescapable, pero que no alcanza el status de verdad ontológica.
5. Nuestro análisis del planteamiento de Meillassoux y de su propio estudio del
correlacionismo como tesis filosófica imperante en la tradición continental post-kantiana
deja la tarea pendiente de reflexionar sobre la necesidad misma de una reflexión ontológica
así como sobre los alcances que tiene el modo de hacer filosofía propio de la tradición
continental en este ámbito, así como sus relaciones con la tradición analítica.
41
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