PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ FACULTAD DE PSICOLOGÍA Uso problemático de pornografía, soledad y relaciones sociales en adultos peruanos Tesis para obtener el título profesional de Licenciado en Psicología que presenta: De la Cruz Villar, Alvaro Andrés Asesor(a): Cecilia Beatriz Chau Perez Aranibar Lima, 2024 Agradecimientos Ha sido un largo camino, por lo que quisiera agradecer a todos aquellos que pudieron dedicarme su paciencia, su consejo y sabiduría. Creo que este trabajo, más que hacerlo solo, fue un trabajo en el que tuve siempre algún tipo de apoyo en el camino. Muchas gracias a mi asesora, Cecilia Chau, por dedicarme tu tiempo y motivación para aun continuar con este tema tan escaso en esta época y lugar. Has sido muy paciente conmigo, lo aprecio mucho. Te agradezco mucho, Joaquín, mi psicólogo, por apoyarme en mi salud mental. Sé muy bien que toda mi fortaleza se mantuvo gracias a tus palabras y empatía, me has quitado varios pilares de mi cabeza. Muchas gracias, papá, mamá, mi hermana Karla y mi sobrino Gael por estar de alguna forma allí, apoyándome y siempre motivándome a continuar, lo he logrado. Eliane, mi pareja y gran amiga, no sabes cuánto estoy agradecido por tenerte. Tu capacidad de insight y consejo han sido únicos, me has permitido moldearme a ser alguien mejor y con ello realizar un trabajo adecuado. Resumen La presente investigación tiene como objetivo conocer la relación entre el uso problemático de la pornografía, la soledad y el soporte social en adultos peruanos. Con este fin, se evaluó a 133 hombres adultos, de 22.4 años (DE = 4.42) y heterosexuales. Los instrumentos utilizados fueron el Problematic Pornography Use Scale (PPUS), la Escala de Soporte Social Percibido (MOS) y la Escala de Soledad de De Jong Gierveld. Se encontraron correlaciones significativas e inversas entre los constructos de uso problemático de pornografía con la soledad emocional, aunque el tamaño del efecto era bajo. Finalmente, tanto la soledad y el uso problemático de pornografía se relacionaron de forma inversa con el apoyo social percibido, destacando al soporte social como factor de protección para estas problemáticas. Palabras clave: uso problemático de pornografía, soledad, soporte social, adultos Abstract The objective of the present research is to examine the relationship between problematic pornography use, loneliness, and social support among Peruvian adults. To this end, 133 heterosexual adult men, with an average age of 22.4 years (SD = 4.42), were evaluated. The instruments used were the Problematic Pornography Use Scale (PPUS), the Perceived Social Support Scale (MOS), and the De Jong Gierveld Loneliness Scale. Significant inverse correlations were found between the constructs of problematic pornography use and emotional loneliness, although the effect size was low. Finally, both loneliness and problematic pornography use were inversely related to perceived social support, highlighting social support as a protective factor for these issues. Keywords: problematic use of pornography, loneliness, social support, adults Índice de contenidos Introducción……………………………………………………………………………1 Método………………………………………………………………………………...13 Participantes…………………………………………………………………...13 Medición………………………………………………………………………14 Procedimiento…………………………………………………………………18 Análisis de datos……………………………………………………...……….18 Resultados……………………………………………………………………………..20 Discusión………………………………………………………………………………23 Referencias…………………………………………………………………………….30 Apéndices……………………………………………………………………………...41 1 Introducción La llegada del internet ha permitido transmitir una variedad de contenidos audiovisuales de acuerdo a nuestras preferencias. Su acceso está inmerso en la cotidianeidad, otorgando la libertad de explorar toda clase de contenidos. Incluso este producto de la tecnología se ha transformado en una herramienta de uso constante. A nivel global, se reporta que el consumidor promedio de internet hace uso de este servicio por más de 48 horas a la semana y 6 horas durante el día, teniendo al celular como principal dispositivo (We Are Social, 2022). Es más, durante la pandemia por COVID- 19, la utilización de este medio se volvió más frecuente, al ser empleado como medio para el teletrabajo, la educación virtual, el contacto con nuestros seres queridos y para el entretenimiento de muchas personas confinadas en sus hogares por las medidas de distanciamiento (Carpio-Fernández et al., 2021). En nuestro país, durante el primer año de pandemia, se obtuvieron datos similares en los que los peruanos llegaron a aumentar su consumo diario de internet, obteniendo la cifra de un 86.6% de la población. La mayoría de los usuarios eran caracterizados por ser hombres jóvenes (de 19 a 24 años) y teniendo como medio más utilizado al teléfono móvil (Instituto Nacional de Estadística e Informática [INEI], 2021). A través de los datos, se ha podido evidenciar un alza de internautas a medida que pasan los años, mostrándose un incremento de tiempo de uso durante el periodo de pandemia. Mayormente, los contenidos explorados en internet varían entre el uso de redes sociales, servicios de mensajería en línea, videojuegos online, entretenimientos audiovisuales o la búsqueda de información por enciclopedias virtuales (Awan et al., 2021, INEI, 2021; Kim & Lee, 2021; Zegarra & Cuba, 2017). Sin embargo, hay una clase de contenido que ha tenido mayor relevancia por su explicitud y su consumo por adultos tempranos. La pornografía ha sido uno de los productos más demandados alrededor del mundo, siendo reproducido en medios audiovisuales como la publicación de revistas para adultos, fotos, vídeos y películas (Camillieri et al., 2021). Esta clase de contenido ha tenido mayor accesibilidad con la llegada del internet, permitiendo que usuarios de todo el mundo puedan acceder sin restricciones (Lau et al., 2021). De acuerdo con Zattoni et al. (2021), uno de los sitios más populares de pornografía en línea obtuvo aproximadamente 42 mil millones de visitas a nivel mundial durante el año 2019, teniendo 115 millones de vistas a diario. Asimismo, según el reporte estadístico de la página YouPorn de ese mismo año (YouPorn, 2019), se obtuvo un incremento de usuarios, pasando de 5 mil millones de visitas a 6 mil millones 2 en un año. Igualmente, según los datos de Buchholz (2019), la presencia de contenido pornográfico ha representado un 20% del total de búsquedas por medio de dispositivos móviles, así como un 13% del total de búsquedas por computadores de mesa. En el caso latinoamericano, no se tienen estimaciones oficiales de estudios longitudinales o de encuestadoras entre los países de la región, aunque sí existen algunos análisis de datos de tráfico de internet. En una recopilación de datos realizada por Del Alcanzar (2018) sobre las búsquedas online en Ecuador, se reportó la aparición de dos páginas pornográficas (Xvideos y Xnxx) entre las más visitadas, siendo igual de demandadas que otras páginas de uso común y redes sociales como Google, Instagram y Facebook. Con la llegada de la pandemia por COVID-19, a inicios del año 2020, la mayoría de los gobiernos establecieron medidas de confinamiento y distanciamiento para contrarrestar el avance de la pandemia, dejando a muchas personas dentro de sus hogares y aislados socialmente de cualquier otro vínculo afectivo no familiar (Mestre-Bach et al., 2020). Por ello, de acuerdo con Lau et al. (2021), diferentes plataformas de material pornográfico han presentado una alta demanda de su contenido durante los meses de confinamiento. A partir de marzo del 2020, se encontró un alza significativa en el tráfico de páginas pornográficas mientras la pandemia avanzaba a nivel mundial, teniendo impacto en países con regulaciones estrictas y sin ninguna mediación en el contenido ofrecido por internet (Awan et al., 2021; Zattoni et al., 2021). En sí, este aumento en el consumo ha sido vinculado con la severidad de las órdenes de distanciamiento social y el activo interés de consumir pornografía, siendo una forma de afrontar estresores inmediatos como el miedo o los sentimientos de impotencia (Lau et al., 2021; Mestre-Bach et al., 2020; Musetti et al., 2022; Pascual, 2021). En perspectiva, en comparación a los niveles de tráfico del año 2019 y con un incremento de aproximadamente 115 millones de usuarios en todo el mundo, la página Pornhub encontró un incremento de 24,4% de visitas al sitio web el 25 de marzo a nivel mundial. Tasas similares de acceso se encontraron en Estados Unidos con 23.2% y Europa con 24.5%. En relación con el perfil de los consumidores, se puede destacar a personas que, de los usuarios del sitio, un 25% se encontraba en un rango etario de 18 a 24 años y el 26% de 25 a 34 años, mostrando una prevalencia en el consumo de personas rondando la adultez temprana/adolescencia tardía (Pornhub, 2019, 2020, 2021). Dentro de la información concerniente a Latinoamérica durante este periodo, se reporta que 6 países de la región, entre ellos México, Brasil, Argentina, Colombia y Chile, 3 representaron parte del 79% del tráfico diario en visitas a la página Pornhub durante el segundo año de la pandemia (Pornhub, 2021). Cabe recalcar, estos datos fueron obtenidos a través de un análisis independiente de la propia página pornográfica, esto debido a la falta de datos epidemiológicos en artículos científicos o datos gubernamentales. En cuanto al ámbito nacional, el Perú no cuenta con cifras oficiales o estudios dedicados a reflejar la epidemiología del uso de pornografía. Por ende, se pudo recabar datos a través de páginas dedicadas a la medición de tendencias en búsquedas web. Un ejemplo de esto se puede encontrar en Semrush (2022), en la que se destaca que una de las páginas más buscadas durante el último año fue una página pornográfica (Xvideos), quedando después de Facebook, Youtube y Google. Paralelamente, se puede ver que este mismo índice de búsqueda se mantiene con esta página durante el primer año de pandemia, teniendo aproximadamente 9 millones de visitas únicas durante este periodo (Semrush, 2021). Por lo tanto, podemos comprender que la pornografía es uno de los contenidos con más presencia en la vida de los cibernautas adultos tempranos por su alto consumo alrededor del mundo, tanto antes de la pandemia como en la actualidad. Aunque se hayan presentado reportes y tendencias de búsqueda, se debe considerar que la pornografía es un contenido de fácil acceso y con múltiples fuentes para consumir de forma anónima. Estos medios de información no serían los únicos representantes del consumo de contenido sexual en el país y en el mundo (Gmeiner et al., 2015). Dentro de la psicología, se ha explorado posibles causas de su uso constante, analizando las posibles conductas y factores adictivos que podrían conllevar un uso problemático de pornografía en un individuo (Cardoso et al., 2022; Egan & Parmar, 2013; Grubbs & Perry, 2019). Por ello, se detallará acerca del rol y las características que tiene la pornografía como contenido y su impacto en las personas. Ante todo, se llega a entender que la pornografía es cualquier tipo de material, sea de forma audiovisual o textual, que contiene representaciones de actos sexuales con el objetivo de excitar al espectador (Burbano et al., 2019; Cardoso et al., 2022). Asimismo, Tokumura (2015) agrega que las imágenes no necesariamente deberían mostrar un cuerpo desnudo o el performance de una actividad sexual, sino aquel contenido o producto que pueda ser usado y considerado como material pornográfico para el placer del consumidor. De la misma manera, se toma en cuenta que el consumo de pornografía tiene la capacidad de ser accesible, asequible y adquirido de forma anónima: conocido también como el “motor Triple A” (Egan & Parmar, 2013). Para Kor et al. (2014), el material explícito no tiene ningún riesgo ni restricción para ser adquirido por internet, ya que el perfil del 4 consumidor se encuentra en el anonimato. Igualmente, la baja regulación de los gobiernos en la distribución de pornografía y la facilidad de que estos contenidos sean conseguidos de forma gratuita en páginas dedicadas o clandestinas. Por ello, Allen et al. (2017) añaden que estas características del motor Triple A pueden promover el desarrollo de hábitos excesivos en relación con la pornografía, al no presentar límites establecidos dentro del internet para el consumo de material sexual. Dentro del ámbito académico, se han discutido sobre los efectos que pueden provocar en las conductas y hábitos de las personas, considerando la posibilidad de que su uso sea perjudicial o adictivo a largo plazo (Butler et al., 2018; Burbano et al., 2019; Egan & Parmar, 2013; Grubbs & Perry, 2019). En el estudio de Allen et al. (2017), se menciona que el consumo de pornografía para provocar excitación sexual puede afectar los procesos psicológicos y cognitivos de la persona consumidora, experimentando un aumento en su deseo de ver pornografía. Adicionalmente, para Butler et al. (2018), existirían ciertas dinámicas disruptivas en el consumo problemático de estos contenidos, ya que se ajustarían a los patrones de otras conductas adictivas (como deseo intenso, patrón repetitivo, expectativa de recompensa y uso maladaptativo para lidiar con los problemas) al mostrar la posibilidad de dependencia en su consumo y la compulsividad relacionada con su visualización inmediata. Como se ha estipulado, el uso desmesurado de esta clase de contenidos suele causar un comportamiento adictivo a largo plazo, llegando a afectar las preconcepciones sobre las relaciones sexuales heteronormativas y las creencias acerca del cuerpo de las mujeres (Butler et al, 2018; Egal & Parmar, 2013; Kor et al., 2014). Por ello, ante las evidencias encontradas sobre la disposición excesiva que se tiene hacia la pornografía, se consideró que esta problemática podría ser traducida en un uso problemático de la pornografía (UPP). En cuanto a este constructo, se entiende que el uso de este contenido se puede volver problemático cuando se exhiben los siguientes patrones: 1) una participación excesiva en el comportamiento o consumo de pornografía; 2) deseo de compromiso conductual hacia la actividad; 3) disminución del autocontrol sobre el comportamiento; y 4) un comportamiento continuo a pesar de un impedimento personal, social u ocupacional (Kor et al., 2014). Por ello, este uso problemático tiene un carácter predominantemente intrusivo en las conductas de las personas, siendo nombrado como un anhelo o craving al tener un alto deseo por saciar una necesidad en el momento (Allen et al., 2017). Distintos autores han determinado que la realización de esta conducta suele ser empleada cuando existen altas demandas para los individuos, como la aparición 5 de estrés y síntomas ansiosos, por lo que se recurre a consumir pornografía para afrontar estas demandas (Butler et al., 2018; Egan & Parmar, 2013; Rodrigues, 2021; Sallie et al., 2021). Paralelamente, de acuerdo a Emmers-Sommer (2018), este tipo de consumo de pornografía brindaría una forma de recompensa mediante el placer físico/sexual, que suele ser obtenido mediante la dinámica de uso de pornografía y la masturbación, aunque no contribuiría con un beneficio emocional o psicológico en las personas. Efectivamente, se categoriza que un uso problemático de pornografía provocaría repercusiones en la satisfacción sexual al establecerse ideas poco realistas sobre el sexo, así como la irrupción de sus actividades diarias por la realización de la conducta (de Alarcon et al., 2019). Es más, para Camilleri et al. (2021), en su estudio sobre las implicaciones del consumo de pornografía en la salud mental y la compulsividad, se ha evidenciado que aquellos individuos con un uso compulsivo de pornografía tienen mayores dificultades para dejar este contenido. Esto provocaría la aparición de síntomas como la ansiedad por dependencia y estrés. Por lo tanto, se puede evidenciar que esta clase de consumo causaría dificultades en la salud mental de los individuos, así como irrumpiría en sus funciones diarias al no poseer autocontrol sobre sus comportamientos. Esto se vería reflejado en aspectos que promoverían la dependencia, la anticipación por consumo, el deterioro social y las conductas de riesgo relacionadas con el intento de consumir pornografía (Goh et al, 2023; Marino et al., 2023). Esta asociación entre la pornografía y su posible factor adictivo también ha sido elaborada mediante otras concepciones similares al uso problemático de la pornografía. En cierto punto, el uso problemático de pornografía ha sido relacionado con el diagnóstico estipulado en la última versión de la Clasificación Internacional de Enfermedades como un componente del trastorno compulsivo de comportamiento sexual dentro de la categoría de trastorno del control de impulsos, en el cual su diferencia yacería en su propiedad como un diagnóstico de compulsividad y no de adicción (Awan et al., 2021; Camilleri et al., 2021; Organización Mundial de la Salud, 2022). De igual manera, dentro de las clasificaciones del DSM-V, el uso problemático de pornografía se suele asociar con el trastorno de hipersexualidad (también llamada adicción al sexo), aunque esta posibilidad ha sido discutida por tener concepciones distintas y falta de evidencia científica para su aprobación como parte del manual de diagnósticos (Binnie & Reavey, 2020; Kor et al., 2014; Lewczuk et al., 2022). 6 Dentro de la literatura científica, existe un debate sobre la categorización adecuada del constructo de uso problemático de pornografía, con alternativas como “uso problemático de pornografía online” y “uso de pornografía por internet” (Grubbs & Perry, 2019; Musseti et al., 2022). Se considera que el consumo de pornografía es una subcategoría del uso problemático de internet, al igual que el uso de compras online, redes sociales y streaming de videojuegos (Pettorruso et al., 2020). Este debate aún es activo sobre las características y categorización del consumo problemático de pornografía en diferentes estudios. Sin embargo, estos constructos funcionarían como sinónimos para referirse al Uso Problemático de Pornografía (UPP). En estudios actuales, se utiliza cada vez más este constructo para referirse a la posibilidad del consumo problemático de pornografía que puede llevar a una posible adicción (Awan et al., 2021; Bothe et al., 2020; Cardoso et al., 2022; Sirianni & Vishwanath, 2016; Vaillancourt-Morel et al., 2017). A pesar de esto, no existen criterios oficiales consensuados por organismos académicos (Binnie & Reavey, 2020). Por ello, se planteará la utilización del constructo de “uso problemático de pornografía” como variable principal en este estudio. Otra razón de su empleo en este trabajo yace en la consideración de otras fuentes de contenido pornográfico, sin excluir otras formas de consumir pornografía fuera del espacio virtual, así como la existente elaboración de instrumentos psicométricos bajo este constructo (Bothe et al., 2020; Kor et al., 2014; Vargas & Nevarez, 2022). En resumen, el constructo del uso problemático de la pornografía ha generado controversia sobre su diagnóstico y su consideración como conducta adictiva. Algunos argumentan que su adicción radica en la percepción autodiagnosticada de los usuarios, mientras que otros reconocen su problemática oficialmente en el DSM-V (Grubbs & Perry, 2019). Por otro lado, existen autores que sostienen que el uso de la pornografía es inherentemente adictivo, al igual que otras adicciones a sustancias, debido a los efectos negativos en la salud y la posible dependencia en su consumo constante (Camilleri et al., 2021; Tokumura, 2015). Asimismo, esta clase de adicción llamada “comportamental” tendría influencia en las preconcepciones cognitivas y en el desarrollo de la vida sexual de muchas personas, teniendo efectos directos en el placer sexual y disfunción de órganos sexuales (Allen et al., 2017; Musetti et al, 2022; Rosenberg & Feder, 2014). Para el presente estudio, la postura que se mantendrá será que el uso de pornografía podría ser un material potencialmente adictivo, focalizado en hombres heterosexuales. Sin embargo, por ser un tema aún en desarrollo, se mantendría en revisión por su carácter novedoso y 7 en constante estudio para obtener mayores resultados ante la escasez de estudios en la región. Se ha sugerido que el uso problemático de la pornografía puede ser considerado una adicción comportamental (Butler et al., 2018; Horvath, 2021; Kor et al., 2014). Se propone el marco biopsicosocial de Griffiths (2005) para explicar este fenómeno, que permite analizar cómo el uso problemático de la pornografía puede conducir a una adicción comportamental. Según Griffiths (2005), las nuevas adicciones no están necesariamente ligadas al consumo de sustancias, sino a comportamientos excesivos que resultan en una pérdida de control sobre las acciones de la persona. Estos patrones pueden llevar a la búsqueda de gratificación inmediata a través de la conducta, con dificultades para detener estas acciones y posibles recaídas (Griffiths, 2005). La nueva propuesta de adicción al consumo de pornografía incluiría criterios como la saliencia, modificación del estado de ánimo, tolerancia, síntomas de abstinencia, conflicto y recaída (Griffiths, 2005; Vargas & Nevárez, 2022). Además, es crucial considerar la interacción de factores como predisposición genética, disposición psicológica, ambiente social y naturaleza de la actividad (Griffiths, 2005). El concepto de adicción debe ser entendido como un comportamiento multifacético influenciado por factores contextuales, lo cual es esencial para comprender su desarrollo y naturaleza (Griffiths, 2005; Varnet & Cartes-Velasquez, 2021). Por consiguiente, el uso problemático de pornografía ha logrado ser estudiado en conjunto con otras variables psicológicas con el objetivo de conocer sus efectos y posibles predictores para el consumo compulsivo. En una instancia, desde el estudio de Cardoso et al. (2022), a partir de una muestra mundial de 640 participantes se logró encontrar que el uso problemático de la pornografía se relacionaba positivamente con la dificultad para regular las emociones. En el estudio, se había hallado que la muestra de hombres jóvenes presentaba mayor tendencia a consumir pornografía como forma de aliviar el estrés, utilizando estos contenidos explícitos como estrategias de afrontamiento. Asimismo, dentro de otros estudios, se destaca que los individuos que suelen utilizar este contenido poseían bajas habilidades de regulación emocional y estrategias de afrontamiento deficientes para deshacerse de las emociones intensas (Darvish Molla et al., 2018; Musetti et al., 2022). Igualmente, dentro del estudio de Burbano et al. (2019), se ha relacionado que el consumo constante de pornografía se utiliza como una especie de “sedante” para aliviar las experiencias negativas, como la aparición de estrés o altos niveles de ansiedad. De 8 manera similar, para Kor et al. (2014), se explica que los individuos que sufren de ansiedad o depresión tienden a usar la pornografía para regular el sueño o el dolor percibido, llegando a emplear esta conducta para lidiar con los problemas interpersonales o familiares. Paralelamente, de acuerdo con Egan y Palmar (2013), se reporta la búsqueda de tratamiento de adolescentes y adultos varones relacionado con las conductas hipersexuales o hacia el consumo desregulado de material pornográfico. Los autores comentan que estas personas padecerían de vulnerabilidad al estrés e inestabilidad en la regulación de sus emociones, por lo que se estipula que el papel del contenido pornográfico aliviaría de forma temporal el surgimiento de estas reacciones psicológicas. De acuerdo con Cardoso et al. (2022), el uso problemático de la pornografía se vincula con las relaciones sociales existentes del individuo. Por ejemplo, las personas que tienen dificultades para controlar sus emociones también tienden a tener una falta de conexión social, con pocas relaciones significativas o apoyo emocional. Esta asociación está influenciada por el soporte social que recibe el individuo, entendido como los roles y funciones que los miembros cercanos o secundarios proporcionan a la persona (Thoits, 2011). En otras palabras, el soporte social juega un papel crucial en la determinación de la relación entre el control emocional y la conexión social. El soporte social, también llamado apoyo social, hace referencia a las relaciones que suministran ayuda tangible y apoyo emocional a un individuo o a un grupo de personas, siendo percibidas por ellos como muestras afectuosas (Hobfoll & Stephens, 1990). Este respaldo puede manifestarse de distintas formas, ya sea a través de apoyo emocional, que implica brindar consuelo, empatía y afecto para abordar las necesidades emocionales y psicológicas; apoyo informativo, que implica proveer información valiosa y orientación para enfrentar situaciones difíciles; y apoyo instrumental, que se traduce en la provisión de recursos tangibles y ayuda práctica para superar desafíos concretos en la vida diaria (Cohen & Willis, 1985). El soporte social considera la red de pares y compañeros dentro de una comunidad, así como la proximidad que tiene hacia ellos (Cohen & Wills, 1985, citado en Nezu et al., 2012). Igualmente, mantener este espacio de pares fomenta a la persona de conductas beneficiosas que brindarían confort y un cambio de interpretación en la amenaza causada por un estresor interno o externo (Cohen & McKay, 1984, como se citó en Nezu et al., 2012). Se entiende que los individuos de esta red pueden funcionar como el soporte, disminuyendo el desequilibrio de las demandas estresantes y brindando un sustento de recursos emocionales, instrumentales o informativos para el individuo 9 (Jacobson, 1986). Asimismo, Barrera (1986) explica que el soporte social puede tener una apreciación cognitiva sobre su conexión con otros. Es decir, una retroalimentación sobre la calidad de su red de soporte. Esto es concebido como un soporte social percibido por el individuo que tendría en cuenta la disponibilidad y adecuación de sus relaciones. Por ello, se reconoce que este constructo brinda bienestar emocional y psicológico, en forma de aumento de autoestima y autoeficacia, sensación de cuidado y pertenencia a un grupo en específico (Nezu et al., 2012). En contraste, Norris y Kaniasty (1996) destacan la existencia del soporte social recibido como los comportamientos o apoyos brindados que sí han sucedido, pero que suele promover menor protección contra el estrés percibido. Esto se debe a la calidad y expectativa que tiene el individuo con respecto al apoyo recibido, ya que debe ser percibido como un apoyo útil y significativo (Szkody & McKinney, 2019). De acuerdo con Wizla et al. (2022), el soporte social percibido ha sido catalogado como un factor protector para los síntomas de un uso problemático de pornografía en adultos jóvenes, aunque su rol sería secundario en comparación con el potencial adictivo de la pornografía. Aunque, se debe recalcar que estos hallazgos son limitados al haber un número reducido de estudios disponibles en la literatura científica entre el uso de pornografía y el soporte social. Dentro de las investigaciones actuales, se ha encontrado que el constante uso de contenidos por internet, como el uso de pornografía, podría perjudicar las relaciones sociales de los usuarios al presentar menores índices de satisfacción sexual y bajos niveles de integración con sus pares. Esto se desarrollaría debido a la baja necesidad de los usuarios en incurrir en actividades sociales que no brindan los mismos beneficios que el consumo concurrente de pornografía de forma solitaria (Varnet & Cartes-Velasquez, 2021; Wizla et al., 2022; Zegarra & Cuba, 2017). Igualmente, se debe considerar que el confinamiento durante la pandemia por COVID-19 ha sido un factor importante para la reclusión de los usuarios, fomentando espacios de baja socialización entre pares y la mayor preferencia por consumir contenidos por internet (Ballester-Arnal et al., 2022; Kim & Lee, 2021; Rodrigues, 2021). En relación la baja socialización, existe otra variable que ha sido destacada en otros estudios sobre el uso problemático de pornografía y la relación que el individuo tiene con otras personas. En este caso, la soledad ha sido asociada como posible predictor del consumo de pornografía al ser un estado poco deseable y que genera malestar psicológico, por lo que la interacción con el material sexual permitiría la inhibición de esas sensaciones (Camilleri et al., 2021; Pascual, 2021; Sallie et al., 2021). Para los 10 autores Mikulincer y Shaver (2007), se explicita que la soledad es identificada como una emoción que surge cuando las necesidades de proximidad y seguridad de parte del otro no se encuentran disponibles, lo cual se puede evidenciar cuando las interacciones sociales y vínculos relacionales de un individuo son deficientes en su calidad y cantidad. Es decir, la relación para el individuo, sea amical o sentimental, no logra ser satisfactoria a partir de sus estándares. Asimismo, se refiere a la sensación de estar aislado y desconectado de otras personas, ya sea por el bajo contacto con otros, vivir en una locación alejada o la baja necesidad de tener cercanía con algún otro individuo (Cummins, 2020). El constructo de soledad puede también depender de las relaciones que no han logrado tener el grado deseado de proximidad y/o cuando el número de relaciones existentes es menor al deseado por el individuo (de Jong-Gierveld & Kamphuls, 1985). Este aspecto de la soledad marca un antecedente en la salud mental de la persona al estar más susceptible a un estado de desesperanza y tristeza, causando que pueda recurrir en conductas de riesgo que logren inhibir estos estados intensos sin considerar sus posibles efectos adversos. Dentro de la evidencia empírica, en la investigación de Butler et al. (2018) con universitarios, se halló que el uso de pornografía y la soledad estaban asociados positivamente de forma significativa, aunque no se afirmaba la existencia de una relación de causalidad. Para los autores, existiría un ciclo constante entre el uso de pornografía y la soledad que crearía un “entrampamiento destructivo” en el individuo, al tener al material explícito como una estrategia de afrontamiento maladaptativa y como motivo para que una persona se aísle de otros (Butler et al., 2018). Con el proceso de confinamiento por la pandemia, en una muestra de hombres jóvenes, se encontró que el aislamiento estaba asociado con un mayor consumo de pornografía, llegando a perjudicar las habilidades de interacción de los individuos y provocando mayor impulsividad para el consumo de este contenido (Sallie et al., 2021). En este tema, hay factores importantes que deben ser investigados debido a su relevancia en la investigación. Estos factores están relacionados con el perfil de los consumidores y son comunes en esta problemática. De acuerdo a varios estudios, se considera que los hombres son los mayores consumidores de pornografía en el mundo y son la población que recibe mayor impacto psicológico, social y cognitivo por el consumo de este contenido (Ballester et al., 2019; Ballester-Arnal et al., 2022; Kirby, 2021). De acuerdo a varios estudios y reportes (APA, 2017; Ballester-Arnal et al., 2022; Fibrila, 2021; Flood, 2016), la población de hombres suele ser más propensa a tener contacto con 11 la pornografía entre los 10 y 13 años. Esto suele ser explicado por el fácil acceso de este contenido a través de redes sociales (Facebook, Twitter, etc.), compartido por sus pares o desconocidos, o buscado de forma voluntaria por los usuarios menores. Asimismo, dentro del estudio de Sallie et al. (2021), los hombres expuestos a la pornografía desde una edad temprana pueden ser más propensos a consumir este material de forma regular a largo plazo. De la misma forma, en los hallazgos de Emmers-Sommer (2018), se encontró que había un mayor reporte de hombres consumidores de pornografía en comparación con la muestra de mujeres, siendo sus principales razones de su consumo el goce y recompensa de la experiencia. Esto es respaldado por el estudio de Zattoni et al. (2021), en el cual se enfatiza que el mayor porcentaje de hombres consumidores de contenido pornográfico se debería a características culturales de la sobresexualización del cuerpo femenino y la normalización del consumo entre la población masculina. Entre otras variables sociodemográficas, para la investigación de Musetti et al. (2022), se encontró que los adultos emergentes serían más propensos a utilizar pornografía debido a que pueden percibir mayor estrés psicológico, abandono del problema y dificultades para la regulación somática. De igual manera, se tiene registrado que las tendencias en el consumo de pornografía eran más frecuentes dentro de los grupos de 16 años para adelante tanto antes como durante la pandemia, teniendo a los adultos como la población con un alza de consumo en pornografía una vez entraron en vigencia las medidas de confinamiento (Ballester et al., 2019; Mestre-Bach et al., 2020; Pornhub, 2021). De la misma manera, en numerosos estudios (Ballester et al., 2019; Cashwell et al., 2016; Musetti et al., 2022; Vaillantcourt-Morel, 2017) se destaca que la población de adultos jóvenes tiene tendencias a realizar conductas sexuales de riesgo, tienen un mayor consumo y uso de contenidos en internet, y se ven involucrados en procesos altamente estresantes con la entrada a los estudios superiores y nuevas responsabilidades en su transición de adolescentes a adultos. Otra variable importante sería el estatus sentimental del individuo. Por ejemplo, en el estudio de Grubbs y Perry (2019), se llegó a considerar la posible influencia de la relación de pareja en el consumo de pornografía de los participantes, obteniendo que el consumo de material sexual podría tener baja prevalencia si la persona se encontraba en una relación. Aunque, para Egan y Parmar (2013), se reveló que existían casos de individuos, mayormente hombres heterosexuales, que utilizaban pornografía al sentirse insatisfechos sexualmente, lo cual causaba un efecto adverso en la relación con sus parejas. Al ser la relación sentimental parte del soporte social percibido del participante, 12 se plantea desde otros estudios que el alto consumo de contenido pornográfico puede significar el distanciamiento o la insatisfacción hacia la pareja del individuo (Butler et al., 2018; Egan & Parmar, 2013). Este tema es nuevo y poco visible entre otras conductas adictivas. Durante la pandemia, han surgido casos de personas con dificultades para controlar su consumo de contenidos en internet, como la pornografía, debido a las medidas de confinamiento. Esto ha provocado una exposición excesiva a estos contenidos como una forma de hacer frente a la situación (Pascual, 2021). Previo a esto, se consideraba importante estudiar los factores del consumo de pornografía debido a la aparición de síntomas de ansiedad, depresión, problemas de sueño, vínculos afectivos y creación de fantasías ficticias sobre mujeres (Burbano et al., 2019; Egan & Parmar, 2013; Emmers-Sommer, 2018; Kor et al., 2014). En otras comunidades, existe un debate activo sobre el reconocimiento del uso problemático de la pornografía como una entidad diagnóstica, habiendo estudios empíricos que investigan las variables asociadas al consumo y sus efectos psicológicos. Sin embargo, en Latinoamérica existe una escasez de estudios empíricos sobre este tema, incluyendo los posibles efectos psicológicos que puede tener en las personas (Varnet y Cartes-Velasquez, 2020). Por lo tanto, es importante investigar más sobre esta problemática en el contexto peruano, promoviendo la apertura y la investigación sobre el tema. Con base en todo lo explicado, el objetivo principal de este estudio es conocer la relación entre el uso problemático de la pornografía, la soledad y el soporte social en un grupo de hombres adultos tempranos entre 18 y 30 años. Basada en la literatura científica, se espera que a menor uso problemático de pornografía existirá menor soledad reportada y mayor soporte social por parte de los participantes. Asimismo, se buscará identificar si existen diferencias significativas en el uso de pornografía según la edad y la relación sentimental que tengan los participantes. Como hipótesis, se plantea que existirá que, a menor edad del participante, mayor reporte de uso problemático de pornografía. Asimismo, se reportaría mayor uso de pornografía en personas solteras que en personas con una relación sentimental. Este estudio aplicó una encuesta en un solo momento de tiempo, de manera individual y virtual a quienes accedan a participar en el estudio. 13 Método Participantes Para el presente estudio se contactó con una muestra de 167 adultos de distintas partes de Lima metropolitana. Los participantes fueron 142 hombres (85%), 22 mujeres (13.2%) y 3 personas No binarias (1.8%). En cuanto su orientación sexual, un 79.6% se identificaron como heterosexuales, 2.4% como homosexuales, 13.2% como bisexuales, 2.4% como pansexuales y otros tipos de orientación sexual. Tras la aplicación de criterios de inclusión, se redujo a 133 participantes, sus edades oscilaron entre los 18 años y 55 años (M = 22.4, DE = 4.422). La mayoría de los participantes era soltero (74.4%), 24.8% declaró tener pareja y 0.8% estaba casado. Con relación a la frecuencia de consumo de pornografía, 4.5% de los participantes declaró que consume raramente, 6.8% una vez al mes o menos, 18.8% dos a tres veces al mes, 40.6% una a tres veces por semana, 22.6% todos los días o casi todos los días y 6% muchas veces durante el día. Sobre su medio predilecto para el consumo, 72.2% de los encuestados declaró usar el celular, 24.8% la computadora, 1.5% mediante la televisión y 1.5% todos los anteriores. Los criterios de inclusión fueron: identificarse como hombre, ser mayor de 18 años y haber usado pornografía durante los últimos 30 días, especificando la frecuencia de su uso semanal. Igualmente, se excluyó a los participantes que no se identificaran como hombres y heterosexuales. 36 participantes fueron eliminados de la muestra por no cumplir este requisito al ser menores de edad o no heterosexuales. Por ende, se trabajó con 133 participantes. Para iniciar con la investigación, se realizó un formato de encuesta virtual por Google Forms que fue difundido por redes sociales (Facebook, WhatsApp, Instagram, Reddit y Discord) utilizando la técnica de bola de nieve. Asimismo, se contó con el apoyo de las facultades de la universidad para la mayor difusión de la encuesta. La participación fue voluntaria y se contó con un consentimiento informado, en el cual detalló el objetivo de estudio, la confidencialidad de la información, el anonimato de los encuestados y la libertad de abandonar el cuestionario en cualquier punto del proceso (ver apéndice A). Al aceptar la participación en el estudio, se procedía con la ficha de datos sociodemográficos, previo a la realización de los instrumentos de medición. Por último, se agregó una ficha 14 de servicios de atención psicológica para las personas que requieran de su uso (ver Apéndice B). Medición Con fines del estudio, se elaboró una ficha de datos ad hoc (Apéndice C), en el cual se incluyen secciones de recopilación de datos sobre la edad, orientación sexual, estudios, oficio, estado civil, uso de pornografía, frecuencia de uso, medio de consumo (celular, computadora, revistas o televisión) y un área sobre posibles diagnósticos psicológicos oficiales (depresión, ansiedad, TOC, adicciones: juego patológico, alcoholismo, sustancias psicoactivas ilegales y videojuegos). Para medir el uso de pornografía se utilizó la Escala de Uso Problemático de Pornografía (conocido en sus siglas en inglés como PPUS) diseñada por Kor et al. (2014), la cual fue adaptada y traducida al español por Zolezzi (2019). La prueba original fue realizada en ciudadanos israelíes. Este instrumento identifica el uso problemático de pornografía mediante cuatro factores: distrés problemas funcionales, uso excesivo, dificultad para el control y uso como escape de emociones negativas. Tiene 12 ítems y una escala de respuesta del tipo Likert de 6 puntos, desde nunca cierto hasta con frecuencia cierto. Un análisis exploratorio de componentes principales seleccionó 21 ítems en 4 factores que explicaban el 70% de la varianza. Posteriormente, se realizó otro análisis que redujo los ítems a 12 y explicó el 82.4% de la varianza en los mismos 4 factores. Un análisis confirmatorio mostró que el modelo actual explicaba el 79.5% de la varianza. Además, se encontró correlación positiva con otros instrumentos y asociación significativa con la sintomatología psiquiátrica, baja autoestima y alta inseguridad emocional en relaciones cercanas. La confiabilidad fue entre buena y excelente, con un alfa de Cronbach de .93 para la escala total. Otra validación del instrumento se realizó en un estudio con adultos japoneses de 18 a 69 años (Okabe e Ito, 2022). La versión del cuestionario, llamada PPUS-J, fue adaptada para la población adulta de Japón. El análisis factorial confirmatorio mostró buenos resultados en los factores del instrumento, con altas cargas factoriales estandarizadas en todos los ítems. Además, se encontraron correlaciones positivas de tamaño moderado-grande con otras escalas como SCS (Sexual Compulsivity Scale), CIUS (Compulsive Internet Use Scale) y GAS (Game Addiction Scale). También se 15 realizaron análisis de validez discriminante, destacando las correlaciones altas entre las puntuaciones del PPUS-J y el uso de pornografía y la masturbación. En la región, la validación y utilización de este instrumento no ha tenido mayor alcance en Latinoamérica, esto debido a la escasez de estudios dedicados a los efectos del uso de pornografía. No obstante, otros autores han realizado validaciones de este instrumento a través de distintas tesis de licenciatura. Uno de estos siendo la tesis de Zolezzi (2019) en una muestra de adultos de 18 a 60 años de edad, la cual se utilizó en este estudio. Según la autora, se realizó un proceso de adaptación de una prueba con la ayuda de expertos en lingüística y psicología, así como del contacto con el autor original. Para asegurar su validez, se llevó a cabo un análisis factorial exploratorio que no pudo replicar la estructura de 4 factores propuesta por los autores originales. Por ello, se decidió eliminar la dimensión "dificultades para el control" y se trasladaron sus ítems a los factores "uso para evitar emociones negativas" y "problemas de control funcionamiento". Para validar la prueba, se realizó una correlación con otras escalas relacionadas y se encontró una correlación significativa y directa. También se llevaron a cabo análisis de validez discriminante que mostraron correlaciones significativas, aunque en menor magnitud. Además, se demostró la consistencia interna de la prueba, obteniendo puntuaciones excelentes en la prueba total (α = .89) y sus tres dimensiones (α uso excesivo = .86; α problemas para el control y funcionamiento = .84; α uso para escapar emociones negativas = .91). Para el presente estudio, se halló una confiabilidad de .93 en la prueba total. Luego, la dimensión de “uso excesivo” reporto .87 de alfa de Cronbach. Mientras que “problemas para el control” y “uso para escapar emociones negativas” obtuvieron .91 y .86 respectivamente. Para evaluar el soporte social se utilizó el Cuestionario MOS de Apoyo Social Percibido elaborado por Sherbourne & Stewart (1991) , el cual fue traducido y validado por Baca (2016). La versión original fue evaluada en adultos estadounidenses. El objetivo del cuestionario es evaluar las características objetivas y subjetivas de las redes de apoyo, y los efectos y consecuencias del acceso y conservación de sus vínculos sociales de un individuo. Este instrumento consiste en dos áreas: la primera, siendo apoyo social estructural (un ítem de respuesta abierta); y la segunda, apoyo social funcional (19 ítems de respuesta múltiple). Asimismo, cuenta con cuatro factores: apoyo emocional/ 16 informacional, tangible o instrumental, interacción positiva y afectivo. A nivel de validez, mediante un análisis factorial de componentes principales, los autores detectaron altos niveles de correlación entre las dimensiones (de .72 a .88) y altas cargas en cada ítem de su escala (.67 a .88). A través de su validez discriminante, se encontró distinción con los constructos de soledad, sentido de pertinencia, salud mental y otros aspectos de funcionamiento social. Asimismo, en su análisis factorial confirmatorio, se logró afirmar la existencia de 4 subescalas dentro del instrumento. En cuanto a su confiabilidad, la escala global obtuvo .97 de alfa de Cronbach, mientras que sus dimensiones obtuvieron puntuaciones excelentes (desde .91 hasta .97), así como puntajes altos entre los factores del instrumento (de .72 a .78) mediante el coeficiente de estabilidad (STAB), mostrando ser justamente estable en luego de un año. Igualmente, este instrumento llegó a ser traducido y validado dentro del territorio peruano. En el estudio de Baca (2016), se hizo un estudio psicométrico en pacientes con cáncer de 18 a 84 años de edad. En el análisis factorial exploratorio se encontró que un modelo de 3 factores que explicaron el 54.2% de la varianza total: los nuevos factores serían Apoyo informacional (nueve ítems), Apoyo afectivo (seis ítems) y Apoyo instrumental (cuatro ítems). En cuanto a su confiabilidad, los tres factores obtuvieron puntajes aceptables de alfa de Cronbach (α = .90, α =.87 y α =.70 respectivamente). Dentro del presente estudio, se obtuvo un alfa de Cronbach de .96 para la prueba total. Para “apoyo informacional”, se reportó .95 de confiabilidad. Mientras que los constructos de “apoyo emocional” y “apoyo instrumental” obtuvieron .88 y .83 respectivamente. Para evaluar el constructo de soledad se utilizó la Escala de Soledad tipo Rasch realizada por De Jong Gierveld & Kamphuis, 1985, la cual fue validada en Perú por Ventura-Leon et al. (2016). El estudio original fue realizado a personas holandesas mayores de 18 años. Esta escala tiene como objetivo medir el grado de soledad que experimenta una persona en la ausencia o abandono de personas cercanas y al presentar necesidad de contar con alguien cercano. Este instrumento cuenta con 11 ítems, con un sistema de respuesta tipo Likert de 3 puntos, siendo 1 = no; 2 = más o menos y 3 = sí. Cabe recalcar, en las recomendaciones de los autores originales de la escala, para el cálculo de las puntuaciones de soledad, las respuestas deben dicotomizarse, consignando un punto a las respuestas "más o menos" o "no" de los ítems 1, 4, 7, 8, 11 (ítems negativos); mientras que en los ítems restantes se consigna un punto si se responde más 17 o menos o sí. Así, la puntuación final oscila entre 0 (No soledad) hasta 11 (Soledad extrema), resultado de sumar el número de respuestas afirmativas o negativas en todos los ítems. En cuanto a su validez, se hizo un análisis principal de componentes en el que se obtuvo 28 ítems dentro de un solo factor. Luego de un test de Andersen, se demostró que no estaba logrando ser una escala tipo Rasch, por lo que se realizó un análisis “U statistic” en el que se logró una reducción a 11 ítems. Se desarrolló un nuevo test de Anderson a partir de estos resultados, el cual demostró un buen ajuste en el nuevo modelo (χ² (10, N = 415) = 13.56, p = .1940). Sin embargo, en la escala original, no se proporcionaron declaraciones sobre su consistencia interna. Posteriormente, se realizaría una traducción y adaptación al español de esta escala por Buz y Prieto (2013) en una muestra de adultos mayores en España. En cuanto a su validez, se realizó un análisis factorial exploratorio mediante la técnica de análisis paralelo, en el cual se recomendó un solo factor que explicaba el 52.4% de la varianza explicada. Desde su validez convergente, las puntuaciones de la escala mostraron una asociación positiva con el afecto negativo y una asociación negativa con el afecto positivo, demostrando la dirección esperada del modelo conceptual de soledad. Bajo un modelo unidimensional, su confiabilidad obtuvo una puntuación aceptable con .77 de alfa de Cronbach. Para el presente contexto del estudio, se utilizó el instrumento de los autores Ventura-Leon et al. (2016), el cual fue validado dentro de un grupo de adultos y jóvenes peruanos. Sobre su validez, se realizó un análisis factorial exploratorio en el que se halló un solo factor para los 11 ítems, explicando el 50.23% de la varianza explicada. Posteriormente, se elaboró un análisis factorial confirmatorio con el fin de corroborar la unidimensionalidad del modelo, por lo que se procedió a comparar 4 modelos de estructura factorial. Como resultado, se obtuvo que la estructura factorial y la confiabilidad del instrumento estaría compuesto por una estructura bidimensional oblicua, conformados por ítems positivos y negativos (traducidos como soledad social y emocional), al presentar valores de ajuste aceptables (S-Bχ2/gl = 2.05; un SRMR = .063, un RMSEA = .069, CFI = .95; AIC = 2.24) y un mayor índice de fiabilidad con .83 de coeficiente de omega. Por lo tanto, los autores recomendaron que la medición tome en cuenta a los ítems 2, 3, 5, 6, 9 y 10 como positivos y directos, pertenecientes a la dimensión de soledad social. Mientras tanto, los ítems 1, 4, 7, 8 y 11 se mantendrían como ítems negativos e inversos en la dimensión de soledad emocional. 18 En cuanto a su consistencia interna, se obtuvo un puntaje bueno en ambas dimensiones mediante coeficiente de omega (Soledad Social, ω=.836; Soledad Emocional, ω=.828). Al ser un modelo bifactor, se obtuvo que su omega jerárquica era de .65. Para el presente estudio, se obtuvo un alfa de Cronbach de .85 para la prueba total. Los constructos de “soledad social” y “soledad emocional” reportaron .78 y .81 respectivamente. Procedimiento Como primer paso, se realizó el contacto con la autora de la adaptación de la escala PPUS. Posteriormente, se realizó una aplicación piloto a 5 personas, con el objetivo de calcular el tiempo empleado para el protocolo de investigación y la comprensión de los ítems de los instrumentos psicométricos. Para soporte social y soledad, se localizaron las versiones adaptadas de estas pruebas psicométricas derivadas de los estudios adaptados en población peruana. También se solicitó una carta hacia la Facultad de Psicología para dar constancia del proceso de investigación de tesis del autor. Luego, se realizó una difusión de los cuestionarios por redes sociales que incluyan usuarios con el rango de edad solicitado. Igualmente, se solicitó el apoyo de 3 facultades de la universidad para la difusión de la encuesta mediante el correo de la institución. Estas fueron las facultades de Ciencias e Ingeniería, Derecho y Gestión y Alta Gestión de la propia casa de estudios. Esto se debió a que cada facultad contaba con una mayor proporción de estudiantes varones. A los decanos de estas facultades se les envió una carta solicitando la recolección de información. Se procuró que los participantes puedan difundir el cuestionario con otros participantes que cumplan las mismas características. De la misma manera, antes de aceptar su participación a la encuesta, los participantes pudieron leer el consentimiento informado, detallando el anonimato y confidencialidad de las respuestas. Análisis de datos Para el análisis, los datos obtenidos se analizaron con el programa estadístico SPSS versión 25. En un inicio, se realizaron los análisis de estadísticos descriptivos de las variables sociodemográfica, como de los otros instrumentos. Aquí, se buscó analizar las frecuencias y proporciones en el caso de las variables cualitativas, valores de 19 tendencia central y medidas de dispersión para las variables cuantitativas. Posteriormente, se revisó la confiabilidad de las áreas de los tres instrumentos. Asimismo, se evaluó la normalidad de los puntajes según la muestra mediante un test de Shapiro-Wilk. Finalmente, se realizaron los análisis de correlación con pruebas no paramétricas en las dimensiones y un análisis de comparación de medias entre este estudio y el estudio de Zolezzi (2019). 20 Resultados A continuación, se presentan los resultados de acuerdo a los objetivos del estudio. En primer lugar, se detallará el análisis correlacional para responder el objetivo general. En segundo lugar, se presentarán las dimensiones del uso problemático de la pornografía respecto a las frecuencias declaradas por los participantes. Finalmente, se presentarán los resultados de los análisis descriptivos de los puntajes del Uso excesivo (UE), Uso para escapar o evitar emociones negativas (EEN), Problemas en el control y el funcionamiento (PCF) con los constructos de Apoyo informacional (AI), emocional (AE) e instrumental (AIN), y las dimensiones de Soledad emocional (SE) y social (SS). El objetivo general del estudio era conocer la relación entre el uso problemático de la pornografía (UE, EEN y PCF), la soledad (SE y SS) y el soporte social (AI, AE y AIN). Con relación a la dimensión de uso excesivo (UE), se encontró una correlación baja e inversa con apoyo informacional (AI) y una positiva y baja en soledad emocional (SE); sin embargo, no se encontró correlación con el apoyo emocional (AE) e instrumental (AIN), ni con soledad social (SS) (ver Tabla 1). La dimensión uso para escapar o evitar emociones negativas (EEN) obtuvo correlación baja y positiva con soledad emocional (SE), pero no registro correlación con ninguna de la dimensión de soporte social (SS). En cuanto a la dimensión de problemas en el control y el funcionamiento (PCF), se encontró una correlación moderada y positiva con soledad emocional, pero no se registraron correlaciones con la dimensión de soporte social (SS). En los constructos de apoyo social, apoyo informacional (AI) obtuvo correlaciones moderadas e inversas con soledad emocional y social. Finalmente, apoyo emocional e instrumental obtuvieron correlaciones bajas e inversas con ambas dimensiones de soledad. 21 Tabla 1 Matriz de correlaciones entre las variables de estudio Variables 1.UE 2.EEN 3.PCF 4.AI 5.AE 6.AIN 7.SE 8. SS 1. Uso excesivo - 2. Uso para escapar o evitar emociones negativas - - 3. Problemas en el control y el funcionamiento - - - 4. Apoyo informacional -.23** -.20** -.20** 5. Apoyo Emocional -.11 -.14 -0.1* .83 6. Apoyo Instrumental -.19* -.13* -.13* .81 .80 7. Soledad Emocional .27 .28 .32** -.46** -.38** -.35** 8. Soledad Social .12 .12 .13 -.54** -.45** -.41** .55 *p < .05 **p ≤ .001 Nota: UE= Uso excesivo; EEN= Uso para escapar de emociones negativas: PCF=Problemas en el control y el funcionamiento. Adicionalmente, se realizaron análisis exploratorios para comparar las frecuencias del uso de pornografía reportado por los participantes con el resultado de las dimensiones de la prueba PPUS (ver Tabla 2). 22 Tabla 2 Comparación de puntajes promedio PPUS según frecuencia de uso reportado Bajo (n = 19) Promedio (n = 100) Alto (n = 48) H de Kruskall - Wallis p Me Me Me UE 1.00 1.75 3.38 36.29 0.00 EEN 2.00 2.00 3.83 26.41 0.00 PCF 1.60 2.00 3.40 35.72 0.00 Nota: UE= Uso excesivo; EEN= Uso para escapar de emociones negativas: PCF=Problemas en el control y el funcionamiento. En relación con los estadísticos descriptivos, el uso excesivo de pornografía registró una media de 2.43 (DE = 1.32); sobre el uso para escapar o evitar emociones negativas obtuvo puntuación media de 2.69 (DE = 1.51); para problemas en el control y el funcionamiento se calculó 2.55 (DE = 1.32), los puntajes de los tres constructos oscilaron entre 1 y 6. A partir de los constructos de soporte social, la dimensión de apoyo informacional reportó una media de 33.33 (DE = 9.36), los puntajes oscilaron entre 9 y 45; en cuanto al apoyo emocional se encontró 23.06 (DE = 5.91) y los puntajes fueron entre 6 y 30; para apoyo instrumental se registró 15.08 (DE =3.92) con puntajes de 4 a 20. Dentro de los constructos de soledad, la soledad emocional reportó una media de 8.74 (DE = 2.05) con puntajes de 6 a 12; para soledad social se registró 6.67 (DE = 1.76) y con puntajes de 5 a 10. Respecto al objetivo específico planteado, se buscaba encontrar diferencias significativas entre el uso de pornografía según la edad y la relación sentimental de los participantes. Sin embargo, no hubo la suficiente variabilidad en edad y relación sentimental de la muestra, limitando la realización del objetivo específico. 23 Discusión Al ser un tema relativamente reciente, el uso problemático de pornografía no suele tener relevancia dentro de la región debido a la falta de estudios empíricos que resalten su importancia en la salud mental y la socialización de las personas, considerando que Latinoamérica posee un menor desarrollo de investigaciones exploratorias y experimentales sobre el tema (Varnet & Cartes-Velázquez, 2021). En la introducción, se destaca un alza en el consumo de pornografía a raíz de la pandemia por COVID-19, incluso siendo utilizada como estrategia de afrontamiento ante las sensaciones de desamparo por las medidas de confinamiento y poco contacto con otros (Awan et al., 2021; Lau et al., 2021). Esta investigación buscó conocer las relaciones entre el uso problemático de la pornografía con la soledad (sus dimensiones) y el apoyo social percibido en adultos de nuestro país, luego de experimentadas las medidas de confinamiento por la pandemia. Respecto al objetivo general del estudio, los hallazgos coinciden con la literatura científica al existir una correlación positiva y significativa entre el uso problemático de la pornografía con la soledad emocional percibida. De acuerdo con Weiss (1973), este tipo de soledad comprende la falta de relaciones o vínculos afectivos, lo que puede llevar a conductas de aislamiento y sentimientos de angustia. Dentro del estudio de Butler et al. (2018), se llega a una conclusión similar al encontrar asociaciones entre la soledad y la visualización de pornografía, destacando que las principales razones de su consumo yacían en el distanciamiento emocional y la disrupción de los vínculos amicales/ de pareja. Esta separación de los vínculos importantes podría repercutir en la utilización de pornografía como una forma de escapar de emociones desagradables al sentirse desamparado. Igualmente, Hesse y Floyd (2019) apoyan este argumento al obtener en su estudio que las personas que se sentían solas o insatisfechas con sus vínculos cercanos recurrían al consumo de pornografía. Esto también provocaba que su muestra percibiera sensaciones de soledad. En relación con esto, se ha podido encontrar que la persistencia de visualización de pornografía estaría relacionada con un deterioro en la experiencia de la soledad, lo cual llegaría a contribuir en la perpetuación del ciclo de consumo de material pornográfico en conjunto con la percepción negativa de su autoimagen (Camillieri et al., 2021). Estos factores podrían representar una baja posibilidad para que los individuos que consumen material pornográfico puedan desistir de este contenido. Aun así, se debe agregar que las correlaciones entre los constructos de uso problemático y soledad obtenidas fueron bajas en este estudio. La revisión de ambos 24 estudios en la literatura científica entre ambos constructos ha sido reducida. Ante esto, cabría la posibilidad de la existencia de otras variables psicológicas y sociales que han logrado influenciar la conducta del consumo de pornografía y la sensación de soledad. Estos podrían ser, por ejemplo, valores culturales en torno a la pornografía y la percepción sobre las mujeres. Por un lado, de acuerdo con Adarsh y Sahoo (2023), se menciona que la pornografía llega a ser un contenido validado y aceptado por la mayoría de comunidades al ser una vía para la exploración sexual y el desarrollo de guiones sexuales, llegando incluso a ser una forma para reforzar roles de género y pertenencia en un grupo. La aceptación por el consumo de pornografía llega a ser valorado y predominante en grupos de hombres heterosexuales al cumplir con las expectativas sociales específicas, lo que coincide con la orientación sexual de la presente muestra de este estudio (Miller et al., 2020; Sniewski & Farvid, 2019). Su uso, como tal, llega a ser valorizado como “útil” y sus contenidos marcan un modelo a imitar para el desarrollo de su vida sexual. Igualmente, este material permite el disfrute en la excitación sexual mediante la masturbación y la interacción con actores y/o actrices, aunque esto provoque su propia dependencia en la pornografía para conseguir la excitación necesaria según el individuo (Adarsh y Sahoo, 2023; Chatterjee & Kar, 2023; McCormack & Wignall, 2017). Esto provocaría que la idea de consumir pornografía no estaría bajo la mirada de ser un contenido “problemático” o “adictivo”, sino como un contenido recreativo y hasta educativa. Otra explicación yace en la llamada “incongruencia moral” propuesta por Grubbs y Perry (2019). Esta hace énfasis sobre cómo el consumo de pornografía puede trasgredir el conjunto de creencias y valores de los individuos, provocando emociones negativas ante el conflicto. A pesar de esto, se puede mantener el consumo de pornografía con frecuencia, ya que serviría como una estrategia de afrontamiento para lidiar con el malestar generado. Esto podría ser una posible explicación de por qué se persistiría con el consumo, aunque se sugeriría que futuros estudios abarquen este tema. En una línea similar, la regulación de emociones podría ser un factor clave para comprender el uso problemático de la pornografía, ya que las personas que tienen dificultades para regular sus emociones pueden ser más propensas a usar la pornografía como una forma de hacer frente a emociones negativas y sentimientos angustiantes (Cardoso et al., 2022; Musetti et al., 2022). Igualmente, otros factores como la percepción sobre la figura de la mujer, la antigüedad del consumo, entre otras (Cervigón et al., 2019; Hanseder & Dantas, 2023). https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/?term=McCormack%20M%5BAuthor%5D 25 Contrario a lo que se esperaba, no se encontró una correlación significativa entre uso problemático de la pornografía con la soledad social. Referente a este constructo, la soledad social se entiende como la ausencia de una red o grupo social de personas. Esto puede llevar así al aburrimiento o marginalización (Catedrilla et al., 2020). Dentro de la evidencia empírica, la pornografía suele ser utilizada como estrategia de afrontamiento ante la percepción de soledad por la poca presencia de vínculos (Cardoso et al., 2022). Sin embargo, los datos descriptivos demostrarían que la muestra presentaba una mayor presencia de relaciones amicales. Así, la permanencia en una red de relaciones sociales habría prevenido la exclusión social de los participantes y causado el consecuente consumo de contenido pornográfico. Una explicación que puede interpretar la discordancia con los hallazgos empíricos se puede deber a la influencia social y cultural por parte de los participantes. Mayormente, los estudios referenciados tienen como participantes a adultos de culturas individualistas, como los son EE.UU. y Canadá, en las cuales se destaca el enfoque en uno mismo, la menor atención hacia el cuidado de otros y la promulgación de la independencia social y económica de los padres (Twenge & Campbell, 2018). Mientras tanto, la comunidad de la muestra pertenece a una cultura colectivista que prioriza las relaciones comunitarias, la manutención de la familia y la solidaridad y colaboración de los individuos (Banda & Arias, 2022). Esto podría entender la presencia de vínculos sociales que estarían disponibles para los participantes, tanto desde el lado familiar como amical. Los estudiantes universitarios, en particular, podrían tener esta clase de soporte gracias al contacto continuo con sus pares (Veramendi et al., 2023). No obstante, como se ha enunciado, se tendría que contar con vínculos significativos para la persona, que le permitan tener seguridad y una buena relación de apego, para que el individuo no recurra en el consumo de pornografía. La pandemia por COVID-19 pudo haber contribuido en perjudicar los vínculos y/o en su manutención con el tiempo en los adultos jóvenes, ya que las propias pérdidas de familiares y la separación prolongada de sus vínculos significativos pudieron empeorar las relaciones sociales en los individuos (Cassaretto et al., 2021, Li et al., 2021, van den Berg et al., 2021). Para este punto, se sugeriría para futuros estudios explorar la experiencia del confinamiento en relación con el uso de pornografía y la sensación de soledad social. Respecto al constructo de apoyo social percibido, se llegó a establecer una correlación significativa e inversa entre el apoyo informacional y el uso problemático de pornografía, destacando al uso excesivo como dimensión con mayor fuerza de correlación. Esto sugeriría que las personas que tienden a utilizar la pornografía de 26 manera excesiva podrían experimentar una falta de apoyo informativo; es decir, habría comunicación poco frecuente o escasa entre pares. La falta de comunicación y socialización entre pares o vínculos afectivos serían una de las causas y consecuencias para el consumo problemático de la pornografía, en conjunto con la aparición de aburrimiento y estrés por lo limitado que pueden resultar sus interacciones sociales (Sallie et al., 2021). Por ende, se puede considerar que una percepción general de apoyo social puede servir como un factor protector para el consumo problemático de pornografía. De acuerdo al estudio de Wizla (2022), se encontró asociaciones significativas en las que el soporte social serviría como un factor protector para el consumo problemático de pornografía, destacando el rol de soporte de la familia y amigos. La propia presencia, interacción e involucramiento en actividades con una red de amigos, puede beneficiar al individuo en disminuir sus sentimientos de insatisfacción y encontrar nuevas emociones que le brinden bienestar (Cardoso et al., 2022; Camilleri et al., 2021). Similarmente, se puede explicar lo hallado en las dimensiones de apoyo social y soledad, en las que se observa una correlación significativa e inversa con la soledad social y emocional. Esto coincide con la literatura científica al comprobar que la percepción activa de apoyo social en individuos llega a disminuir la sensación de soledad, siendo un soporte indispensable y receptor de emociones para la persona (Butler et al., 2018; Cardoso et al., 2022; Hesse & Floyd, 2019). Cabe destacar que, esta correlación obtuvo un efecto mediano, por lo que podría considerar como un punto relevante para la implementación de actividades o programas enfocados en la generación de vínculos afectivos significativos en adultos jóvenes. En cuanto a los datos obtenidos sobre la comparación de la frecuencia del uso problemático de pornografía, se podría hacer una distinción en el nivel consumo con un estudio previo. En la tesis de Zolezzi (2019), la proporción de sus medianas se mostraron menores a las medianas del presente estudio, también considerando que la muestra obtenida de dicha autora fue mayor a la conseguida. La realización de su estudio fue en una época prepandemia por COVID-19, mientras que la presente investigación fue abordada a casi dos años de la regularización del contacto social. Esto podría interpretarse como un alza en la frecuencia de consumo de pornografía por parte de los adultos, lo cual podría verse reflejado en el actual problema con el cuidado de la salud mental en el país (Ramos-Vera & Serpa, 2021). A partir de los resultados, es probable encontrar que la alta frecuencia de consumo pornográfico tendría relación con el uso excesivo de pornografía, el uso para el escape de emociones negativas y la posibilidad de problemas de control y 27 funcionamiento. Según Lau et al. (2021), la propia pandemia por COVID-19 y las consecuentes medidas de confinamiento han sido un desencadenante para el alza de consumo de pornografía en jóvenes adultos, siendo el estrés demandante y la desregulación emocional problemas prevalentes. Dentro de nuestro contexto, Cassaretto et al. (2021) destaca que la población de estudiantes universitarios ha experimentado en este periodo estados afectivos negativos de manera significativa, llegando a predominar sensaciones como el nerviosismo, la tensión y la irritabilidad. Se podría hipotetizar que la aparición de estos síntomas ha podido llevar a la pornografía a establecerse como una estrategia maladaptativa de afrontamiento, repercutiendo en su uso continuo (Sallie et al., 2021; Musseti et al., 2022). La constante utilización de esta conducta para la inhibición de los estados afectivos desagradables podría haber llevado a su utilización problemática. Y con esto, habría repercusiones en sus habilidades sociales y sensación de soledad una vez se aligeraron las medidas de confinamiento (Cardoso et al., 2022). Sobre las limitaciones de este estudio, se debe destacar la poca muestra de participantes debido a la baja receptividad de la encuesta. Esto puede explicarse por diversos factores externos. Por un lado, los meses de abril y mayo fueron los periodos de difusión constante de encuestas académicas, lo cual podría haber provocado la baja recepción de esta investigación. También se puede hipotetizar que pudo deberse al estigma sobre el consumo de pornografía, el cual suele ser satirizado y patologizado por ser una conducta “anormal”, por lo que podría haber inhibido a posibles participantes en responder la encuesta (Dwulit & Rzymski, 2019, Grubbs & Kraus, 2021). Incluso es posible que este estudio haya sido afectado por el sesgo de deseabilidad social, ya que los participantes podrían no haber respondido con total veracidad debido a la vergüenza, el tabú o la presión para proporcionar respuestas que consideraban más aceptables o beneficiosas en el contexto del estudio. Por otro lado, se pudo observar en el registro de las respuestas que el tópico no era tomado con seriedad por algunos participantes, llegando a burlarse o denigrar el contenido de las preguntas en los espacios de respuesta libre. El estudio de la pornografía como uso problemático es un tema novedoso que puede tener obstáculos ante su normalización en la cotidianidad (Gouverne, 2019). El consumo de pornografía suele ser considerado como una conducta habitual por parte de los varones, siendo vista como un recurso para aprender sobre las relaciones sexuales o para satisfacer sus deseos sexuales (Döring & Miller, 2022). Por ende, si se llega a nombrar esta utilización como “problemática”, esto puede llevar a que otros usuarios rechacen que su 28 uso pueda perjudicarlos a corto plazo, aunque la evidencia académica sobre su uso excesivo pueda demostrar lo contrario. Se debe destacar, asimismo, la falta de evidencia empírica dentro del contexto latinoamericano que pueda ser utilizada para contrastar los datos obtenidos en este estudio. Actualmente, existen pocos estudios de licenciatura que han abordado el tema del uso problemático de la pornografía en el país, pero nulos estudios empíricos en el país. En cuanto a las recomendaciones para futuras investigaciones sobre el uso de la pornografía en Perú, es importante considerar una muestra representativa en hombres que vivan en Lima y en otras regiones del país. En un inicio, se sugiere que futuros estudios puedan colocar el enfoque en la comparación de consumo pornográfico según las regiones. También sería importante elaborar estudios que especifiquen el rango etario de hombres adultos emergentes que consumen pornografía, explorando si existen diferencias en su consumo. Igualmente, sería relevante revisar esta problemática en relación con las mujeres, la edad de inicio del consumo y el estado civil. Esto con el fin de obtener conclusiones más sólidas sobre las diferencias en el uso de la pornografía según el género de la muestra. Además, se sugeriría para próximas investigaciones la indagación y correlación de estas variables dentro del contexto actual de postpandemia. Igualmente, sería de gran relevancia investigar más a fondo otros factores subyacentes (creencias sobre el sexo, regulación emocional, moralidad religiosa, etc.) que contribuyen al uso problemático de la pornografía y su relación con la soledad y el soporte social en el contexto latinoamericano. Un ejemplo de esto podría ser el malestar emocional de las personas que experimentan un uso problemático de la pornografía, llegando a establecer mejores hallazgos al respecto. Finalmente, debido al propio método de investigación, sería enriquecedor considerar el uso de modelos mixtos que logren la unión y comparación de datos cualitativos y cuantitativos. Esto con el fin de explorar y tener una mejor comprensión de las vivencias, motivaciones y perspectivas de las personas en torno a su relación con la pornografía dentro del Perú y sus regiones, por ejemplo. En la misma línea, se buscaría que futuros estudios puedan indagar por las concepciones para los consumidores de pornografía entre un uso problemático o no problemático de la pornografía. Como parte de la relevancia del presente estudio, se podría deducir una posible alza de consumo de pornografía en los adultos (MD = 3,38), tomando en cuenta el estudio 29 de Zolezzi (MD = 2,20) (2019). De la misma forma, los resultados del estudio sobre la relación entre el uso problemático de la pornografía, la soledad y el soporte social quedarían como antecedente para futuros estudios, ya que es uno de los pocos realizados dentro del contexto peruano y latinoamericano. Es más, estos hallazgos pueden contribuir al desarrollo de estrategias de intervención y prevención para abordar los posibles efectos negativos del uso de la pornografía en la salud y el bienestar de las personas en el país; así como realizar programas dedicados al fomento de la socialización entre pares. 30 Referencias Adarsh, H., & Sahoo, S. (2023). Pornography and Its Impact on Adolescent/Teenage Sexuality. Journal of Psychosexual Health, 5(1), 35–39. https://doi.org/10.1177/26318318231153984 Allen, A., Kannis-Dymand, L., & Katsikitis, M. (2017). Problematic internet pornography use: The role of craving, desire thinking, and metacognition. 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Si usted accede a participar en este estudio, se le pedirá completar tres cuestionarios que le tomarán aproximadamente 8 minutos. La participación es voluntaria, la información es estrictamente confidencial y solo se usará para propósito del estudio. Puedes finalizar tu participación en cualquier momento sin ningún perjuicio de por medio. Asimismo, no se podrá brindar algún tipo de devolución de los resultados individuales. Si tiene alguna duda sobre este proceso, puede comunicarse al correo a20180067@pucp.edu.pe. En caso tenga alguna consulta general sobre ética en la investigación, comunicarse con etica.investigacion@pucp.edu.pe. Desde ya, muchas gracias por su participación. 42 Anexo B: Protocolo de contención A continuación, te brindamos un listado de servicios de apoyo psicológico: Ministerio de Salud (Minsa): ● Línea gratuita: 113, opción 5 ● Teléfonos: 955-557-000 / 952-842-623 ● Correo: infosalud@minsa.gob.pe Centros de Salud Mental Comunitaria en el Perú: ● Encuentra la dirección y teléfono del centro más cercano a tu domicilio a través de el siguiente enlace: https://www.gob.pe/10942-conocer-los-centros- de-salud-mental-comunitaria-en-el-peru Centro de Escucha de La Ruiz: ● Teléfono: 965-313-722 ● Página web: https://www.facebook.com/CentrodeEscuchadelaRuiz/ ● Correo: centrodescucha.ruiz@uarm.pe Psicotrec: ● Teléfono: (01) 226-3867 ● Página web: https://www.psicotrec.pe/servicios-al-publico ● Correo: psicotrec@psicotrec.org.pe https://www.gob.pe/10942-conocer-los-centros-de-salud-mental-comunitaria-en-el-peru https://www.gob.pe/10942-conocer-los-centros-de-salud-mental-comunitaria-en-el-peru https://www.facebook.com/CentrodeEscuchadelaRuiz/ https://www.psicotrec.pe/servicios-al-publico 43 Anexo C: Ficha de datos sociodemográficos Edad (en números) Rpta:________ Orientación Sexual ● Heterosexual ● Homosexual ● Bisexual ● Pansexual ● Otros:________ Estado profesional ● Estudiante ● Empleado ● Desempleado Estado civil ● Soltero ● Con pareja ● Casado ● Divorciado Hijos ● Ninguno ● Más de uno ¿Presenta algún problema psicológico diagnosticado por un profesional de salud mental? ● Sí ● No Comente su diagnóstico (en caso de que no, absténgase de responder) Rpta: _______ 44 Frecuencia de uso de pornografía ● Raramente ● Una vez al mes o menos ● 2 a 3 veces por mes ● 1 a 3 veces a la semana ● Todos los días o casi todos los días ● Muchas veces durante el día Medio predilecto de uso de pornografía ● Celular ● Computadora ● Revista ● Televisión ● Otra